* La traición de Lidia Mezhua y Perla Romero * Agarraron a Sergio Cadena comiendo moscas * Hasta que el PRD se extinga * La manada de Nahle ya enloquece * Marko Cortés da por muerto al PAN * Director de Pemex insulta a diputada * Veracruz, líder en secuestro en tiempos de la 4T * Alma y Lupita eran morenistas con disfraz de PAN y PRI.
Mussio Cárdenas Arellano | 15 noviembre 2021
Tribuna
Libre.- Y
al tercer día, la traición llegó. Y cimbró al líder estatal, Sergio Cadena, que
literalmente andaba en otra dimensión, confeccionando el discurso de la
irrealidad, su cuota de verbo semanal, cuando sus dos diputadas migraron a
Morena y extinguieron al PRD del Congreso de Veracruz. Al tercer día, Lidia y
Perla hundieron el puñal. Siendo perredistas, rindieron protesta el viernes 5 y
72 horas después, el lunes 8, ya eran de la pandilla de Juan Javier Gómez
Cazarín, el capo del Congreso que se roba todo, hasta a las legisladoras. Unas
y otro —y con ellos el vilipendiado líder de Morena en Veracruz, Esteban
Ramírez Zepeta— esbozan una sonrisa cínica. Se regodean en el asalto. Son como
el ladrón de bancos que abandona el lugar del atraco con el botín en las manos
y el rostro deslumbrante, iluminado, porque el delito se consumó. La escena
retrata la miseria política en su expresión más vil. Morena y sus agandalles;
il capo di tutti capi, Gómez Cazarín, alias “El Carón”; el PRD en vía de
extinción, y las dos diputadas al mejor postor. Lidia Irma Mezhua Campos y
Perla Eufemia Romero Rodríguez provienen de círculos políticos adictos al
poder. Lidia es hermana de Juan Carlos Mezhua, alcalde de Zongolica, influyente
en el aquelarre perredista veracruzano; Perla es hija de caciques en Papantla.
Pero ellas, en sí, no valen políticamente nada. Son producto de la componenda y
el arreglo, del amiguismo y la traición. El tiro les salió bien. Fueron
inscritas en la lista plurinominal con que el Partido de la Revolución
Democrática contendió en la elección del 6 de junio por el Congreso de
Veracruz. El PRD las llevó al Congreso y Morena las fichó. Eran las únicas
legisladoras perredistas y al migrar a Morena, terminaron de desvencijar la
destartalada carreta del PRD. Morena trae la cartera repleta y se da el lujo de
dilapidar en productos chatarra. Las usa, las exhibe, las atrae a la fracción
mayoritaria y les arroja migajas del poder. A Lidia Mezhua la ubicó en la
presidencia de la Comisión de Transparencia y Acceso a la Información; es vocal
en las comisiones de Asuntos Indígenas y de Desarrollo Urbano, Ordenamiento
Territorial y Vivienda. A Perla Romero la situó como presidenta de la Comisión
de Trabajo y Previsión Social; secretaria en la Desarrollo Agropecuario, Rural
y Forestal, y vocal en la de Ciencia y Tecnología. Migajas como premio a la
traición. Su voto cuenta poco o no cuenta. Pero son útiles para la revancha
obradorista contra el PRD. El voto de Mezhua y Romero se diluye en la mayoría
aplastante de Morena, que es equiparable a la del PRI en los días en que el
régimen de partido único imponía la voluntad del gobernador. La traición de
Lidia Mezhua y Perla Romero no obedece a un objetivo legislativo. Su fin es
político. Es un golpe letal al PRD, alma mater del obradorismo, y en particular
a la corriente predominante en el sol azteca: Nueva Izquierda, el grupo de los
Chuchos Ortega y Zambrano, los que traían a raya a Andrés Manuel López Obrador.
Ponchada, desbielada, fuera de tiempo, la maquinaria del PRD en Veracruz está a
una yarda de tronar. Tres de sus figuras centrales se hallan en prisión; si no
se alía con el PAN y el PRI pierde el registro; hay una embestida judicial y
policíaca con tintes de persecución; el gobierno morenista facilita que un
comando del crimen organizado levante, torture, secuestre y asesine a la
alcaldesa perredista de Jamapa, Florisel Ríos Delfín, alcaldes perredistas son
asediados y amenazados con la desaparición de poderes y quienes llegan a cargos
públicos optan por negociar con Morena. La debacle es su presente; la extinción,
lo que se observa en el horizonte. Rogelio Franco Castán, ex secretario de
Gobierno en el régimen yunista; ex diputado local y federal, ex líder del PRD
en Veracruz, y diputado federal plurinominal sin poder rendir protesta, es el
preso político del gobernador Cuitláhuac García Jiménez. Le violaron un amparo.
Lo acusaron de ultrajes a la autoridad. Un juez le dictó prisión preventiva
oficiosa. Ganó un amparo que lo habría llevado a la libertad, pero ni así lo
liberaron. Le imputaron tres delitos más. Y sigue en el penal de Amatlán de los
Reyes, donde pululan los criminales más sanguinarios, las mentes más
retorcidas, los psicópatas que gozan violentando a los demás. Gregorio Gómez,
ex candidato perredista a alcalde de Tihuatlán, fue levantado por un comando de
civiles. Tras difundirse los videos en que se registran la violencia con que
fue tratado, la fiscalía morenista admitió que se trató de una aprehensión. Le
imputan vínculos con el crimen organizado. Azucena Rodríguez, la combativa
legisladora del PRD, concluyó su período como diputada federal y horas después
fue intervenida, remitida a un penal y acusada del crimen de su ex esposo.
A Florisel Ríos Delfín tácitamente Morena la
llevó a la muerte. Gobernaba Jamapa cuando el Congreso de Veracruz, la Fiscalía
estatal y el aparato político se le fueron encima. El secretario de Gobierno,
Eric Cisneros Burgos, que responde al apelativo de Bola 8, generó las
condiciones para el crimen. Le desarmó a la policía, la amenazó, la conminó a
dejar el cargo. El Congreso actuó contra su esposo y dos funcionarios,
imputándoles desvío de recursos. Un día fue levantada en su hogar. Horas
después apareció muerta, incluso con el tiro de gracia.
Y el PRD sin fuerza para contener la
ofensiva.
Mermada, olvidado por sus aliados, el yunismo
azul, el PRD paga el precio del agandalle y la soberbia con que chantajeó al
PAN y al PRI en la negociación de candidaturas al constituirse la coalición
Veracruz Va. No tenía nada, ni militancia, ni estructuras, ni operación
electoral. El cascarón pestilente obtuvo más de lo que debió tener.
La elección del 6 de junio lo retrata como
es: cero diputaciones de mayoría y una votación ínfima. De no ser por la
alianza con el PRI y el PAN, iría camino al sepulcro.
La irrelevancia del PRD se retrata con su
extinción en el Congreso de Veracruz. Si Morena salió de compras, abrió la
cartera y reclutó a las diputadas perredistas, fue porque el PRD postuló
producto chatarra.
Dentro y fuera del PRD se sabía que Lidia
Irma Mezhua Campos coqueteaba con Morena. Desde 2020 trascendió que había
renunciado a su militancia. Otras versiones advertían una ruptura con el sol
azteca. Existía, pues, un altísimo riesgo de que brincara al petate de enfrente
y se dejara seducir por Gómez Cazarín. Y aún así se le dio un lugar de honor de
la lista plurinominal.
Por las venas de Perla Romero corre sangre
caciquil. Hija del ex alcalde de Papantla, Marcos Romero Sánchez, el “alcalde
querendón”, forma parte de una familia en la que todos pugnan por ser
diputados, presidentes municipales, incluso de ayuntamientos vecinos. No piden
que les den; que los pongan donde hay. Y Morena le dio.
La descomposición del PRD es total. Sergio
Cadena, su líder, habla, parlotea, acusa, denuncia, se tira rollos que tendrían
mercado si los hubiera pronunciado en el siglo anterior. Su verbo huele a
rancio. Su olfato no funciona. Su intuición es nula. Y su capacidad de decisión
es un desastre.
Sabiendo quienes son Lidia Mezhua y Perla
Romero, era previsible que tomaran el puñal y lo clavaran en el PRD. Les llevó
tres días perpetrar el atraco. El viernes 5 rindieron protesta como diputadas
perredistas; el lunes 8 se treparon en Morena.
Pagó el sol azteca su error. Y se extinguió
en el Congreso de Veracruz.
Morena sólo abrió la cartera y fichó a las
diputadas del PRD.
Archivo
muerto
La manada de Rocío Nahle ya se mareó. Aún no
llegan, aún no son nada y el poder ya los mareó. Son las huestes de Norma Rocío
Nahle García, la zacatecana que vuelve a visitar tierra jarocha, acicateada por
el activismo del diputado, él sí veracruzano, con lo cual cumple el requisito
para ser gobernador, Sergio Gutiérrez Luna. Es la manada de Nahle, regidores y
futuros funcionarios del ayuntamiento de Coatzacoalcos que un día pregonan que
van a gobernar para el morenismo y nada más, y otro que éste es el escalón para
algún otro cargo en la pirámide del poder. Las ínfulas les vienen de la
soberbia. Uno de ellos, futuro regidor, es sectario y represor, altivo,
altanero, soez. Será como Víctor Carranza, que terminó tocado, imaginándose que
se merece un tambache de reconocimientos que él mismo se confecciona. O será
como Eusebia Cortés, que en cuatro años le entró a todo, dispuso de todo y
hasta se dio el lujo de robarle las despensas para damnificados de Tabasco a su
mentora Rocío Nahle. Eso es lealtad. Esta manada ya está loca antes de empezar…
Marko, el sepulturero, pule la losa que resguardará los restos del PAN. “Aquí
yace el otrora partido que pugnó por el bien común y le terminó metiendo la
mano al cajón”, ha de rezar el epitafio una vez que cumpla la predicción del
líder nacional, Marko Cortés, para la elección de 2022: de seis gubernaturas,
si acaso Aguascalientes la podrá ganar el PAN. Y a como va, ni eso. Pillado en
un audio, Marko Cortés evidencia que la presidencia nacional del PAN le sigue
quedando grande. Luego diría que la cinta fue editada, que es “fuego amigo”,
que le recortaron fragmentos en advierte
que Acción Nacional podrá remontar si va en alianza con el PRI y PRD, si postula
buenos candidatos, si opera para ganar. Cruda realidad: el PAN, que se llevaba
todo lo que estaba en juego, hoy está a expensas del PRI. El episodio revela
que el PAN está pegado con alfileres, que hay luchas intestinas, que por lo
menos un gobernador —Francisco Javier García Cabeza de Vaca, de Tamaulipas—, un
ex gobernador —Francisco Domínguez, de Querétaro— y un senador —Gustavo Madero
—que se desligó de la fracción panista en el Senado y se fue a integrar el
Grupo Plural— quisieran acelerar la caída de Marko Cortés de la dirigencia nacional
panista. Por lo pronto, el PAN huele a muerto… “Es usted una mentirosa”, se oyó
decir a Octavio Romero Oropeza, director de Pemex. “Es usted una mentirosa”, le
soltó a la diputada federal del PRI, Cristina Amezcua, refutando que tenga
familiares en la empresa petrolera. Los que llevan el apellido Oropeza, dijo el
titular de Petróleos Mexicanos, ya eran empleados de Pemex cuando él llegó. Y
el único con el que hay parentesco, Enrique Priego Oropeza, es priista, ex
gobernador interino de Tabasco y no hay afinidad ni relación política con
Romero Oropeza. Y puede tener razón, pero nada justifica el exabrupto hacia la
legisladora. Así el nivel, la tirantez, la arrogancia del cuate de Andrés
Manuel López Obrador. Díganle lo que le digan, con verdad o sin ella, la
actitud de Romero Oropeza, como la de cualquier funcionario de gobierno, debió
ceñirse al respeto al legislador, aclarar, puntualizar, desmentir, pero no
insultar. Mientras Pemex va a la quiebra, ahogado por su deuda, sin alcanzar
las metas de producción de petróleo, con el cuento guajiro de la refinería de
Dos Bocas, cuyo presupuesto de 8 mil millones de dólares ya se excedió, Romero
Oropeza acude al insulto y a la descalificación. Y eso es lo menos grave. Hay
peores cosas en San Lázaro: amenazas, amagos, espionaje a diputadas y diputados
de oposición… Veracruz, líder en secuestro en los tiempos de la Cuarta
Transformación. Gloriosos tiempos de Morena, afianzando a Veracruz en la
cúspide del delito, en la estadística roja nacional. Alto al Secuestro revela
dos noticias: una, el índice delictivo va a la baja, en lo mínimo pero a la
baja; la otra, Veracruz se lleva los honores en top ten de la criminalidad. De
diciembre de 2018 a octubre de 2021, en Veracruz se interpusieron 729 denuncias
por secuestro; en el Estado de México, 682; Ciudad de México, 319; Puebla, 173,
y Morelos, 166. Entre las cinco entidades sumaron el 52.5 de los casos de
secuestro denunciados a nivel nacional. En total, en los tiempos de la
Transformación Cuarteada el número oficial de secuestros fue de 4 mil 69. Ahí
la lleva el régimen de la 4T. Dan fruto los abrazos, no balazos… Sigue la
vendimia y el striptease en Agua Dulce. Sergio Guzmán Ricárdez, con la cartera
abierta, va de compras, muestra el oro, ofrece y engancha. Mueve a sus regidoras
favoritas, Alma Esther Santaella Bandera, del PAN, y Guadalupe Martínez, del
PRI, a brincar a Morena. Y ellas, presurosas, se trepan en el partido de López
Obrador. Es un “fuera de máscaras” anunciado; el que compra y las que se dejan
comprar. Nada para asombrar. En cuatro años, Alma y Lupita le dieron al sátrapa
su voto incondicional, el voto con el que el entonces alcalde de Agua Dulce
salvaba las sesiones de cabildo y consumaba sus trapacerías. Alma Esther,
recomendada del ex presidente municipal panista, Alejandro Torruco, y Lupita
Martínez, que terminó siendo alcaldesa sustituta, fueron, por casi cuatro años,
más morenistas que una buena parte de la militancia del partido oficial,
cómplices del desgobierno, de las obras de ínfima calidad, del amiguismo y el
nepotismo, de la evasión fiscal que llevó a Sergio Guzmán a buscar cómo sofocar
el embate del SAT. Nada nuevo que Alma Santaella y Lupita Martínez, regidoras
de pacotilla, se hayan trepado en Morena. Fue un striptease político,
mostrándose como son. En los hechos, ya eran parte de la pandilla voraz…