José Miguel Cobián | 14 diciembre 2020
Tribuna
Libre. – Una
y otra vez veo y escucho a diversos grupos de ciudadanos, tratando de
participar por primera vez en su vida en cuestiones políticas. Sin embargo, el
propio desconocimiento de sus responsabilidades ciudadanas, la nula cultura
cívica y la desesperación propia de un momento en el cual la infodemia genera
un desconocimiento de la realidad, lleva a un caos brutal, y con ello, las
fallas normales de cualquier intento de organización dentro de la propia sociedad
civil.
Los ciudadanos desconocen totalmente las
obligaciones del presidente municipal, del diputado local, del diputado
federal, del senador, del gobernador y del presidente de la república. Al desconocerlas, se vota por simpatía, por
promesas vanas, por moda, porque se siente bien el ciudadano perteneciendo a
cierto grupo social que vota por determinado candidato o partido. Los ciudadanos desconocen las plataformas
políticas de los partidos. Los
ciudadanos gustan de recibir promesas sin importarles si las promesas se
cumplen o no. Es más, cuando un
candidato gana y no cumple sus promesas, al propio votante ya se le olvidaron y
le resulta irrelevante el cumplimiento o no de dichas promesas. Si el ciudadano es un poco más beligerante,
no tiene la más remota idea de cómo exigir que se cumplan las prometas de
campaña. Porque incluso, la ley no
obliga a los candidatos a cumplir lo que prometen.
El votante promedio espera escuchar promesas
que le llamen la atención. Desea
escuchar algo que avive su esperanza de vivir un poco mejor, de mejorar su
triste realidad, sin importar su clase social. Y para ello aplaude y se deja
convencer por promesas de sus candidatos que en el puesto al que van a llegar
no está en sus manos cumplir. Así le
piden obra pública al diputado, y a veces hasta le piden cambios de leyes al
alcalde.
Resulta terrible escuchar los análisis de los
ciudadanos mal informados. Un gran éxito
de muchos gobiernos y en particular del actual ha sido el desacreditar a los
diferentes comunicadores que señalan los errores del sistema. Por poner un ejemplo, platicando con algunas
personas sobre la escases de medicamentos para niños con cáncer, su respuesta
varía desde que es un invento y que los padres que protestan están trabajando
para los opositores al régimen, o se va por el lado de que siempre ha habido
faltantes de medicamentos, por lo cual no es de extrañar que ahora haya faltantes,
sin entender la diferencia de que falte un paracetamol a que falte un
medicamento del cual depende la vida de un niño. Pero los detalles los desconocen porque se
niegan a leer o escuchar a quienes en su cerebro ya fueron denigrados y
denostados por la manipulación política. Así, en lugar de analizar el mensaje
se rechaza al mensajero. Te pongo dos
ejemplos, si escuchas a Loret ni por error perderías el tiempo para escuchar a
Lord Molécula, o viceversa.
Así, pasamos de una sociedad muy poco informada
y sin capacidad para comprender sus procesos electorales, a una sociedad que
recibe la información que decide recibir. Los algoritmos de las redes sociales,
envían noticias y enlazan personas que piensan exactamente lo mismo. Es decir, cada noticia que se recibe refuerza
la idea de que se tiene razón, sin comprender la realidad, y mucho menos
enterarse de la verdad, más allá de lo que el ciudadano desea escuchar.
La sociedad civil esta desorganizada en grado
superlativo. La izquierda que tantos
logros tuvo en gobiernos pasados, modificando leyes y presionando a
transparencia en licitaciones y en programas sociales, hoy se ha convertido en
aplaudidora de un régimen que va destruyendo poco a poco muchos de los logros
de la propia izquierda, gracias al gran simulacro que el presidente López ha
manejado, en el sentido de hacer creer que un gobierno populista de derecha es
un gobierno progresista de izquierda.
Para muestra la destrucción de la comisión nacional de derechos humanos,
la falta de transparencia y abundancia de licitaciones directas, y la
destrucción de enorme cantidad de programas sociales que no atendían a la
clientela electoral del actual gobierno.
La derecha por el otro lado, está desesperada,
ha sido informada de las regresiones contra los avances de libertad económica
ha llevado a cabo el actual gobierno, pero también le tocan una y otra vez,
fibras muy sensibles, con información falsa, amarillista y diseñada para
exacerbar el temor contra las acciones de gobierno.
La parte moderada de la sociedad o está
desinformada y se desentiende de todo asunto de la vida pública, o al estar
informada se asusta por lo que comprende es una destrucción deliberada de
instituciones, sin que a la fecha se pueda ver cuál es la meta a la cual desea
llegar Andrés Manuel. Lo cual genera una
enorme incertidumbre sobre su propio futuro, ya que los fracasos en seguridad,
economía y salud, no generan ningún tipo de garantía de revertir la tendencia
en un futuro.
Lo más curioso es que he visto a amigos asistir
a una o varias conferencias donde claramente se explica la función del INE, o
los derechos ciudadanos, las obligaciones de los ciudadanos, y sin embargo, a
los pocos días, en cualquier comentario, demuestran que no comprendieron
absolutamente nada de lo que escucharon.
Hay descontento y amor ciego por la política
del actual régimen, sin embargo, ante la orfandad, la falta de experiencia,
porque jamás hemos sido ciudadanos, hay una enorme desesperación por participar
en la vida pública, cuando los partidos oficiales y los partidos de oposición
no permiten que los ciudadanos invadan su monopolio de poder y de
negocios. A los partidos lo que menos
les importa es México, y cada vez más, los ciudadanos lo van comprendiendo, por
eso, la sociedad civil desorganizada, lucha enconadamente por avanzar en poco
tiempo, todo lo que ha perdido en cuanto a tiempo y conocimientos a lo largo de
muchos años de apatía.