Xalapa, Ver. | 13 junio de 2020
Tribuna
Libre.- Cuando
ha transcurrido apenas año y medio del sexenio de un Presidente –la cuarta
parte-, puede resultar anticipado prever cuál será su huella en la historia, el
legado de su paso por Palacio Nacional.
Rubén Ríos Uribe diputado por el distrito XIX. Presidente de la Mesa Directiva del Congreso de Veracruz |
Pero en el sexenio de Andrés Manuel López
Obrador han ocurrido tantas cosas en este año y medio que desde ahora podemos
ver trazos definidos de la que será su impronta en la historia de México.
A la luz de lo acontecido en los últimos 18
meses, podemos desde ahora asegurar que estamos siendo testigos de una época de
la historia de México, que será objeto de profundo estudio por los
historiadores del mañana.
Pocos capítulos merecerán más atención que la
manera en que se manejó la pandemia. Una enfermedad de extensión mundial que
sacudió a todos los países del orbe, y cuyos efectos en México pudieron ser
mucho más graves si no se hubieran asumido a tiempo las decisiones adecuadas
que el Presidente ha tomado.
Hoy, gracias a las buenas y oportunas
decisiones, estamos viendo luz al final del túnel y podemos suponer, con
justificada confianza, que pronto habrá pasado lo peor de esta contingencia de
proporciones históricas.
Y no menos importante será su legado en
infraestructura. Principalmente, aquella que volteó los ojos hacia el otrora
olvidado sur y sureste del país, que por muchos sexenios fue el México olvidado
por el régimen neoliberal y que sumió en la pobreza a millones de compatriotas.
La refinería de Dos Bocas, Tabasco; el Tren
Maya y la modernización del Ferrocarril Transístmico, cuyas obras ya están en
marcha, tendrán un importante peso específico en equilibrar la balanza que por
décadas estuvo inclinada a favor de los estados del norte del país.
El legado de estas obras de infraestructura
será directo –en inversiones, empleos, desarrollo humano-, pero también
indirecto por lo que significan: el inicio del cierre de la brecha entre el
norte rico y el sur pobre, como si se tratara de dos Méxicos.
Millones de personas en Veracruz, Oaxaca,
Tabasco, Chiapas, Campeche, Yucatán y Quintana Roo tendrán una renovada visión
de su futuro gracias a estas obras que merecen, cada una, sendas reflexiones
aparte.