El mundo de los pobres nos enseña que la sublimidad
del amor cristiano debe pasar por la imperante necesidad de la justicia para
las mayorías.
Oscar Arnulfo Romero.
Ángel Rafael Martínez Alarcón | 05 marzo de 2015
Tribuna Libre.- El asesinato del
arzobispo de San Salvador, en la cuaresma de 1980, marcó también mi vida como adolescente de 14
años, fue tanto el impacto de ver las noticias que la televisión privada y
pública que aquellos años transmitían. Una de las primeras reacciones fue hacer
mi primer archivo de mis recortes de periódicos que llegan a mi hogar, el
Diario de Xalapa, el Tema de Hoy, y el Novedades, el mejor Diario de México; y
en la memoria recuerdo cada una de las imágenes de la televisión. Y otra
fue la lectura de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, en revista
Servir: Teología y Pastoral, núm. 87 tercer bimestre de 1980, con colaboraciones
de Jon Sobrino. S.J, Raúl Vidales, Luis Alberto Gómez de Souza; una edición de
nuestra arquidiócesis.
A pocos días de la
entronización de Papa Francisco, en trono petrino, le comentaba a un católico
ultraconservador de nuestra arquidiócesis que con la llegada del Cardenal
Bergoglio, como Papa y miembro de la Compañía de Jesús, el proceso para llevar
a Monseñor Romero, a los altares; iba a
hacer casi de inmediato, este querido amigo, me afirmaba que era imposible. El
tres de febrero del presente año, SS.
Francisco, autoriza la publicación de los decretos de la causa de los santos,
se anuncia desde Roma, que próximamente será beatificado el arzobispo mártir de
la República del Salvador. Por motivo de
su martirio acontecido el 24 de marzo de 1980, se canonización será también en
breve, pues no hay que esperar ningún milagro para incluirlo en el canon de los
santo de la Iglesia Católica Apostólica y
Romana.
Oscar Arnulfo
Romero nació un 15 de agosto de
1917, en familia modesta de un empleado
de correos, siendo el segundo de ocho
hijos del matrimonio Romero Galdámez. A los doce años, Oscar Arnulfo empieza
ejercer el oficio de carpintero. Para el año de 1931, ingresa al Seminario
Menor de San Miguel, seis más tarde pasa
al Seminario Mayor de San José de la Montaña, para luego ser enviado a
continuar sus estudios a la ciudad de
Roma, el 4 de abril de 1942, es ordenado como sacerdote. Su primera misión como presbítero es en la
parroquia de Anamorós, para luego ser enviado a la parroquia de San Miguel
donde trabajó durante veinte años. Eran los años del Concilio Vaticano Segundo,
para 1966 fue elegido como Secretario de la Conferencia Episcopal de Salvador.
SS Pablo VI, lo nombra obispo auxiliar
de Luis Chávez y González, siendo
consagrado como obispo por el nuncio apostólico
Girolamo Prigione de grata memoria para México. En diciembre de 1974, es nombrado como obispo
de la Diócesis de Santiago de María, para finalmente el 23 de febrero de 1977, es designado como arzobispo de San Salvador. En los años de la
guerra fría, Oscar Arnulfo Romero, en su
ejercicio sacerdotal se fue transformando un auténtico profeta, bajo el amparo
del Concilio Vaticano II y opción
preferencial por los pobre. Desde su magisterio sacerdotal denunciaba cada una
de las injusticias cometidas en su país, por parte del Gobierno y del Ejército
salvadoreño, En 1977, con el asesinato de P. Rutilio Grande, monseñor Romero supo en carne propia del asesinato de unos de
sus sacerdotes más cercanos. Finalmente el 24 de marzo de 1980, celebrando la
eucaristía en la tarde es asesinado por fuerzas paramilitares. Su entierro
también fue otra batalla campal, dejando 40 muertos, SS Juan Pablo II, designó
al Cardenal Ernesto Corripio Ahumada, arzobispo de la ciudad de México, como su
representante personal en las exequias.
Nos invito a ver
la video columna del Dr. Zilli: http://www.jbzilli.com/2015/02/rajas-y-rajitas-un-obispo-martir.html
El teólogo Jon
Sobrino de la Compañía de Jesús, quien salvo la vida el 16 de noviembre de
1989, cuando sus hermano en la Republica del Salvador fueron asesinados por los
paramilitares. Jon Sobrino por encontrarse en extranjero salvó la vida. Fueron
asesinados los religiosos que trabajaban en la Universidad de Centroamerica:
Ignacio Ellacuría, Segundo Montes, Juan Ramón Moreno, Ignacio Martín Baró,
Amando López, y Joaquín López y López; al igual que Oscar Arnulfo Romero están
trabajando por un mundo mejor para los salvadoreños. Jon Sobrino, escribió en
1980, sobre monseñor Romero: He conocido durante tres años a Mons. Romero. Lo
vi por primera vez en Aguilares la noche en que asesinaron al P. Rutilio
Grande, S. J. Una semana antes de su martirio hablé con él por última vez,
transmitiéndole la solidaridad de los participantes del IV Congreso Internacional
Ecuménico de Teología, celebrado en Sao Paulo. Recuerdo con gratitud su
amistad, el impacto de su fe y la inspiración para la reflexión teológica. (Sobrino. 1980:323)