El Baldón: La ignorancia, ineptitud e ideología matan

                                             José Miguel Cobián | 01 febrero 2022

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Tribuna Libre.- Los señores de la 4T se llenaron la boca durante 18 años hablando de la corrupción del sistema político. Usaron una corrupción existente para magnificarla y hacernos creer a todos que los políticos chapoteaban todos ellos en un cenegal.    Los mismos funcionarios de la 4T se creyeron sus inventos y llegaron al poder esperando dos cosas, la primera era crucificar a los corruptos, y la segunda, obtener una parte de esa corrupción para su beneficio.  

Rocío Nahle en su absoluta ignorancia en temas energéticos, decidió cancelar las compras de gasolina a refinerías extranjeras, pensando que había un moche.  Cuando no hubo moche, ella se montó en su decisión sin saber el caos que ocasionaría a principios del sexenio. Resultado de su ignoracia, incompetencia e ideológia: Desabasto de gasolinas en la mitad del país.  

Claudia Sheimbaun creyó que todos los permisos de construcción otorgados en la ciudad de México habían sido logrados mediante moches.  Llegó al poder y los canceló.  Muy pocos se acercaron a otorgar el moche.  Ella decidió mantenerlos cancelados. Resultado: más de 400,000 empleos directos perdidos durante su primer año de gobierno y afectación a millones de empleos indirectos.  

Andrés Manuel López Obrador, creyó que había una enorme red de corrupción en el aeropuerto de Texcoco.  De un plumazo lo canceló.  Resultado:  México pagará más de 500,000 millones de pesos entre el costo de la cancelación del aeropuerto internacional y la construcción de un pequeño aeropuerto que no va a sustituir en capacidad y eficiencia al cancelado.

Manuel Bartlett supuso que los contratos de los gasoductos se habían logrado con Moche. Los canceló. Esperaba un moche.  El moche no llegó, pero si un problema internacional gravísimo.  Al final para salvar la cara, renegoció los contratos. Resultado: El costo a valor presente neto se incrementó en 500 millones de pesos.  

Manuel Bartlett pensó que en el contrato para construir la línea de distribución (que por cierto hacen mucha falta en México) de la Ventosa al Bajío se había otorgado con moches.  Lo canceló.  Resultado: México se queda sin la línea de  distribución, porque no alcanzaba para moches.  

Manuel Bartlett pensó que las empresas generadoras de electricidad lograr sus contratos mediante moches. Jamás entendió que resolvían un grave problema de abastecimiento de demanda de energía eléctrica.  Hoy está en pleito con ellas, buscando el moche o sacarlas del mercado, y buscando que CFE que hoy tiene pérdidas gracias a su administración, invierta en lo que los privados invertían sin costarle un centavo al erario público.   Resultado:  Se viene un problema mayúsculo a nivel internacional, costos brutales para el erario público estimados en 40,000 millones de dólares en indemnizaciones, y freno al desarrollo económico de México al no poder abastecer la demanda futura de electricidad, frenando la instalación de empresas, inversiones y creación de empleos.  

Andrés Manuel pensó que las compañías distribuidoras de medicamentos se llevaban una enorme porción del precio pagado por el gobierno.  Tomó la decisión de ordenar a su gobierno que supliera tanto a las distribuidoras como a las farmacéuticas.  Resultado: Desabasto de medicamentos y compras urgentes sin licitación, a precios inflados hasta un 500%, es decir promoción de la corrupción en su gobierno.  El costo más grave es el que se ha pagado en vidas humanas.  No sabían, no aprendieron y siguen pensando con su ideología en lugar de ver la realidad.  

No hay un aspecto de la vida de México en el cual el gobierno haya sido eficiente. Incluso su compra de votos disfrazada de programas sociales, acorde a los resultados de las revisiones realizadas por la auditoría superior de la federación, hay corrupción, se desvía una enorme cantidad de recursos y no benefician a los sectores más marginados de la población.    

Dice un amigo que el presidente tiene mala suerte, porque todo le sale mal.  Yo siempre le respondo que no es mala suerte, es ignorancia de los asuntos de estado, incapacidad para gobernar, un ego enorme que le impide escuchar cualquier opinión de gente experta, por encima de sus propias ocurrencias, y la brutal ambición de quienes lo rodean, que prefieren actuar como lacayos en lugar de explicarle los errores que comete. Muchos porque entienden menos de los asuntos que les toca ver, que el propio presidente, como el agrónomo en Pemex, o el que terminó la secundaria y se ocupa del tren maya, o la titular de la secretaría de energía, o López Gatell en temas de salud pública.  Y otros que si saben, se callan por lograr su favor, como es el caso de Marcelo o Ricardo.  

El desastre en el que han convertido los servicios públicos de México ha llevado a que las muertes de Andrés Manuel a tres años de iniciado su gobierno superen los 800,000 mexicanos.    Sí, digo las muertes de Andrés Manuel, porque él y su equipo así tildaban a las muertes de Peña o de Calderón. Lo justo es que con la vara que midas seas medido. Entre pandemia, crimen organizado y deficiencias (adicionales) en los servicios de salud pública, va a terminar el sexenio con más de un millón de mexicanos muertos por su incompetencia, ineficiencia y sobre todo por llevar a cabo un gobierno en base a ideologías caducas y obsoletas en lugar de estar basado en resultados acorde a la realidad que vive México.  

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