José Miguel Cobián| 30 abril 2025
Tribuna
Libre.- Leo el enojo causado a la presidenta Claudia Sheimbaum por el
comentario del expresidente Zedillo respecto a la destrucción de la democracia
en México, por la destrucción del poder judicial, y me surge la pregunta ¿A la
mayoría de los mexicanos les importa que haya democracia o no? Y de ahí se deriva la siguiente: ¿Le ha
servido a la mayoría de los mexicanos la escasa democracia que hemos
disfrutado?
Primero
quise analizar el pasado del país y la posible existencia de cultura
democrática. De ahí surgió lo siguiente: El período preclásico del 2500 A.C. –
200 D.C. surgen las primeras civilizaciones como los Olmecas. Posteriormente en el período clásico (200-900
DC) tenemos el auge de las ciudades-estado como Tehotihuacán, Mayas y
Zapotecas. En el período Posclásico
(900-1521 DC) Tenemos en Mesoamérica el dominio de los toltecas y
posteriormente de las tribus Nahuas, terminando con el dominio de los Mexicas,
hasta la llegada de los castellanos, y la liberación de los pueblos indígenas
como Tlaxcaltecas (náhuatl), Mixtecos (otomangue), Zapotecas (otomangue),
Huastecos (mayense), Totonacas (totonacano), Matratzincas (otomí) y Chontales
(mayense), oprimidos por los mexicas.
En todo
ese período, los tlatoanis y la clase sacerdotal, ejercían un control férreo de
la población, y eran quienes decidían los destinos de los pueblos, vidas y
posesiones de todos los habitantes.
Queda claro, que la herencia anterior a 1521 es una herencia de ausencia
total de democracia.
Durante
el virreinato, los pueblos indígenas mantuvieron una estructura de gobierno
basada en sus tradiciones, organizada en cabildos indígenas dirigidos por
caciques o principales, que eran los intermediarios entre la comunidad y las
autoridades virreinales. En cuanto al
virreinato de la Nueva España, estaba organizado políticamente en una estructura
piramidal en cuya cúspide se encontraba el Rey de España como máxima autoridad,
El consejo de Indias, asesor del rey en asuntos administrativos y legales, el
Virrey encargado de la administración, justicia y defensa. Las audiencias,
tribunales que supervisaban la aplicación de la justicia y asesoraban al
virrey. Los Gobernadores y Corregidores
que administraban provincias y ciudades.
Y los cabildos que eran gobiernos municipales.
La
población inicial de México al firmarse el acta de independencia en 1821
consistía en unos 15 mil a 20 mil españoles peninsulares, 3´660,000 indígenas,
1´342,000 castas (mulatos, mestizos, castizos, zambos, etc), 1,090.000 criollos
(hijos de peninsulares nacidos en América), de un total aproximado de 6.1
millones de habitantes.
Ninguno
de esos 6.1 millones de habitantes tenía cultura democrática.
Durante
el período de la independencia, México experimentó diversos sistemas de
gobierno:
Desde
la independencia de México en 1821 hasta la Revolución Mexicana en 1910, el
país experimentó varios sistemas de gobierno:
1. Monarquía (1822-1823): Agustín de Iturbide
estableció el Primer Imperio Mexicano, pero su reinado fue breve.
2. República Federal (1824-1835): Se instauró
la Constitución de 1824, estableciendo un sistema democrático y federal.
3. República Centralista (1835-1846): Se
abolió el federalismo y se implementaron las Siete Leyes, concentrando el poder
en el gobierno central.
4. Segunda República Federal (1846-1863): Se
restauró el federalismo con la Constitución de 1857, promoviendo derechos
individuales y separación de poderes.
5. Segundo Imperio Mexicano (1864-1867):
Maximiliano de Habsburgo gobernó bajo una monarquía respaldada por Francia,
pero fue derrocado.
6. República Restaurada y Porfiriato (1867-1910):
Se consolidó el presidencialismo, con Porfirio Díaz gobernando por más de 30
años bajo un régimen autoritario.
Durante
cada uno de esos períodos, solo los que peleaban por el poder notaron un
verdadero cambio, la mayoría de los mexicanos, ni siquiera se interesaban en la
política, pues las luchas armadas, y ¨el quítate tú para ponerme yo¨ implicaban
encontrar beneficios de corto plazo, pero no había la idea de una patria para
todos. El ideal existía en las mentes de unos cuantos.
Creo
que no es necesario detallar el autoritarismo y la voluntad de un solo hombre,
que gobernaron México una vez que el reparto de poder entre los bandoleros de
la revolución se llevó a cabo. En el año
2,000 México simuló un cambio de gobierno y el inicio de la democracia, sin que
el pueblo de México tuviera voz, solo voto, y en muchos casos dirigido y
manipulado desde el poder.
Los
mexicanos jamás hemos gozado de democracia. No la conocemos. No conocemos sus
ventajas. La proto-democracia que gozamos del año 2000 al 2018 no trajo los
beneficios esperados a la mayoría de la población. Los negocios para quienes
detentaban el poder y sus allegados siguieron. La corrupción rampante continuó,
y por ello el pueblo hoy no se sorprende por la corrupción actual ni se
interesa por la destrucción de instituciones que jamás le representaron un
beneficio real. Recordemos que más de
la mitad de la población continuaba bajo la línea de pobreza en 2018, ellos
jamás vieron los frutos del período neoliberal y por eso hoy no les interesa el
cambio de paradigma gubernamental.
Por
todo lo anterior, llego a la conclusión de que sólo a la comentocracia y a los
posibles beneficiados de un cambio de gobierno les interesa lo que suceda con
el sistema político del país. Al resto
de los mexicanos les resulta irrelevante, y por ello son absolutamente
impenetrables con cualquier argumento que presente la oposición al régimen
actual.
Entiendo
la posición de la presidenta. Es requisito indispensable para evitar incomodar
al vecino del norte, simular que en México existe democracia, y ella, como lo
hicieron todos sus antecesores, defiende una idea que los mexicanos sabemos que
es falsa: ¨Que en México hay democracia¨. (O la hubo en alguna época).
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