José Miguel Cobián | 21 diciembre 2021
Tribuna
Libre.- Estamos
en temporada navideña. Se supone que diciembre es el mes en que todos
demostramos el amor por los demás, como el único mandamiento que salió de la
boca de Cristo indica. (Si son ateos hagan caso omiso). Y sin embargo, cada día que pasa, percibo
que en México hay más amor por el dinero y más egoísmo, ese en el cuál solo me
importo yo y mi familia.
Tenemos un país dónde según cifras oficiales
hay más de 105,000 desaparecidos. Un país donde también sólo en lo que va del
sexenio llevamos más de 105,000 muertes relacionadas con el crimen organizado.
Incontable sufrimiento por falta de medicamentos en los tres años que lleva el
gobierno y seguramente unas miles de muertes debido a ello. 650,000 muertes por
el mal manejo de la pandemia de COVID y contando.
¿Cuál ha sido la respuesta de la población
mexicana a tanto dolor? ¡La más absoluta indiferencia! A los mexicanos el dolor de los mexicanos no
les interesa. ¿Cuántas escenas hemos
visto en las películas americanas, en las cuales, una persona de un poblado
pequeño desaparece, y TODA la población se suma a la búsqueda? Eso en México sería imposible. Los habitantes del pueblo dirían ¨es tu
problema, no el mío¨. Y en México
tenemos infinidad de familias sufriendo por la ausencia de uno de sus miembros,
y contando con la más absoluta indiferencia de la población.
Si en general los mexicanos son indiferentes,
los defensores del gobierno no sólo eso, sino que también son ofensivo y
burlones ante la desgracia ajena. Que
si un padre de familia exige medicamentos para el cáncer de su bebé… salen las
huestes de lambiscones a afirmar que es falsa su petición, falsa la enfermada,
complot de la ultraderecha y una sarta de tonterías adicionales, tan solo por
quedar bien con el poderoso en turno. Demostrando claramente que su amor es por
el dinero y no por el prójimo. Por el
dinero sí, por ese dinero que reciben de el gobierno, ya sea sueldo por
defenderlo, o alguna otra dádiva que piensan los obliga a defender lo
indefendible y a convertir su dignidad en ignominia a cambio de unos cuantos
centavos.
Resulta que la mayoría no lo sabe -porque no quiere saberlo-, que los diputados
federales nos representan a todos los mexicanos y son quienes llevan nuestra
voluntad ante el congreso de la Unión.
Ellos son los que deciden en que rubros se gastará el dinero de todos
los mexicanos. Son tu voz y la mía en el congreso, y llevan tu voluntad y la
mía.
Peeeeeeero…. Si tú no le indicas a tu
diputado cuál es tu voluntad, entonces él o ella, harán lo que mejor convenga a
sus intereses. De hecho, incluso,
aunque le digas a tu diputado cómo quieres que se gaste el dinero de todos los
mexicanos que van a recaudar como impuestos, derechos y aprovechamientos, de
todas maneras corres el riesgo de que no te escuche ni te atienda, pues ya
llegó a su cargo y ya no necesita de tu voto.
Además, son muy pocos los que algo le piden al diputado que no sea un
favor.
Así, los diputados enfrentan pocas exigencias
de los ciudadanos, muchas peticiones de favores –que en su mayoría no serán
atendidos por su imposibilidad-, y unos cuántos halagos, porque si algo tiene
el pueblo mexicano es que le encanta halagar al poderoso. Se muere por tomarse una foto con el diputado
o el alcalde o el gobernador, para presumirla después, aunque esa foto solo
signifique que hizo fila para aparecer treinta segundos junto a su admirado
funcionario público.
Los mexicanos somos responsables de que se
gaste más dinero en Dos Bocas, Tren Maya y central avionera de Santa Lucía que
en salud, seguridad y justicia. Nosotros
somos responsables de que haya niños muertos por cáncer por falta de
medicamentos. Nosotros somos
responsables de que el aparato de justicia del país sea un nido de corruptos,
tanto en fiscalías como en los juzgados, e incluso en las fuerzas de
investigación. Somos culpables de la
muerte de los más de cincuenta migrantes guatemaltecos después de pasar varios
retenes.
El 24 de diciembre en la noche, cuando
escuches la cancioncita esa de ¨Noche de paz, noche de amor…¨ pregúntate si mereces una noche de paz y de
amor. En principio porque eres un irresponsable,
siempre acusas al gobierno de todos tus males. Que si no somos un pueblo educado, es culpa
del gobierno… que si no hay seguridad, es culpa del gobierno… que si no hay
justicia, es culpa del gobierno… que si no hay una buena política de salud, es
culpa del gobierno
Engañarte a ti mismo es imposible. Y tú sabes que la culpa es tuya. Porque no
has asumido tu papel de ciudadano. Porque eres un comodino, porque prefieres
que otros tomen decisiones por ti. Y por eso no te involucras en los asuntos
públicos. Porque cuando ves a un
poderoso, corres a saludarlo y a aplaudirle.
Y lo que es peor, porque cuando tienes la oportunidad, tratas de
congraciarte con un corrupto, en lugar de alejarte y despreciarlo por eso, ¡por
ser corrupto!.
México es lo que es porque todos y cada uno
de los mexicanos permitimos que sea lo que es.
Cada dolor y cada sufrimiento de cada ser humano en nuestro país, es
responsabilidad de todos y cada uno de los mexicanos. Por nuestra falta de ética cívica, por nuestra
apatía, por nuestra irresponsabilidad, por nuestra ignorancia, por nuestra flojera.
Y por todas esas causas, cuando en tu familia
muera alguien de COVID, o sufra por falta de medicinas en los hospitales
públicos, o no tenga trabajo, o sea
acusado falsamente, o esté desaparecido, o sea víctima de un delito, o sea
asesinado, recuerda que no sucedió por la Voluntad de Dios. No fue Dios el
responsable de todo lo malo que te pase a ti y a tu familia. Tú y tu familia
serán los responsables, por no haber hecho todo lo necesario para cambiar las
cosas en México. Por comodinos, por flojos,
por irresponsables, por agachones, por apáticos, y en algunos casos, hasta por
perder la dignidad y hacerle la barba al poderoso que no cumple su función o al
que sabes criminal o corrupto pero no te atreves a darle la espalda y prefieres
limpiarle las botas.
Feliz navidad en tu noche de paz y noche de
amor. Que duermas bien, pensando en los migrantes, en los enfermos, en los
huérfanos, en los familiares de los desaparecidos.
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