José Miguel Cobián | 09 octubre. 2025
Tribuna
Libre.-
La opinión pública en México es
absolutamente contradictoria y contra intuitiva. En cualquier parte del mundo, el respeto y
la defensa de la dignidad de la policía son parte de la cultura, excepto en
México. Aquí, se aplaude el daño, la
violencia y la humillación de los policías.
Cuando conviene se olvida que también son pueblo.
A raíz
de la última manifestación en la ciudad de México ha quedado muy claro que ni a
las autoridades superiores ni a la población les importan ni la ley ni la
dignidad de los policías. El fundamento
de mi razonamiento está a la vista: En cuanto a Clara Brugada se trata, no
vimos molestia por las agresiones sufridas por los policías que presuntamente
debían aplicar la ley, prevenir delitos y proteger personas y bienes. En cuanto a la población en general, vemos un
aplauso generalizado a la violencia brutal a la que fueron sometidos esos
policías, con la orden además, de ni siquiera defenderse. Privados del derecho más básico que es la
defensa propia.
Entiendo
que la corrupción en la policía en México tiene más de cien años, y que los
ciudadanos estamos hartos de esa corrupción y de los abusos que de ella
emanan. Entiendo que en muchas ocasiones
el policía se corrompe por instrucciones superiores. Los altos mandos exigen una cuota diaria, que
en muchas ocasiones llega hasta el propio alcalde o el secretario de seguridad
pública estatal, o incluso al gobernador del estado. En otras ocasiones, parte de esa cuota va
para los grupos criminales que operan en la zona.
Dejando
establecido lo anterior ¿quién es el responsable de la corrupción del
policía? Ese que roba al transeúnte en
la noche, el que aprovecha cualquier circunstancia para disponer de lo que no
es suyo. Y no me refiero solo a los
policías, también a los agentes de tránsito, englobados en un término genérico
de policía.
Me
podrías decir que el culpable es el propio policía por corrupto, o que el
culpable es su superior, pero…. Por lo menos en teoría ¿En quién recae la
soberanía y quién es el patrón incluso del presidente de la república? La respuesta es: El pueblo de México. Pero no quiero dejar allí la reflexión. ¿De dónde emana cada policía, cada agente de
tránsito? Del pueblo de México. Es más, cada funcionario público corrupto o
no, cada funcionario electo, desde el más humilde regidor hasta el presidente
de la república, ¿De dónde salen? Que yo
sepa ninguno es extranjero, salvo raras excepciones, todos salen del pueblo.
¿Entonces
la cultura mexicana indica que cuando puedas robar a un mexicano, debes
hacerlo? Todo parece indicar que sí. La
gran mayoría de personas (hay excepciones) que llegan a puestos donde hay, se
atascan como cerdos. Mientras que los
que no llegan a esos puestos, siguen viviendo en su utópico mundo color de
rosa, indignados por el saqueo, hasta que llegan al puesto, y entonces actúan igual
que aquéllos a los que tanto despreciaron.
Volviendo
al tema principal. Si queremos dejar de
ser un país mediocre, chambón, irresponsable, que es la burla de la comunidad
internacional, tanto por su corrupción, como por la colusión con el crimen
organizado, desde las más altas esferas del poder político, económico y
militar, lo primero que tenemos que hacer, es defender la dignidad humana y
exigir la aplicación de la ley.
Es
absurdo escuchar a la presidenta informar a los delincuentes previamente a la
marcha, que no caerá la autoridad en provocaciones. A partir de ese momento lo que los
delincuentes escucharon fue: *Ustedes pueden saquear lo que gusten, incendiar
policías, golpearlos con marros, llevar cizallas para romper cadenas y
candados, dañar a cualquier persona que se cruce en su camino, y saldrán
impunes*. Literalmente la presidencia de
la república autoriza a un grupo de delincuentes a cometer cualquier
delito. Pero no sólo eso, también
informa a los propietarios de negocios que están en la ruta de la marcha, que
por ese día, no cuenten con la protección del estado. Nadie va a intervenir para defender sus
propiedades. Tampoco habrá quién
intervenga si estos delincuentes agreden, lastiman, y me atrevo a decir que
hasta maten a un mexicano. Ese día la
ley no aplica…. ¨para no caer en provocaciones¨.
Un
estado que no defiende a los suyos, que envía a 1,500 policías a recibir
pedradas, martillazos y bombas molotov, con la instrucción de ser testigos
mudos de cualquier delito que se cometa, no merece ser llamado gobierno, pues no
gobierna. No sólo no gobierna en
Sinaloa y en el porcentaje que quieras del territorio nacional que está bajo el
control de empresas criminales, también manda un clarísimo mensaje de
impotencia, desinterés en la aplicación de la ley, o peor aún, en muchos casos
complicidad.
Habiendo
dejado claro cuál es la postura del gobierno en cuanto a su responsabilidad de
defender la vida y los bienes de los gobernados, es obligado comentar que la
misma postura que tuvieron los policías agredidos en la manifestación, la hemos
observado en la guardia nacional, la cual en algunos casos, genera la sospecha
de estar coludida con empresas o grupos criminales, sobre todo la guardia
nacional de carreteras. Por otro lado
hemos sabido de casos que muestran que el ejército no va a mover un dedo para
defender a un mexicano, si antes no recibe la orden de un superior para
hacerlo. Así que la actitud de brazos cruzados ante hechos criminales en
flagrancia, es algo común en todas las fuerzas del orden en el país, y por lo
tanto, es una política que emana desde presidencia de la república para
abajo. Los abrazos se acabaron
únicamente para aquéllos a los que el gobierno americano ha señalado como
enemigos del orden. Los demás grupos
criminales, siguen con el abrazo, quizá más discreto.
Mientras
la población mexicana esté a gusto con este sistema de inseguridad que
padecemos, mientras siga temerosa de manifestar su inconformidad, exigiendo
seguridad de una y mil maneras hasta que el gobierno cumpla su función.
Mientras la percepción sea que el mexicano promedio acepta que el gobierno
actúe así, nada va a cambiar. Y
seguiremos observando y normalizando que se prive de la vida o se agreda
brutalmente a mexicanos, sean éstos policías, soldados, guardias nacionales o
civiles. Cómo al mexicano común no le
importa, al mexicano convertido en autoridad tampoco le importa. Seguiremos
siendo un país salvaje, indolente e incivilizado, dónde reine la
inseguridad. A fin de cuentas tenemos el
México que nos merecemos.
elbaldondecobian@gmail.com @jmcmex

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