José Miguel Cobián | 15 septiembre 2022
Tribuna
Libre.- Hoy
14 de septiembre de 2022 sucedió algo fuera de lo común. Una persona que admiro mucho y con la que
jamás había cruzado palabra, me llamo con motivo de un comentario que realicé
en un chat en el ambos participamos.
La feliz coincidencia (de participar ambos en
el chat y de generar el interés de llamarme en esa persona), derivó en una
llamada telefónica que fue más allá del simple comentario.
Como ambos estamos interesados en la
historia, en la economía, en la política y en el rumbo que debe llevar el país,
comenzamos a platicar sobre distintos temas, y llegamos a uno que me pareció de
suma importancia, por eso comparto esta reflexión con mis escasos lectores.
¿Cuál es la diferencia entre los animales y
el ser humano? Recordemos que incluso
las plantas, nacen, crecen, se reproducen y mueren. Si en eso somos iguales, vegetales, animales
y seres humanos, seguramente debe de haber algo que genere una diferencia.
Algunos dirán que esa diferencia es el
conocimiento de lo finito de nuestra existencia. Ya que las plantas y los
animales no perciben el concepto de muerte.
Sin embargo, los avances científicos nos han llevado a considerar que
animales superiores si comprenden el concepto de muerte. Se ha observado a
elefantes presentando sus respetos al cadáver de un miembro de la manada, por
poner un ejemplo.
También se ha visto un comportamiento que
podemos interpretar como tristeza en muchas especies de mamíferos, cuando
pierden un miembro de su grupo, y es de todos conocida la historia de Hachi el
akita japonés que día con día regresaba a la estación de tren a esperar a su
amo. O de perros que visitan diariamente la tumba de sus amos.
Así que el concepto de muerte quizá no sea el
que en definitiva separe al homo sapiens del resto de los seres vivos
conocidos. Por ello se han buscado otras respuestas: el lenguaje, la
inteligencia, la cooperación inter especie, pero de todas estas características
encontramos ejemplos en el mundo animal, conforme avanza la ciencia y la
capacidad de entender el comportamiento de los seres que nos acompañan en este
viaje espacial en la nave que llamamos Tierra.
De ahí, parece que nos queda la vocación de
trascender. El dejar un legado que beneficie a otros seres, ya sea de nuestra
especie o simplemente a otros seres vivos.
Si bien se ha demostrado que los primates tienen una cultura incipientes
en la cual, algunos grupos desarrollan ciertas tecnologías rudimentarias, que
pasan a formar parte de la cultura del grupo, y que no existe en otros grupos de
primates. Y también se ha demostrado que
la comunicación de las ballenas varía en función del grupo o tribu al que
pertenecen, la gran diferencia que tenemos los seres humanos es la construcción
de la civilización y el bienestar en los hombros de aquéllos que nos han
precedido.
Quién inventó la rueda trascendió. Quienes descubrieron la posibilidad de
sembrar y cosechar plantas trascendieron.
Quienes descubrieron como fabricar bronce o hierro, trascendieron. Aquéllos que descubrieron que la estrella
polar o la cruz del sur podían servir de guía para los viajeros trascendieron.
Sin importar si sus nombres son recordados por la historia o no, todos aquéllos
seres humanos que al morir dejaron un mundo mejor, son seres humanos que han
trascendido a su propia vida temporal.
Es verdad que la inmensa mayoría de los seres
humanos únicamente vive su vida lo mejor que pueden sin pensar siquiera en
dejar un mundo mejor. Lamentablemente esos seres humanos tuvieron una vida
inútil. Todas las religiones hablan de
amor al prójimo, tal parece que es el objetivo primordial, el lograr una
convivencia pacífica y fructífera entre los seres humanos.
No se ha logrado la convivencia pacífica, las
guerras, los abusos, el egoísmo, son la prueba fehaciente que el ser humano no
ha podido ser tocado en su corazón y en su cerebro por ese amor al
prójimo. Sin embargo, hay muchos seres
humanos pacifistas, respetuosos, que tratan de actuar con justicia y que
enfrentan el mal comportamiento de otros seres humanos, es decir, ofrecen
resistencia al mal.
En cuanto una existencia fructífera, también
implicaría que la generación que nos suceda, viva mejor que la actual, y si hoy
comparamos la vida de casi el 99% de los seres humanos, hoy viven mejor que
hace mil o dos mil años. Ese bienestar se ha logrado gracias a que la cultura
humana y el conocimiento se construyen sobre los cimientos de las generaciones
anteriores, y así, dando tumbos, el ser humano va mejorando su vida, generación
tras generación.
Hacer algo hoy que va a beneficiar a las
generaciones actuales y futuras es trascender. Ya sea un descubrimiento
científico, frenar al mal en la medida de nuestras fuerzas, mejorar la vida de
quienes nos rodean, de nuestros compatriotas o de toda la humanidad, -según la
capacidad y oportunidad de cada quién- es trascender. Algo que todos los seres
humanos deberíamos buscar y sobre todo lograr, más allá de nuestra propia
subsistencia.
elbaldondecobian@gmail.com
@jmcmex
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