* ¿Le mintió al presidente? * Le aguantaron excesos y frivolidad * AMLO abrió la boca y lo mató * Veracruz y sus muertas * El feminicidio no para * A la mala, Rocío Nahle regatea la agencia municipal de Villa Allende * Quiere a Yolanda Sagrero como candidata de unidad * Maritza, abre la boca y se enreda más
Mussio Cárdenas Arellano | 04 mayo 2022
Tribuna
Libre.- A
todo sobrevivió Sergio Gutiérrez Luna. A sus disparates y excesos, al
protagonismo desbocado, a la obsesión por insertarse en la sucesión de Veracruz
y hasta al insulto de usar el salón de plenos de San Lázaro como cancha de
futbol. Así hasta que la lengua floja de López Obrador lo mató.
Gutierritos se volvió nada en un click.
Concluyó sus días presidiendo sesiones en la Cámara de Diputados, dispensando
entrevistas, lanzando denuestos, tramitando denuncias contra consejeros del
Instituto Nacional Electoral, arrogándose funciones más allá de lo que la ley
le da, olvidando el equilibrio y los consensos, saltándose la trancas como un
paranoico sin bozal y reculando cuando Andrés Manuel exhibió de viva voz su
desacuerdo con la acción penal. Y entonces el peón dio marcha atrás.
A Gutierritos se le aplicó la caducidad.
Amaneció el 30 de abril sabiendo que su tiempo en la presidencia de la mesa
directiva de la Cámara de Diputados llegaba a su fin, que el lucimiento fenece
cuando no hay luz propia, que el cargo vale mientras se está en él, que al
concluir el período ordinario de sesiones inicia el receso formal, que entra en
funciones la Comisión Permanente, presidida por Olga Sánchez Cordero, y que ya
no volverá a ser figura ni el enemigo a vencer.
Se fue con la vergüenza a cuestas y la cola
entre las patas, exhibido por partida doble, la de López Obrador y la de Rubén
Moreira, líder de la fracción del PRI en la Cámara de Diputados, uno de los
artífices del desenlace adverso, funesto, la amarga derrota para el obradorismo
que tuvo la encomienda se sacar la reforma eléctrica y no la pudo cuajar.
El presidente balconeó al tal Gutiérrez.
Exhibió su novatez. Lo mostró torpe. Refirió López Obrador que Gutierritos le
había revelado que el PRI ofreció votar a favor de la reforma eléctrica y a la
hora de la hora no cumplió. Andrés Manuel pidió saber quién había formulado tal
compromiso. “Moreira”, respondió Gutiérrez Luna.
Horas después, Rubén Moreira refutaba y
exhibía a Gutiérrez Luna. Tildó de falsa la aseveración y le recomendó tomar su
balón e irse a Veracruz.
¿Acaso Sergio Gutiérrez Luna era el
interlocutor válido para cabildear y pactar el voto priista a favor de la
reforma eléctrica? ¿Dónde dejó a Ignacio Mier, coordinador de la fracción de
Morena en la Cámara de Diputados? ¿Se saltó las trancas? ¿O simplemente le
mintió a López Obrador?
La anécdota, obra de la lengua floja y larga
de Andrés Manuel, retrata a Gutierritos: o es torpe, o es ingenuo, o suele
mentir. Y mentirle al presidente en política es pecado capital.
Un año al frente de la mesa directiva de la
Cámara de Diputados confirma que cuando el chivo es loco destruye la
cristalería. Gutierritos —apodo de la autoría del colega Jorge Luis Torres
Marcos— pasó de grillar en Minatitlán, su tierra de origen aunque sólo unos
cuantos lo conozcan, a recorrer Veracruz deslizando el rollo de acarrearle
presupuesto, desarrollo y bienestar.
Vulneró el proyecto de López Obrador para
Veracruz, sacudiendo los enclaves de Rocío Nahle, cuyos números decaen,
desgastada por las transas y corruptelas en la refinería de Dos Bocas, el
disparo en el costo de construcción, los 5 mil millones de pesos en el primer
contrato a Juan Carlos Fong, cuya empresa carga un historial de trastadas a
Petróleos Mexicanos, y el impulso a un energético contaminante cuando el mundo
gira hacia las energías limpias.
A Sergio Gutiérrez Luna le abrieron los brazos
empresarios, constructores, maestros y los otrora aliados de Rocío Nahle, el
priismo en pleno, el fidelismo y el duartismo que van a todas con tal de
permanecer en el poder.
En cambio, a Gutierritos se le fueron encima
Cuitláhuac García y Eric Cisneros. El gobernador recomendaba que se dedicara a
revisar el presupuesto federal para allegarle beneficios a Veracruz, pero lo
más lejos de Veracruz, y el secretario de Gobierno con su estilo de peleador
callejero, pendenciero y hocicón, al grado de llamarle “mequetrefe”.
Pues el mequetrefe no paró. Se dio cuerda
solo y le dio cuerda a su prensa, corifeos que imaginaron hallarse ante el
nuevo mesías tropical, ensalzándole embustes y ocurrencias, alardes que
irritaron en palacio nacional.
Gutierritos no tiene alcances políticos pero
los compra a bajo precio. Unos tamales, un café, los volovanes y así logró
cooptar a una prensa que supuso podría comer las migajas de Cuitláhuac y a la
vez las sobras de Gutiérrez Luna.
El doble cobro se esfumó pronto ante la orden
tajante de suspender los convenios de publicidad con el gobierno de Veracruz a
quienes le concedieran espacio al célebre Gutierritos. Y entonces se le mutiló
de fotografías, videos y reseñas.
Las veladores que le prendió su prensa se han
consumido. Queda el humo y el recuerdo, las loas y la alabanza impresas, en
audios, en imagen. Quizá persistan hasta agosto cuando la Cámara de Diputados
sea presidida por Santiago Creel, del PAN.
Las andanzas del chivo loco son históricas.
Una, cuando siendo presidente de la Cámara de Diputados, se acreditó como
representante de Morena ante el Instituto Nacional Electoral a fin de rebatir
los criterios sobre la revocación de mandato.
El 30 de septiembre de 2021, Gutiérrez Luna
provocó una sacudida en el INE. Aquello fue inédito. El representante del
Partido de la Revolución Democrática, Arturo Prida, lo repudió así:
“¿Cómo hubiera sido la reacción de su partido
político si cualquier otro presidente de un poder como es la Cámara de
Diputados del Congreso de la Unión hubiera aparecido en una discusión de este
Consejo General como representante de su partido político? Sé que es un asunto
que no está prohibido, la ley no dice, pero es asunto de ética”.
Y agregó:
“Él no representa a su partido político ni a
su bancada, él representa a la Cámara de Diputados del país, a los 500
diputados, al Poder Legislativo, no a los de su bancada. Su presencia aquí,
lejos de ser ilegal, es inmoral”.
Gutierritos es limitado pero lo suple con
audacia. Cuando seis consejeros del INE aprobaron posponer la fecha de la
revocación de mandato, interpuso denuncia penal ante la Fiscalía General de la
República. Imaginó que López Obrador se lo habría de agradecer.
Una frase, un misil, y Andrés Manuel casi le
quita el alma. No compartió el presidente la decisión de tomar la vía penal
contra los consejeros electorales. Y Gutierritos tuvo que recular.
Luego armaría circo en Minatitlán,
movilizando medio centenar de diputados federales —Patricia Armendáriz, el papá
del corredor de autos Fórmula Uno, Sergio Pérez—; un aplaudidor abyecto,
Antonio Attolini; algo de prensa y los cirqueros de la mañanera, Lord Molécula,
entre otros. Hubo desayuno, rollo a favor de la reforma eléctrica que
finalmente fue desechada, baile, foto, video. Y su prensa con cargo al
presupuesto de la Cámara de Diputados reseñando el show.
Nada, sin embargo, como la cascarita con Luis
Hernández, ex futbolista, ex seleccionado nacional, en el salón de sesiones de
San Lázaro. Uno dominando el balón, disparando, y el otro, en la tribuna,
atajando.
Grotesco, irrespetuoso, Gutiérrez Luna
recibió una andanada, reclamos, burlas y mentadas y el amago de ser llevado
ante el Comité de Ética de la Cámara. Agravió un recinto oficial, la máxima
tribuna del país, con un alarde de frivolidad e insensatez, comparable sólo con
las grescas entre panistas y perredistas-obradoristas en 2006. El chivo loco
arrasando la cristalería.
Si así piensa gobernar Veracruz, no quedará
nada en pie.
Pudo sobrevivir a sus disparates y excesos,
al protagonismo desbocado, a la obsesión por insertarse en la sucesión de
Veracruz y hasta al insulto, la frivolidad de usar el salón de plenos de San
Lázaro como cancha de futbol. Pudo sobrevivir políticamente porque Morena lo
quiso ahí.
A lo que no sobrevivió fue a la lengua floja
de López Obrador, al balconeo, a la ingenuidad de haber imaginado que el PRI
validaría la reforma eléctrica o a la audacia de mentirle al presidente.
Y
llegó el click. Andrés Manuel abrió la boca y políticamente lo mató.
Archivo
muerto
Veracruz naufraga en un mar de angustia,
dolor, muerte, el feminicidio in crescendo. Dicen que las cifras son frías pero
cómo arden. Y si no, cómo duelen los 28 feminicidios y 28 homicidios de mujeres
de enero a marzo de este 2022, según cifras del Observatorio de la Universidad
Veracruzana. Y cómo indigna el ataque que le costó la vida a Juana Ovando de
los Santos, activista por los derechos de la mujer, joven de 21 años con ansias
de estudiar, con compromiso social. No murió, dicen los colectivos, la mató su
vecino. La hallaron en un baño de su hogar, atacada en la cabeza presuntamente
con un martillo y sufrió heridas de arma blanca. Se detuvo al presunto agresor,
un vecino, maestro, originario de Orizaba, con el que presuntamente había
ocurrido un conflicto. Procedente de Agua Dulce, municipio al sur, se instaló
en Xalapa. Trabajaba para labrarse un destino. Tenía en mente ingresar a la
Universidad Veracruzana. Destacaba en las lides juveniles del sector popular
del PRI. Y de pronto su muerte. Su familia, los colectivos, sus amigos, la
sociedad demanda, exige justicia para Yohana Ovando, como era conocida en
redes. Que no sea una cifra más en la estadística de violencia. Son 28
feminicidios y 28 homicidios de mujeres de enero a marzo, y otros ocho crímenes
de mujeres en abril. Veracruz naufraga en un mar de violencia que no se ha
podido frenar… A la mala, Rocío Nahle va de nuevo por la agencia municipal de
Villa Allende. Se vale del chismorreo, la intriga, la infamia, la presión
política sobre el Tribunal Electoral de Veracruz. En breve se resolverá la
impugnación interpuesta por su pupila, Yolanda Sagrero, y todo indica que la
elección será anulada. Así pues, funcionan las tretas de una maniática del
poder. Habrá nueva convocatoria. Lo que no habrá serán contendientes. Salvo
Yolanda Sagrero, no se sabe quién se inscriba ante la Junta Municipal
Electoral. Yolanda Sagrero va de casa en casa pregonando que la elección se
habrá de repetir y ella —¡faltaba más!— será la próxima agente municipal de
Villa Allende. A Yolanda Sagrero la impugnaron por el uso de la imagen del
presidente Andrés Manuel López Obrador en dos vehículos con leyendas alusivas a
la revocación de mandato. Yolanda Sagrero carga un historial nefasto, desvío de
recursos, uso indebido del servicio público, usurpación de funciones, lanita a
asociaciones civiles de las que no enteró al cabildo de Coatzacoalcos cuando
fue directora de Contabilidad en el ayuntamiento que encabezara el morenista
Víctor Manuel Carranza Rosaldo, y 5 millones de pesos para la Universidad
Politécnica de Coatzacoalcos que maneja como si fuera de su propiedad. Si le
cuaja, si los contrincantes no participan y si no se llevan el caso al Tribunal
Electoral del Poder Judicial de la Federación, Rocío Nahle habrá arrebatado la
agencia municipal. A la mala, como el Peje de Macuspana. Maniática, pues…
Maritza, la torpe Maritza, abre la boca y se enreda más. Maquilla la trastada
de haber galardonado a un fantasma, asignarle el premio al diseño de los 500
años de la fundación de la Villa del Espíritu Santo, antecedente indirecto de
lo que hoy es Coatzacoalcos, y hacerlo merecedor a 60 mil pesos, recurso que
proviene del peculio municipal. De inmediato sobrevino el escándalo. Se
multiplicaron las voces que advertían un plagio, o el uso de plantillas
prefabricadas con herramientas de diseño digital. No era un diseño original. Y
ardió Troya. Y el autor, Claudio Jaramillo Zapata, simplemente no apareció.
Cerró cuentas en redes sociales y se esfumó. O simplemente nunca existió. Nada
amainó el vendaval. Ni siquiera que el ayuntamiento haya retirado el premio y
convocado a un nuevo certamen, que volvió a declarar sin ganador, pudo calmar
los ánimos. Peor cuando a Maritza Mijares Díaz, directora de Turismo Cultural,
se le señaló como parte de un amaño en el que surgió el nombre de Raziel Tamayo
Mortera, hijastro del alcalde Amado Cruz Malpica. Y cuando el infierno continúa
avivándose, Maritza tiene la genialidad de redactar un texto impregnado de
soberbia y lo monta en su espacio de Facebook. Gracias le da a los amigos que
la respaldan con mucho amor, y gracias a los que la hacen pedazos. Y todavía se
le ocurre afirmar que le dan lástima. La soberbia es pecado capital. Y se
agrava cuando al escándalo del logo plagiado y el diseñador fantasma se agrega
saber que las Mijares son beneficiarias del influyentismo: Maritza es directora
de Turismo municipal; Tania Pamela, su hermana, es directora de Atención y
Participación Ciudadana, y su mamá, Raquel Díaz Páez, es directora del DIF. La
triple designación es un error, pero lo del logo es cosa aparte. Despide tufo a
corrupción, el primero de la naciente administración municipal en
Coatzacoalcos. Y así seguirá mientras no aparezca y dé la cara Claudio
Jaramillo, y demuestre que no es un fantasma…
mussiocardenas_arellano@hotmail.com