José Miguel Cobián| 24 abril 2023
Tribuna
Libre.- Imagina que tienes un hijo que lleva 20 años con su
tienda de abarrotes, y que cada mes de esos 20 años, te ha pedido dinero,
porque su tienda de abarrotes cada mes pierde dinero. Llevas 240 meses subsidiando la tienda de tu
hijo, y haciendo corajes, porque sabes que los empleados de tu hijo tienen
salarios superiores a los del resto de los mexicanos. Sabes que tu hijo se da
vida de rey sacando dinero de la tienda de abarrotes, y ha contratado empleados
de confianza que también ganan muy por encima de lo que gana el resto de los mexicanos,
y lo que es peor, te enteraste que tu hijo le otorga jubilación a sus empleados
a los 55 años, vacaciones de 30 días, aguinaldo de 90 días, etc., los que te
salen más caros a ti, porque ganan muy bien sus empleados. ¡Y todo, pagado por una tienda de abarrotes
que jamás ha tenido utilidades, que se mantiene gracias a que tú cada mes le
das dinero a tu hijo para pagar todas las pérdidas de su tiendita. Hoy hiciste cuentas y con lo que le has dado
a tu hijo de subsidios ya hubieras pagado 10 tiendas como la suya, que si
estuvieran administradas de manera eficiente, generarían utilidades. Lo mejor es que tu hijo, siempre afirma que
la tienda es patrimonio de la familia, y que es una bendición para la familia. Mientras tú sabes que sólo ha servido para
beneficiar a unos cuantos, y perjudicar el patrimonio de toda la familia
tirando dinero bueno al malo.
Exactamente esa
sensación que tuviste al leer el párrafo anterior, era la sensación que
teníamos los mexicanos hasta que llegó el gobierno de Carlos Salinas de
Gortari. Todos los gobiernos anteriores
nos decían que era ¨nuestro¨, que era ¨bueno¨ para México, estar subsidiando
haraganes incompetentes que se llevaban buena parte de nuestro presupuesto, en
pagar sus excesos de beneficios laborales, de gastos absurdos, de dinero
desviado vía corrupción.
Cuando Carlos
Salinas de Gortari llega al poder, se da cuenta de que el presupuesto de México
ya no aguanta para seguir manteniendo a unos cuántos mexicanos privilegiados, y
decide hacer lo que hasta hoy se considera uno de los mayores aciertos de su
administración: Privatizar los activos
públicos que más pérdidas generan a la tesorería de la Nación, y sólo quedarse
con bienes estratégicos como el petróleo o la electricidad.
Así, de un día para
otro, comenzó a alcanzar el dinero público para invertirlo en escuelas, en
salud, en bienestar de los mexicanos.
Mejoró mucho la calidad de vida del mexicano, incluso la esperanza de
vida medida en años, aumentó significativamente a partir de que se tomó esa decisión. A cambio, los mexicanos mejoramos
brutalmente en los servicios de las empresas que se privatizaron. Por ejemplo, Telmex pasó de ser una empresa
que necesitaba subsidios a una empresa que paga enorme cantidad de impuestos, y
además mejoraron el servicio. En
aquéllos años, para conseguir una línea de teléfono tardabas meses o años en
conseguirla, el servicio era muy malo y además muy caro. Si comparas lo que te cuestan ahora los
servicios de Telmex, todo México salió ganando con esa venta a particulares.
Volviendo al tema
de la tienda de abarrotes, todos en la familia pensarían, que es mejor vender
esa tienda, que seguir ¨echándole dinero bueno al malo¨. Seguramente muchos estarían encantados de
venderla en un peso, con tal de evitar seguir gastando en ella, pues ya se
dieron cuenta de que tu hijo es el peor administrador que existe. Hay miles de tiendas de abarrotes en el mundo
en manos de gente eficiente, que generan utilidades, pero resulta que la que
maneja tu hijo, tiene pérdidas siempre.
Ese hijo de la
tienda de abarrotes es el gobierno.
Cualquier negocio que pongas en manos del gobierno mexicano genera
pérdidas estrepitosas, y con ello, exige que el dinero de nuestros impuestos se
utilice para subsidiar ese negocio, en lugar de usarlo para beneficio de todos
los mexicanos, y aun así, hay muchos mexicanos que piensan que los negocios del
gobierno son ¨nuestros¨. Y no acaban de
entender que son ¨nuestros¨ cuando de pagar sus pérdidas se trata, pero que
cuando otorgan beneficios no son ¨nuestros¨, pues los beneficios solo son para
unos cuántos.
Por ejemplo,
durante el sexenio de Peña, mediante el pago de una indemnización, se logró
aumentar la edad de jubilación de los empleados de CFE. Llegó AMLO, y Bartlett regresó la edad de jubilación
a 55 años. Sus decisión fue política,
para obtener el agradecimiento de los empleados de CFE, en perjuicio de todos
los mexicanos, que seremos quienes tendremos que pagar las pensiones tempranas
de todos los empleados cuando se jubilen.
Pero además, CFE que es ¨nuestra¨, resulta que le paga salarios mucho
más altos a sus trabajadores, más altos que el que tú ganas, y sin embargo, tú
eres el que tiene que pagar las pérdidas de CFE. En resumen, tú que no tienes pensión, o que
la tienes pero pequeña, con un salario inferior, tienes que pagar los altos
salarios y las pensiones de los empleados de CFE. Pero no nada más eso, también todas las
compras que por corrupción o por error perjudican a la empresa. A fin de cuentas si pierde, tú querido mexicano
pagarás esas pérdidas, por lo tanto, a nadie en el gobierno le interesa que
tenga utilidades. Y aun así, te agarran
de tonto y te crees la historia de que
la CFE es de los mexicanos.
Por cierto, en este
sexenio se han multiplicado las pérdidas de todas las empresas del gobierno
mexicano.
Usé CFE como
ejemplo, pero Pemex Refinación podría haber sido otro ejemplo de lo que nos
cuesta una empresa fracasada y mal administrada. Sobre todo cuando el administrador actual
sigue generando pérdidas cada vez mayores, que exigen mayores subsidios de tus
impuestos. Un mal administrador que no ha sabido corregir los errores de
sexenios anteriores, sino que por el contrario ha generado más errores… ¡Y
todavía hay idiotas que presumen que la electricidad o el petróleo son
nuestros! … cuando hay pérdidas, pues
las utilidades son para un pequeño grupo que de esas empresas se beneficia.
elbaldondecobian@gmail.com @jmcmex
https://josecobian.blogspot.com/2023/04/enganar-al-ignorante-defender-lo.html