* Habla de justicia y no resuelve las 38 denuncias en contra * La Reina del Golfo, bajo la sombra de la corrupción * Y la Fiscalía General de la República no hace comparecer * Gómez Cazarín también es mitómano * Sheyla Jara en avión privado, a todo lujo * Y los priistas increpan
Mussio Cárdenas Arellano | 20 agosto 2024
Tribuna
Libre.-
Hay que
oír a Rocío Nahle disertar sobre justicia, justicia social, reforma al Poder
Judicial, como si no estuviera manchada y no enfrentara 38 denuncias por
enriquecimiento ilícito e irregularidades en Dos Bocas. Y la FGR no llama a
declarar.
Será muy gobernadora electa, pero los dichos
y denuncias de Arturo Castagné no han sido desvirtuados. Legalmente, la
Fiscalía las tiene que citar.
Habrá ganado la elección en Veracruz, pero
las 35 denuncias de la diputada panista María Elena Pérez Jaén por cifras que
no cuadran en la construcción de la refinería Olmeca, en Dos Bocas, Tabasco,
son una pesadilla en el andar de Rocío Nahle.
Y otro tanto las que Pérez Jaén tramitó ante
la Secretaría de la Función Pública acusando un desajuste, una disparidad
descomunal entre lo que reporta la zacatecana como ingresos en el desempeño de
cargos públicos y los bienes que aparecen en su declaración patrimonial. Y algo
aún peor: las propiedades que ocultó.
Pero ella, que es toda una actriz, ahí sigue,
exudando ética, moral, siendo la impoluta, la cristalina, la virtud encarnada.
O engolosinada con palabras que marean a la secta, a las focas que por un
programa social le dan el voto y le prodigan el aplauso, así sepan que la
oriunda de Río Grande, Zacatecas, vive a la sombra de la corrupción.
O sea, haga lo que haga, sonría como sonría,
describa el futuro –su futuro– como lo quiera hacer, Rocío Nahle aún tiene 38
denuncias que enfrentar. Y pese a la gravedad de lo que se le imputa –633
millones de pesos bajo observación–, nadie la llama a declarar.
Nahle, la excelsa, la eximia, exige justicia
contra los Yunes, contra Winckler, y tiene en la cárcel a Rogelio Franco sin
delito, y a Goyo Gómez sin delito, y a Nicolás Ruiz sin delito, y a Jorge
Fabián Cárdenas sin delito, y a Bernardo Segura sin delito, y tuvo a José
Manuel del Río sin delito. Y Nahle no la cita la Fiscalía General de la
República.
Deslenguada, la zacatecana se prende con el
rollo de la reforma al Poder Judicial –el tiro de gracia de Andrés Manuel a la
Suprema Corte de Justicia de la Nación– y pregona que la justicia vivirá sus
mejores días en Veracruz.
O es recibida por el pleno de magistrados del
Poder Judicial de Veracruz y, al estilo López Obrador, Nahle ofrece respeto a
la división de poderes, “porque la coordinación y la comunicación es importante
para lograr la paz y la justicia en Veracruz”.
Así hablaba López cuando en 2018 y hoy tiene
al Poder Judicial al borde de la extinción.
Rocío Nahle acude al llamado de Libeth
Aurelia Jiménez Aguirre, presidenta del Tribunal Superior de Justicia, otra
pieza de utilería del gobierno morenista, impuesta en el cargo sin más mérito
que por servil, su puño férreo contra jueces, la inquina contra magistrados
incómodos, los que no se prestan a la venganza ni a la persecución.
La anfitriona es, pues, el brazo ejecutor.
Aurelia fue por la jueza Angélica Sánchez por acatar un amparo con el que el
empresario Itiel Palacios García se libraba de la imputación de ser autor
intelectual de dos asesinatos. La persiguió con todo, incluido un cerco
policíaco, tortura, obligándola a incriminarse. Días después, la jueza dejó la
cárcel.
Con esas sabandijas ofrece Rocío Nahle hacer
justicia en Veracruz.
Acude a eventos con el dilecto Cuitláhuac
García, el payasito Cuícaras que está por dejar el poder en Veracruz, al que
solapó en sus días de gobernador, guardando silencio ante el abuso policíaco,
la invención de delitos, los presos políticos y el estado de terror.
Nahle es ocurrente. Llegaron López Obrador y
la sucesora, Claudia Sheinbaum, al sur de Veracruz y definió la inauguración de
las carreteras Acayucan-La Ventosa y Minatitlán-Hidalgotitlán como “actos de
justicia social”.
Pues no. La que debía ir de Acayucan a La
Ventosa resultó un fraude. El presidente inauguró un fragmento de carretera,
como denunció el periodista José Luis Ortega Vidal. López Obrador fue engañado.
De los 200 kilómetros sólo existen 5.7 y la inversión de 9 mil millones de
pesos es un robo.
Pero a la gober electa esa patraña le suena a
justicia social.
Rocío Nahle vive en el discurso del engaño.
Pregona la justicia para otros sin enfrentar a las demandas de justicia en su
contra.
Arturo Castagné interpuso la primera denuncia
en la Fiscalía General de la República contra la ex secretaria de Energía por
la mansión de El Dorado, fraccionamiento de lujo en Boca del Río, una mansión
de por lo menos 40 millones de pesos, enclavada en una isla, con canales,
yates, vigilancia privada. La zacatecana sintiéndose la reina del golfo y
cuando estalla el escándalo, dice que no es suya, que se la renta a la sobrina
de esposo.
Castagné la conmina a exhibir el contrato de
arrendamiento, los depósitos bancarios por las rentas mensuales, el reporte
fiscal de la sobrina ante el Servicio de Administración Tributaria por esos
ingresos. Y Nahle se queda pasmada, sabiendo que todo es mentira.
A Castagné lo secundó Pepe Yunes, entonces
candidato de la oposición PRI-PAN-PRD al gobierno de Veracruz. Y luego lanzó
una más por peculado electoral, cuando se detectó que una camioneta usada en la
campaña de Morena era vehículo oficial del ayuntamiento de Martínez de la
Torre, cuyo alcalde con licencia, Rodrigo Calderón, era su coordinador.
El paquete gordo lo tramitó la diputada María
Elena Pérez Jaén. Fueron 35 denuncias por irregularidades en la construcción de
la refinería Olmeca, unos 533 millones de pesos. La Auditoría Superior de la
Federación halló pagos duplicados, indebidos, exceso en pagos a distribuidores
y beneficiarios, diferencias en los volúmenes ejecutados y pagados, errores aritméticos
e incumplimientos en contratos, y hasta falta de pago de anticipos.
Pérez Jaén fue contundente: es “urgente
investigar la responsabilidad de Rocío Nahle García del destino final de esos
recursos erogados y no transparentados en la construcción de una refinería que
no ha refinado ni un barril, lo único que han refinado es el arte de robar”.
De ahí pasó a la Secretaría de la Función
Pública. Los ingresos de Rocío Nahle son sensiblemente inferiores a los bienes
que posee, los que aparecen en su declaración patrimonial y los que no fueron
mencionados. Y Pérez Jaén precisa:
“En 2020, declaró ingresos totales de encargo
y enajenación de bienes, sin especificar cuáles, por 2 millones 422 mil 466, y
para el año 2022 manifestó ingresos totales por 9 millones 148 mil 876, o sea,
por los ingresos de su cargo más ingresos sin especificar cuáles y esto hace
una diferencia de 7 millones y medio. Son muchísimas”.
Nada cuadra. El departamento en San Pedro
Garza no fue incluido en su declaración patrimonial, según dijo Castagné, y la
casa de El Country, en Villahermosa valuada en 16 millones de pesos, la
adquirió meses después de haber iniciado el proyecto Dos Bocas.
Con desparpajo, Rocío Nahle habla de
justicia, de moral y honestidad. Y con cinismo, pregona la justicia social, la
justicia a secas y la reforma al Poder Judicial. Pero trae 38 denuncias en su
haber.
Y la Fiscalía General de la República no la
llama a declarar.
METADATO
Gómez Cazarín también es mitómano. Dice
sandeces como aquella de que Rocío Nahle adquirió el departamento de San Pedro
Garza García, Nuevo León, cuando era petrolera, “hace 10 años”. Pues no. Rocío
Nahle, la gober electa espuria, dejó de ser petrolera hace 32 años. Ingresó a
Petróleos Mexicanos en 1986, en la zona industrial de Coatzacoalcos; pasó por
los complejos petroquímicos Pajaritos, Cangrejera y Morelos hasta 1992. De ahí,
migró a la empresa privada Resistol, donde laboró sólo dos años, hasta 1994.
Sin padrino que la apoyara, que le facilitara turnos en Pemex, no volvió a ser
parte de la entonces paraestatal. Hay ex compañeros de lucha de la señora Nahle
que afirman que de ahí le viene el resentimiento contra el Pemex neoliberal.
Pero el depa de San Pedro Garza García no proviene de sus tiempos de petrolera,
como sostiene el líder morenista en el Congreso de Veracruz, Juan Javier Gómez
Cazarín. Hace 10 años Rocío Nahle sólo grillaba. En 2014 aún era militante del
Partido de la Revolución Democrática, cercana a Dolores Padierna y su esposo,
René Bejarano, “El Señor de las Ligas”, pillado cuando el empresario Carlos
Ahumada le entregaba cientos de miles de pesos por financiar “el proyecto”.
Cuando adquirió el depa, vía crédito bancario, era política, era perredista,
era obradorista, eran los tiempos en que danzaban los millones ilegales en las
campañas electorales. No era, como dice el mitómano Gómez Cazarín, petrolera.
Pero de que adquirió el departamento millonario, lo adquirió. Lo que no se sabe
aún es si lo pagó con dinero lícito o no… Ver a Sheyla Jara en un avión privado
y exhibirse en redes sociales es, por lo menos, imprudente. Y verla así luego
de la elección del 2 de junio, derrotada ella, derrotado su nuevo partido,
Movimiento Ciudadano, más imprudente aún. Dos gráficas captan a Sheyla Jara
sonriente, feliz, vestida de blanco, los cabellos pulcros, tratados, y una “V”
de la victoria, como si el triunfo en las urnas hubiera sido real. Circulan las
fotos de la ex candidata suplente a diputada federal por Coatzacoalcos, luego
de perder la elección, y circulan también las admoniciones priistas, los que la
satanizan, los que refieren que para eso se fue del PRI. Y así sea su derecho y
su gusto, Sheyla Jara no repara en la imprudencia…
https://mussiocardenas.com/informe-rojo/118907/y-a-rocio-nahle-cuando-la-llaman-a-declarar