José Miguel Cobián | 16 octubre 2025
Tribuna
Libre.-
Desde
que el hombre se agrupa en sociedades, la lucha por el poder ha sido parte de
esencial de la política. Para lograr sus
objetivos, personajes no muy éticos se dedican a difamar a sus adversarios o a
sus posibles adversarios, con el fin de utilizar esos mecanismos para manipular
las mentes de aquéllos que deberán de aprobar su llegada o permanencia en el
poder. Hoy la difamación y la mentira
llegaron para quedarse en la época de la post verdad.
Las
técnicas son muy variadas, desde las más burdas como mentir de manera absoluta
y descarada, por ejemplo: un sector afirma que los damnificados por la última
inundación no han recibido nada de ayuda por parte de la autoridad, por el otro
lado, se afirma que hasta el ejército está entregando ayuda en enormes
cantidades.
El
primer sector no necesita mucho, una grabación o un testimonio de alguien que
sea o parezca afectado de la zona de desastre.
El otro grupo puede mostrar videos antiguos de caravanas del ejército,
sin ni siquiera mostrar que es lo que se transporta.
Otra
técnica muy socorrida, y que sufrí en primera persona, fue la difama para
después utilizarlo. Me explico. Alguien le dijo a la síndica del ayuntamiento
de Córdoba, que yo aspiraba a ser candidato a diputado federal. Le hicieron creer que yo tendría muchas
posibilidades de ganarle, pues ella también aspiraba a esa posición, que al
final quedó en manos del hoy diputado Zenyanzen Escobar. Yo no tenía el mínimo interés ni la mínima
idea de lo que pasaba. Sin embargo, con
presupuesto del ayuntamiento, durante cinco días consecutivos se dedicaron 73
muros de Facebook y portales de noticias a compartir fotos de mi domicilio
privado, de algunas propiedades, y sobre todo de difamarme ante una opinión
pública manipulable e ignorante, que aceptaba cualquier cosa que publicaban los
medios por instrucciones de ella.
La
intención era clara, y yo me divertí de lo lindo por el gasto inútil. Si yo me postulaba para esa candidatura, y
ella también se postulaba, esas publicaciones en los distintos medios de
difamación locales, (que no son dignos de ser llamados medios de comunicación),
esas publicaciones serían usadas para demostrar que yo no merecía aspirar a esa
candidatura.
En
otras ocasiones he visto que se utiliza una edición de un periódico para sacar
una noticia a ocho columnas difamando a alguien. Cuando ese alguien aspira ya como candidato a
algún puesto, esa noticia falsa se utiliza como prueba de la falta de calidad
ética o moral del candidato al que se ataca.
Mientras, el periódico en otras épocas, al día siguiente corregía su
información y aclaraba que no era correcta, debido a la exhaustiva
investigación de uno de sus reporteros.
A últimas fechas, ya ni siquiera corrigen, la ética en algunos medios
cada día está peor.
No falta
el chisme barato, como el que le aplicaron a AMLO diciendo que había asesinado
a su propio hermano. Chisme sin el menor sustento, pero que hasta la fecha ha
servido para que sus opositores (algunos), se llenen la boca acusándolo de
Asesino.
También
se usa mucho la mentira en boca del poderoso. Por ejemplo, cuando Miguel Ángel
Yunes acusó a Javier Duarte de proporcionar un medicamento anti cáncer llamado
Avastin, en forma de agua simple a niños con cáncer. Hasta la fecha, esa gran mentira –pues el Avastin
no es apto para menores de edad- sigue vigente, a pesar de la investigación y
los resultados de la misma por parte de los mismos laboratorios que lo
producen. Como no se le dio la misma
difusión, a los resultados, y debido a que el mexicano siempre es propenso a
creer lo peor, ya quedó esa mentira en el imaginario nacional.
En los
últimos tiempos, la mentira en boca del poderoso ha sido muy útil para
manipular mentes de votantes y afectar a aspirantes a puestos de elección
popular. Por ejemplo, la acusación de
que el FONDEN era saqueado con singular alegría cada vez que había un desastre
natural. De entrada es lógico pensar que
había desviaciones, lo acostumbrado cuando son mexicanos los que manejan los fondos
públicos, pero de ahí a creer que se robaron todo el dinero, es poco menos que
absurdo, pues los resultados de los apoyos están a la vista de todos los
afectados. Peor aún, se justifica su
desaparición, cuando siendo algo que funcionaba, debía de haberse fortalecido
para evitar cualquier tipo de desvío.
Pero como propaganda y como beneficio económico, siempre ha sido mejor
destruir que corregir.
Hay
otro tipo de propaganda negra para destruir vidas y reputaciones que tiene
sustento real y la denominamos filtraciones.
En estos días, hemos visto como todos y cada uno de aquéllos que le
dieron la espalda a la presidenta han sufrido el escarnio y la vergüenza
pública. Nuestros extranjeros
favoritos, Andy, Bobby y Pepín López, los primeros hijos y el último hermano de
AMLO, han sido evidenciados, desde la casa gris, los viajes y los airbnb en
Japón o los 13 ranchos viniendo de una familia humilde.
Gutierritos
y dato protegido ya no tienen futuro político. Y en el caso de Adán Augusto, el
hermano por cariño de AMLO, ha quedado en el centro de la mayoría de los
escándalos de los últimos días, en calidad de corrupto y criminal. Esos y otros escándalos como el del
huachicol del almirante Ojeda han dejado impunes a las cabezas pero el pueblo
de México ya los juzgó y condenó.
Nadie
tiene la capacidad para seguir en sus viajes a Monreal y a Andy, tomarles fotos
y compartirlas en los medios, salvo la propia presidencia de la república. Todos los documentos seguramente salieron de
allí. Mientras que el asunto de Ojeda lo ventiló el propio secretario de
Marina.
Las
filtraciones también son usadas actualmente a nivel local en Córdoba Veracruz
para exhibir o dañar la reputación del alcalde saliente, regidores o
empleados. Todo con el mismo fin, y lo
más curioso, es que en algunos casos, las notas en contra, han sido pagadas por el propio ayuntamiento.
El arte
de hablar mal de alguien para debilitarlo ante la opinión pública, es algo muy
común en la política garnachera mexicana, porque eso gusta y es disfrutado y
compartido por el público. Salvo por un
detalle, los verdaderos políticos, saben que no son moscas, y que uno o mil
periodicazos no les hace daño. Los
fortalecen para cuando se ofrezca, pagar con la misma moneda, o los hacen
famosos.
Josecobian.blogspot.com @jmcmex

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