Ciudad, de México. | 17 abril de 2020
Orlando Camacho Nacenta
Tribuna
Libre.- El
mundo entero está sumido en una vorágine insospechada. La pandemia que hoy trae
de cabeza a los gobiernos de las grandes potencias y de los países, como el
nuestro, en vías de desarrollo, nos ha puesto en jaque.
Información, desinformación, miedo, pánico,
esperanza, sobredimensión, desdén, todo se concentra ante una circunstancia
incierta.
Lo único que sí es claro es que nos ha hecho
movernos de donde estábamos, mirar al exterior y paradójicamente, guardarnos en
el interior.
¿Qué pasará en una semana o en un mes? ¿en
qué condiciones humanas, económicas, sociales, estaremos en enero de 2021?
El COVID19 nos ha sacado a patadas de nuestra
zona de confort para volver a lo esencial, volver a la familia, volver a la
persona, sabernos altamente vulnerables sin importar ninguna condición
accidental.
Nos mueve, nos fuerza y nos empuja a ser
distintos. Nos obliga a cambiar vicios y formar nuevos hábitos, nos obliga a
mirarnos más unos a otros, nos obliga a hacer cosas distintas y a ser
diferentes.
Como persona, como miembro de una familia, de
una comunidad, de un país y del mundo, estamos obligados a dar respuesta.
Ser responsable es cuidar de sí mismo y
cuidar de los demás, es sumar para uno y para otros.
El reto de hoy no es de un país solamente, si
ante las catástrofes naturales -la más reciente a nivel nacional fue el
terremoto de septiembre de 2017- hemos reaccionado ordenadamente, olvidando
cualquier distingo entre personas, ¿a qué estamos obligados hoy, ante la
pandemia?
Unidad, solidaridad, empatía. Empezando por
casa, quedándote en casa. Buscando las maneras de poder adelantarnos para que
las consecuencias inminentes sobre la economía, la seguridad y sobre la paz en
cada hogar puedan ser lo menos catastróficas posible.
"Durante el mayor momento de crisis en
China por la epidemia de coronavirus COVID-19, se registraron el triple de
denuncias de violencia doméstica en la ciudad de Jingzhou, a 200 kilómetros de
Wuhan, epicentro de la enfermedad. El 90%, según dijo una ONG que lucha contra
la violencia intrafamiliar al portal chino Sixth Tone, estaban relacionadas con
la cuarentena: el miedo, la ansiedad, la tensión económica y el confinamiento
en las casas pueden ser detonantes".[1]
Nos hemos obligado a volvernos hacia adentro
y nos hace descubrir cuán grandes o pequeños somos. A nivel familia, no tenemos
opción; cuando estamos solos, no hay alternativa posible. ¿Cómo enfrentar lo
que es inevitable? ¿Cómo fortalecernos como personas, como familia, como
comunidad, como país, como planeta?
El reto no es opcional. La unidad, la
generosidad, la empatía y la sensatez son las grandes aliadas que tenemos como
mexicanos y como humanidad. Es momento de replantear el tipo de sociedad que
queremos ser y hacia dónde queremos caminar y dirigir el destino de nuestra
historia como país.
Atrevámonos a mirar esta tremenda crisis como
un reto, como una oportunidad para crecer y hacer crecer, para creer.
Hoy la Red Nacional de Mesas Ciudadanas de
Seguridad y Justicia coordinada por México SOS cuenta con 36 MCSJ en 18 estados
de la República, en ellas y a través de este modelo hemos dado cuenta de que SÍ
SE PUEDE trabajar de manera corresponsable y lograr revertir situaciones
críticas de inseguridad. Hoy esta RNMCSJ nos muestra, frente a esta pandemia
que el modelo sí jala, que el modelo funciona y que unidos podemos más.
Necesitamos unirnos fundamentalmente en el
cuidado de nuestra salud, en el fortalecimiento de las familias y la prevención
de la violencia que es más vulnerable en estas circunstancias; en las
herramientas que podamos brindar a la propia RNMCSJ y a todo quien quiera
sumarse, para poder mantener a flote a las micro, pequeñas y medianas empresas
principalmente.
Aprovechemos esta crisis para contagiarnos de
empatía, de solidaridad, de las buenas prácticas que se llevan a cabo en
diferentes estados y/o municipios; en otros países. Contegiémonos de lo bueno.
Comienza con 1, contagiemos al menos a los más de 120 millones de mexicanos, de
esperanza, de generosidad, de creer en la posibilidad que tenemos para ser
mejores. Esto también pasará... y después ¿qué?
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