* Rocío Nahle, montada en la marca Morena * Su ambición, sus propiedades, ahí siguen * Los votos limpios y los votos sucios * La meta: arrasar Veracruz * El PRIAN en extinción * Lo que les espera a los Yunes azules en 2025 * Persecución a Fernando y Patricia Lobeira
Mussio Cárdenas Arellano / 07 junio 2024
Tribuna
Libre. – No
pudieron ni las denuncias, ni el escándalo, ni su ambición sin medida, ni el
descaro cuando habla, ni el delirio por tener y tener. Rocío Nahle –¡Dios tenga
piedad! – gobernará Veracruz.
No bastaron las casas y los millones, y saber
de las mansiones, y de los depas y los terrenos, unos en El Dorado, otros en
Nuevo León, una más en Villahermosa, y la choza de Coatzacoalcos, porque la
obsesión por tener bienes no es un embuste, es real y la pintan como una fifí.
No pudo la ineptitud, la ignorancia, los cargos
y los encargos, su maltrecho paso por la Secretaría de Energía y el fiasco de
la refinería Olmeca, en Dos Bocas, Tabasco, que sirvió de negocio al clan de
los hijos del mesías de Macuspana, Andrés Manuel López Obrador, y al clan de la
pareja atómica, Rocío Nahle y su marido incómodo y futuro vicegobernador, José
Luis Peña Peña.
Rocío Nahle, la zacatecana de verdad,
inelegible según la Constitución de Veracruz, no nativa, no hija de
veracruzanos, transgresora de la ley, ganó la elección.
Montada en una marca, Morena, se llevó los
votos limpios y los votos sucios por igual, los de los fans que van a las urnas
por convicción y los que sufragan por miedo a perder el programa social, o
porque les inocularon que si ganaba la elección el PRIAN se quedarían sin su
migaja bimestral.
No impactó la denuncia por enriquecimiento
ilícito y posible lavado de dinero, la de Arturo Castagné Couturier, el
empresario que detonó el escandalazo de la mansión de El Dorado, el palacete
ubicado sobre uno de los islotes en Boca del Río, la covacha de 40 millones de
pesos que Rocío Nahle dice que no es suya –ajá–, que renta a razón de 35 mil
pesos al mes y que paga a la propietaria real–re ajá–, una tal Maribel Hoyos
Peña, sobrina de su esposo, José Luis Peña Peña.
No bastó el legajo de denuncias interpuestas
ante la Fiscalía General de la República y la Secretaría de la Función Pública
por la diputada panista María Elena Pérez Jaén, lo mismo por cifras que no
cuadran en la construcción de la refinería Olmeca, que por omitir propiedades
en su declaración patrimonial como servidora pública federal.
No sacudió la denuncia de Pepe Yunes, candidato
de la Coalición Fuerza y Corazón por Veracruz, integrada por las denuncias
públicas que realizaba Castagné.
Ni la felpa que le asestó Televisa por la
asignación de contratos a empresas sancionadas por irregularidades y el de los
5 mil millones de pesos, el primero que se otorgó, a Huerta Madre cuya madre
está en entredicho pues se integró una semana antes que le asignaran el
dineral, aplicado, supuestamente, en el relleno del lodazal en que se erige la
refinería en Dos Bocas.
Televisa se quedó corta. El contrato millonario
es una parte. El negocio está en los integrantes del pull: los Santandreu, los
Falcón, tabasqueños todos, la empresa holandesa Van Oord, que compitió contra
Boskalis, que le sirvió de patiño pues en proyectos en Reino Unido son rivales.
A Televisa le faltó apuntar que la clave del
contrato es Juan Carlos Fong Cortés, hijo del ex gerente de Pemex en la zona
sur, Lorenzo Fong Peña. Fong Cortés es el amigo de Arturo Quintanilla Hayek,
compadre de Rocío Nahle, y quien en algunas pujas por remates bancarios es el
patiño a modo.
No bastó otro escándalo: los negocios del
futuro yerno, Fernando Bilbao Arrieta, quien se desposará este mes con la hija
de Rocío Nahle, Tania Peña Nahle, al que le fluyen las operaciones con empresas
dedicadas a los hidrocarburos y la autorización de la Comisión Reguladora de
Energía para operar una gasolinera en Ramos Arizpe, Coahuila.
Nahle fue un desastre en campaña, pero la marca
Morena la salvó. Recorría municipios sin saber dónde andaba. Confundía nombres,
municipios vecinos, nombres de carreteras, distancias. Pero la marca Morena la
salvó.
Rocío Nahle es una veracruzana inventada. Nació
en Río Grande, Zacatecas. Es norteña, no costeña. Es de rumbos templados, no del
calor de Veracruz.
Políticamente es un fiasco. Su grupo es una
banda delincuencial. Opera desde el gobierno de Veracruz, vía Cuitláhuac
García, y antes con la saña y el puño de hierro de Eric Cisneros.
Electoralmente, Nahle se montó en el efecto
Peje, que está más vivo que en 2018; en el impacto de los programas sociales,
la dádiva bimestral que es usada como compra de voto; en la labor de los
Servidores de la Nación, el ejército de promotores de la Secretaría del
Bienestar, y en el sonsonete de que el PRIAN quiere volver por sus privilegios.
Rocío Nahle no tiene nada que ofrecer. Lo suyo
es el cuento y la fantasía. Promete castillos asentados sobre nubes. O sapos
monumentales como la refinería de Dos Bocas que sólo ella, ya no López Obrador,
se puede tragar. Sigue sin refinar.
Lo que Rocío Nahle puede hacer con Veracruz no
arrancará el 1 de diciembre. Inició hace seis años con Cuitláhuac García. Ha
sido la destrucción del estado, el saqueo, la simulación, obras de petate,
carreteras que se cuartean antes de ser abiertas a la circulación, aulas
remozadas sin calidad como lo señala el Órgano de Fiscalización, un sistema de
salud destruido, más o menos como el Dinamarca de López Obrador.
La danza de los contratos fue al estilo Javier
Duarte: empresas fantasma cuyos dueños, que son beneficiarios de programas
sociales, no saben en qué momento se volvieron accionistas y cobran millones en
asignaciones del desgobierno estatal.
Su obra cumbre es la inseguridad. Sus peones,
Cuitláhuac y Cisneros, se entregaron a los cárteles. Ofertaron el aparato
policíaco a la delincuencia organizada. Pactaron con los que levantan,
desaparecen, desmembran a sus víctimas, los congelan y luego los arrojan a la
vía pública. Y nadie los toca.
Su obra crucial fue usar el aparato policíaco
para reprimir, la policía ministerial para torturar, las cárceles para
arrancarle la vida a los inocentes, el aparato de poder para inventar delitos y
llenar de presos las prisiones y mantener presos políticos, desacatando incluso
al Poder Judicial de la Federación.
El estado de terror inició en 2018. Lo
implementaron sus peones y Rocío Nahle nunca alzó la voz. Así será su gobierno:
inepto, fantasioso, arbitrario y represor.
No ganó porque tenga virtudes. Ganó la elección
del 2 de junio porque la marca Morena la potenció; porque el PRIAN ya caducó,
salvo por la proeza de Maryjose Gamboa en Boca del Río y el empuje de Américo
Zúñiga y Sergio Hernández en Xalapa; porque el clan Yunes de Veracruz está
liquidado, erosionado y en 2025 se extinguirá; porque los programas sociales
son el maíz de un sector de la sociedad, imitando lo que antes hacía el PRI;
porque en las clases media y alta también hay fans del Supremo Porro López Obrador
y su proyecto de destrucción.
Manchada, enlodada, presa de sus ambiciones y
descaro, de su acumulación de riqueza y el cinismo al admitirlo, Rocío Nahle
obtuvo votos genuinos y votos sucios y, aun así, incluso sin ser elegible por
no tener condición de veracruzana, gobernará Veracruz.
La elección fue fraudulenta de origen: el Peje
entrometido, el nuevo INE complaciente, el Tribunal Electoral violando la ley,
los votos comprados, los votos chuecos, los programas sociales a cambio de
votos, los Cuervos de la Nación infundiendo miedo si ganaba la oposición, los
23 gobernadores morenistas operando, el crimen organizado eliminando
candidatos, financiando campañas y ordenando en sus territorios por quién
votar. Y todavía dicen que no saben dónde está el fraude.
Ni Rocío Nahle, ni Morena en pleno, ni el
PRIAN, se imaginaban una paliza así.
Sus amigos, pues, están de plácemes. Que vengan
los contratos.
Sus peones están felices. Que siga la
corrupción.
Sus comadres están mareadas. Ya se ven con todo
el poder.
La Barbaraza arrasará con Veracruz.
POSDATA
No fueron 8 puntos, como pronosticó Masive
Caller. Fueron 32 puntos de diferencia entre Morena y clan de los Yunes azules
en la contienda por el Senado. Barridos, pulverizados, Miguel Ángel Yunes
Márquez, candidato propietario en primera fórmula, y Miguel Ángel Yunes
Linares, suplente, ya ven su extinción política. Abusaron de los espacios.
Pactaron con Pepe Yunes Zorrila a un costo excesivo. El otro miembro del clan,
Fernando Yunes Márquez, será diputado local por aparecer en la primera posición
en la lista plurinominal del Partido Acción Nacional al Congreso de Veracruz.
Fue un abuso y un exceso. Aquí se dijo, en Bitácora del Poder lo expresé, se
volvieron un lastre para Pepe Yunes provocando el repudio hasta de los suyos y
abriendo un frente que Rocío Nahlle y sus morenistas supieron explotar. Lo de
hoy es asunto menor. Lo peor será en 2025 cuando Chiquiyunes intente ir por la
alcaldía de Veracruz, actualmente en manos de su esposa Patricia Lobeira Rodríguez.
Hace tres años, impugnada la elección, la tuvieron que ganar en los tribunales.
El efecto Morena, con Rocío Nahle en el gobierno de Veracruz, con el hartazgo
de miles de jarochos del puerto, aquello será una masacre. Y luego, cuando
Morena entre a palacio municipal, vendrá el ajuste de cuentas, la persecución,
la cárcel al ex alcalde Fernando Yunes y a su cuñada, Paty Lobeira. Será la
venganza de Rocío Nahle, vía Orfis y el Congreso estatal, por el escándalo de
la mansión en El Dorado y otras más. Será, dice la sentencia bíblica, el tiempo
del “horno ardiente, donde habrá llanto y rechinar de dientes”...