José Miguel Cobián | 23 enero de 2021
Tribuna
Libre.- En
el año de la peste, si, esa que llegó antes de terminar la edad media, algunos
médicos lograron salvar poblados enteros, aislando a los enfermos, decretando
la sana distancia e incluso usando tela para cubrirse la cara cuando estaban en
presencia de otras personas. Si había
algún enfermo detectado, inmediatamente verificaban quienes habían estado en
contacto con él, y antes aún de dar tiempo a desarrollar la enfermedad o
demostrar que estaban sanos, se les aislaba, es decir, entraban en cuarentena,
con el fin de evitar que continuara la línea de contagios. Eso se sabía hace mil años, eso no lo ha
sabido el gobierno de México, ni el chivo expiatorio que hoy consideran como el
responsable de combatir la pandemia. Si un virus tiene más y más personas que
lo reciban y lo hospeden, como son organismos imperfectos, tienen más
probabilidades de mutar positivamente.
¿A qué te refieres escribidor? A que los virus de por sí mutan, la
mayoría de sus mutaciones no les sirven para nada, y no los afectan, unas cuántas
los perjudican y la línea de herencia de esas mutaciones se pierde, porque sus
herederos son menos aptos para reproducirse, hasta que esa cepa con mutaciones
perjudiciales para el virus desaparece.
En otros casos, los virus mutan para bien de ellos mismos, ya sea que
obtengan algún tipo de ventaja para infectar a sus huéspedes naturales, o mayor
fortaleza para enfrentar a sus enemigos naturales. En el caso del virus del
síndrome respiratorio agudo severo por coronavirus 2, el SARS-CoV-2 (Severe
acute respiratory síndrome por sus siglas en inglés), la población humana, en
especial en países gobernados por populistas que desprecian la ciencia y que
privilegian la política por encima de la protección de la vida de sus
gobernados, es dónde más fácilmente pueden aparecer mutaciones positivas,
porque son los países con la mayor probabilidad de contagios. Así, se han
identificado cepas africanas, sud africanas, inglesas, etc., hasta seis
mutaciones diferentes a la fecha. De las cuáles algunas han sido tan exitosas,
que han monopolizado la infección en seres humanos, dejando atrás al virus
original. Así, hoy en Inglaterra,
prácticamente la variante inglesa es la única que predomina entre las
infecciones de ese país, ya que la mutación le permitió al virus ser más
contagioso. Solo eso, más contagioso, lo
cual eleva su peligrosidad exponencialmente, ya que en una población
determinada de 100,000 personas expuestas en un período de 30 días, el virus
original había matado entre 100 y 200, mientras que el virus mutado matará casi
a mil personas. No porque sea más
peligroso, sino porque al ser más fácil contagiarse, el número de infectados se
eleva y con ello el número de muertes. Considerando que en México no se hacen
exámenes de ningún tipo para buscar las variantes del SARS-CoV-2, jamás
sabremos si ya tenemos en México una cepa predominante, mucho enos sabremos
cuál sepa es y sobre todo, tampoco sabremos si generamos una nueva mutación
tanto o más peligrosa que las anteriores o las que han surgido en otros países.
Acorde al exceso de muertes, llevamos un poco más de 350,000 (trescientos
cincuenta mil) mexicanos que han muerto por COVID o por los efectos de la
epidemia de COVID en nuestro país. Una
vez que la mutación inglesa sea la predominante en México, tendremos un
incremento exponencial en el número de infectados y muertos. Quizá en un par de meses superemos el doble
de esa cifra, que ya de por sí suena aterradora, mientras las autoridades de
salud se niegan a corregir sus errores.
Igual que en la edad media, se debe frenar la
cadena de contagios, y para ello hay que hacer pruebas y más pruebas, pues
sería fácil aislar a quienes presentan síntomas, pero los asintomáticos no son
identificados sin pruebas, pero parece que el presidente ha optado por jamás
reconocer un error de su gobierno, y por ahorrar el dinero que se utilizaría en
las pruebas, a cambio de gastar vidas de mexicanos. Además de aplicar pruebas,
se debe de regular el aislamiento apoyando económicamente a la población que
requiere salir a trabajar para comer, y exigirse de manera perentoria el uso de
cubrebocas. Ya basta de despreciar a la ciencia y al conocimiento en aras de
beneficios políticos. Precisamente por
jugar al falso dilema de vidas o economía, es que durante todo el 2021 la
crisis se va a agudizar en lugar de mejorar la situación. Si en 2020 se hubiera
aplicado lo que la ciencia indica, hoy la situación económica sería menos
grave. Si las muertes aumentan, a una debilitada economía llegarán medidas cada
día más agresivas para frenar los contagios, dañando aún más al bolsillo de los
mexicanos. Lamentablemente si se hubiera actuado a tiempo, si se actuara hoy
mismo, sin el temor y la cobardía de perder simpatías, sin priorizar la
política y la elección por encima de las vidas y los dineros de los mexicanos,
si se actúa como se debe, podemos evitar daños mayores, pero para eso se
requiere un hombre de estado en la presidencia, y no un político buscando
resultados de la próxima elección. En tanto no se rompan las cadenas de
contagios, le damos más facilidades al virus para que el azar lo pueda llevar a
obtener una mutación que haga inútiles las vacunas que hoy se comienzan a
aplicar en todo el mundo. Si además,
consideramos que en México con suerte a mediados de 2022 estará vacunada la
mitad de la población, entenderemos que no queda más remedio que cuidarnos cada
uno, o continuar pagando la cuota de vidas que la pandemia exige y que el
gobierno no hace nada por evitar. Estamos a 22 de enero. No se han vacunado ni
400,000 mexicanos. Somos 130 millones.
Considera que tienen que vacunarse cundo menos 90 millones. Siete millones y
medio al mes, 250,000 diarios, para lograr vacunar a todos en un año. Imposible con la falta de planeación,
transparencia y logística del gobierno.
La vacuna rusa Sputnik y la china CanSino, no
han cumplido todavía con los protocolos internacionales. Aplicarlas a mexicanos
por razones políticas sería un crimen de lesa humanidad, por lo menos hasta que
sean revisados sus resultados por autoridades internacionales confiables. Algo
a lo que hasta el día de hoy se han negado ambos laboratorios. No han presentado pruebas ni informes de su
fase III. Esperan que confiemos en la
palabra de dos laboratorios que dependen de estados totalitarios. México no debe exponer a su población para
obtener un resultado electoral el 6 de junio.
Todos debemos exigir al presidente López
Obrador un cambio en su política de prevención de contagios por el bien de
todos los mexicanos. Sobre todo los que trabajan entre 356 y 60 años, que son
los que con más muertes han resultado en esta pandemia.
www.josecobian.blogspot.com
elbaldondecobian@gmail.com @jmcmex
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