* El enriquecimiento, su lado débil * Otra que esgrime la violencia de género * Y en el war room de Pepe Yunes ríen * Huerta le llamó desinflada y aguantó * Cazarín, Cuitláhuac, Cisneros y los Robles la traicionaron y no lloró * Pero el escándalo de corrupción sí impacta en la intención de voto… y Rocío lo sabe
Mussio Cárdenas Arellano | 09 abril 2024
Tribuna
Libre.- Con
el lodo al cuello, Rocío Nahle olvidó sus decires: que no es con lloriqueos
como se gana una gubernatura. Hoy lagrimea y se duele, se victimiza y anuncia
que denunciará a Pepe Yunes por daño moral.
Y en el war room del PRIANRD ríen. Hay gozo.
Lo festinan el de Perote y su séquito. Los dardos de las mansiones, el
enriquecimiento, el Clan de Dos Bocas y su ilegitimidad para aspirar al
gobierno de Veracruz por no ser nativa de la entidad, literalmente la
desquiciaron… más de lo que ya está.
La felpa de la mansión en El Dorado, la del
Country de Villahermosa, la de La María de la Piedad en Coatzacoalcos, y la
sobrina prestanombre y el esposo incómodo, el célebre Peña Peña que ya se
siente gobernador bis o tripulador oficial, la hicieron cambiar el guión.
“No es con lloriqueos como se gana una
gubernatura”, había lanzado la oriunda de Río Grande, Zacatecas, envalentonada,
cuando Pepe Yunes –José Francisco Yunes Zorrilla– acudió a la Fiscalía General
de la República y denunció presunto enriquecimiento ilícito y operaciones con
recursos de procedencia ilícita.
“Yo desde aquí le vuelvo a decir que las
campañas se ganan con votos y aquí en Veracruz. Yo soy una persona clara, de
frente, de trabajo, soy una mujer de respeto y también respetable y soy una
mujer que siempre he dado resultados”.
Ni tanto. Norma Rocío Nahle García es un
fiasco. Falló con su cruzada contra el huachicol, en elevar la producción de
petróleo, rescatar el sistema de refinación, construir la refinería Olmeca en
Dos Bocas, Tabasco. Fracasó en todo.
Y ahora la amnesia. Llora cuando antes
recomendaba no lloriquear.
Le aguantó más a los suyos. Le dio con todo
Manuel Huerta, hoy candidato al Senado por Morena, quien llegó a decir que
usaban a policías estatales para “inflar a la desinflada” y la confrontó
imputándole, con sobrada razón, que fue ella, Rocío Nahle, quien había impuesto
funcionarios nefastos, Eric Cisneros, Ramos Alor, Delia González Cobos, Xóchitl
Arbesú, marcados por el escándalo y la corrupción.
Y a Juan Javier Gómez Cazarín, que de
operador político en el Congreso de Veracruz pasó a ser apestado cuando
decidió, por sí mismo, por sus muy re jodidas pistolas, llevar a las ratitas
del PRI –Anilú, Kuri, Carvallo– al búnker de Claudia “Calca” Sheinbaum Pardo,
sin fumar, sin pelar a la susodicha Rocío Nahle. Lo único que se sacó El Carón
Gómez Caazarín fue quedarse sin diputación y sin la Secretaría de Gobierno en
el remoto caso que la zacatecana ganara la elección del 2 de junio.
Y a Cuitláhuac García, la vedette que ocupa
el cargo de gobernador, que hace un año rompió lanzas con su mentora y soltó el
rollo que iría con Roberto Zenyazen Escobar García, entonces secretario de
Educación estatal, por la candidatura de Morena al gobierno de Veracruz. Luego
se aplacó y el tal Zenyazen sólo ha servido de patiño de Nahle, sin acceso a la
senaduría, enviado a ganarse en las urnas la diputación por Córdoba.
Y Eric Cisneros Burgos, ex secretario de
Gobierno, compinche de correrías, pillastre de mente criminal, al que Rocío
Nahle impuso como gobernador real, tripulándole las dos neuronas al
desgobernador Cuitláhuac García, usando la Secretaría de Seguridad Pública para
desatar una ola de terror que llevó a la cárcel a miles de veracruzanos.
Cisneros rompió con Nahle, aspiró a ser candidato morenista al gobierno
estatal, presumió haberla vencido en las encuestas de la contienda interna y al
final se cayó.
Y a Mónica Robles y a su nefasto padre, el
pseudoperiodista José Pablo Robles Martínez, mercenario de la información,
fidelista, duartista, que osaron disputarle a Nahle la candidatura. En
respuesta, Rocío vetó a Mónica no sólo para el gobierno de Veracruz sino para
la senaduría, de la que salió maltrecha y convertida en el hazmerreír por lo
soberbia y lo ilusa.
Jefa de la mafia, lideresa de una pandilla de
#corruptos y abusivos, Rocío Nahle solía decir que su campaña era de respeto,
que no respondería ataques, que haría propuestas. Era tan estéril la crítica de
los suyos que no se enganchó.
Pero con Pepe Yunes la paliza es letal. Y
cuando la sospecha de corrupción llega a la instancia judicial, Rocío Nahle se
alarma.
“No es con lloriqueos como se gana una
gubernatura”, recetó la zacatecana cuando el candidato del PRIANRD, o sea
Fuerza y Corazón por Veracruz, llegó a la Fiscalía Especializada en Combate a
la Corrupción de la Fiscalía General, y la denuncia.
Y más cuando Pepe Yunes va con Ciro Gómez
Leyva, Carlos Loret de Mola, Joaquín López Dóriga, y habla en conferencia de
prensa, y desmenuza la denuncia, y cita El Dorado, la mansión de 40 millones de
pesos enclavada en una de las islas que conforman en fraccionamiento, lo más
fifí de Veracruz, porque si algo repudia Rocío Nahle es la austeridad, y el
rollo de la pobreza es eso, rollo, y le da urticaria escuchar la palabra
austeridad.
Y al continuar el serial de mansiones que
mantuvo en el silencio, y ver que el empresario Arturo Castagné no se arredra,
y que le suelta una y otra y le anuncia más, le brota lo zacatecano, lo
frijolera de Río Grande, su tierra natal, y anuncia que ya merito denuncia a
Pepe Yunes por daño moral.
“Yo como ser humano, como madre, como esposa,
como trabajadora –dice en tono melodramático–, tengo que interponer una
denuncia por daño moral, pero también porque yo represento a millones de
veracruzanas. Y yo estoy en contra y voy a combatir la violencia contra las
mujeres en cualquier sentido. Por eso lo voy a hacer, por eso exactamente voy a
hacer la denuncia”.
¿Quién le habrá dado a la zacatecana la
representación de “millones de veracruzanas”?
Su perorata es infame. Así como ha esgrimido
que es objeto de discriminación por impedirle ser candidata por no ser nativa
de Veracruz ni hija de padre o madre veracruzanos, REQUISITO NÚMERO UNO
ESTABLECIDO EN LA CONSTITUCIÓN DE VERACRUZ para aspirar al cargo, y que Nahle
no lo acredita, ante la denuncia de Pepe Yunes aduce “violencia contra las
mujeres”.
Es patraña pura. No es un asunto de género.
Se trata de un tema de corrupción, de enriquecimiento ilícito, de presunto lavado
de dinero, de recursos de procedencia ilícita, de delincuencia organizada, de
evasión fiscal. Es un tema penal que, como dijo Arturo Castagné, arrastrará a
su sobrina, Maribel Hoyos Peña.
Nahle es jocosa. Chistosa natural, es como la
rata que no sabe salir del agujero y divierte a los demás. No halla la salida
del laberinto en que se metió por las mansiones de El Dorado, El Country y La
María de la Piedad, la red de corrupción, los negocios en Dos Bocas, las
observaciones de la Auditoría Superior de la Federación, el cuento de que en
tres años la refinería estaría produciendo –van tres años nueve meses–, el
engaño de que se construiría con 8 mil millones de dólares –160 mil millones de
pesos– y hoy supera los 20 mil millones de dólares –casi 400 mil millones de
pesos al tipo de cambio actual–.
Y al primer fogonazo, la denuncia ante la
FGR, revela dónde está su debilidad. Muestra el flanco débil, el lado sensible,
la fisura donde se ha de cuartear.
Aconsejaba no lloriquear para ganar la
gubernatura y tres Doritos después se puso a lloriquear.
Y en el war room de Pepe Yunes ya le hallaron
dónde pegar.
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