* Once elementos de la Fuerza Civil detenidos * A siete años de la redada criminal * Encubiertos desde la cúpula del poder * Octavo periodista asesinado * Monreal le responde a los enanos de Morena * Xóchitl Arbesú da negocio millonario a regidor electo de Mina * La número uno es Yajaira Tadeo * Samuel, el “vicepresidente municipal”
Mussio Cárdenas Arellano | 23 marzo 2022
Tribuna
Libre.- No
son 11. Son 20, 25 o más policías señalados de desaparición forzada, del
levantón, la tortura, de medio centenar de víctimas en el siniestro operativo
Blindaje Coatzacoalcos, fraguado por Javier Duarte y Arturo Bermúdez,
encubierto por el fiscal Luis Ángel Bravo.
No son 11 elementos de la Fuerza Civil, la
policía criminal de Javier Duarte, sino 25 o más, que asediaban, perseguían,
cazaban al joven, al taxista, al urbanero, tomándolo en las calles y
callejones, o en las plazas y los parques, para nunca más volverlos a ver.
Iban por sus víctimas al hogar, de noche o
madrugada, sin orden de aprehensión, con las armas por delante, con la
impunidad que les otorgaba Duarte, hoy en prisión, o Bermúdez, el que goza la
vida, en el yate, en el deporte acuático, siendo la mano de hierro que le dio a
la policía de Veracruz licencia para matar.
Cargaban pistolas y rifles, equipo táctico,
el alevoso actuar de la Fuerza Civil, que desde entonces es Fuerza de Terror,
destruyendo puertas a punta de marro, allanando domicilios y levantando —sí,
levantando, como los sicarios del narco— al objetivo que debían cargar.
No son sólo esos 11 policías aprehendidos,
este 16 de marzo, en la academia de El Lencero, el “palacio de la tortura”, en
el municipio de Emiliano Zapata, a unos metros de Xalapa, acusados de la
desaparición de Jhonit, José Manuel, Roberto, Héctor Manuel y Eliaquiam. Hay, y
así lo reclaman las familias de las víctimas, más elementos de seguridad
implicados.
La noche de la aprehensión, a las puertas del
reclusorio Duport Ostión, una vez remitidos a Coatzacoalcos, Lenit Enríquez,
del colectivo Madres en Búsqueda Coatzacoalcos, hermana de Jhonit, advertía que
son, por lo menos, 25 policías los que desaparecieron a sus familiares.
Y no son cinco víctimas sino medio centenar,
50 vidas sin destino, todas levantadas en diversas acciones del Blindaje
Coatzacoalcos, la mayoría a manos de la siniestra Fuerza Civil, la policía
criminal del ex gobernador Javier Duarte y su secretario de Seguridad, Arturo
Bermúdez Zurita.
Unos días le bastaron para sembrar el terror,
en aquel trágico e infausto 2015. De la búsqueda de la seguridad se pasó al
miedo. De las acciones para enfrentar al crimen organizado se transitó hacia el
caos. De la esperanza se gestó el duelo.
Cada historia es una tragedia, la de
Eliaquim, la de José Manuel, la de Jhonit, la de Héctor Manuel, la de Roberto.
Y la de otros 45 víctimas más.
Una fecha, el 11 de mayo de 2015, cuando la
acción criminal de la Fuerza Civil los unió. Y unió a sus familiares que casi
siete años después, no cesan de exigir que los presenten. Si vivos se los
llevaron, vivos los tienen que entregar.
Aquel 11 de mayo, a Eliaquim, quien entonces
contaba 31 años, lo extrajeron de su hogar, en la colonia Obrera. “No es un
delincuente”, decía su mamá. “Trabaja en la electricidad. Es padre de dos hijos
y tenía mucho para poder salir adelante” (Plumas Libres).
Jhonit tenía 25 años. Su hermana Lenit no
cesa de exigir su presentación vivo. Y que los policías hablen y expliquen
dónde están. “Llevo seis años buscando a mi hermano”, refiere Lenit. Y ha
sacudido a toda la sociedad.
“Tengo más de seis años buscándolo —dice
Lenit al diario Presencia—. Necesito que ellos digan en dónde, qué fue lo que
hicieron y por qué se lo hicieron”.
José Manuel reside en la colonia
Constituyentes. Johnit, de 25 años de edad; Roberto, de 23, y Héctor Manuel, de
50, tienen sus domicilios en la colonia Villas del Sur.
José Manuel es taxista. Aquella noche escuchó
ruido en la casa de un familiar. Eran policías destruyendo lo que hallaban. Se
acercó. Algo les mencionó y se lo llevaron.
“Allí estaba una patrulla. Le preguntaron
quién era, dio su nombre, y se lo jalaron, lo comenzaron a golpear y se lo
treparon en una camioneta (Plumas Libres).
Pero de Héctor Manuel no volvió a saber.
Horas después de los levantones, sacudido
Coatzacoalcos por las protestas en las calles y el bloqueo de carreteras,
Arturo Bermúdez se hizo presente. Rechazó que la Fuerza Civil tuviera algo que
ver. Menos, dijo, que la fuera a retirar “sólo porque se manifiesten los
delincuentes”.
Aquella frase encendió los ánimos. Tocó la
herida. La madre de Eliaquim lanzó otra: “Tenemos pruebas y testigos de que fue
la Fuerza Civil la que se los llevó. Tienen que regresarlos”.
Y sí, todos los testimonios apuntaban a la
presencia de elementos de Fuerza Civil, con sus patrullas, con sus insignias,
con el trato soez. Todo fue consignado en la denuncia 234/2015 ante la Agencia
Segunda del entonces Ministerio Público.
Van seis años 10 meses y la justicia apenas
se deja ver. Van casi siete años y ya hay 11 policías en prisión, sujetos a
proceso penal.
Meses atrás, un juez liberó una orden de
aprehensión contra los cinco elementos de la Fuerza Civil, a partir de las
carpetas de investigación IM COAT2/506/2015 y la acumulada IM COAT2/519/2015.
Su caso se ajusta a la causa penal 1/2021. La imputación es desaparición
forzada.
A los elementos de la Fuerza Civil les tocó
el trabajo sucio, llevarse a los detenidos, levantarlos como suelen hacerlo los
sicarios. A Arturo Bermúdez Zurita, negar su participación.
A Javier Duarte se le dio encubrir a los
policías delincuentes, como en el siniestro episodio de la barranca La Aurora,
donde los Fieles, el grupo de élite de Bermúdez, arrojaba a sus víctimas,
presuntos halcones, presuntos zetas o inocentes a quienes se llevaban para
extraerles información y en el camino dejaban la vida.
Bermúdez fue, quiéralo o no, el responsable
de la Fuerza Civil en el terrible sexenio duartista. Y cuando hubo evidencia de
los excesos, de los levantones, de la desaparición forzada, encubrió a sus
esbirros, a los matarifes que el 11 de mayo de 2015 dieron cuenta de Jhonit,
José Manuel, Roberto, Héctor Manuel y Eliaquim.
Bermúdez, quiéralo o no, fue cabeza del
operativo Blindaje Coatzacoalcos, así derivara las culpas en la Secretaría de
Marina del gobierno federal.
El Mando Único, apuntaba Capitán Tormenta, el
apelativo con que se le identificaba, tuvo el control del operativo. Y el Mando
Único tenía una cabeza, Luis Enrique Barrios Ríos, contralmirante de la Naval,
hoy director de la Policía Municipal de Coatzacoalcos.
Pero la judicialización del caso no apunta
hacia la Marina sino en dirección a la Fuerza Civil.
Sabido el caso, detonado el escándalo,
sacudido Coatzacoalcos por la oleada de aprehensiones ilegales, la desaparición
de personas, las marchas en las calles, el bloqueo de carreteras, las
imputaciones a la Fuerza Civil, la Fiscalía de Veracruz terminó por encubrir.
Su titular, Luis Ángel Bravo Contreras, alias
Fisculín, cerró los canales a la justicia… como en el caso de la barranca La
Aurora.
Nada hizo la Fiscalía en torno a la Fuerza
Civil, los esbirros de Bermúdez. Nada se movió en 2015 ni en 2016, cuando
renunció.
Hoy, el delito de desaparición forzada avanza
hacia 11 elementos de la Fuerza Civil. Faltan sus mandos, sus comandantes, sus
superiores jerárquicos. Falta Bermúdez. Falta Duarte. Falta Fisculín.
Y no, no son 11 policías implicados. Son 25 o
más. Y Duarte, Bermúdez, Bravo Contreras por auspiciar, ejecutar y encubrir el
peor episodio de terror en Veracruz con por lo menos medio centenar de
víctimas, cuyo rastro se perdió, sin saber, hasta hoy, dónde están.
De la desaparición forzada, ni Duarte, ni
Bermúdez, ni Fisculín se van a librar.
Archivo muerto
De ocho balazos, la vida de Armando Linares
se truncó. Lo mataron a mansalva, frente a su familia. Es el octavo periodista
asesinado en 2022. Había alzado la voz, reclamado justicia cuando su
colaborador, Pedro Toledo, murió a manos de dos sicarios, en Morelia. Linares
dirigía el portal en internet Monitor Michoacán. Lleno de rabia, lleno de
miedo, aquel 31 de enero, hace mes y medio, se indignaba por el crimen de Pedro
Toledo. La voz quebrada, a punto de las lágrimas, lanzaba un réquiem por el
compañero caído, ofreciendo no cejar, no ceder, presionar hasta dar con los
culpables. Y hoy el duelo es por él. Uno de los sicarios lo abordó y fingió
interesarse en los espacios de Monitor Michoacán, ofreciendo contratar
publicidad. Acompañó a Linares de las oficinas a su hogar, en Zitácuaro. Ahí le
vació el arma, asestándole ocho disparos, bala calibre 9 milímetros,
reglamentaria, de uso exclusivo del Ejército. Y estalló el escándalo. Al
velorio asistieron periodistas de Michoacán sin imaginar lo que habría de
ocurrir. Un hombre los encaró, sacó el arma y los forzó a abandonar la
funeraria. Horas después se anunció que Monitor Michoacán dejaba de operar.
Ocho periodistas asesinados en dos meses y medio de este 2022. Y ni así Andrés
Manuel López Obrador le baja a su constante asedio y descalificación a la
prensa. Y luego se prende cuando el Parlamento Europeo, Reporteros Sin
Fronteras, ONU Derechos Humanos, Artículo 19, Amnistía Internacional, Sociedad
Interamericana de Prensa, Comité para la Defensa de los Periodistas y decenas
de organizaciones más condenan el ambiente hostil, el clima de agresión, el
ambiente de alta vulnerabilidad generado por el discurso hostil al periodismo.
Ocho y contando… A los enanos de Morena, Ricardo Monreal les responde con frase
letal: “para mí es un timbre de orgullo que los corruptos y los violadores de
derechos humanos me ataquen; es señal de que estamos caminando”. Le zumba así a
los alfeñiques del gobernador Cuitláhuac García Jiménez, desde Claudia Tello
Espinosa y Rosalba Valencia, diputadas federales por Xalapa y Minatitlán, hasta
Armando Antonio Gómez Betancourt, Dulce María Corina Villegas Guarneros, Itzel
Alelí Domínguez Zopiyactle y Angélica Peña Martínez, que piden su expulsión de
Morena. Los enanos políticos lo quieren fuera de Morena por el “flagrante agravio”
de discrepar de Cuitláhuac, de enfrentarlo, de exhibir el atropello a la ley,
de mostrar cómo se fabrican culpables y se encarcela a inocentes en Veracruz.
Pero estas son las aristas del conflicto. En el fondo están las iras y las
furias de la secretaria de Energía, Rocío Nahle García, contra Monreal. Es ella
la mano que mece la cuna. Una filtración dada a conocer por el portal Latinus
da cuenta de los amarres de navajas que la zacatecana arma contra el senador.
Un chat en WhatsApp de ex diputados federales de Morena, en el que participa
Nahle, la exhibe como instigadora contra Ricardo Monreal. Es su ponzoña. Es
desaseada. Es rupestre, siempre dejando rastro de sus fobias contra sus
adversarios, Monreal en lo político, y contra los periodistas críticos, en lo
mediático, dando línea sesgadamente para el ataque y la denostación… Negocio
millonario, con la bendición de Xóchitl Arbesú, en la pista de hielo de
Coatzacoalcos. Muy solícita, la secretaria de Turismo del desastroso gobierno
morenista de Veracruz otorgó el contrato al entonces regidor electo en
Minatitlán, Juan Carlos Rosales Domínguez. El monto fue tres veces superior a
lo pagado por la instalación de la pista de hielo en Coatepec. Juan Carlos
Rosales Domínguez cobró 3 millones 200 mil pesos, mientras que la empresa
Inmobiliaria y Constructora Lomas de Santiago S.A. de C.V. cobró un millón 160
mil pesos en el municipio aledaño a la capital Xalapa. Lo peor fue que la pista
de hielo de Coatzacoalcos no congelaba y la secretaria Xóchitl Arbesú Lago no
atinaba a justificar el por qué. Primero lo atribuyó a las altas temperaturas
que se registran en el sur de Veracruz; luego, que por el frente frío que
tumbaba algunas lonas. La investigación periodística es de la autoría de Ángel
Cortés Romero para el portal en internet E-Veracruz (https://bit.ly/36x3c1V).
¿A cuenta de qué un regidor electo de Morena recibe un beneficio así, un
contrato millonario y, peor, un contrato con sobre precio, días antes de asumir
funciones en el cabildo de Minatitlán. ¿Quién está detrás del negocio? ¿Xóchitl
Arbesú? ¿Eric Cisneros, secretario de Gobierno? ¿el gobernador Cuitláhuac
García? ¿O es la mecánica de saqueo para ir nutriendo el cochinito para la
campaña de Claudia Sheinbaum, la corcholata de la sucesión, según calificativo
obradorista a la favorita, supuestamente, para la contienda por la presidencia
de México? Es, vía contratos, el robo a las arcas a todo lo que da. Morena
aprendió, y bien, el estilo de Javier Duarte… La número uno es Yajaira Tadeo
Rodríguez. De todo el cabildo de Coatzacoalcos, Yajaira tiene un poder oculto.
Tiene la bendición, el aval, el cariño del “vicepresidente municipal”, Samuel
Ordaz Ortega, el que pone e impone adeptos en cargos clave del ayuntamiento.
Yajaira pasó de secretaria y ayudante a regidora cuarta, haciendo trizas los
sueños de decenas de mujeres de Morena que aspiraban a ser inscritas en la
planilla que contendió por la alcaldía de Coatzacoalcos en 2021. Todas tenían
derecho pero no todas contaban con un padrino como Samuel Ordaz, el terrible
Samuel que desde la Secretaría del Ayuntamiento ejerce el poder. Otra de sus
fichas es Emir Sánchez Vázquez, regidor quinto municipal. Samuel dispone así de
dos votos en el cabildo, que no los tiene ni Obama. Así como la ve, en perfil
bajo, Yajaira detenta un poder que el vicepresidente municipal le quiso
obsequiar. ¿Enrique Villegas, Sandra Collins, Ángel Echevarría? Esos, frente a
Yajaira, son segundo nivel…
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