Informe rojo… Pío López Obrador: recolector, comprador de alcaldes y coyote


* El “hermano incómodo” destronca al Peje  * Odebrecht, Fidel y la Auditoría Superior de la Federación  * Misión cumplida, doctor López Gatell  * Los aceleres de Rocío Nahle  * Coatzacoalcos pinta mal  * Jorge Tubilla, Protexa, los aviones y los yates  * Ángel Echavarría: lo suyo es el nepotismo… y el ceviche

Mussio Cárdenas Arellano | 26 agosto de 2020
Tribuna Libre.-  Pío, el hermano incómodo, es un as en el mundo sórdido, en la recolección de fondos ilegales para Andrés Manuel López Obrador, o comprando de alcaldes en Chiapas, o en la relación de amigos con el ex gobernador Manuel Velasco de Anahí o en el coyotaje de contratos en el Pemex que decían que habrían de rescatar.

Y de tanto tentar a la ley, tarde o temprano tendría que escandalizar.

A Pío López Obrador se le capta in fraganti en dos videos, en un audio, en funciones de recolector, grabado a la mala, sin intuir que su interlocutor, David León, le tendía una trampa de efecto devastador.

Su voz y su imagen dan énfasis a un acto ilegal, el de recibir dinero para actividades electorales y no registrarlo en su contabilidad. Su voz expresa que Andrés “lo sabe perfectamente”, que el apoyo le llega del poder en Chiapas, en ese entonces Manuel Velasco Coello, el gobernador que migró del PRI al Partido Verde par luego a ser la bisagra del obradorismo en el Senado.

Y en la charla deja en claro que las entregas de dinero son para la campaña presidencial de 2018.

Así, el hermano incómodo habría de ridiculizar al presidente con aquello de la honestidad y sentó en el banquillo de los acusados a la Cuarta Transformación.

Literalmente, hay un Morena antes de Pío López Obrador y otro después.

Literalmente, el cuento de la moral, la ética y la virtud reventó.

Al difundirse los videos y el audio en el portal Latinus del periodista Carlos Loret de Mola, el efecto es letal para Andrés Manuel. Lo reduce a la condición de un rufián. Le resta autoridad moral. Y políticamente lo aniquila.

Su mayor activo fue siempre el combate a la corrupción mientras a trasmano era parte de la corrupción. “No somos iguales”, alardeaba López Obrador. “Hay aves que cruzan el pantano y no se manchan. Mi plumaje es de esos”, repetía como disco rayado. “La diferencia es que tenemos solvencia moral”, martillaba como si fuera obsesión.

Y la fanaticada, y los ingenuos, los ilusos y los tontos, le llegaron a creer.

“El pueblo se cansa de tanta pinche transa”, remachó todavía instando a que se difundiera el video de los asesores de senadores panistas, recibiendo el soborno de 200 millones Emilio Lozoya, sabiendo que así mataba al PAN y mataba al PRI.

Y en esas andaba cuando Pío, sin proponérselo, le arrancó la máscara.

Pío López Obrador fue por lana y salió trasquilado. Se reunió con David León, asesor entonces del ex gobernador de Chiapas, Manuel Velasco Coello, y en corto recibió el dinero. Una entrega fue de 400 mil pesos y otra de un millón. Y en la charla se advierten entregas previas y otras que se realizarían mes con mes. Y la cámara captando cada detalle.

Ni un centavo pasó por los canales del Instituto Nacional Electoral ni se ajustó a los filtros de transparencia. No hay registro de donación alguna a Morena bajo el nombre de David León. Y la ley dice que debe hacerse con cheque o transferencia bancaria, no con efectivo.

Pero Andrés Manuel es presidente y desde su óptica puede delinquir. Otros no, pero él sí.

Ellos, los de la 4T, justifica el presidente, reciben “aportaciones” del pueblo —que debieron ser fiscalizadas por el INE— y no sobornos como de los Odebrecht a Lozoya, dispersados por órdenes del ex presidente Enrique Peña Nieto, según el relato del ex director de Pemex.

Lo de Pío, según Andrés Manuel, no se compara con lo de Lozoya. A Pío le dieron 2 millones de pesos; a los panistas, 200 millones. O sea, roban pero poquito.

Las andanzas de Pío López Obrador no paran ahí. Es recolector de fondos ilegales para la “causa” del mesiánico. Es comprador de conciencias de alcaldes chiapanecos que llevó al proyecto de la Cuarta Putrefacción. Es amigo confeso de Manuel Velasco, el que le habría enviado los paquetes millonarios. Es coyote de contratos de obra en Pemex.

Atrajo ediles chiapanecos hacia la causa obradorista con soborno a futuro. Ofreció presupuestos y obras del gobierno federal. Y todos se afiliaron a la 4T. Fue de shopping y compró incautos.

Pío tiene fama de audaz, altivo, engreído. Y torpe. Una evidencia son las dos fotografías suyas en Islas Caimán, un paraíso fiscal donde se lava el dinero de todo tipo con un secreto bancario tan férreo que nadie lo puede violar.

A Pío López Obrador se le ubica en el coyotaje de contratos en Petróleos Mexicanos. Hay un caso con datos precisos: un constructor, hijo de una ex alcaldesa veracruzana al que loe asignan obra por millones de pesos.

Pío es el “hermano incómodo”, pero no el único protagonista de la dádiva ilegal, el dinero ilícito, el cochupo y el financiamiento a Morena, o a os proyectos de Andrés Manuel.

Otro hermano, Arturo López Obrador, fue el zar de los acuerdos y las tretas con las tribus del Partido de la Revolución Democrática, en Veracruz, en 2006 y 2012.

Todo se trataba con Arturo López Obrador. Era los ojos y oídos de Andrés Manuel. Y tiempo después, descubiertos los arreglos de aquel con Javier Duarte, la designación de Jessica Moreno, esposa de Arturo, como oficial mayor de la Secretaría de Educación de Veracruz, el Dios Peje aplicó el deslinde y lo desconoció. “No tengo hermanos”, dijo.

Carol Jessica Moreno fue acusada de un desvío de recursos por más de 80 millones de pesos. Huyó. Mes con mes le hacía llegar al clan López Obrador 2.5 millones de pesos. Anduvo a salto de mata y su vida retornó a la tranquilidad cuando Cuitláhuac García asumió el gobierno de Veracruz. Llegó el cómplice ideal.

Y luego Andrés Manuel se reconcilió con Arturo, y hubo risa entre los López Obrador.

El escándalo es consustancial al presidente. Un día estalla con René Bejarano; otro con Monreal y sus pupilas; uno más con Julio Scherer Ibarra; otro más con Luis Costa Bonino, con Carlos Imaz, con Nico Rebolledo, el chofer del Peje que detentaba un salario de magnate cuando su jefe gobernaba la capital del país. Era su pléyade de recolectores.

Bejarano fue el más célebre y también cachaba poquito. Fue inmortalizado en un video.

A Julio Scherer lo pescaron pidiendo, rogando por 5 millones más de lo que ya le había enviado un grupo de empresarios a Andrés Manuel en 2012.

A Luis Costa Bonino, asesor uruguayo que luego terminaría despotricando contra el Mesías, le grabaron una conversación en las Lomas de Chapultepec, solicitando recursos, un pase de charola de 6 millones de dólares para el entonces candidato presidencial, en 2012.

Un audio registra a Ricardo Monreal Ávila y Manuel Velasco Coello dialogando sobre cómo liberar a tres pupilas del hoy líder de la fracción parlamentaria de Morena en el Senado, detenidas en Tapachula, Chiapas, con un millón de pesos en una maleta a nombre de Monreal. La Policía Federal de Peña Nieto las tenía bajo su resguardo y Monreal tácitamente suplicaba que las dejaran ir sin mayor explicación.

Rocío Nahle, secretaria de Energía, fue operadora del Peje en Veracruz, acusada de tejer redes de financiamiento ilegal, de desvío de recursos del Congreso de Veracruz, vía el clan jefaturado por el diputado Amado Cruz Malpica y su operador administrativo, Benito Soriano Aguilera, actual regidor en Coatzacoalcos.

La recolección es inherente a Andrés Manuel. Recolectan para él, para su proyecto, para su causa, para la lucha por el poder. Y cuando hay delaciones, videos, audios, se deslinda de todo acto ilegal porque su plumaje percudido “no se puede manchar”.

Queda saber de dónde procede la filtración. Un versión habla de un desacuerdo del clan obrarista con la cúpula del Partido Verde, entre ellos el senador Manuel Velasco.

Otra vertiente apunta a Veracruz, a Fidel Herrera Beltrán. Siendo gobernador, impulsó la llegada de Odebrecht para erigir la planta Etileno XXI en Nanchital, en la colindancia con Coatzacoalcos. Y les concedió la operación del sistema de agua de la zona conurbada Veracruz-Boca del Río, y la hidroeléctrica de Jalcomulco, proyecto que no prosperó por la férrea resistencia de los pobladores.

Fidel Herrera y Odebrecht juntos. Fidel el gran anfitrión. Y 15 años después, el escándalo de los sobornos se acerca a Veracruz.

Súbitamente, la Auditoría Superior de la Federación logra un amparo que le permite acceder y revisar la aplicación de recursos federales en Veracruz cuando Fidel era, precisamente, gobernador y Javier Duarte era secretario de Finanzas y Planeación.

Y los videos que aún se habrán de ver.

Archivo muerto 

Misión cumplida, Hugo López-Gatell. Ya en el escenario catastrófico de los 60 mil muertos, el gobierno de la 4T naufraga en la fábula de la felicidad pandémica. Tiene los registros a la vista, más de medio millón de contagiados y el presidente López Obrador insiste en afirmar que México va bien. Es la estrategia del engaño. Maquilla cifras, oculta causas de muerte, no aplica suficientes pruebas clínicas, como si la realidad se pudiera ocultar. Agréguense a ello los otros muertos, los de la neumonía e influenza, los de “posible Covid”. La Universidad de Washington pronostica que para diciembre serán 130 mil muertos en México. Y Andrés Manuel persistirá en su mensaje trivial, desdeñando con hechos el uso de cubrebocas, alentando el regreso a la normalidad, reactivar restaurantes, cines, mercados… De pronto la quietud se alteró. Y todos, la recua política de Nahle y hasta los que se le habían salido del morral, dieron muestras de que aún respiran. Parecían muertos o dormidos, en su zona de confort. Amado Cruz Malpica, vituperado en Diario del Istmo, la matraca del Clan de la Succión, los Robles y otras especies de igual serpentear, se transformó súbitamente en su Dios. Así de escuálida anda la caballada en Morena que Amado es lo mejor para enfrentar la elección por la presidencia municipal de Coatzacoalcos en 2021. ¿Qué sacudió a Rocío Nahle como para alinear a su broza electoral? El proyecto de Juan Javier Gómez Cazarín, líder del Congreso de Veracruz —si que a un tipo que exhibe las nalgas en un video se le puede llamar líder cameral—, para Coatzacoalcos. Vilipendiada, aniquilada por necia, obcecada, ignorante, la secretaria de Energía es un blanco fácil para su adversarios en Morena. Dos Bocas, el pleito de las energías limpias, Pemex y CFE perdiendo miles de millones de pesos, son el rostro del fracaso; Coatzacoalcos es un caos con el desgobierno de Víctor Manuel Carranza. Y Coatzacoalcos es su bastión. Si Rocío Nahle no puede con el caso Coatzacoalcos, con la guerra interna, con Morena a la deriva, entonces no tiene mando. No garantiza un triunfo, retener la alcaldía, darle votos a Morena y al proyecto López Obrador para afianzar la diputación federal y, con ello, la mayoría en San Lázaro para darle oxígeno a Andrés Manuel. Y con sus muertos vivientes, menos. Hoy, Benito Soriano y David Esponda despiertan; Eusebia y Sandra Collins respiran; Zamudio y Hernández Tea aletean. Salen del marasmo, del limbo, del letargo. Y orbitan en torno a Amado Cruz Malpica. Políticamente son nada. Y con esa incapacidad pretenden retener la alcaldía en 2021… A José Antonio González Anaya le llega el fuego de la 4T. Lo vincula Emilio Lozoya a la red de sobornos que proceden de Odebrecht. Y a su clan en Coatzacoalcos lo tienen en la mira por abusos y trastupijes en la Subdelegación del Instituto Mexicano del Seguro Social. Su protegido, Jorge Tubilla Velasco, sus alfiles, César Perea y Gilberto Hernández Avendaño, figuran en una investigación que tiene que ver con el cobro de cuotas a patrones. De Jorge Tubilla se advierte su cercanía con la empresa Protexa y hay referencias a aviones y yates prestados. Material explosivo para los sabuesos de la Cuarta Transformación y oro molido cuando Andrés Manuel López Obrador tiene a Pepe Toño González Anaya como parte de la mafia del poder con la que libra un duelo a muerte… Ángel Echavarría, otro impresentable de marca, tiene más historial de rufiancillo que de político de mediano nivel. Abrepuertas de Víctor Carranza, alcalde de Coatzacoalcos, se daba el lujo de decidir el acceso o no, al edil de marras. Era el cancerbero del cabildo, apostado a sus puertas, cerrando el paso, negando la entrada a sesiones que por ley son públicas, manteniendo a raya incluso a regidores —Lenis Pauling, del PRI, por ejemplo— que sufrían para obtener una audiencia con el presidente municipal. O sea, el empleado por encima de la máxima autoridad en el municipio, que son los ediles. Envuelto en el incienso de los corifeos del vituperado Clan Nahle, deja la secretaría particular del alcalde trinquetes y se proyecta a la dirigencia juvenil estatal de Morena si los órganos electorales no dan marcha atrás. Son los lastres con los que marcha el partido de López Obrador. Ángel Echevarría se distingue por su proclividad al nepotismo, sembrando de novias y amores la nómina municipal y una hermana al frente de una guardería del DIF. Allá, en Xalapa, se encargarán de bajarle la prepotencia y la altivez. Y si no, que regrese a preparar cocteles y ceviche, o servir minilla en El Tungar. Para eso nació…