* Usa el Palacio de Gobierno para ensayar * Desmembrados, levantados, extorsionados… y Cuitláhuac ni se inmuta * Salvo Ahued, mediocridad en próxima Secretaría de Gobierno * Carrizales y Karla Rosas, otros reprobados * Manta que recuerda la desaparición forzada en Coatzacoalcos
Mussio Cárdenas Arellano | 22 oct. 2024
Tribuna
Libre.- Sacude el crimen a
Veracruz, el feminicidio crece, la extorsión detona, y los raptos no amainan, y
los desmembrados que yacen a pie de carretera. Y el gobernador –el insensato
gobernador– se dedica a bailar.
Queman
negocios que no dan cuota. Y lanzan ráfagas de AK47 sobre sus fachadas. Y
levantan a sus dueños y les destrozan el rostro y les muelen el cuerpo a
golpes. Y el méndigo Cuitláhuac no cesa de bailar.
O
levantan funcionarios del ayuntamiento de Poza Rica, o ejecutan al director de
Comercio y a un ex agente municipal en Playa Vicente, o allanan un hogar en
Coatzacoalcos y se llevan a un menor de dos años. Y Cuitláhuac no deja de
bailar.
Y así
la muerte, el llanto, el temor a los malosos, a su impunidad y al vacío de
poder.
Veracruz
arde. Lo devora el fuego de la violencia, las llamas de la ira y el poder de
los que habitan fuera de la ley. Y cunde el miedo a las balas, a los sicarios
que se disputan las plazas, al delincuente común,el que roba y asalta, y a la
delincuencia organizada que lo mismo trafica que secuestra y extorsiona. Y
mientras Veracruz se incendia, Cuitláhuac García Jiménez, el gobernador
emergido de Morena, le da rienda suelta al baile, lo único que sabe hacer.
Captado
en un video, el insensato dirige una coreografía. Danza al ritmo de “Payaso de
Rodeo”. Lo secundan decenas de empleados. Cuitláhuac va al frente. Dos pasos a
la derecha, dos pasos a la izquierda. Y luego inicia el recorrido hacia atrás
de la fila seguido de los demás para después ponerse de nuevo al frente.
El
episodio es un insulto a Veracruz. Cuitláhuac toma el Palacio de Gobierno como
pista de baile, como piso de congal, como las carpas en que solía presentar sus
frivolidades cuando era el Payaso Cuícaras, antes que Andrés Manuel López
Obrador y la zacatecana Rocío Nahle García tuvieran la infeliz ocurrencia de
hacerlo gobernador.
Sirve
el Palacio de Gobierno para estas frivolidades y para las conferencias de
prensa –si así se les puede llamar– en que Cuitláhuac muestra el cobre lanzando
denuestos, increpando a reporteras –más a las reporteras que a los reporteros–,
acusándolos de difundir mentiras, trenzándose en un dime-que-te-diré, mostrando
la tripa, alegando como si fuera el rey del regateo en el mercado popular.
Cuitláhuac
García no nació para ser gobernador. Es un pelafustán de barriada con altas
dotes para la mentira, la transa, el abuso, el tráfico de influencias, la
ineptitud y la corrupción. Y encima cierra el palacio de gobierno como si la
sede de gobierno fuera un castillo feudal.
Al
pueblo se le niega el acceso, aduciendo razones de seguridad, como aquel que
teme que le tomen la oficina, se adueñen de la silla y coman en su escritorio.
El
palacio de puertas cerradas es un agravio. Es la casa del pueblo pero el pueblo
no puede entrar. No se vayan a enterar que Cuitláhuac lo hizo congal.
Fuera
de su micromundo, la violencia estalla. No es ese Veracruz que Cuitláhuac
García pinta y describe como el estado ideal, en el que disminuye el homicidio
y el secuestro, en el que casi se extingue el feminicidio, en el que se ha
recuperado la seguridad.
Ese
Veracruz es irreal. Sólo existe en la estadística retorcida del desgobernador.
Son los
desmembrados de Veracruz, los que aparecen en Colinas de Santa Fe, los que
muestran la verdad.
Son 49
ejecuciones en Coatzacoalcos en lo que va de 2024. Y un menor de dos años
secuestrado que ante la presión mediática y la repulsa social, fue abandonado
en un terreno baldío. Y decenas de comercios quemados por las bandas dedicadas
al cobro de piso.
Son
cuatro funcionarios y ex funcionarios del ayuntamiento de Poza Rica levantados
y, por fortuna, liberados, enviando el mensaje de que les dan lo que piden o
los criminales van a subir el tono.
Se
llevaron, entre otros, a Carlos Escudero, director de Protección Civil; Rodrigo
Alejandro Caballero, jefe de Inspectores de Comercio, y a Pierre Guerrero,
exdirector de Limpia Pública. Y ahí, en Poza Rica, donde el fuego quema, dice
el alcalde morenista, Fernando Luis “El Pulpo” Remes Garza, que todo está bien.
Bien jodido.
Es Poza
Rica donde los capos se pasean como Pedro por su casa. Levantan, asesinan,
destazan a sus víctimas, las emplayan y conservan los cuerpos desmembrados en
refrigeradores y hieleras en casas de seguridad para luego tirarlos en las
calles y sembrar el terror. Pero dice el alcalde que “todo está bien”.
Y está
el crimen de Víctor Muro Velásquez, iluminador de cine, ultimado por razones
aún sin explicar, cuyo cuerpo desmembrado apareció en dos domicilios, hecho al
que Cuitláhuac atribuyó a un problema “muy personal” entre la víctima y el
presunto asesino, el cineasta con el que trabajaba en una producción.
Morir
en Xalapa. No es título de película. Es el triste destino de Víctor Muro, cuyo
caso trató el gobernador con marcado desdén, quizá porque el implicado, Carlos
Armando “N”, es amigo “muy personal” de Tonatiuh García Jiménez, el remedo de
cineasta y hermano de Cuitláhuac cuya producción fue sufragada con recursos del
gobierno de Veracruz.
Quiso
Cuitláhuac que Veracruz no fuera el santuario del feminicidio. Hizo que la
Fiscalía estatal modificara los criterios para tipificar como tal el
feminicidio. O sea, son feminicidios pero los clasifican como homicidios. Todo
con tal de salir de la estadística nacional.
Sin
embargo, Veracruz figura entre las cinco entidades con mayor número de carpetas
de investigación por feminicidio en el país y es el lugar 13 en incidencia de
ese delito, según el Observatorio de Violencia contra las Mujeres de la
Universidad Veracruzana.
Y así
la violencia, azotando a Veracruz, sacudiendo a la sociedad, infundiendo miedo,
provocando zozobra, llanto y dolor.
Y el
gobernador –’uta madre– no deja de bailar.
METADATO
Salvo
Ricardo Ahued, la Secretaría de Gobierno de Nahle será de medio pelo. Va a la
Subsecretaría de Gobierno José Manuel Pozos Castro, con sus traspiés políticos,
sus conflictos cuando fue diputado local, su pasado priista y la violencia en
Tuxpan, del que aún es presidente municipal. Y así otras secretarías, la de
Infraestructura y Obras Públicas, que encabezará Leonardo Cornejo Serrano,
extraído del Pemex priianista, sus manos metidas en el caso Odebrecht, que la
hoy gobernadora electa, Norma Rocío Nahle García, decía combatir, y encargado
de la construcción de la refinería Olmeca, en Dos Bocas, Tabasco, el maltrecho
proyecto obradorista que ni se concluyó en tres años, como prometió la
zacatecana, ni costó 8 mil millones de dólares sino más del doble, y cinco años
más tarde aún no refina ni un litro de gasolina. Súper fracaso. Va a la
Procuraduría de Medio Ambiente de Veracruz una joya: Ángel Carrizales López, un
impresentable petrolero de ínfimo nivel, reprobado en el Senado cuando acudió
al casting para encabezar la Comisión Reguladora de Energía, luego tronó al
intentar ser miembro del Consejo de
Administración de Pemex y más tarde de la Comisión Nacional de Hidrocarburos. Y
ante semejante oso, Rocío Nahle metió la palanca y lo incrustó con calzador en
la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente, donde Carrizales se prestó a toda
clase de trapacerías. Su fotografía agarrándose el pene circula profusamente en
redes sociales mostrando que la 4T tiene mucho de vulgar. Y de que hay
comadritis, la hay. Rocío Nahle se lleva a otra gema: Karla Rosas Mora, titular
del DIF en Nanchital, hija de la alcaldesa Esmeralda Mora Zamudio, alias la
comadrita de Nahle, de pésima actuación en el ayuntamiento al grado de ganarse
el repudio de los nanchitecos que salen a las calles, le toman caminos, impiden
que se construya un relleno sanitario regional porque, dicen, Nanchital no va a
se basurero de otros municipios. Karla Rosas no debiera ir al DIF estatal con
la cartera Atención a la Población Vulnerable, sino a Turismo de Veracruz. Le
encanta viajar. Solía dejar tirado el DIF de Nanchital y presumir sus
vacaciones en tiempo laboral en Francia y Colombia, según se balconeaba en
Facebook. Sigue la mediocridad en las designaciones de la zacatecana. Quienes
la conocen –el perredismo de Coatzacoalcos, por supuesto–, saben que no da para
más… No es narcomanta. Es manta en que recuerdan la desaparición de 50 jóvenes
a manos de policías en el operativo Blindaje Coatzacoalcos. Apareció en un
sitio ad hoc, el puente peatonal que se halla sobre la carretera a
Villahermosa, a la altura de la ex caseta de peaje, el miércoles 9, ahí unos y
otros, automovilistas y ciudadanos de a pie, la pudieron ver. El mensaje es
lapidario. Es el reclamo por la desaparición forzada de una treintena de
jóvenes en un lapso breve, el 30 de septiembre de 2015. Un año antes, en 2014,
al entonces gobernador de Veracruz, se le ocurrió que podría parar la oleada de
violencia liberando las manos y las garras de la Policía estatal. El operativo
fue un episodio siniestro, cruel, desalmado, arbitrario. Durante meses, los
sicarios con uniforme y también vestidos de civil levantaron a quien hallaban a
su paso. Instalaban retenes. Paraban vehículos, principalmente taxis. Hacían
descender a sus ocupantes y no se les volvió a ver. Un auténtico crimen. Una
tragedia. Un episodio de dolor. Una herida abierta. Así haya emitido una
disculpa pública el gobierno de Veracruz, falta llevar ante la justicia a los
criminales, sea Duarte, sea el ex secretario de Seguridad, Arturo Bermúdez; sea
los mandos medios y la tropa; sea el actual director de la policía en
Coatzacoalcos, Luis Enrique Barrios Ríos, quien era coordinador operativo
cuando se aplicó la desaparición forzada de inocentes. Nueve años después, la
impunidad sigue…
https://mussiocardenas.com/informe-rojo/118983/la-violencia-devora-a-veracruz-y-el-gobernador-baila
BAILE
CUIT C.jpg
Comentarios
Publicar un comentario