José Miguel Cobián | 06 febrero de 2021
Tribuna
Libre.- Un
crítico de medios de comunicación me dijo que odiaba mis artículos porque
siempre escribo de lo que pienso, siento o lo que me ha pasado. Lamentablemente no puedo escribir de lo que
no pienso, de lo que no siento o de algo que no me ha pasado, pues me educaron
para pensar y decir la verdad, aunque a veces pueda estar equivocado.
Resulta (para entrar en materia), que día
tras día escucho, leo y veo, desesperación y quejas por falta de dispositivos
para almacenar y producir oxígeno, ahora que la pandemia de COVID campea y
crece en todo el territorio nacional.
Enseguida uno piensa que es fácil solucionar
el problema. Se importa maquinaria para
llenar tanques de oxígeno, y se distribuye a lo largo y ancho del
territorio. Es más, sería una idea
genial ahora que vienen elecciones, regalar el llenado de tanques de
oxígeno.
La desventaja de este país es que para cada
solución hay un problema. Recomendé a
políticos aspirantes esta opción y me pidieron avocarme a conseguir la
maquinaria. Misma que encontré en
distintos países o continentes, Estados Unidos, Europa e incluso Asia. En todos los casos, cuando comienzan las
negociaciones, y llegamos al país al que debe enviarse, comienzan los
problemas.
México es uno de los países con sistemas
aduaneros más complicados y riesgosos.
Complicados porque los requisitos a cumplir son enormes, porque nadie se
tienta el corazón en tiempos de emergencia, y porque las leyes están hechas
para estorbar el comercio en lugar de beneficiarlo. Riesgoso, porque todos los exportadores e
importadores saben lo que el resto de los mexicanos ignoramos, que es que hay
que considerar un porcentaje de merma en cada importación o exportación, debido
a que las aduanas y los puertos ya sean aéreos, terrestres o marítimos sufren
incontables robos de mercancía. Ya
sabemos que las aduanas las controla ahora la marina, pero todavía no hay
evidencias de reducción de esos robos al comercio exterior.
Total que a la fecha ha sido imposible
encontrar un mecanismo adecuado, pues entre otras cosas, la autorización de la
cofepris, tarda y mucho, así como otras autorizaciones y certificados. Por causa de la pandemia y por causa de la
austeridad, las firmas y los sellos requeridos se han multiplicado.
Recuerdo a inicios de la pandemia, la
desesperación de amigos médicos por falta de equipo de protección personal o
por los elevados precios a los que se conseguía, cuando se encontraba. Tengo la fortuna de tener amigos en muchos
lados del país y al comentar sobre la preocupación de los médicos y enfermeras,
algunos de ellos ofrecieron sus productos, ya sea porque los fabricaban o los
comercializaban.
Con ellos me enteré que el gobierno de México
permitió que en enero y febrero de 2020 se vendieran ingentes cantidades de
equipo de protección personal a China, que estaba envuelta en la pandemia, y
por ello, requería insumos de todo el mundo, pero esto a su vez causó una
enorme escases y aumento de precios en México.
Así, logramos conseguir unos pocos cubrebocas, caretas e incluso gel
antibacterial, en los momentos en que no se conseguían y comenzamos a
ofrecerlos vía una tienda pequeña que tienen mis hijos de otro tipo de
productos.
Jamás esperé el nivel de demanda, y sobre
todo que caretas y cubrebocas fueran demandados de inmediato tanto por sistemas
DIF de algunos municipios incluido el de Córdoba, como por asociaciones de
Médicos, que compraban por caja las caretas, en Chiapas, en Oaxaca, y a lo
largo y ancho del estado de Veracruz.
Disponiendo de cantidades limitadas, de éstos
productos, tratamos de ofrecerlos al mejor precio posible, el cual resultó
mucho más barato que los precios que existían en el mercado. Con una grata sorpresa. Cuando fueron municipios los que compraron
los productos, jamás hubo la mínima demanda de moche o sobre precio. Supongo que la emergencia obligaba a cuidar a
su propio personal.
Sin embargo, logramos enterarnos de muchos
fraudes, además de operaciones en las cuales gobiernos o autoridades adquirían
productos a través de terceros, lo cual siempre incita a la sospecha de que
esos terceros vendían a gobierno estos productos con sobre precios
significativos, algo que hemos confirmado con las denuncias que han aparecido
en LatinUs en boca de Loret de Mola y su grupo de reporteros.
Fue terrible escuchar las historias de
Médicos y Enfermeras, urgidos de protección, y pagando con su propio dinero su
equipo, a pesar de trabajar en el sector
público. Colegios de enfermeras,
colegios de distintas especialidades de medicina se pusieron en contacto con
nosotros con ese fin.
Una vez que se normalizó la comercialización
de esos productos dejamos de conseguirlos, pues no era nuestro giro principal y
se hizo como un servicio a la comunidad.
El agradecimiento del personal sanitario fue la mayor satisfacción que
tuvimos, ya que la solidaridad en tiempos de emergencia siempre deja buenos
dividendos, espirituales y personales.
Ahora que existe la urgencia por el oxígeno,
que podría salvar vidas, que sabemos que salva vidas, sería fundamental que las
autoridades federales, legisladores y el propio presidente buscaran simplificar
los trámites de importación de equipos, facilitando a particulares ayudar en la
solución de un grave problema de salud pública que sufre nuestro país.
Esperemos que alguien escuche el llamado.
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