* Asedia Eric a la alcaldesa de Jamapa… y la matan * Sólo le faltó jalar el gatillo * Y Cuitláhuac sale a defender a su mastín * Mijangos da risa * Réplica de Carlos Lomelí * Y la contra réplica
Mussio Cárdenas Arellano| 24 noviembre de 2020
Tribuna
Libre.- Gober
carroñero, Cuitláhuac urde la intriga y precipita el crimen, huele la sangre,
danza sobre el cadáver y lo denigra, enloda a la víctima y la criminaliza.
Ideó un plan perverso y provocó una tragedia.
Cercó a la Floricel Ríos Delfín, alcaldesa de Jamapa, con rudeza extrema,
amedrentándola, lanzando el aparato judicial, encarcelando a funcionarios,
persiguiendo al esposo, desarmando a la policía, instándola a ceder, a
doblegarse, a hincarse, y al final la puso en la mira del crimen organizado.
Al amanecer del miércoles 11, en un terreno
baldío de Medellín de Bravo, municipio vecino a Jamapa, yacía sin vida el
cuerpo de Floricel, violentado, con huellas de tortura, con disparos letales,
con el tiro de gracia.
Horas antes, la noche del martes 10, un
comando la extrajo del rancho familiar, prendiendo las alertas, sembrando el
miedo, avizorando que de esas, las encomiendas de los sicarios, los matones sin
alma, nadie, absolutamente nadie, regresa con bien.
Cruento final el de Floricel. Sufrió la saña
de los malos y la inquina del gobernador de Veracruz. Unos con el lenguaje de
las balas; Cuitláhuac García con el uso desmedido, amoral, políticamente
criminal del poder.
Por meses, el asedio fue una cátedra de
desenfreno y una presión brutal. Floricel Ríos vio encarcelados a dos
funcionarios, la tesorera y el director de Obras Públicas, acusados de
corrupción. Al esposo, Fernando Hernández Terán, le fincaron cargos y le
libraron una orden de aprehensión, aún no ejecutada, por supuestos ilícitos en
el DIF de Jamapa.
Su marido pudo evadir la acción policíaca,
refugiándose en el ayuntamiento y hoy anda a salto de mata. Y desde la
clandestinidad se resigna, y se inquieta, y se sabe perdido, y se intuye
muerto: “Ahora seguro me buscarán a mí”.
Sus hijos pudo aislarlos cuando la tormenta
arreciaba, guardándolos en la penumbra, lejos de la furia de la pandilla que
gobierna a Veracruz.
Y así siguió, perseguida y amenazada, hasta
que los malosos fueron por ella. Y tras el levantón vino la tortura, los
impactos de bala en el cuerpo, el tiro de gracia en la cabeza, arrojándola como
despojo humano, su cuerpo masacrado, en el baldío de Medellín.
Culminaba así la escalada política, la
intriga urdida en el palacio de gobierno de Veracruz, una escalada de ataques
políticos, y la indiferencia, oídos sordos a la súplica, al reclamo de
protección.
Días atrás, la tensión crecía. Y el
gobernador de Morena y Eric Cisneros, el secretario de Gobierno, el ruin, el
tripulador, atizaban el fuego.
Floricel Ríos no evitó su destino trágico,
pero tuvo tiempo de develar el tamaño de la intriga, el amago, la altivez, el
uso abusivo del poder.
El asedio sobre la alcaldesa fue progresivo.
La violencia política se diseminó en varios frentes: persecución judicial;
policía desarmada, acusada de no tener certificación; el jefe de la Policía
Municipal, Miguel de Jesús Castillo Hernández, secuestrado y luego mostrado en
un video-montaje en el que los malosos preguntan y él responde, implicando a
Floricel en levantones de ciudadanos, llevados a su rancho y entregados a la
Fuerza Civil para ser asesinados. Y más tarde, cuando ya no era útil, asesinado
a mansalva y desmembrado.
Y la presión sobre Floricel seguía.
Andrés Manuel llama “solovinos” a los
iracundos fanáticos de la Cuarta Transformación. Cuitláhuac sólo tiene un perro
bravo, su secretario de Gobierno, Eric Cisneros. Y se precia de actuar así.
Insolente, Cisneros ataca, descalifica,
agrede, amaga, amenaza. Usa el poder, al Congreso, a la Fiscalía de Veracruz, para
pisotear la ley. Somete alcaldes, los arrincona, los usa, los devora. Y al que
lo enfrenta, como Floricel Ríos, lo lanza al abismo o los pone en la mira de
sicarios.
Por Cuitláhuac García habla el mastín de
palacio. Habló y hostigó a Floricel. Y hasta negociaba la ley: si su esposo se
entregaba a la autoridad judicial, la alcaldesa recuperaría el control de la
Policía Municipal. Era, obvio, una trampa más.
Cisneros le dijo que la policía municipal de
Jamapa andaba mal. Y por ello el retiro de las armas. Floricel pedía ayuda y
Cisneros la abandonó. De ahí al crimen había sólo un paso. Y el crimen se
consumó.
Un audio que registra las palabras de la
alcaldesa perredista, previo al levantón y muerte, describe la saña de Eric
Cisneros.
“Me dirigí a hablar con el secretario de
Gobierno ayer. Me arrepiento enormemente. Se los digo de frente porque la
manera como me trató el señor no lo merecía. Me acerqué a él y me dijo: ‘te
quiero decir que estás mal’.
“Ni me saludó y dijo: ‘si tu esposo no se
entrega, no le voy a regresar las armas a tu Policía. Te vamos a quitar a la
Policía, porque si tú no sabes cómo está tu Policía, la que estás mal eres tú.
Por eso te mataron a tu comandante, porque tu Policía está mal’ ”.
Floricel
puntualizaba:
He pedido hablar con el secretario de
Seguridad (Hugo Gutiérrez Maldonado). Me he respaldado. La Policía la tengo en
academia. Todo lo que me han pedido para la Policía les he estado dando.
“Temo por mi familia, no tanto por mí. El ver
a mi familia separada, que mi esposo esté en otro lugar, que no esté conmigo,
que mis hijos los tengo que tener resguardados.
“No tengo el respaldo de la Policía
municipal. El que puse como comandante, me dice: ‘jefa, de qué manera la
acompaño, la respaldo, si no tenemos un arma, no podemos defenderla’. Ando
sola, no tengo presupuesto para pagarle a alguien que me resguarde”.
Y el martes 10, un comando armado llegó a su
rancho, la levantó, la torturó y la mató.
De la intriga criminal la 4T transitó
entonces a la complicidad criminal.
Cuitláhuac sabe que el crimen de Floricel
Ríos es suyo y de Cisneros. No jalaron el gatillo pero crearon la atmósfera de
odio y rencor.
No instruyeron a los sicarios pero desarmaron
a la Policía Municipal.
No la tundieron a golpes ni aplicaron
tortura, ni la vejaron, ni se regodearon en su dolor, pero desoyeron la súplica
de Floricel a ser protegida. Lo suyo fue una perversidad brutal.
¿A cuenta de qué, por ejemplo, Eric Cisneros
ofrecía devolver las armas a la Policía de Jamapa si el marido de la alcaldesa
se entregaba? ¿Quién lo faculta para vulnerar la normatividad de la Sedena?
Y luego el show en palacio. Cuitláhuac y su
discurso demencial. La defensa del mastín.
Frente a la prensa, señalado por medio
Veracruz, acusado Eric Cisneros de hostigar y no proteger a la alcaldesa de
Jamapa, el gobernador tomó una ruta vil: criminalizarla. La ejecución de
Floricel tiene su origen, pregona Cuitláhuac, en el pasado: fue Miguel Ángel
Yunes, su antecesor, el que retiró la delegación policíaca de Jamapa; fue
Floricel quien rechazó a la Guardia Nacional.
Dos años, sostiene el gobernador, sin que la
policía municipal estuviera en regla, usando armas proporcionadas por la
Secretaría de Seguridad Pública de Veracruz, bajo la licencia colectiva
otorgada por la Secretaría de la Defensa Nacional, pero sin que los elementos
se certificaran. “No les podíamos regresar las armas”, aseguró.
Entonces vertió el veneno: habló del video en
que aparece el ex jefe de la Policía de Jamapa, atado de manos, con los ojos
cubiertos, innodando a Floricel en levantones, secuestro y tortura, las
víctimas en el rancho de la alcaldesa, y una vez entregadas a la Fuerza Civil,
ejecutados.
Según la lógica del gobernador, Floricel Ríos
debía morir. Ella se lo buscó.
Y luego la defensa del mastín.
“Se quiere señalar al gobierno del estado y
en particular al secretario de gobierno de alguna responsabilidad”, acusó. Y lo
encubrió. Cisneros se queda. La intriga les gusta. El asedio los nutre.
Cisneros merece un monumento o la medalla
Ruiz Cortines. El encono, la saña, en la 4T se premia.
Técnicamente, Cuitláhuac y su secretario de
Gobierno precipitaron el crimen de Floricel. La hostigaron, la arrinconaron, la
desarmaron. El ambiente hostil le dio ventaja a los sicarios. La embestida
política la hizo vulnerable.
Inerme, acosada, denostada, fue llevada al
paredón. Sólo les faltó jalar el gatillo y ya.
Una intriga, tejida en palacio, gestó el
festín de muerte.
Se irán con las manos manchadas de sangre.
Archivo muerto
Colgado del marcelismo, Alberto Mijangos gime
por una candidatura a lo que sea, por donde sea y como sea, con tal de figurar.
Cartucho quemado, supuestamente divorciado de Morena, el ex secretario de
Gobierno del ayuntamiento de Coatzacoalcos terminó por hallar cobijo en el
vientre de los enemigos a los que en público y en privado, en el delirio y en
la lucidez, solía denostar. Mijangos escucha en canto de las sirenas en
Movimiento Ciudadano, el partido de Dante Delgado que regentean los pupilos de
Marcelo Montiel y Joaquín Caballero, alcaldes de triste memoria y de activa
investigación en la Fiscalía General de la República, uno, y en la Auditoría
Superior de la Federación, el otro. Lo cobijan Luis Gutiérrez, dirigente
municipal de MC, y Christopher Alan Santos, ex director de Catastro, de
historias célebres y, sobre todo, subidas de tono. Echado de la Secretaría de
Gobierno Municipal, Mijangos vuelve al cuento de su operatividad electoral y sy
apoyo popular. Nada más falso. Salió del ayuntamiento señalado de mantener una
nómina inflada, exceso de personal, hilando fracaso tras fracaso en los
conflictos sociales, sin atenuar uno sólo de los escándalos que enfrentó
Carranza, sobre todo aquel en que el líder del Sindicato de Empleados
Municipales, Gersaín Hidalgo Cruz, alardeó que quemaría el palacio municipal,
que hasta la fecha los burócratas municiples siguen sin ver. Furibundo
detractor de Marcelo Montiel, ahora se enchufa a la ubre del marcelismo con tal
de amarrar la candidatura que le quieran dar. A media campaña los fuegos
devorarán a Mijangos… Réplica de Carlos Lomelí Bolaños. Niega ser contratista
del gobierno de Veracruz, como aquí se apuntó, y exige evidencia a este
reportero. Su abogado, José Juan Soltero Meza refiere: “El Dr. Carlos Lomelí
Bolaños JAMÁS ha sido contratista del Gobierno de Veracruz, ya sea como persona
moral o física. Afirmar lo contrario sin sustentos documentales o pruebas que
lo respalden resulta doloso, motivo por el que se procederá por las vías
legales que correspondan contra el autor del texto, así como contra quienes
resulten responsables”. Agrega: “Es pertinente añadir que, las empresas del Dr.
Carlos Lomelí Bolaños siempre se han conducido conforme a las leyes y
reglamentos que emanan de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, por tanto, al participar en concursos públicos actúa en estricto
apego a la Ley de Adquisiciones, Arrendamientos y Servicios del Sector Público,
así como las vigentes y aplicables en la materia”. Añade: “En todos y cada uno
de los procedimientos en que las empresas de mi representado han proveído sus
productos y servicios a la administración pública, han buscado las mejores
condiciones de calidad y precio del mercado, con el objetivo de generar
ahorros, ser partícipes de la libre competencia y contribuir a México. Asentar
lo contrario sin brindar prueba alguna de su dicho podría ser considerado una
falta a la profesión periodística así como una irresponsabilidad ante los
lectores, sin dejar de lado que también podría caer en la ilegalidad, por
tanto, se procederá ante las instancias necesarias”. Cita: “Por último, me
permito recordar que esta conducta reiterada podría considerarse como una
campaña de desprestigio y coacción en contra de mi representado, en cuyo caso
también se actuará legalmente como corresponda”. Y exige que la columna titulada
“Veracruz: la uña larga del gobernador” sea “cancelada, modificada o sustituida
con datos reales y de fuentes confiables”. La réplica íntegra se publicó el 9
de noviembre en este sitio: https://bit.ly/398HLnq. Ni una letra, ni una coma,
se le modifica a la columna original. Lomelí Bolaños, ex super delegado del
gobierno de Andrés Manuel López Obrador, figura en una investigación de
Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad que develó su red de empresas
dedicadas a abastecer de medicamentos a gobiernos estatales e instituciones de
la Federación en los llamados gobiernos neoliberales y también con el de Andrés
Manuel López Obrador. En Veracruz, una de las empresas del clan, Abisalud,
recibió del gobierno de Cuitláhuac García un contrato por asignación directa
por 36 millones de pesos, tal como informaron medios de comunicación y portales
en internet con documentos profusamente difundidos en redes sociales. En
Abisalud no aparece como socio Carlos Lomelí, pero sí familiares y
colaboradores políticos, incluido su secretario particular, José Hiram Torres
Salcedo, su sobrino Mario Vargas Lomelí, los tíos de su actual esposa; de
acuerdo con el dictamen oficial de la Secretaría de la Función Pública,
mantiene una “relación activa” con Lomedic, empresa en la que sí figura como
socio. Incluso, hay evidencia de un fideicomiso que establece el domicilio
oficial de Abisalud en una propiedad de Carlos Lomelí. Otra pista: Lomelí tuvo
autorización del apoderado de Abisalud a acceder a los fondos bancarios de esa
empresa en Banorte. Una más: Juan José Soltero, su apoderado legal en cuatro de
las empresas reconocidas como propiedad suya, fue también apoderado de
Abisalud. La historia es vasta, incluidos los cientos de contratos asignados
por los gobiernos de la mafia del poder al pull de empresas de Carlos Lomelí,
domicilios compartidos por varias de las empresas, socios que aparecen en una y
otras sociedades mercantiles, distribución de medicamentos falsos, según
Cofepris y sobreprecio. En próximas entregas las andanzas del contratista
ungido del Peje López Obrador. Pasto para las llamas…
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