* Los
excesos del “número dos” en Veracruz *
El líder de Morena en el Congreso opera en lo ilegal * El nuevo Tony Macías * Segundo revés al alcalde de Coatza * Dan vista a la Fiscalía por violencia
política de género * Copesa: contrato
millonario bajo sospecha en Pemex
Mussio Cárdenas Arellano | 08 julio de 2020
Tribuna
Libre.- Pelele
insaciable, a Gómez Cazarín lo seduce el poder y el bajo mundo, la grilla en
palacio, la tenebra en el Congreso que debiera coordinar, estridente en su
bancada, violentando el orden legal, imponiendo cada sandez.
Juan Javier, el de Hueyapan, es un accidente
electoral que de la nada, sin nombre ni prestigio, sólo por sus vínculos con el
duartismo, transmutó en líder de Morena en el Congreso de Veracruz. Y por sus
manos pasan todos los millones que la mente puede imaginar.
Pelele, le dice José Magdaleno Rosales
Torres, “Maleno”, diputado local por Medellín, correligionario pues ambos
militan en Morena, aduciendo que el presidente de la Junta de Coordinación
Política es un títere vulgar de Erick Cisneros, el secretario de Gobierno que
trae la ignorancia a flor de piel, en la punta de los labios la amenaza, en el
alma el rencor.
Carón, le apodan a Juan Javier Gómez Cazarín
en su pueblo, Hueyapan de Ocampo, al sur de Veracruz, del que pretendió ser
presidente municipal. Y el Carón nutre su historial con fraudes, embustes y
hasta una gota de lodo en el crimen del periodista Pánfilo Ríos.
Su nuevo proyecto es la alcaldía de
Coatzacoalcos, sin arraigo, sin nombre, atado a episodios de justicia,
denuncias y transgresiones a la ley.
Políticamente gris, Gomez Cazarín no
deslumbra. Su referente es el ex diputado y ex líder priista Jorge Carvallo
Delfín, alfil del ex gobernador Fidel Herrera Beltrán, operador luego de Javier
Duarte, vinculado por igual al también ex gobernador, el panista Miguel Ángel
Yunes Linares.
Impulsado hacia la coordinación de Morena en
el Congreso de Veracruz, tuvo su primer escándalo antes de rendir protesta.
Maleno Rosales lo denunció en un pleno nacional, frente a la entonces lideresa
Yeidckol Polenvsky —o Citlali Ibáñez— de comprar diputados para su causa, a
nombre del gobernador electo, Cuitláhuac García Jiménez, operando para el
virtual secretario de Gobierno, Erick Patrocinio Cisneros Burgos.
“Se está viciando el proceso en Veracruz
—expresó Maleno Rosales—. El diputado de San Andrés Tuxtla anda ofreciendo
tarjetas Saldazo. Anda ofreciendo dinero, anda ofreciendo muchas cosas a
cambio” de ser entronizado como coordinador de la bancada de Morena en el
Congreso estatal.
“Que viene de parte de Cisneros —agregó— y
que quien no acate la instrucción de apoyar las propuestas de Cisneros y del
gobernador electo, no va tener ningún apoyo del gobernador”.
Morena llegó al inicio de la Legislatura
enfrascado en una lucha de poder. Se perfilaban Gómez Cazarín para la
coordinación, con la venia del gobernador y del secretario de Gobierno, y Amado
Cruz Malpica, que ya había sido coordinador, con el padrinazgo el superdelegado
federal en Veracruz, Manuel Huerta Ladrón de Guevara. Llegaron a constituirse
dos bancadas morenistas, fragmentándose a riesgo de perder la mayoría.
Finalmente, el voto de la traición lo dio la
diputada por Coatzacoalcos, Mónica Robles Barajas, del Clan de la Succión.
Desde entonces entre Mónica y Juan Javier hay, supuestamente, una química
política supernatural.
Meses después Maleno Rosales les repitió la
dosis. Durante una gira de trabajo, frente a una decena de reporteros, lo
volvió a despellejar.
“Gómez Cazarín es un pelele del secretario de
Gobierno, Erick Patrocinio Cisneros”, acusó Maleno Rosales.
“En el Congreso existe un estado de
ingobernabilidad. Por eso lo quiero hacer público; el tema real de todo lo que
pasa es que el secretario de gobierno, Éric Patrocinio Cisneros, tiene las
narices metidas en el Congreso del estado.
“Le exijo al gobierno del estado que saque
las manos del congreso”.
Gómez Cazarín conduce a Morena como el ciego
en la montaña. No une, divide. No opera, polariza.
Así fue el caso Winckler, intentando en dos
ocasiones destituir al fiscal yunista pero sin ajustar la mayoría calificada. A
Jorge Winckler Ortiz lo echaron de la Fiscalía con una flagrante violación a la
ley. La Comisión Permanente del Congreso carecía de facultades para destituir,
y lo hizo.
Aquello fue un sainete fenomenal, aferrados
los morenistas al micrófono, leyendo un dictamen apócrifo, dibujando una
sonrisa, la de Gómez Cazarín, y la de Rosalinda Galindo, de ignorancia
proverbial y pestilente nepotismo, la diputada que colocó a siete de sus
familiares en la nómina del gobierno de Veracruz. Los sátrapas saben reír.
Juan Javier es sinónimo de atropello legal.
La ética no es lo suyo; lo inmoral, sí. Mientras el PAN se hallaba unido, Gómez
Cazarín fue un fiasco. Al constituirse el PAN-Morena con la llegada a la
dirigencia estatal panista de Joaquín Rosendo Guzmán Avilés, el Chapito de
Tantoyuca, el panorama cambió.
Pudo echar del Congreso a Erick Iván Aguilar
López, diputado del Partido del Trabajo que no jaló con Morena, que se alió con
el panismo, que militó en la bancada Del Lado Correcto de la Historia, liderada
por el legislador por Coatzacoalcos, Gonzalo Guízar. A Erick Aguilar le
fabricaron una violación al debido proceso, imputándole la alteración de la
escena del hecho de muerte, atribuyéndole que un cadáver fuera retirado de
lugar, para dejarlo sin fuero. Y su suplente de inmediato se hincó ante Morena.
Jaló a tres priistas: Erika Ayala, Jorge
Moreno y Antonio García Reyes, y a una priista disfrazada, Andrea Guadalupe
Yunes Yunes, que llegó al Congreso de Veracruz bajo las siglas del Partido
Verde.
Gómez Cazarín no opera con habilidad. Se
mueve entre tretas y componendas, maniobras y maromas. Así sacó la reforma
—contra reforma— electoral que anula la revocación de mandato, que blinda a
Cuitláhuac García, en contraposición al mandato constitucional federal.
Su gente presume que es el “número dos” en
Veracruz. Después de Cuitláhuac García, sólo Gómez Cazarín. Y las arcas a su
alcance sin saberse el destino de los recursos.
Uno de sus corifeos, Julio César Tirado, lo
venera con el argumento de que puede comprar y comprar. Su línea es la
adquisición de predios, el acaparamiento de terrenos. Es el nuevo Tony Macías,
suegro incómodo de Javier Duarte, que de la mano de Fidel Herrera Beltrán se
apropió de la mal llamada reserva territorial de Coatzacoalcos.
Uno de los predios en cuestión había sido
ofrecido para instalaciones de Conagua y luego el ayuntamiento, sabiendo que no
era predio municipal, dio marcha atrás. Pudo ser adquirido por Hernán Martínez
Zavaleta, alias “Comandante H” o “El H”, líder zeta en el sur de Veracruz,
encarcelado por trasiego de droga, lavado de dinero y el crimen de una familia
—padre, madre y cuatro menores de 3, 4, 5 y 6 años—, pero la operación se
frustró. Y finalmente el inmueble sería sede de la Guardia Nacional. O sea,
Tirado y Gómez Cazarín pujando por un terreno manoseado por el líder zeta para
terminar asignándoselo al cuerpo policíaco de élite del obradorismo.
Según Julio Tirado, un norteño sinaloense
afincado en Coatzacoalcos, Gómez Cazarín trae el dinero del mundo. ¿De dónde
procede? ¿Cómo envía a Tirado a comprar terrenos y predios de decenas de
hectáreas, presumiendo que la ley no vale porque ellos “son el poder”? ¿De
dónde extraen el dinero: del Congreso o del gobierno de Veracruz? ¿Es dinero de
procedencia ilícita?
Gómez Cazarín es, por naturaleza, desleal.
Sus expresiones sobre la diputada Mónica Robles son soeces, infamantes, al
punto que si el padre de la legisladora, José Pablo Robles, propietario de
Imagen de Veracruz y Diario del Istmo, y su madre, la embajadora de México en
Costa Rica, Roselia Barajas, las conocieran, el conflicto sería mayor.
Lo marcan denuncias por fraude cuando vendía
vehículos para la Volkswagen de Coatzacoalcos, sus ligas con el duartismo, su
vinculación con el ex alcalde de Coatzacoalcos, Marcelo Montiel Montiel, sus
tretas en el Congreso. Y ahora pretende ser presidente municipal.
El pelele tiene ínfulas. Es insaciable. Lo
seduce el poder y lo marea la ambición. No sabrá operar ni sacar acuerdos. Pero
por sus manos pasan los millones, todos los millones, que la mente pueda
imaginar.
Habrá que saber si su origen es legal.
Archivo muerto
Ya es un sello la misoginia del alcalde
Carranza. Ofensivo, primero tildó a la síndica Yazmín Martínez Irigoyen con los
peores adjetivos: desquiciada, prepotente, inmoral, arribista, desequilibrada,
infiel, desleal, ridícula, ambiciosa y desviada, entre otros. Y lo asentó por
escrito en su alegato ante el Tribunal Electoral del Estado de Veracruz, que
pese a la evidencia, los magistrados lo dejaron pasar. Fue el Tribunal
Electoral del Poder Judicial de la Federación, en su Sala Regional, que lo
sancionó. Dio vista al Órgano Público Local Electoral para impedir que vuelva a
espacios de gobierno, y a la Fiscalía de Veracruz para inicie una investigación
que derivaría en su desafuero en el Congreso estatal. Ahora el TEPJF acredita
que Víctor Manuel Carranza Rosaldo volvió a incurrir en violencia política de
género contra la regidora panista, Blanca Hilda Cuevas Rosado, negándole acceso
a información financiera del ayuntamiento de Coatzacoalcos, conculcándole su
derecho de petición. La resolución establece que diversos funcionarios
—tesorero, directora de Contabilidad, contralor y director de Quejas, Denuncias
e Investigaciones de la Contraloría— incurrieron en la misma negativa. Cuando
el momento llegue, Carranza, para bien de Morena, se irá… Copesa será el
próximo escándalo por asignación de contratos en Pemex. Uno de ellos, emitido
en el estado de Tabasco, vulneró el derecho de por lo menos seis contratistas
con mejor oferta para realizarle obra a Petróleos Mexicanos. El monto ronda los
100 millones de pesos, nada despreciables en tiempos de pandemia, confinamiento
y recesión. El modus operandi es similar al que se sigue en los contratos
asignados a empresas foráneas en Veracruz, pasando por el derecho de más de una
decena de constructoras con mejor oferta económica…