* El PRI y su historia de corrupción * Sus próceres: Fidel, Duarte, Cisne, Marcelo, Tarek * El PRI es desprestigio, saqueo, traición * 42 atrocidades en Veracruz * En 2018, Daniel Hernández ya operaba para Morena * Que el rezago siga y los empleados del Poder Judicial descansen * Jefe de policía, secuestrador * Policías de Coatza, asaltantes
Mussio Cárdenas Arellano | 01 abril 2023
Tribuna
Libre.- A Pepe Yunes le tocó la peor penitencia:
cargar un muerto, echarse en la espalda al PRI, arrastrar al moribundo,
maquillarlo, ofertarlo, encajarlo en una oposición infame que sólo aspira a
comerse las migajas que Morena le quiera aventar.
Le tocó lidiar con el PRI de Alejandro Moreno
Cárdenas, su líder nacional, atajando el intento de avalar la Ley Eléctrica
cuando Alito se había entregado a Andrés Manuel.
Pepe Yunes decidió quedarse solo cuando el
PRI de Alito Moreno pactó con López Obrador y la militarización de las calles
se consumó. Cuatro años más con la Guardia Nacional porque el PRI y Morena
pasaron del idilio al incesto. Se acostaron y parieron un engendro militar.
Ejército y Marina patrullando, instalando
retenes, revisando bolsillos, metiendo las narices en los automóviles,
interrogando al mexicano de a pie mientras a los capos y a sus sicarios los
arropa el presidente y los generales canjean el honor por una vida de placer.
A Pepe Yunes le tocó ver y oír el festín de
Layda, el carnaval de los audios, desollado el líder nacional del PRI,
destrozado porque su lengua es larga y tiene alma de hampón.
Alejandro Moreno es, literalmente, un cerdo
político. Los audios sirven para trazar su perfil: riqueza inexplicable a
partir de sus días en el gobierno de Campeche; las residencias que huelen a
transa, o exprimiendo empresarios, o pactando con Monreal, o surtiendo recetas
de cómo aniquilar a la prensa: “no les des un balazo, mátalos de hambre,
papito”.
Y luego el ataque al estatuto del PRI, el
intento de Alito de extender su período como líder nacional, fraguando cómo
manipular la alianza con el PAN y PRD, o cómo reventar a la oposición, según se
lo ordene su patrón, Andrés Manuel López Obrador.
Y la batalla en el Senado, el cuartelazo
contra Osorio Chong, el ungimiento de Manuel Añorve, el senador pro narco que
en sus días en la alcaldía de Acapulco permitió el florecimiento de los
cárteles, la violencia sin control, tácitamente el inicio de la destrucción de
la que fue la principal joya turística del país.
Ese muerto político llamado PRI es el que
Pepe Yunes tiene que cargar.
El PRI de las corruptelas y los fraudes
históricos. El PRI de Javier Duarte. El PRI de Salvador Manzur, que llegó a
expresar que el programa de Adultos Mayores era “oro molido” porque hasta los
familiares de los abuelitos terminan votando por el tricolor. El PRI del Cisne
Silva, implicado en el pago a empresas fantasma cuando Javier Duarte saqueaba
al gobierno estatal.
El PRI de Veracruz también huele a panteón.
Es un cascarón succionado por Marlon Ramírez Marín, su líder(?) estatal, el
célebre histrión que un día escenifica la obra teatral del combate al
obradorismo jarocho y al día siguiente se presta a validar la militarización
del país.
Marlon Ramírez es un espantapájaros político.
Habla de legalidad y le estalla un escándalo inédito por el robo de los dineros
del PRI, la nómina atestada de “aviadores”, pagos a los favoritos del reino y
falta de salario a quienes no pululan en su corral.
Marlon exige aclarar el escándalo de las
empresas fantasma; por qué Araly Rodríguez, siendo empleada del gobierno de
Cuitláhuac García Jiménez tiene contratos por casi 100 millones de pesos en dos
secretarías y el DIF estatal; por qué existe una red de corrupción con empresas
constituidas en domicilios de colonias marginadas con contratos por cientos de
millones de pesos.
O sea, saqueo al estilo de Javier Duarte, del
que Marlon Ramírez fue subsecretario de Gobierno y entonces no protestó, ni se
indignó, ni exigió una profunda investigación.
El PRI es una fachada. Detrás de su rostro no
hay nada. Su militancia es un puñado de seguidores aquí y otro grupúsculo más
allá. Sólo tiene potencial ganador en municipios donde hay liderazgo,
Cosoleacaque, Orizaba, Moloacán.
Sufrió la atomización de su base, el éxodo de
la militancia, los que se fueron con Morena, el arribo a la tierra prometida y
su conversión al obradorismo.
Fidelistas, duartistas, marcelistas,
petroleros, campesinos, cañeros, vendieron su estructura, su capacidad
operativa, su profundo poder corruptor.
El fidelismo hoy opera en Morena y en el
Partido Verde (Anti) Ecologista de México. Javier Herrera Borunda, hijo de
Fidel Herrera Beltrán, es secretario de Organización del comité nacional del
PVEM. Apunta a ser candidato a senador, arrebatándole el espacio al morenismo.
Marcelo Montiel Montiel, ex alcalde de
Coatzacoalcos, impuso a su hermano Roberto como presidente municipal de Puente
Nacional. Llegó bajo las siglas del PVEM en alianza con Morena.
Las derrotas del PRI, de 2018 a la fecha,
despiden tufo a traición. Son los priistas quienes votaron a favor de
Cuitláhuac García hasta alcanzar un millón 600 mil sufragios. Fueron los
priistas leales quienes le dieron sólo 350 mil votos a Pepe Yunes, entonces
candidato al gobierno de Veracruz.
El prestigio de Pepe Yunes Zorrilla no está a
discusión. Ni el del alcalde de Orizaba, Juan Manuel Diez Francos. Fuera de ellos,
no hay figuras en el priismo para la sucesión en 2024. Sus cifras hablan. Sus
resultados los avalan. Pero el punto no son ellos sino el descrédito del PRI.
Hay una discusión bizantina por la
conformación del bloque opositor. Que si le entra Movimiento Ciudadano, que si
el pastel se lo comen Pepe Yunes y José Manuel del Río Virgen, secretario
técnico de la Junta de Coordinación Política del Senado, amigo de Dante
Delgado, dueño de MC.
O que el panista Julen Rementería tendrá que
dejar pasar a Patricia Lobeira Rodríguez, alcaldesa de Veracruz puerto y esposa
de Miguel Ángel Yunes Márquez. O al revés.
O que Héctor Yunes Landa —“Javier Duarte es
mi jefe político”— se tira una nueva chamarra mental aspirando a la diputación
local, porque vivir fuera del presupuesto es vivir en el error.
O que si Dante Delgado volverá a olvidar —ya
lo hizo en 2018— cuando Miguel Ángel Yunes Linares lo encarceló y no tuvo
piedad cuando le negó el derecho a salir a sepultar a su papá.
El dilema no es el bloque sino cuánto lastre
traen. El PAN está partido en dos, el de los Yunes azules, que sólo pintan en
la zona Veracruz-Boca del Río, y el de Julen, el Chapito Guzmán Avilés, Víctor
Serralde y otros que odian a Chiquiyunes y a Fernando Yunes Márquez, el de la
Torre Centro y otros negocios más.
O saber si suma o resta el Partido de la
Revolución Democrática que no necesita estar dividido porque de hecho no
existe, y si le obsesiona postular y adorar candidatos que provengan del PAN.
O Movimiento Ciudadano que se nutre de priistas,
caso Coatzacoalcos, cuyo regidor, Luis Gutiérrez González, es un súbdito del
alcalde de Morena, Amado Cruz Malpica, y todo le vota a favor.
Pero nada como el PRI. Es ejemplo de
corrupción y traición. Ver al PRI es ver el rostro de Javier Duarte, Alito
Moreno, Fidel Herrera, Arturo Bermúdez, Cisne Silva, Salvador Manzur, Tarek
Abdala, Gabriel Deantes y otros que siete años después aún saltan de juzgado en
juzgado por las denuncias que enfrentan.
Políticamente el PRI no vende. Su marca es el
saqueo a las arcas públicas. Su marca es el robo. Su marca con las fortunas
malhabidas, el desprecio a los pobres, el hundimiento de Veracruz. El PRI es el
fraude electoral y el fraude a la ley. Su corazón ya no late. Está en fase
terminal.
Ese bulto trae a cuestas Pepe Yunes. Y por
más que lo maquille, y por más que lo oferte, y por más que lo imagine como una
nueva versión, el PRI sigue apestando a PRI.
Y es el muerto que Pepe Yunes tiene que
cargar.
Archivo muerto
42 atrocidades son, quiérase o no, un
escenario violento. Es el Veracruz real, el Veracruz de sangre. En 59 días,
entre enero y febrero, se registraron 42 atrocidades, término dado por la
organización Causa en Común, de María Elena Morera. A detalle, el recuento
identifica siete asesinatos con violencia, cinco masacres —muerte violenta de
tres o más personas en un evento—, y nueve feminicidios con extrema violencia.
Causa en Común señala que en ese lapso ocurrieron ocho asesinatos en Poza Rica,
un menor de 11 años victimado en Río Blanco, y otro evento brutal registrado en
las Cañadas, cerca del aeropuerto Heriberto Jara, de Veracruz puerto, con saldo
de seis víctimas, cuatro adultos y dos menores, familiares y amigo del polémico
Fernando “Pino” Pérez Vega, obradorista, ex candidato a la alcaldía de
Coxquihui. Veracruz es el sexto estado más violento de México. Lo superan
Chiapas, con 273 casos; Chihuahua, 134; Nuevo León, 122; Guanajuato, 117, y
Guerrero, 92. La medición se realizó a partir de la información difundida en medios
de comunicación, más real que la que proporcionan las fiscalías y policías del
país, que suelen maquillar la estadística de sangre. Son los datos duros, no los otros datos con
los que el desgobernador Cuitláhuac García Jiménez intenta enmascarar el desastre
violento en que está inmerso Veracruz… En 2018, Daniel Hernández León ya
operaba para Morena. Entró a la huasteca cuando nadie lo quería hacer.
Estableció contactos, reactivó relaciones, buscó y halló a las estructuras
magisteriales con las que se hablaba de tú. Y lo tradujo en votos. Era una
elección clave. Andrés Manuel competía por la Presidencia de México, Rocío
Nahle García y Ricardo Ahued Bardahuil por la Senaduría, Cuitláhuac García
Jiménez por el gobierno de Veracruz. Amigo de Héctor Yunes Landa, con cuya
generación priista se formó, nada tuvo que ver y nada lo ligó a los Yunes
azules. Pasó por la Dirección del Colegio de Bachilleres de Veracruz y ahí tuvo
el contacto con las bases magisteriales que se convirtieron en motor del voto.
Hoy es director de Transparencia en el ayuntamiento de Coatzacoalcos y en unos
días más, director de Comunicación Social, el monstruo al que le comen las
entrañas los que se supone son amigos del alcalde Amado Cruz Malpica… Que el
rezago siga y los empleados del Poder Judicial descansen. Que se acumulen los
expedientes y se postergue la justicia. Que reine la ausencia y se deje en la
indefensión a las víctimas. Por la Expo Feria de Coatzacoalcos, el personal del
Poder Judicial de Veracruz gozará de dos días de asueto. Así lo indica la
circular No. 10, suscrita por el Consejo de la Judicatura, donde reina Lisbeth
Aurelia Jiménez Aguirre, otro de los inventos del gobernador de Veracruz,
Cuitláhuac García. El reino de la magistrada Lisbeth es de frivolidad pura y de
zonas abandonadas, como el sur. Basta con verla entre los acarreados del
bienestar, el 18 de marzo en la Ciudad de México, los que entonan loas al
mesiánico Andrés Manuel, al que sólo le faltó montar un burro para entrar
triunfante al zócalo de la ciudad de México, como lo hicieran Salomón y Jesús
en Jerusalén, según el relato bíblico. Allá andaba la magistrada presidenta
como si fuera una chaira con pedigrí. Sólo faltó cargar la matraca y hacerla
sonar. Sólo le faltó prender el incienso e hincarse ante López Obrador. Lisbeth
Aurelia, súbdita irredenta de la 4T, no representa un poder autónomo en
Veracruz, pues buena parte de lo que dirime en los tribunales procede de las
vendettas e inquinas del primer círculo del gobernador Cuitláhuac García. Qué
de extraño tendría entonces que que ante un evento rascuache, como es la Expo
Feria Coatzacoalcos, les conceda a los empleados dos días de asueto, el 31 de
marzo y el 3 de abril. La justicia, como de que no, puede esperar. Primero el
placer y luego el deber… Un jefe policíaco en Chinameca, Tolín Reyes Bonilla,
líderaba una banda de secuestradores. Y cuatro policías municipales de
Coatzacoalcos usaban sus días francos para asaltar ciudadanos. A Tolín lo
pescaron en plena faena, la noche del 5 de marzo, en San Juan Evangelista
cuando trasladaba a un adulto y un joven a los que plagió. Una patrulla de la
policía de Chinameca escoltaba la unidad donde se halaban los plagiados. No
intuyeron que la Marina los seguía desde que transitaban por el municipio de
Acayucan. Al llegar a Mecayapan hubo un enfrentamiento en el que murió el joven
secuestrado y un marino fue herido. Tolín Reyes, el secuestrador, por su cargo
como director de la Policía de Chinameca, participaba en las Mesas para la
Construcción de la Paz donde tuvo acceso a información de alta seguridad,
acciones y operativos. O sea, el diablo halconeando en el reino de la verdad.
El alcalde Ramiro Alemán Valencia ya había sido advertido que su director de
policía andaba chueco, pero nada hizo. Tolín Reyes y otros jefes policíacos
operan en ayuntamientos gobernados por Morena. Dos semanas después, el 19 de
marzo, cuatro policías municipales de Coatzacoalcos fueron aprehendidos. A
julio César “N”, apodado “El Roki”; José María N, alias “Chema”, Emmanuel de
Jesús “N”, con el mote de “El Chagala” y José Enrique N, alias “El Gallo” los
sorprendieron asaltando transeúntes mientras se hallaban francos. Ser policías
era sólo una fachada. Su negocio —jugoso negocio— era operar como una banda
delincuencial. Son la escoria policíaca, la que tiene a su cargo la seguridad,
la que está en manos del contralmirante de Marina, Luis Enrique Barrios Ríos,
señalado por la desaparición de 30 jóvenes durante el operativo Coatzacoalcos
Seguro, un episodio negro del gobierno de Javier Duarte de Ochoa. Es la Policía
Municipal de la que con tanto orgullo habla el alcalde Amado Cruz Malpica. Es
la Policía Municipal de Coatzacoalcos, la que en los hechos le compite tú a tú
al crimen organizado. Pero dice el gobernador Cuitláhuac García que Veracruz es
ejemplo nacional de cómo se abate la inseguridad. Sírvanle la otra…
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