José Miguel Cobián | 16 agosto 2024
Tribuna
Libre.- Ejemplos
de saqueo al final de cada batalla, existen muchos en la historia. Durante el colonialismo las potencias
coloniales obtuvieron enormes recursos de sus colonias. Durante diversos
periodos imperiales, los imperios como el Mongol, el Romano o el Británico,
obtuvieron enormes ganancias de las tierras donde se estableció su mandato, vía
impuestos y vía la extracción de materias primas e impuestos al comercio.
Generalmente el abusivo es una potencia
extranjera. Generalmente impuesta
mediante su poderío militar, es decir, los pueblos sometidos lo eran debido a
la fuerza del opresor. El ejemplo más
cercano a la cultura mexicana lo tenemos con el imperio Mexica o Azteca (como
erróneamente se le conoce). Unos pueblos
que venían de la zona de lo que hoy es Utah en Estados Unidos, migraron a
Mesoamérica, se establecieron primero como vasallos y poco tiempo después se
convirtieron en el pueblo dominante a sangre y fuego de su zona de
influencia. Ellos eran un imperio que
acumuló enormes riquezas, por ello la magnitud de su ciudad capital
Tenochtitlán, gracias a los abusos cometidos contra los pueblos vasallos.
Pues México ha vivido esa misma historia,
-sin los sacrificios humanos-, los últimos cien años. Eso no significa que en períodos anteriores
no hubiera sufrido pérdida de riqueza, pero la de los últimos cien años no
tiene parangón en toda su historia.
Si bien, los castellanos y luego los
españoles, obtuvieron el quinto real, es decir, el 20% de la riqueza generada
en la Nueva España como parte de su tributo o impuestos pagados a la corona
española, el nivel de extracción de riqueza fue mínimo, y el 80% restante lo
vemos en todos los edificios coloniales, ya que durante los 300 años que duró
ese período, se construyeron ciudades, caminos, acueductos, escuelas, hospitales,
palacios de gobierno, puertos, etc. Es
decir, el 80% de la riqueza generada en lo que hoy es México, se quedó dentro
de su territorio.
El saqueo en serio, y el abuso, comenzaron a
partir de la independencia. Las cifras de indígenas entre 1821 y 1921 muestran
que fue el período en que más vidas humanas se perdieron por razones ajenas a
enfermedades y epidemias.
En 1821 la población total rondaba los seis
millones de habitantes, de los cuales el 60% era indígena y el 40% era española
y mestiza. Cien años después, la
población total rondaba los 14.3 millones de habitantes, de los cuales los
indígenas representaban el 20%, y la población mestiza y blanca era el 80%
restante. Es decir mientras en 1821 la
población indígena eran 3.6 millones de habitantes, cien años después, a pesar
de haberse más que duplicado la población, los indígenas eran 2.8 millones de
habitantes. ¡En cien años se redujo la
población indígena en 800,000 personas!
A pesar de ello, la historia oficial, creada
para justificar el régimen revolucionario, inventó villanos y héroes, que hasta
la fecha, la población mexicana, en su ignorancia, odia o idolatra según el
caso.
La riqueza generada por el país es enorme.
México si no estuviera ocupado por sus enemigos, quienes sexenalmente lo
saquean, podría ser una potencia económica, con un ingreso por persona y una
infraestructura urbana similar a cualquier país europeo. Pero México ha tenido un grave problema: ha
sido sistemáticamente saqueado por piratas que han ocupado cargos en el
gobierno o por unos cuantos negociantes que han vivido pegados a la ubre
presupuestal.
La población mexicana ha sido mantenida en la
ignorancia absoluta, por ello ni siquiera percibe la magnitud del saqueo que
sufre día con día, así como tampoco alcanza a comprender el daño que ese saqueo
le causa a sus expectativas de tener una vida mejor para si, y para los suyos.
El propio régimen de la revolución inventó
que quienes nos saquean son los imperialistas, generalmente los yanquis son el
mejor pretexto. Con ello se desvía la
atención de los verdaderos saqueadores y se logra que la población no se atreva
a reclamar.
Cada sexenio, cada trienio, cada cuatrienio,
vemos acumularse fortunas inmensas, por parte de personajes mediocres, que si
no fuera por su habilidad para robar a los mexicanos, jamás en su vida podrían
aspirar a obtener esos recursos trabajando honradamente.
Cada período gubernamental observamos cómo se
reparte el botín, entre los distintos actores que participan en el saqueo. Por un lado, son los partidos políticos los
que tienen el monopolio de escoger a los posibles futuros gobernantes, así que
sus dirigentes, logran pingües ganancias gracias a los acuerdos que llevan a
cabo con aquéllos a quienes les permiten ser candidatos. Si el partido que los va a postular está bien
posicionado, es mucho más cara la candidatura.
Así, vemos que a liderazgos estatales se les
otorgan contratos de obra pública, de renta de camiones de limpia pública, o de
proveeduría. Pero no son los únicos
beneficiados. Empresarios que invierten
apoyando campañas políticas, ven multiplicado el dinero que invirtieron en tal
o cual candidato, si dicho candidato gana la elección. En el sector público, todo se maneja con
sobre precios o con moches o con amiguismo.
Rara vez la eficiencia y la calidad de un bien o servicio logran que se
venda, siempre son los intereses los que mandan.
Pero resulta además que los funcionarios
electos consideran como patrimonio personal el presupuesto que manejan. Así, los alcaldes, gobernadores, presidentes,
o funcionarios que manejan presupuesto, como directores de PEMEX, CFE, etc.,
manejan a su antojo el presupuesto del que disponen. Consideran que haber ganado la elección, les
otorga el derecho de quedarse con un 10, 20 o 30% de dicho presupuesto. Y la población lo sospecha y lo tolera.
Vemos ciudades destrozadas en su
infraestructura urbana, vemos sistemas de salud mal abastecidos, vemos sistemas
de seguridad inútiles, vemos aeropuertos cayéndose a pedazos, vemos filas
enormes para ser atendidos para algún trámite, etc. En México, lo más privado es lo público. Pues
cada funcionario se siente dueño de su isla de poder, cobra por conceder al
público lo que sería su obligación otorgar de manera gratuita, incluida la
procuración y la administración de justicia.
México es saqueado por su propio gobierno. Y
la población no se queja. Lo consideran normal. Acostumbrados a bajar la cabeza
y la mediocridad en los servicios públicos, los mexicanos viven su vida pública
muy silenciosa. Quizá por ello, su vida
privada es tan bullanguera. El único
problema es el calificativo que tú y yo le daríamos a quién no defiende a su
Patria, el bienestar de su familia y el futuro propio y colectivo. Pero como dice un amigo abogado, aquí nos
tocó vivir.
P.S.
Ojo, no me refiero exclusivamente al sexenio actual, todo lo aquí
escrito aplica a los sexenios de Miguel Alemán, Adolfo Ruiz Cortines, Adolfo
López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz, Luis
Echeverría, José López Portillo, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de
Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox Quezada, Felipe de Jesús
Calderón Hinojosa, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador.
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