* Sheinbaum terminó arrinconada * Trump la pone a prueba un mes * Parar fentanilo y migración o los aranceles van * El costo de los “abrazos, no balazos” * Con Cuitláhuac, el crimen organizado espió a placer * La hermana de Cheva salió peor que Cheva * Ya no se sabe quién es el amante de la regidora
Mussio Cárdenas Arellano| 07 febrero 2025
Tribuna
Libre.- Perpleja, Sheinbaum
ya no entonó el Himno Nacional, ni se acordó de Kalimán, ni le impuso aranceles
a Estados Unidos. Se tuvo que tragar el mote de narcogobierno que Donald Trump
le endilgó.
Doblegada,
como López Obrador seis años atrás, canjeó un mes de gracia, un mes de para ser
evaluada, un mes a prueba, un mes en que se posterga la aplicación del arancel
de 25 por ciento a productos mexicanos importados por Estados Unidos,
ofreciendo –simulando– que habrá de combatir el tráfico de fentanilo y frenará
la migración que antes alentó.
Llegó
vapuleada al día crucial, el 1 de febrero, cargando la peor acusación que la
Casa Blanca le hubiera enfilado al gobierno mexicano en su historia: aliado del
narco.
Claudia
Sheinbaum tuvo un pataleo fugaz, refutando a la administración Trump. “Es una
calumnia”, dijo la presidente con A. Y de ahí no pasó.
Sheinbaum
esperaba la embestida de los aranceles pero no que el obradorato en el poder
fuera señalado de tener una “alianza intolerable” con los cárteles, las
organizaciones de los cuates narcos del Peje de Macuspana, esos a los que solía
defender, saludar, abrazar, encubrir, solapar, cobijar y hasta construirles
carreteras para hacer más eficiente el trasiego de droga de Sinaloa a
Chihuahua.
Qué
generoso el Peje con los capos. Recursos federales y el amparo político del
cuasi Dios, Andrés Manuel López Obrador, haciéndoles más rentable el negocio a
los industriales de la muerte.
Así se
las recetó la Casa Blanca:
“Además,
las organizaciones mexicanas de narcotraficantes mantienen una alianza
intolerable con el gobierno de México.
“El
gobierno de México ha proporcionado refugios seguros para que los cárteles se
dediquen a la fabricación y el transporte de narcóticos peligrosos, que en
conjunto han provocado la muerte por sobredosis de cientos de miles de
estadounidenses.
“Esta
alianza pone en peligro la seguridad nacional de Estados Unidos, y debemos
erradicar la influencia de estos peligrosos cárteles”.
Fue un
descontón. NAR-CO-GO-BIER-NO. Ojo morado, la quijada molida, Sheinbaum tuvo que
rehacer el guión. Muy gallita, se había dado cuerda anunciando que si Trump
imponía el arancel del 25 por ciento a productos mexicanos, ella haría lo mismo
con los productos provenientes de Estados Unidos, otra salvajada mental de la
calca de López Obrador que evidencia que en economía su ignorancia es total.
Trump,
que puede ser un racista deplorable, un abusivo sin límite, un delincuente
sentenciado, obsesivo por imponer miedo para luego negociar, hizo lo que tenía
que hacer: etiquetar al gobierno de la 4T de aliado del narco. Y Sheinbaum se
le cuadró.
Y se le
cuadró porque la relación entre el jefe de la secta, Andrés Manuel López
Obrador, y el Cártel de Sinaloa es tan diáfana, tan transparente, tan “abrazos,
no balazos”, tan condescendiente, tan liberadora de Ovidio Guzmán, tan cortés
saludando a la mamá del Chapo; tan reiterada en visitas a Badiraguato, cuna del
capo hoy en prisión; tan colaboracionista que hay un narcogobernador morenista,
Rocha Moya, en Sinaloa; tan efectiva que la delincuencia realiza operación
electoral como en 2021 y 2024, matando al candidato que reta a Morena, que a la
presidente con A no le tocó más que acatar.
La
escéptica Sheinbaum había venido diciendo que no creía que Donald Trump
impusiera aranceles de 25 por ciento. Qué ilusa. Creyó que el bully neoyorkino
tenía algo de humanidad.
Sábado
1. La Casa Blanca confirma la imposición del arancel –impuesto o tributo– a
productos mexicanos y canadienses por el tráfico de fentanilo hacia el mercado
de drogadictos estadounidenses y la migración ilegal.
Lunes
3. Una conversación telefónica entre Trump y Sheinbaum posterga la aplicación
del arancel por un mes.
La
comunidad chaira, la burocracia guinda, incluso los Menchos, los Chapitos, la
Mayiza, los narcogobernadores, los narcosenadores, los narcodiputados, los
narcoalcaldes, los narcoempresarios, salieron a aplaudir.
Se
doblegó servilmente, pero dicen que frenó a Trump. Quebrada, sometida a las
imposiciones del bully, concedió 10 mil soldados en la frontera norte de
México, ofreció poner freno al paso de migrantes, debiendo parar el envío de
fentanilo a la comunidad drogadicta norteamericana. Y Trump, en cambio, sólo le
dijo que se abocaría a disminuir el tráfico de armas de EU a los cárteles
mexicanos. Una promesa que no va a cumplir.
Sus
tarados, unos a sueldo, otros gratuitos, aplauden el mes de chance que le dio
el presidente sátrapa de Estados Unidos, Donald Trump. Un mes viéndola
recibiendo órdenes del presidente de otro país. Un mes combatiendo la migración
que hace semanas estimulaba, allegándole camiones a los migrantes para ser
llevados a la frontera norte y desde ahí intentar cruzar legal o ilegalmente a
suelo norteamericano.
“Tenemos
presidenta”, dicen los fanáticos de la secta morenista sabiendo la arrastrada
que Trump le pegó. “Gol de Sheinbaum”, exclama Loret de Mola, recibiendo una
felpa en redes sociales.
Pero
no. Claudia Sheinbaum, que es una piltrafa política, una presidenta sin poder,
y sin voz, no va a arreglar en un mes el cochinero migratorio que López Obrador
le dejó. Ni va a extinguir la etiqueta de narcogobierno que Trump le impuso por
la innegable relación de “abrazos, no balazos” del obradorismo con los cárteles.
Shein no termina de deglutir la manzana envenenada que su inventor político le
heredó. Pero la tendrá que digerir.
Sheinbaum
da risa. Pasmada, pide unidad nacional mientras Trump le coloca la daga en el
cuello. Y una vez concedida la prórroga de un mes, vuelve a arremeter. Desdeña
a la sociedad; prosigue el circo del Poder Judicial con su tómbola y su
elección amañada; impone la reforma a la Ley del Infonavit; no invita a los
ministros incómodos de la Suprema Corte al aniversario de la Promulgación de la
Constitución, como si un evento de Estado fuera una fiesta particular y ella,
la dueña del pastel, se pudiera reservar el derecho de admisión. De regreso a
su faceta de bandolera, ya no pide unidad nacional.
Vapuleada,
hoy ve un avión espía de EU a unos kilómetros de Baja California Sur, y tres
navíos –Us Gov Vessel, Usns Henry J.Kaiser y el portaaviones USS Nimitz– en
aguas internacionales pero también en las cercanías de Ensenada, y no habla de
la soberanía nacional.
Trump
ya categorizó a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas. El
siguiente paso es atacarlos. Y el paso final será declarar al gobierno de
Sheinbaum “colaborador de organizaciones terroristas”.
Y
entonces Sheinbaum cantará el himno nacional. O invocará a Kalimán, como ya lo
expresó, llamando a tener serenidad y paciencia.
Mientras,
a tragarse el mote de narcogobierno que Donald Trump le endilgó.
METADATO
Con
Cuitláhuac García, el crimen organizado espió a placer. Tuvo cámaras de
videovigilancia ilegales, y nadie lo objetó. A la vista de todos, en los
cruceros y entre árboles, en postes y paredes de hogares, la red de espionaje
le dio a la delincuencia una panorámica de sitios clave en decenas de
municipios. No fue casual. El ex gobernador de Veracruz, engendro de Andrés
Manuel López Obrador, neutralizó el sistema de videovigilancia y, en
contrasentido, dejó que el crimen organizado instalara su red de espionaje en
la vía pública para, así, operar a placer. No funcionó el sistema de vigilancia
porque Alliet García Cayetano, entonces directora jurídica de la Secretaría de
Seguridad Pública, hoy magistrada, cerró el acceso a la empresa que instaló,
con miles de problemas, fuera del tiempo que marcaba el contrato suscrito con
el gobierno yunista. Alliet García cambió las contraseñas del sistema digital.
De eso, existe un documento del área jurídica de la SSP que la incrimina. Fue
la línea dictada por Cuitláhuac García y seguida por el secretario de
Seguridad, Hugo Gutiérrez Maldonado. Cuitláhuac García y su banda permitieron durante
seis años que la delincuencia vigilara calles, observara cualquier movimiento
del Ejército, la Marina, la Guardia Nacional, la propia Policía Estatal y las
policías municipales, así como los pasos que daban otros grupos delincuenciales
en el negocio de la droga y la extorsión. Y nadie, en seis años, alzó la voz,
adoptó acciones, dispuso que la vigilancia ilegal fuera desmantelada. Seis años
de complicidad con el crimen organizado. Seis años de gobierno criminal… La
hermana de Cheva salió peor que Cheva. Como da por hecho que la “licenciada”
Eusebia Cortés Pérez será la próxima alcaldesa de Coatzacoalcos –ja–, ya se
siente dueña de la Alameda. La susodicha hermana, cuyo nombre se mantiene en
reserva, decide qué contratista realiza obras dentro del parque, importándole
un carajo a quién le haya asignado los trabajos la directora de Obras Públicas,
Patricia Islas Sister; o qué comerciantes pueden instalarse en los alrededores
de la Alameda; o cuánto deben pagar los deportistas por el uso de las instalaciones.
La hermana de Cheva es mitad ilusa, mitad audaz o 100 por ciento gandalla. Va a
despertar cuando la candidatura de la subsecretaria de Desarrollo Regional, la
“licenciada” Cheva, se termine de esfumar y cuando tenga que enfrentar la
denuncia que le cocinan por usurpación de funciones… Ya no se sabe quién es el
amante de la regidora. Unos dicen que es otro edil; algunos más, que es un ex
poderoso funcionario. Y el marido anda atrás de los dos. O mejor dicho, de los
tres…
https://mussiocardenas.com/lo-que-pesa-ser-un-narcogobierno/
Comentarios
Publicar un comentario