* El regidor encarcelado es afín a Adán Augusto * La alcaldesa amenaza; Eric Cisneros la encubre * Presión a ediles para que no exijan desaparición de poderes * “El Pino”, acribillado con su familia * Fuerza por México había conminado a Cuitláhuac a dejar de criminalizar políticos * Negocio de grúas donde desaparecen y matan personas
Mussio Cárdenas Arellano | 25 ene. 2023
Tribuna Libre.- Ya sólo falta que los ediles sean levantados, que sean mutilados, que sean embolsados. Porque las amenazas se van cumpliendo y a los enemigos se les persigue, se les acosa y se les refunde en las cárceles. Y ahí, en Sayula, prevalece el clima terror.
Ya sólo queda que se
lleven a sus hijos, sus parejas, sus padres, amedrentándolos y vejándolos, y
así someter al síndico y regidores y así hacerlos cómplices de la alcaldesa
Lorena Sánchez Vargas.
Al regidor Abimael
Merino de los Santos se la aplicaron desde el seno de Morena, su partido, no
por cuestiones legales, ni por ser repelente a la justicia. Lo entambaron por
una venganza, urdida por el secretario de Gobierno, Eric “Bola 8” Cisneros, por
andar metido en el proyecto presidencial de Adán Augusto López Hernández y no
en el de Claudia Sheinbaum.
Le imputaron dos
delitos y fueron por él. La Fiscalía que comanda la espuria Verónica Hernández
Giadáns, de la cuadra política de Cisneros Burgos, lo detuvo por violencia
psicológica y violencia de género contra la alcaldesa de Sayula.
A la par, diseminaron
en redes sociales y medios adictos al atole de la Cuarta Transformación que
Abimael Merino estaba imputado por haber orquestado la toma del palacio municipal,
hace tres semanas, a manos de empleados que reclaman el pago de cinco quincenas
de salario y el aguinaldo de 2022. Eso esparcieron pero oficialmente no fue
así.
La madrugada del
lunes 16, Lorena Sánchez Vargas se quiso vestir de luces. Se creyó Manolete.
Sintió que podía con el toro y el toro la hizo volar. Envió a sus porros a la
sede municipal. Iban encapuchados y armados con machetes, palos y tubos. Hay
versiones que incluso llevaban pistolas. Los comandaba Modesta Clemente,
operadora de la presidenta municipal.
Aquello fue un
asalto. Un asalto fallido. O ir a ciegas tras el enemigo.
Los que iban a
apalear arremetieron sin distingo. Más de una decena de mujeres fueron
brutalmente golpeadas, pero resistieron. Se defendieron y repelieron el ataque.
Al final, los agresores se largaron cargando la humillación. Y la que arengaba
a los porros, Modesta Clemente, al primer embate aullaba pidiendo ayuda. Los
videos registraron el nivel de violencia.
Y la Fuerza Civil,
brazo represor de la Secretaría de Seguridad Pública de Veracruz, sólo
observaba, sin intervenir, con pasividad cómplice.
Morena contra Morena
en toda su expresión.
Un día más tarde
—enero 17—, Abimael Merino fue aprehendido en Xalapa mientras desayunaba. Los
esbirros de la fiscal espuria le ejecutaron una orden de aprehensión por
violencia psicológica y violencia de género ejercido contra la vesánica Lorena
Sánchez Vargas, la que a diario amenaza.
Se dijo entonces que
no paró en la cárcel por algún agravio a la alcaldesa sino por la toma del
palacio municipal, por resistir el ataque de los porros, por no ceder.
Pero hay un factor
más, el de mayor peso: Abimael Merino, militante de Morena, promueve el
proyecto de Adán Augusto López Hernández y no el Claudia Sheinbaum Pardo, jefa
de Gobierno de la Ciudad de México y corcholata número uno del mesiánico López
Obrador.
Un repaso por sus
redes sociales lo retrata como fan de Adán Augusto. Difunde sus palabras, sus
giras, sus encuentros políticos, la campaña anticipada del secretario de Gobernación.
Lo muestra en Boca
del Río, en la plataforma Diálogos Ciudadanos, hablando de reforma electoral.
Comparte eventos del sindicato minero, en Sonora. O en la Ciudad de México, en
el Colegio del Notariado. O en Puebla, en Oaxaca, o en la conferencia mañanera
con Andrés Manuel.
Todavía el 11 de
enero, a las 7:03 de la mañana, Abimael Merino se veía sonriente junto a Adán
Augusto López Hernández. Se tomó una selfie y la subió a Instagram. Y la
redondeó: “Que siga López porque estamos Agusto”.
No tardaría en sentir
la ira de Bola 8, la fuerza bruta, el aparato de poder sobre él.
Abimael Merino fue
uno de los ediles, junto con el síndico Bartolo Grajales Lagunes, y los
regidores Alicia María García Cruz, Zoila García Wandestrand y Juan Manuel Symor
Gómez, que suscribieron el documento con el que renuncian a sus cargos y le
piden al Congreso de Veracruz la desaparición de poderes en Sayula de Alemán y
la instalación de un concejo municipal.
Sin ellos y sin sus
suplentes, no hay cabildo. Y procede la extinción del ayuntamiento. Y en ese
punto Eric Cisneros pierde el control de ese territorio, zona donde se trasiega
droga a morir.
Sayula es el desvarío
total. Morena, sus enanos políticos, Cuitláhuac y Bola 8, Lorena Sánchez Vargas
y la fiscal espuria, Verónica Hernández Giadáns, conjugando la mentira con la
maniobra, el amago con la amenaza, la represión con la privación de la
libertad.
Y se multiplican los
daños colaterales. A unos los asesinan, a otros los encarcelan.
El primero fue
Octavio Acosta, secretario particular de la alcaldesa Lorena Sánchez, ultimado
el 28 de febrero de 2022 cuando realizaba un operativo para reubicar
comerciantes. La presidenta municipal le atribuyó el crimen a un periodista de
Acayucan, al que nada le pudo probar.
Al tesorero, Rafael
González Cárdenas, le hicieron un montaje, aprehendiéndolo en la carretera que
va de Acayucan a Sayula, el 6 de diciembre de 2022, sembrándole armas y droga,
llevándolo a un sitio olvidado y obligándolo a disparar contra una patrulla de policía.
Medio día estuvo desaparecido junto con su escolta. Y al final fue presentado
bajo cargos que lo mantienen en prisión.
Rafael González se
había opuesto a que la alcaldesa metiera mano al cajón. Y en una de esas se
descubrió que la protegida de Eric Cisneros abrió cuentas bancarias con
documentos apócrifos y firmas falsas. De ahí derivó el montaje y la aprehensión
de Rafael.
Lorena Sánchez Vargas
pretendió entonces imponer un tesorero a modo. El resto del cabildo se lo
impidió. Eligieron para el cargo a una profesional solvente. La alcaldesa se
negó a firmar el nombramiento y de inmediato cayeron sobre los familiares
amenazas y denuncias penales.
No hay día que Lorena
Sánchez Vargas no invoque el nombre de Eric Cisneros, su protector. No hay día
que no difunda fotografías con él. Y no hay día que, en su nombre, no amenace a
alguien.
El caso Sayula es
radiografía de la podredumbre Morena.
Cuitláhuac García, el
bailarín que cobra como gobernador de Veracruz, solapó todo. Cuando un grupo de
sicarios irrumpió en la casa del ex tesorero Rafael González, afirmó que éste
tenía nexos con grupos criminales. Nunca presentó evidencia.
Y con esa cantaleta
estigmatizaron a los ediles incómodos. Pactaron, dice el secretario Bola 8, con
una organización criminal. Pero como el teatro no tardaba en derrumbarse, ahora
sostiene que también Lorena Sánchez Vargas entabló un pacto criminal.
La alevosía verbal de
Eric Cisneros se mezcla con la cobardía. Antes llamaba por su nombre al
empresario agricultor, Erasmo Vázquez González, y lo categorizaba como líder de
un grupo criminal; ahora lo alude pero no se atreve a identificarlo.
Erasmo Vázquez, medio
hermano del extinto líder ganadero, Cirilo Vázquez Lagunes, le pegó una
arrastrada a Cisneros Burgos en la revista Proceso, exhibiendo el acoso, el
amago de encarcelarlo pese a que fue quien aportó información para aprehender a
cabecillas de células criminales.
Todos, según Bola 8,
son parte de la delincuencia organizada. ¿Y si lo sabe, por qué no instó a la
Fiscalía de Veracruz y Verónica Hernández Giadáns a actuar, a abrir las
carpetas de investigación, a solicitar al Poder Judicial las órdenes de
aprehensión?
Bola 8 va más allá.
Los reconviene. Los insta a volver al camino del bien. ¿A quienes ha
categorizado como parte de la delincuencia organizada? Dice que los ediles
deben reconsiderar y romper el pacto criminal. ¿Y la aplicación de la ley? El
enredo es fenomenal.
La última pieza del
vodevil es el encarcelamiento del hermano de la alcaldesa y director del DIF,
Eduardo Sánchez Vargas, el 20 de enero, por amenazas y ataques a la libertad de
reunión y a la libertad de expresión. Le atribuyen ser el artífice del fallido
desalojo del palacio municipal.
La mascarada les dio
para difundir en medios y redes afines que con eso quedaba demostrado que el
gobierno de Eric Cisneros y Cuitláhuac García —en ese orden— no protege a la
edil.
Ya no saben cómo
impedir que Sayula de Alemán se les vaya de las manos. Ya se vio que la
alcaldesa Sánchez Vargas incurrió en varios delitos y está denunciada. Ya no
ven cómo evitar que al no haber ediles en funciones, el Congreso estatal
determine la desaparición de poderes. Ya no saben cómo ocultar su complicidad.
En Sayula no se vive
normal. Se vive un estado de terror.
Y peor cuando el
secretario Bola 8 enloquece.
Archivo muerto
Otro crimen y
Cuitláhuac, de nuevo, en el epicentro del sismo. Fernando Pérez Vega, “El
Pino”, junto con la cúpula nacional y estatal de Fuerza por México, había
exigido justicia para el alcalde de Rafael Delgado, Isauro Ambrosio Tocohua,
asesinado el 30 de diciembre de 2022. Horas después, un comando lo acribilló en
las cercanías del aeropuerto Heriberto Jara, en Veracruz. “El Pino” viajaba con
su familia. Tres vehículos lo asediaban. Conducía a velocidad de ráfaga hasta
que la camioneta Ford Lobo se estrelló contra un poste de luz. De los otros
automóviles descendieron sicarios, accionado sus armas y cosiéndolos a balazos.
Murió “El Pino” Pérez Vega, su esposa e hijos, dos de ellos menores de edad. Y
los matarifes se esfumaron. Traía la etiqueta de generador de violencia en la
zona del Totonacapan, categorizado así por el gobierno de Cuitláhuac García. Le
imputaron los crímenes en Poza Rica de inicio de año. Y justo por esa
criminalización, muy propia del gobernador y su banda de mercachifles, Fuerza
por México fijó posición y lo conminó a dejar de implicar a políticos con
grupos delincuenciales. A Isauro Ambrosio Tocohua, quien era alcalde de Rafael
Delgado bajo las siglas de Fuerza por México, Cuitláhuac le imputó nexos con la
delincuencia, sosteniendo que eso habría provocado su ejecución. Ese fue el
tema central en la conferencia de prensa encabezada por el líder nacional,
Gerardo Islas Maldonado, y el dirigente estatal, Eduardo “Tato” Vega. Horas más
tarde, “El Pino” fue acribillado con su familia. Hay algo que no cuadra. Si
Pérez Vega era jefe de plaza, ¿por qué viajaba con su esposa e hijos, exponiéndolos
a un ataque? ¿Por qué el vehículo no tenía blindaje? ¿Por qué no traía escolta?
¿Por qué se exhibía en eventos públicos? Con “El Pino”, han sido asesinados dos
figuras relevantes de Fuerza por México en tres semanas, en Veracruz. Pero el
gobernador volverá a decir que tenían pacto con grupos criminales. Y la
violencia, por las razones que sean, sigue fuera de control… Grúas Gatsa no
sólo esquilmaba. Ahora, su nueva fachada, Monterde, desaparece a quienes
intentan liberar sus vehículos. Eleuterio Hernández Zapot y Octavio Tadeo
Castellanos acudieron a recuperar un auto en el corralón de Coatzacoalcos y no
se les volvió a ver con vida. Sus cuerpos fueron hallados a orilla de la
supercarretera Las Choapas-Ocozocoautla, el domingo 16 de enero. Ambos estaban
maniatados y embolsados; uno, decapitado. Previamente hubo un cateo en la
empresa de grúas, de lo que cual derivó la aprehensión de cuatro empleados.
Gatsa tenía padrinos de alto nivel en la Secretaría de Seguridad Pública de
Veracruz, la guarida de la mafia morenista, entonces encabezada por Hugo
Gutiérrez Maldonado, el superagente del gobernador Cuitláhuac García Jiménez.
Hoy esa mafia sigue. La cuida y la fomenta el nuevo titular, capitán Cuauhtémoc
Zúñiga Bonilla. Sobre Gatsa se ha escrito todo, desde los atracos a usuarios
que debían pagar cantidades exorbitantes por liberar autos, como la sospecha de
que en sus instalaciones operaban los cárteles. Cuando los medios de
comunicación tomaron el caso, cuando la diputada por Coatzacoalcos, Eusebia Cortés
Pérez, de Morena, alzó la voz y provocó la embestida de Cuitláhuac, acusándola
de intentar extorsionar con placas de taxi y otros privilegios, la suerte de
Gatsa quedó echada. Desapareció y sus instalaciones quedaron en poder de
Monterde. Y vino lo peor. Eleuterio Hernández y Octavio Tadeo fueron a buscar
un auto y terminaron desaparecidos, embolsados y semienterrados, uno de ellos
decapitado. Como en los tiempos de Javier Duarte cuando Veracruz se entregó a
los cárteles del narco. Hoy, el nuevo cómplice es Cuitláhuac García, el
bendecido por López Obrador…
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