* Todo igual a dos semanas del crimen de Jacinto * Cuitláhuac, Cisneros, Hugo Pistolas: hostigar y apalear a la prensa * El gabinete de AMLO se desmorona * Otros dos jueces que se van * Coatza: el priismo sigue en shock * Orfis exhibe a Sergio Guzmán
Mussio Cárdenas Arellano | 04 septiembre 2021
Tribuna
Libre.- Segada
su vida, acribillado a mansalva, con Jacinto Romero se activan las alarmas que
presagian un escenario violento, de sangre, para la prensa, como si Javier Duarte
anduviera libre, como si habitara en palacio, como si hubiera encarnado en
Cuitláhuac, el morenista, el que desgobierna Veracruz.
Jacinto sintió el cerrón. Del otro auto que
le bloqueó el paso descendieron los sicarios. Y en instante el ataque. Sobrevino
la descarga perforando el parabrisas, las balas impactando su cuerpo, la muerte
que es oscuridad infinita.
Aquella mañana del 19 de agosto,
Ixtaczoquitlán, municipio conurbado a Orizaba, se cimbró, más que con las fosas
clandestinas, las casas de seguridad donde confinan a los secuestrados. Se
cimbró su círculo más íntimo, su familia y sus amigos. Y el gremio de prensa. Y
Veracruz entero.
Van 15 días y de los matones, nada. Ni de la
mente que urdió el crimen. Van 15 días y para Jacinto Romero Flores no hay
justicia.
Van 15 días y del policía Cristian Anastasio
Quechulpa, al que Jacinto Romero mencionó en su columna El Enano del Tapanco
que había disparado contra un ciudadano, Efrén Cano Tepole, nada. Ni de su tía,
la síndica de Texhuacan, Salustia Romero, a quien le impactó el señalamiento.
Jacinto Romero alternaba sus columnas con la
conducción de un programa de radio, Dígalo Sin Miedo, en Oristereo, en horario
estelar. Solía subir a la zona serrana, a Zongolica y otros poblados recogiendo
voces y quejas, demandas y denuncias, el retrato de la desigualdad y el
atropello, la lucha diaria de los olvidados contra los hombres de dinero y
poder, los caciques y sus víctimas.
Van 15 días del crimen y de las dos líneas de
investigación que sigue la Fiscalía del Estado, nada.
Las primeras 24 horas, pregonaba el
secretario de Seguridad Pública de Veracruz, Hugo Gutiérrez Maldonado, son
clave. Habían rastreado. Habían husmeado. Tenían —decía— información que
llevaría al esclarecimiento del asesinato del periodista Jacinto Romero Flores.
Son ya 360 horas —15 días— y de los autores
materiales y de la mente que urdió el crimen, nada. La inacción, el silencio,
la pasividad, la simulación de la Fiscalía General de Veracruz y la
coadyuvancia de la Secretaría de Seguridad, es vil complicidad. La fiscal
espuria, Verónica Hernández Giadáns no mueve un dedo y Hugo Pistolas le ayuda a
no moverlo.
“Que no te metas con mi gente hijo de tu puta
madre, deja de escribir mamada. Por eso se los carga la v…ga. Ya debes muchas
Jacinto Romero. Y esta fue tu última”, decía una de las amenazas que recibió en
un chat Jacinto Romero, seis meses antes del ataque.
Otras denuncias periodísticas le valían reclamos
y nuevos amagos. Un día citó las tropelías de una mujer, Miriam “N”, con
recursos del Jardín de Niños Canek, unos 60 mil pesos. Un tipo que se
identificó como Luis del Monte amenazó a Jacinto y a su familia. Decía tenerlo
ubicado.
Pero la Fiscalía anda en el limbo. O en
Babilonia. Su titular, Verónica Hernández Giadáns, sólo sirve para el atropello
legaloide, el encarcelamiento de los adversarios del desgobernador Cuitláhuac
García Jiménez, siguiendo la línea infame, la fabricación de culpables, la inquina
y la mala leche que va nutriendo las cárceles veracruzanas de presos políticos.
Tras el crimen de Jacinto Romero se alzó la
voz de la prensa, revolviéndose los recuerdos, los reclamos, la exigencia de
hacerle justicia a los periodistas caídos.
Hablan los amigos, los periodistas, los
analistas y el gobierno aberrante de Veracruz no acciona. Aportan pistas,
datos, nombres, y el tapiado mental de palacio ni se inmuta. La muerte de
Jacinto Romero es tratada con desprecio, como si la mente de Duarte habitara en
Cuitláhuac.
A Javier Duarte le mataron 17 periodistas; a
Fidel Herrera Beltrán, seis; a Miguel Ángel Yunes, cinco, y Cuitláhuac lleva
cuatro. Y aún no llega a la mitad de su sexenio.
Duarte fue cruel, soberbio, torpe, de mente
torcida, inaugurándose con una desaparición, la de Noel Olguín, el 8 de marzo
de 2011, en Jáltipan, siendo hallado su cuerpo en una fosa clandestina el 11 de
junio de ese año, y luego una sucesión de agravios, ejecuciones, cuerpos
mutilados, acribillados. Siguieron Milo Vela, columnista de Notiver, sus hijos
Misael y su esposa Agustina, asesinados en su hogar, en el puerto de Veracruz.
Semanas después, el hallazgo del cuerpo
mutilado de la jefa de la sección policíaca de Notiver, Yolanda Ordaz. Meses
más tarde, el 28 de abril de 2012, el asesinato de Regina Martínez,
corresponsal de la revista Proceso, maestra universitaria y una de la
periodistas más respetadas por su calidad profesional y agudos reportajes, a la
que el gobierno duartista intentó enlodar.
Y luego una cadena mortal: Gabriel Huge,
Guillermo Luna Varela, Esteban Rodríguez, Víctor Manuel Báez Chino, Gregorio
Jiménez de la Cruz, Moisés Sanchez Cerezo, Armando Saldaña, Juan Mendoza,
Anabel Flores, Manuel Torres, Rubén Espinoza Becerril y Pedro Tamayo.
Y Duarte soberbio, inventándose
reconocimientos tan absurdos como impúdicos: un premio por ser defensor de los
periodistas y la creación de la Comisión Estatal de Atención y Protección a
Periodistas, que sirvió para lavarle las huellas de sangre de los caídos que salpicaban
su inmensa humanidad; vidas arrebatadas por el crimen organizado que así le
calentaban la plaza, lo iban doblegando, exigiendo cuotas, amagando con más
asesinatos si no les concedía espacio de poder.
Un día, sin más, Javier Duarte soltó tres
frases suicidas: “Se va a sacudir el árbol y caerán las manzanas podridas”;
“pórtense bien”, y “entre ustedes hay algunos que sirven a la delincuencia
organizada”. Y que le caen el cascada los asesinatos.
Ahora es Eric Cisneros Burgos, secretario de
Gobierno, quien vomita lodo. A la prensa crítica, la que no secundó la
embestida para destituir al fiscal yunista, Jorge Winckler, la increpaba. “Aquí
vamos a ver quién está del lado de los veracruzanos y quién quiere ser cómplice
de un pequeño grupo de personas que ni siquiera son veracruzanas”.
Otro día fue levantado el periodista Marcos
Miranda Cogco y su esposa reveló que Eric Cisneros lo había amenazado. Uno más,
amagó con proceder penalmente contra el periódico Notiver. En otro episodio se
lanzó contra El Dictamen iniciándose una auditoría contra el rotativo.
Cuitláhuac es una vedette. Se engalla en las
conferencias. Increpa a la prensa. Se irrita, manotea, se contonea, se quiebra.
Asume ese hablar cantinflesco que detona burlas y risa, descalificando a la
prensa crítica. Y Veracruz entero se ríe de él.
La policía de Hugo Gutiérrez tiene otra
misión: apalear periodistas. En las coberturas de prensa, embiste con sus
escudos, golpea con los toletes, insulta sin distingo a varones y mujeres. Un
operativo para retirar a ciudadanos que bloqueaban la autopista
Coatzacoalcos-Villahermosa terminó una abierta agresión, amenazas y robo de
teléfonos a periodistas.
Vulnerada la prensa, atacada por el gobierno
morenista, el baño de sangre se ve venir. El ambiente es hostil, como en los
tiempos de Duarte. La agresión es constante, como en los tiempos de Duarte. El
linchamiento a los críticos es feroz, como en los tiempos de Duarte.
Cuando los cárteles ataquen periodistas, sólo
para calentarle la plaza, Cuitláhuac será otro Duarte. Y terminará como Javier
Duarte.
El otro tema es la justicia a los caídos.
Veracruz sigue en la mira de gobiernos extranjeros por su condición de entidad
en que la prensa es hostigada, vulnerable, perseguida, amenazada y a la fecha
ningún periodista asesinado ha recibido justicia.
Alertan, pues, tres entes de peso moral: la
Unión Europea y los gobiernos de Noruega y Suecia. Exigen una investigación a
fondo, transparente y apegada a la legalidad en el crimen de Jacinto.
Otros organismos internacionales —Reporteros
Sin Fronteras, Artículo 19, Comité para Protección de los Periodistas— urgen
que la investigación sea independiente, ajena a intereses, sabiendo que una de
las líneas de investigación del crimen de Jacinto Romero son las amenazas
policíacas.
Pero Cuitláhuac no capta nada. No ve, no
huele, no siente. Es un adorno inservible en los pasillos de palacio. No
entiende que cada periodista agredido, asesinado, va definiendo el tamaño del
régimen criminal que detenta el poder.
No advierte que la sangre de la prensa lo va
a salpicar.
Archivo muerto
Olga era el cero a la izquierda ideal. Y
cuando se tuvo que ir, se fue. Como autómata, arrinconada, la ministra no se
acercaba al fuego político, a los actores del conflicto electoral, a candidatos
y lideres, a los hombres de poder. Olga Sánchez Cordero servía para el show. A
Baja California la envió su patrón, Pejetustra López Obrador, a soltar que la
extensión de mandato del gobernador era legal. Y la Corte a la que ella
perteneció, sentenció que no. Fue testigo mudo, actor pasivo, convidada de
piedra en el proyecto de militarización de México, callada y cómplice en la
violación de derechos humanos de los migrantes, la paliza de la Guardia Nacional
a los indocumentados que trasponen la frontera sur. Y así un arsenal de
omisiones y silencios hasta que renunció —o la echó Andrés Manuel— de la
Secretaría de Gobernación. Sólo fue digna, de palabra, con el movimiento
feminista, al que el presidente desdeña. Julio Scherer Ibarra no fue mejor.
Consejero jurídico de la Presidencia, tomó la ruta alterna intentando ser el
operador político que le diera viabilidad a la Cuarta Transformación. Otro
fiasco. Al consejero jurídico le rebotaron en el Poder Judicial de la
Federación todas las leyes aprobadas por mayoriteo en el Congreso, frenadas con
amparos, con suspensiones provisionales o definitivas. Su operación política
estaba condenada al fracaso. Si López Obrador es un fanático de la
confrontación política, cero conciliación, Julio Scherer nada iba a lograr. Y
nada logró. Se fue cuando Olga Sánchez Cordero renunció a Gobernación, llegó
Adán Augusto López Hernández y el Peje le retiró facultades y lo dejó sin
brazos. ¿O acaso Scherer pretendía ser el nuevo secretario de Gobernación? Así
anda el desastre en el feudo de Andrés Manuel. Más de 20 renuncias de
secretarios y funcionarios de alto nivel en tres años de gobierno. El gabinete
hace agua, se hunde y el capitán del cayuco no lo termina de ver… Sus expedientes
son, por decir lo menos, deplorables. No hacen justicia; lucran con ella. No se
ciñen al marco legal; lo tuercen. Así, dos jueces de Coatzacoalcos serán
removidos en breve. Uno de ellos, juez civil, carga un historial de trampas y
chicanas legales, juicios inventados, resoluciones con las que exhibe su
bastarda misoginia, fallos al mejor postor. El otro es una ficha. Cobijados por
magistrados sin ética, la mafia del Poder Judicial de Veracruz, llegaron a
Coatzacoalcos y se dedicaron a medrar. La carga de sus desmanes la soportan los
magistrados que les dieron cuerda, los cómplices que los enviaron a robar… Y al
tercer mes, el PRI sigue en shock. Vapuleado por Morena, el priismo de
Coatzacoalcos no sabe si mantener la cabeza bajo tierra, aplicarse la ley fuga
o renunciar a hacer política. No asumen que el efecto Duarte, por cómplices,
por nunca haber alzado la voz, los hundió. Imaginaron que por ser PRI, el
electorado les daría el voto a ciegas, como si las raterías de las hordas
priistas en ayuntamientos y gobierno de Veracruz, el saqueo a las arcas, las
bandas ligadas o adheridas al duartismo actuando como viles ladrones,
ufanándose de lo robado, presumiendo las mansiones, los yates, el derroche, se
podría perdonar. Morena, con todo y sus mil defectos —su alcalde Víctor Manuel
Carranza convertido en una nulidad, atropellando la ley; un ayuntamiento
mediocre, infestado de corrupción, atestado de delincuentes, un narcomenudista,
hijo de futura regidora, un secuestrador, un robacarros—, tuvo mejor preferencia
electoral. El PRI se armó sobre arena suelta, sin cimientos, con un candidato
repudiado, Carlos Vasconcelos, de ínfimo perfil, asociado a la extorsión que
aplican los operadores cetemistas con todo aquel prestador de servicios o
constructor que emprende un proyecto. Mal candidato, nula estructura electoral,
el efecto Duarte vigente, la derrota se dibujaba. Morena le pegó dos a uno el
día de la elección. Y si no hay relevo generacional en el PRI, y si no se
aplica una purga, y si los ilusos y los fanfarrones, los Octavio Sen, los
Cedano, los Concepción, siguen simulando que saben operar, en tres años más
Morena los terminará de pulverizar… Genio y figura, malandrín hasta la
sepultura. Camina Sergio Guzmán Ricárdez rumbo al Congreso de Veracruz dejando
trampas, transas, tretas, simulación, cuentas que no cuadran, cuentas que
huelen a desfalco y a fraude fiscal en el ayuntamiento de Agua Dulce. El Órgano
de Fiscalización Superior de Veracruz (Orfis) le detectó más de 7 millones de
pesos en la Cuenta Pública 2020. Son siete observaciones de carácter
administrativo que importan 4 millones 457 mil 942.05 pesos, y dos de carácter
técnico en relación a la obra público con un monto de 2 millones 780 mil 122.96
pesos. En total, 7 millones 235 mil 065.01 pesos. Para Orfis, se presume daño
patrimonial a las finanzas públicas y plantea fincar y determinar daños y
perjuicios. Y así cada año. Sergio Guzmán ha sido el peor alcalde de Agua
Dulce, con una obra mediocre, de ínfima calidad, asignando obra de forma
directa a sus amigos, sin licitación pública; violando protocolos para la
compra de equipo para la Policía Municipal y dejando de pagar impuestos
federales. El desastre, sin embargo, es mayor. Agua Dulce se convirtió en zona
de impunidad para el crimen organizado, proliferando la extorsión y el
homicidio, la zozobra ciudadana. Y el alcalde en jauja, trepado en el ladrillo
del poder. Va al Congreso de Veracruz a levantar el dedo y a “gestionar cosas”,
como refiere en una reciente entrevista. Y cuando se le insiste en sus prioridades,
las comisiones en que desearía participar, le aflora la pobreza intelectual:
“gestionaré cosas”, dice Sergio Guzmán. Vaya ejemplar. Mientras, Orfis lo
evidencia. Por tercera ocasión le halló inconsistencias en el manejo de las
finanzas…
mussiocardenas_arellano@hotmail.com
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