* Ultrajes a la autoridad es inconstitucional * Ni la maniobra en el Congreso de Veracruz le sirvió * Y Paty Yunes terminó siendo Paty Chaira * Roberto Pérez, títere de la mafia del deporte * Secretario de Seguridad vuelve a mentir * Samuel Ordaz, el reyecito de palacio * Narcolonas contra el director de la Policía Municipal de Coatza
Mussio Cárdenas Arellano | 03 marzo 2022
Tribuna
Libre.- Fue
uno, seco, demoledor, y Cuitláhuac yace en la lona, noqueado por la Suprema
Corte de Justicia de la Nación que declara inconstitucional el delito de
ultrajes a la autoridad, la Ley Nazi, atajando al rufián, desarticulando el
ardid con el que encarcela inocentes, siembra terror y reprime la libertad de
expresión. Y aún así, el gobernador vuelve a desafiar.
Marrazo legal, el obús de la Corte impacta en
el sátrapa de Veracruz y pulveriza al círculo de bribones —diputados infames,
jueces inicuos, presidenta del Poder Judicial servil, Eric “Amenazas” Cisneros,
“Defraudador” Gómez Cazarín, Hugo “Pistolas” Gutiérrez, Verónica “Espuria”— que
han atestado las cárceles con ciudadanos sin mancha, rivales políticos
incómodos, jóvenes que no se resistieron a la acción policíaca y/o aquellos que
protestaron por el abuso de la autoridad.
La Corte resuelve que el delito de ultrajes a
la autoridad, por su penalidad y por dejarse a la interpretación subjetiva
cualquier frase pronunciada por el ciudadano al servidor público, atropella sus
derechos e impacta en la libertad de expresión de la sociedad.
Fue un tecnicismo legal —dos palabras:
amenazar y agredir— lo que anuló la herramienta con que Cuitláhuac García y su
perniciosa banda han llevado a prisión a enemigos, rivales, políticos y
miembros de la sociedad que suelen alzar la voz.
La falta de claridad en la redacción del
artículo 331 del Código Penal de Veracruz ha servido para imputarle al
ciudadano agravios —reales o no— hacia la autoridad y con ello terminar tras
las rejas, en prisión preventiva mínima de seis meses y en muchísimos casos,
más.
Y bajo ese criterio se pronunciaron incluso
ministros vinculados al obradorismo que se supone debieron cobijar al
gobernador.
Margarita Ríos Farjat, ex titular del
Servicio de Administración Tributaria del gobierno de Andrés Manuel López
Obrador, expresó que cualquier expresión verbal o escrita pudiera considerarse
como amenaza.
“La apreciación a los verbos amenaza o
agresión —dijo—, tenían una incidencia directa en la libertad de expresión,
derecho que se veía vulnerado con la vigencia de este tipo penal”.
Arturo Zaldívar, presidente de la SCJN,
advirtió que “los límites de la crítica son más amplios para los servidores
públicos, lo que los coloca en un rol de mayor rigurosidad en sus actos y
dichos, de ahí que sí se vulnera el derecho a la libertad de expresión”.
Y cuestionó la profundidad el verbo
“amenazar”, incluido en el artículo 331, expresiones tuteladas por la
Constitución “tales como aquellas que no sean serias o creíbles, sino meras
expresiones carentes de una verdadera intención de dañar”.
¿Quién instruyó a ministros obradoristas a
acribillar al gobernador? ¿Qué mensaje se le envió?
El ministro ponente, Jorge Mario Pardo
Rebolledo, puntualizó que el texto invocado es “desproporcional” contra las
personas y criminalizan a la población, inhibiendo “de manera irrazonable” la
libertad de expresión.
Y así
la Suprema Corte reventó a Cuitláhuac.
Pero en el fondo hay más. Ataja la brutalidad
con que actúa el gobernador. Neutraliza el abuso de autoridad. Ata de manos a
policías que con sólo inventar que el ciudadano incurría en insulto o amenaza,
fincaba conductas contrarias a la ley. Bastaba mirarlos para ser remitido a la
cárcel.
Semanas atrás, Cuitláhuac García se enfrascó
en reyertas verbales, estridencia, ataques a periodistas y abogados, polémica
de arrabal defendiendo la maquinaria legaloide con las que sus policías han
encarcelado a 2 mil ciudadanos, acusados de ultrajes a la autoridad.
Hizo hablar a Isabel Romero Cruz, presidenta
del Poder Judicial, una vergüenza para Veracruz. La hizo catalogar de
“aberrante” dejar a la Policía “desamparada”:
“Comparto con el señor Gobernador. La verdad
es indignante lo que quieren hacer. Nosotros que conocemos que tiene años de
existir ese delito no es posible que muchos ciudadanos y abogados estén
abogando porque se derogue ese delito. Qué va a ser de la policía”.
Infame, indigna, no se sabe de qué policía
habla Isabel Romero. La que sufre el pueblo, agravia. La que padece Veracruz es
la que siembra armas y droga. Es la que patea a empleados en una bodega y les
colocan bolsas de plástico en la cabeza hasta el punto de la asfixia, como
consta en videos. Son esos policías los que insultan, agreden, arremeten contra
la prensa en Coatzacoalcos y les roban sus teléfonos celulares. Y luego baja el
secretario de Seguridad, Hugo “Pistolas” Gutiérrez Maldonado, ofreciendo que
sus pillastres tomarán cursos de respeto a los derechos humanos.
¿Qué va a ser de la policía?, se pregunta la
infausta Isabel Romero Cruz, presidenta del Poder Judicial. Seguir
delinquiendo. Es la tarea medular encomendada por el gobernador.
Dos días antes de sentir la misil de la
Suprema Corte, remitió una carta a los ministros arguyendo que sería un
desastre declarar inconstitucional el artículo 331 del Código Penal porque
abriría las puertas de las cárceles a miles de presuntos delincuentes.
Antes había expresado que si se derogaba esa
figura delictiva, “alguien” sería culpable de la libertad de capos de la
delincuencia organizada. Aludía al senador Ricardo Monreal, también de Morena,
quien escaló el tema y al final hizo trizas al gobernador.
El
domingo 27, los nervios de Cuitláhuac andaban al máximo, crispados, a punto del
colapso. Ese día, en sesión extraordinaria, el Congreso de Veracruz modificó
dos apartados del artículo 331 del Código Penal. Una treta más.
La reforma fue burdo maquillaje. No mueve una
letra, una línea, una coma sobre la penalidad.
Votó Morena a favor. La runfla legislativa
secundó al sátrapa de palacio. Su guía, Juan Javier Gómez Cazarín, el que
enfrenta denuncias por fraude en la venta de vehículos, su antiguo oficio, el
que entregaba automóviles sin documentación, el que suscribió un pagaré que no
ha querido saldar, el que ordena al juez Cristóbal Hernández Cruz, en
Coatzacoalcos, dar por caducado el juicio en su contra, violando la ley,
consumó el autoengaño.
Su voto sirvió de poco y para nada. Al
mantener vigente la penalidad arbitraria y excesiva, la pandilla morenista
impuso su aplastante mayoría… sólo por unas horas.
Un día más tarde, el lunes 28, la Suprema
Corte destrozó el juego maniqueo de Cuitláhuac. Reventó la Ley Nazi. Lo pescó
por una redacción confusa, imprecisa, advirtiendo que “amenazar” y “agredir”
son términos ambiguos y que vulneran la libertad de expresión.
Tildó de “irrelevante” la reforma realizada
por el Congreso de Veracruz y asestó el golpe.
La Corte habla entre líneas. Nos dice que el
gobernador no es gobernador; es un delincuente que tiene la tarea de encarcelar
inocentes, de reprimir disidencias, de abusar del poder. Y se ha valido de una
reforma al Código Penal arbitraria, excesiva, su Ley Nazi, la Ley de Herodes
del gobernador.
Ahora Cuitláhuac va por más. Modificará el
delito de ultrajes a la autoridad, creará otro con penalidad semejante y
continuará la represión. ¿Sabrá que el desacato se paga con destitución?
Viene una nueva iniciativa, igual de sucia,
igual de arbitraria, para embestir y reprimir a la sociedad.
No capta, no asimila, no entiende que el
enemigo ya no es Monreal, ni Franco, ni Nicolás Ruiz, ni Goyo Gómez, ni Azucena
Rodríguez, ni los miles de ciudadanos encarcelados usando el delito de ultrajes
a la autoridad. Su enemigo es la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Tanto defendió su Ley Nazi hasta que perdió
la razón.
Luego perderá la libertad.
Archivo muerto
“Fuera máscaras” y Patricia Lobeira muestra
su lado chairo. Dialoga y festina un acuerdo con Roberto Zenyazen Escobar, el
striper que despacha como secretario de Educación en Veracruz y que no deja de
ser el favorito en el reino de Cuitláhuac García Jiménez. Lo disfrazan de ayuda
para rehabilitar planteles escolares en el municipio de Veracruz, que Pati Yu
preside. Ese es el rollo. Lo que hay en el fondo va más allá. Patricia Lobeira,
esposa de Miguel Ángel Yunes Márquez, y el alfil del gobernador, en imágenes
que dicen más que mil palabras. El yunismo azul que tanto denostó al Chapito
Guzmán Avilés, a Julen y Bingen Rementería, a medio PAN en Veracruz,
llamándoles traidores, serviles a Morena y al gobernador, ahora se exhibe
tendiendo puentes hacia el morenismo. “Viejo guango”, le llamó el esposo de
Pati Yu a Andrés Manuel López Obrador. “Estúpido”, le dijo Fernando Yunes,
cuñado de Pati Yu, a Cuitláhuac García. Y ahora Pati Yu, o sea Patricia Lobeira,
es enviada a exhibir que el yunismo azul ya coquetea con el morenismo que los
echó del poder. Paty Yu se vistió de Paty Chaira. Indigno papel de unos y
otros. La batea es grande. El lodazal apesta. Y a todos se les ve sonreír… Al
paso del gobernador, la protesta. Roberto Pérez, alias El Ganso, es un títere
de la mafia de la Comude. El Ganso no ve por su gente. El Ganso permite el
despido de 50 empleados. Y son de Morena. Y se metieron con todo en la campaña
de Amado Cruz Malpica. Y al final, no les dan trabajo. Pancartas en mano,
Roberto Pérez López, titular de la Comisión Municipal del Deporte en
Coatzacoalcos, fue exhibido y denostado. Los vio el gobernador de Veracruz,
Cuitláhuac García Jiménez, así fuera por un instante, y a las puertas del
palacio municipal siguió la protesta. “Roberto Pérez López, títere de la
Comude. Pon orden y retira a los corruptos (Alfredo Toledo, Raymundo Bautista,
Roberto Valderrama)”. Y la queja por dejarlos sin empleo, luego de haberse
metido de lleno en la campaña de Morena y operar el voto para el hoy alcalde,
Amado Cruz Malpica. Don Mitotes, Roberto Pérez, alias El Ganso, una vez más
dando de qué hablar. Como en el ayuntamiento de Víctor Manuel Carranza Rosaldo,
cuando duró apenas un mes como director de Comunicación Social y fue degradado
a subdirector, o sea a no hacer nada y dedicarse a cobrar. Otro producto Nahle,
de mala calidad… Hugo Gutiérrez sabe que en Coatzacoalcos hay secuestros pero
le gusta mentir. Presume un año sin plagios, delito en el que el viejo Puerto México
estuvo en el top ten nacional. Presume lo que no es. O, mejor dicho, pregona
una mentira. El secretario de Seguridad Pública de Veracruz llegó a
Coatzacoalcos y se fue de la lengua, justo cuando un joyero fue secuestrado en
su negocio, frente al palacio municipal. Horas después, se pidió el rescate.
Más de 80 mil pesos. Nadie en la familia contaba con esa suma. Horas cruciales
mientras la angustia cundía. Y la Policía, la Fiscalía, Antisecuestros, todos
al margen. Así hasta que el acuerdo se dio. El dinero se llevó a un sitio
preciso. El joyero sería entregado “allá por un lugar que le llaman Chedraui
3”. La víctima no fue abandonada ahí sino un kilómetro más al poniente de
Coatzacoalcos, sin recursos ni para tomar un taxi. Volvió de “aventón” pero, por
fortuna, volvió. ¿De dónde son los plagiarios que apenas si ubican Chedraui 3,
un sitio de sobra conocido para quienes habitan la ciudad? ¿Y de dónde saca el
secretario de Seguridad, Hugo Pistolas, que Coatzacoalcos lleva más de un año
sin secuestros? Los hay pero no se denuncian. Los hay y las familias prefieren
callar, arreglarse con los verdugos y evitar las represalias. Esa es la
realidad… Samuel Ordaz quiere ser el reyecito de palacio. Es su ideal. De ahí
las ínfulas de alcalde bis de Coatzacoalcos, incrustando a cuanto descalificado
puede en la nómina municipal. Samuel Ordaz, por cuyas venas corre sangre
priista —el marcelismo le viene de su padre, Arturo Ordaz Gallegos, alias El
Procu, mano derecha de Marcelo Montiel— va resucitando cadáveres políticos como
si fuera mesías tropical. Algunos de sus muertos ya apestan, no por la
descomposición natural de las tripas sino por las corruptelas que
protagonizaron en el pasado mediato en el ayuntamiento de Coatzacoalcos. El
reyecito de papel incrusta peones en Obras Públicas, Desarrollo Urbano,
Catastro Municipal. Samuel Ordaz se siente Amado Cruz Malpica sin serlo. Nadie
votó por vival pero desde la Secretaría del Ayuntamiento intenta ser el poder
tras el trono. Su plan es mimetizar, fundir, aparear al PRI con Morena, más de
lo que ya el PRI le succiona al partido de López Obrador. A ese paso, Samuel,
el reyecito de palacio, terminará echando a las huestes morenistas y que el
marcelismo se adueñe de los espacios clave en el ayuntamiento de Coatzacoalcos…
Los narcos también lloran. Y reclaman. Y amenazan. Le dan su bienvenida a Luis
Enrique Barrios Ríos, director de la Policía Municipal, con una triada de
narcolonas en que le cantan bronca. “Piensas que porque vienes de Morelos y que
le trabajaste los Beltrán Leyva no te
puede cargar la v…ga”. Y le siguen: “Pues ya verás que aquí en el sur la plaza
ya tiene dueño y te vas a alinear o te alineamos junto con tu perro faldero,
Jorge Javier Quijano Ríos, maldito pelón. Así que sigan buscando paro con otra
gente, les vamos a partir su madre. Así que pónganse bien v..gas porque ahí les
llegará su aviso pronto. Z Vieja Escuela”. ¿Será porque desarmó a 445 policías
que carecían de permisos de la Secretaría de la Defensa Nacional o cuyos
trámites no habían concluido? ¿Qué nivel de penetración tiene el crimen
organizado en la Policía Municipal de Coatzacoalcos? Las narcolonas aparecieron
en diversas avenidas de la ciudad y se ve exhibiéndolas para la foto del
recuerdo a elementos de seguridad…
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