José Miguel Cobián | 18 septiembre de 2020
Tribuna Libre.- Así como ud. sale todas las mañanas a realizar un ejercicio de catarsis muy útil para usted mismo, el cual es ignorado por la mayoría de los mexicanos ante su total inutilidad, salvo para manipular a sus seguidores, así yo, a pesar de la totalidad inutilidad de este acto, le escribo, no para que usted se entere, porque estoy seguro de que no se va a enterar de esta humilde opinión, sino para que mis escasos lectores conozcan lo que yo desearía decirle personalmente, pero que ante la imposibilidad de realizar ese ejercicio, realizo mi propia catarsis y le escribo sabiendo que no seré leído ni escuchado.
Señor Presidente: cuando usted ganó la elección, muchos de los que votamos su candidatura, sabíamos que poníamos a México en un riesgo enorme, sin embargo, el hartazgo por la injusticia y el escaso avance del país durante los años del priato y del panato, nos llevaron a asirnos de un clavo ardiente, una apuesta muy riesgosa y desesperada. Por eso llegó usted al poder. No crea que tiene 30 millones de votos en la bolsa. Históricamente usted y su partido (cualquiera en el que haya militado) no han obtenido más allá de 14 millones de votos, el resto, esos 16 restantes no somos fieles y ciegos seguidores. Así como señalamos los errores y faltas de los gobiernos príistas y panistas, así también vemos y señalamos los errores y faltas de su gobierno. No formamos parte de la horda de defensores pagados, ni de seguidores que por imitación de esos defensores pagados, defienden a capa y espada un gobierno que se ha caracterizado por decir mucho y hacer poco.
Cuando usted inició su gobierno, comenzamos a percibir que sería un gobierno de palabras, de saliva, de bla, bla, bla. Con muy pocos éxitos concretos, logros casi nulos, y mucha incompetencia e ineficiencia. Créame que si hubiera sabido antes de la elección que usted le faltó al respeto a México y eligió candidatos uninominales y plurinominales mediante tómbola, jamás hubiera pensado en votar por usted. Desde ahí reflejó lo poco que le importaba el país, pues sabía que muchos o pocos incompetentes e incapaces llegarían a puestos de elección popular gracias al arraigo que su persona ejercía en el electorado.
Posteriormente cuando comenzó a atacar los organismos independientes de control y contrapeso, comencé a pensar que su talante autoritario, se veía reflejado en esos actos. Sin embargo cuando comenzó a colonizar esas mismas instituciones con personajes impresentables, sin las debidas credenciales para participar en ellos, comencé a sospechar que no sólo deseaba controlarlos, (deseo comprensible en nuestra presidencia imperial), sino que también se burlaba de México en pleno y de los mexicanos. Esa es una de muchas faltas imperdonables con las que usted deliberadamente ha dañado a mi país. Le puedo perdonar la impericia, la falta de experiencia, la ignorancia incluso, pero no le puedo perdonar que dañe deliberadamente a mi país.
Puedo aceptar que usted en un acto de soberbia cancelara inversiones como el NAIM y otras más, puedo suponer –aunque sin conceder-, que no sabía el daño que le haría a los mexicanos generar desconfianza en los inversionistas extranjeros y nacionales. Lo que no puedo perdonar es que siga dañando a México y a los mexicanos una y otra vez, ahora sí de manera deliberada y sistemática.
Y no me refiero a la destrucción de
instituciones, pues entiendo que lo que había no era del gusto de las mayorías,
aunque hoy no me queda más que reconocer que era menos malo que lo que hoy
tenemos. Sin embargo, no aspiro a
regresar al pasado. El votar por un
cambio, implicaba la necesidad de cambio, de paradigma de gobierno, de visión
institucional, y sobre todo, eso en lo que muchos creímos, ¨Primero los
pobres¨. Muchos como yo, sabíamos que
México no era viable a largo plazo con las políticas de empobrecimiento del
sector laboral del país. Entendíamos que
reducir deliberadamente los salarios como política económica solo empobrecía a
las mayorías sin generar una verdadera competitividad en la mano de obra
mexicana. Veíamos que el gobernar, desde
un municipio, un estado, el país, era utilizado para robar, sí, con todas sus
letras, los príistas robaron, los panistas robaron y hoy la gente de morena
sigue robando. Nada ha cambiado. Hay y hubo muchos servidores públicos
honestos, así como había y sigue habiendo muchos servidores públicos
deshonestos. Su promesa de combate a la
corrupción es solo eso, una promesa vana, como las que cada sexenio nos
ofertaban los candidatos, misma que sigue siendo una añoranza para la gente
honesta (que la hay) que puebla este país.
Hoy leí un artículo que me deja desolado (https://www.razon.com.mx/negocios/cierran-cortina-definitiva-320-mil-mipymes-crisis-405588
)
320,000 pequeñas y muy pequeñas empresas cierran sus cortinas para
siempre. Dos millones trescientos mil
mexicanos se quedan sin empleo. Cuando
al inicio de esta crisis por COVID se le pidió en todos los tonos que utilizara
NUESTRO dinero, ese que pagamos con NUESTROS impuestos, para defender la
supervivencia de esas mini empresas y de esos empleos. Usted en su soberbia o en su ignorancia
decidió no hacerlo. Lo mismo ha sucedido
con el desabasto de medicinas, usted tiene una idea, sin sustento en experiencia
o conocimiento previos y decide cambiar el método por el cual se surten las
medicinas en el sector público, y como ya sabemos, falla, comete errores, y hay
mil seiscientos niños que murieron por cáncer por falta de medicinas. ¿Cuántos han fallecido por falta de otros
medicamentos como los enfermos de HIV? ¿Cuántos médicos, enfermeros, personal
sanitario y enfermos han muerto por la falta de equipo de protección personal,
de medicamentos, de capacitación, de equipo, etc. En todo el país? ¿Cuántos muertos reales tenemos por COVID y
por la falta de atención a otros padecimientos debido a la crisis de
COVID? ¿Cuántos muertos por
inseguridad, esa que el estado está obligado a proporcionar y que su gobierno
no ha sabido proporcionar? Hoy revisando
el curriculum de los responsables de la seguridad nacional y estatales,
observamos que son recomendados o son amigos, ni siquiera en el caso de vidas
humanas decidió usted nombrar expertos.
Ni siquiera en el caso de la salud.
Ni siquiera en el caso de la economía.
Señor presidente, estábamos hartos del mal
gobierno. Hoy su gobierno comienza a
hartarnos. Quizá usted no lo percibe
rodeado de aduladores, y en sus giras rodeado de personas que por hambre y
necesidad lo vitorean. Sin embargo, esos
mismos que le aplauden por necesidad, saben que están siendo humillados y
acarreados aprovechándose de esa misma necesidad. Eso genera un hartazgo igual o superior al
que se sentía respecto a los gobiernos anteriores.
Incluso, sus más fervientes defensores,
cuando se les reta a dejar de denostar, cuando se les pide argumentar, pruebas
de que las cosas han mejorado en algo, fallan ostensiblemente, debido a que no
hay logros que mostrar. La mayoría de
las apuestas que su gobierno ha realizado en cualquier tipo de decisión lo
único que han logrado ha sido dañar a México y a los mexicanos. Tal parece que es un apostador compulsivo y
un perdedor nato.
Yo hubiera querido felicitarlo por sus
logros, sonreír alegre porque tenemos pocos muertos de AMLO, ya sea por COVID o
por crimen. Yo hubiera deseado a estas
alturas ver un horizonte brillante para México.
Hoy solo veo nubarrones, tormenta aproximándose. La mayoría todavía no la percibe. Están distraídos por los buenos oficios de
los publicistas del gobierno. Otros, en
su absoluta falta de empatía se alegran del daño causado a millones de
mexicanos, en su salud, en su economía, en su seguridad. Al final, todos sufriremos las consecuencias
de su incapacidad para gobernar y de su incapacidad de rodearse de gente capaz
de ayudarlo a gobernar.
México no volverá a tener el mismo PIB hasta
un año entre 2025 y 2035. Su gobierno
será un sexenio perdido. Tendremos que
reconstruir el país una vez que usted cumpla su período de gobierno. Será recordado como un destructor, como un
presidente tanto o más dañino como los otros López, Portillo y de Santa
Anna. Quisiéramos que cuando menos le
llegara a los talones a López Mateos, pero vemos que eso es imposible. Usted ya se colocó en la historia de México,
sin importar lo que digan sus lamesuelas, esos que saben que su ego es tan
primitivo que recomiendan poner su apellido a su estado, o mencionan
perversamente que gente como usted nace una cada cien años. Lo manipulan, lo halagan, lo sacan de la
realidad y le dan otros datos, que no son los que vemos todos los
mexicanos. Usted se rodea de esa clase
de gente, porque es lo que disfruta.
Los mexicanos lo escogimos, los mexicanos lo sufrimos, los mexicanos
borraremos del mapa los daños que le cause a México.
El pasado nos orilló a votar por usted. Tal parece que usted nos está orillando a
votar por el pasado.
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