José Miguel Cobián | 24 abril 2024
Tribuna
Libre.- Hacer
una lista de oportunidades perdidas para México, es un trabajo
interminable. El motivo de esta
colaboración es platicar sobre la vocación de los mexicanos para tomar siempre
la peor decisión. Yo medio en serio y
medio en broma siempre digo que los mexicanos jamás perdemos la oportunidad de
perder una oportunidad, y a las pruebas me remito.
Sin seguir un orden cronológico, podemos
platicar de la belleza que tendría la ciudad de México si se hubieran
conservado las principales vías de agua de la capital, pensemos en un viaducto
o el río Churubusco, que se hubieran conservado en lugar de taparlo o
entubarlos.
Si pensamos en la historia de México, si en
lugar de las luchas intestinas entre liberales y conservadores, ambos grupos
hubieran pensado en beneficiar a la patria, se hubiera colonizado, poblado y
atendido el norte de México, evitando perder la mitad de un territorio jamás
atendido desde la ciudad de México, y totalmente despoblado de mexicanos.
Pensemos en la riqueza causada por el boom
petrolero durante la administración del presidente José López Portillo, que con
bombo y platillo anunciaba que tendríamos que aprender a vivir en la
abundancia. Y nos condenó a la peor
crisis económica de la historia en la época moderna.
O que pensar del siguiente boom petrolero,
durante la administración de Fox y Calderón, con un México inundado de
recursos, que se repartieron a nivel estatal y municipal, esfumándose en la
nada, en lugar de haber realizado las obras de infraestructura que el México
moderno requiere.
Y qué decir de la maravillosa idea llevada a
la práctica por Vasconcelos, de educar al país con un sistema de educación de
calidad. Jamás tuvimos esa calidad, y
hoy los mexicanos siguen saliendo de las escuelas igual que hace 80 años, sin
comprensión lectora, y con mínimos conocimientos de aritmética básica. Un país mal educado no puede prosperar al
mejor ritmo, en un mundo tan comunicado y competitivo.
Salinas de Gortari firmó el tratado de libre
comercio. Una serie de sectores
industriales mexicanas lo tomó a la ligera, no se preparó para la competencia
que llegaría en 10 años o más. Hoy esa
industria desapareció del mapa.
Fox fue el primer presidente de la transición
democrática, y no supo, quiso o pudo, consolidar a México como un país
democrático. Sin democracia, libertad
plena y estado de derecho los países no avanzan.
Llega Felipe Calderón y tampoco realiza las
reformas que el país necesitaba. En especial una reforma que fortaleciera las
policías municipales y estatales, y sobre todo las procuradurías estatales y
federal, con recursos y verdadera independencia, y una reforma judicial que
eliminara los vicios que hoy conocemos gracias a la denuncia al ex ministro
Zaldivar.
Con Peña Nieto se lograron las reformas
estructurales para iniciar el despegue del país, pero no se supo explicarlas a
la población, y la corrupción de su sexenio echó por tierra la oportunidad de
tener un México más moderno.
Llega el presidente López Obrador con un
enorme respaldo político, y en lugar de buscar el desarrollo del país, dedica
todo su sexenio a fortalecer la figura presidencial y su poder, debilitando o
desapareciendo instituciones que sirven de contrapeso a esa figura. Los países con caudillos fuertes, pero con
una democracia débil, siempre salen perdiendo en la carrera por el desarrollo
económico y social.
También destruyó la posibilidad de tener un
aeropuerto de primer mundo, alegando una corrupción que jamás demostró. Y así
inicia su sexenio con una muy mala señal a los inversionistas. Posteriormente se le causa un daño enorme a
México creando por ineptitud, una escases innecesaria de gasolina. Era el sexenio de consolidación de tratado
de libre comercio, y sin embargo, la política energética fue un fracaso. No se construyeron nuevas líneas de
transmisión de electricidad, a pesar de ser este fluido el principal insumo
para lograr industrializar otras zonas del país. Se descuidó la atención a la producción de
energía limpia, se desincentivó a los inversionistas internacionales que podían
abastecer la demanda futura de electricidad, y peor aún se adquirieron plantas
viejas de ciclo combinado de Iberdrola, generando una mayor dependencia del gas
texano para la producción de electricidad nacional.
Hoy por hoy, producimos menos electricidad a
nivel nacional, de la que pudiéramos haber generado siguiendo una política
energética menos ideologizada y más acorde al desarrollo económico proyectado
para el país. Hay zonas de México que
no pueden recibir industrias ni capital para invertir, debido a la falta de
disponibilidad de energía eléctrica.
Lo que es peor, por motivos oscuros, se cancelaron proyectos como el de
la transmisión de electricidad de la Ventosa a la zona central del país. Se promovió la quema de combustibles
contaminantes debido a la ineficiencia de las refinerías de PEMEX para reducir
el azufre en el combustóleo y poder venderlo en los mercados internacionales,
afectando incluso la salud de millones de mexicanos.
En el sexenio en que se podía aprovechar al
100% la relocalización de empresas o Nearshoring, aprovechamos cuando mucho un
40% de dicha relocalización debido a la ausencia de una política industrial
adecuada. Para los estados del sureste,
ha sido un sexenio perdido, sin inversiones ni creación de empleos.
El avance del crimen organizado en el control
territorial del país, generado por una política deliberada de ignorar la
seguridad pública, ha creado islas de poder en las cuales quienes gobiernan son
los criminales, a sabiendas de que la autoridad se va a retirar en cuanto
lleguen las bandas criminales, ya que esa es la orden emanada de palacio
nacional. En lugar de pacificar el
país, en este sexenio se ha vuelto más peligroso y más violento, lo cual
elimina cualquier incentivo para invertir y crear empleos y desarrollo en
enormes zonas del país.
En resumen, los mexicanos nos equivocamos una
y otra vez, ya sea en la elección del gobernante, o en la toma de decisiones
que pueden llevar a México a ser una nación desarrollada, con todos los
beneficios que ello implica para una población, que en un 50% carece de lo
mínimo necesario. Jamás se ha combatido
la informalidad, que es fuente de abuso y pobreza. En México lo que importa es la política y
adueñarse del presupuesto, la población y el futuro de los mexicanos no le
importan a nadie.
www.josecobian.blogspot.com
@jmcmex
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