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abril 28, 2011

Necesidad de reorganizar la actual sociedad

Tribuna Libre / Xalapa, Ver. 27 de abril de 2011
Samuel Aguirre Ochoa

En los últimos días hemos sido testigos a través de los medios de comunicación, de los debates entre los dirigentes  de los principales partidos políticos del país en torno al tema de la pobreza en México: los del Partido Revolucionario Institucional acusan a los del Partido Acción Nacional de que en los sexenios de Vicente Fox y Felipe Calderón el número de pobres se ha incrementado y los panistas reviran, diciendo a su vez, que la pobreza fue engendrada durante los sexenios en los que gobernó el PRI.

El Partido de la Revolución Democrática acusa a ambos de haber impuesto la política neoliberal en el país, política que no ataca el problema de la pobreza.

Lo positivo de estas discusiones consiste en que se está reconociendo de manera abierta la existencia de este grave problema en el país y que se está elevando al primer plano de discusión la necesidad de combatir los índices de pobreza en la que viven 85 millones de mexicanos.

Ahora hay que esperar las medidas concretas que vayan a poner en práctica. Pero la realidad cotidiana está presionando sobre la población que no tiene los ingresos mínimos para cubrir sus necesidades más elementales de alimentación, vivienda, salud y educación, ya no digamos otro tipo de necesidades, como son la cultura, la recreación y el deporte.

Hay que distinguir bien entre los conceptos de pobreza y el de marginación, pues a veces queda la impresión de que se confunden, creyendo que la primera se reduce a la segunda, lo que trae como consecuencia que las políticas gubernamentales aplicadas no funcionen, porque sólo van enfocadas a diseñar programas asistenciales, como por ejemplo, oportunidades, 70 y más, piso firme y de vivienda, etc., que intentan abatir el problema de la marginación en determinadas zonas, y digo intentan, porque los recursos destinados para dichos programas son muy pocos y, para colmo de males, la mayor parte de ellos no se aplican en su totalidad para lo que fueron destinados, pues son desviados para campañas políticas o para los bolsillos de los propios funcionarios.
La pobreza no se reduce a la marginación, es un problema más amplio, de tipo estructural, es decir, de la forma en que está organizada la sociedad para producir y distribuir la riqueza. La producción no se planea para resolver las necesidades de toda la población, se impulsa con el objetivo de que los empresarios obtengan el máximo de ganancia, para lo cual tienen que reducir costos, introduciendo maquinaria que desplaza a los obreros, quienes se quedan sin empleo y, por tanto, sin ingresos para sostener a la familia.

Esta es la causa de que muchos tengan que emigrar, de que se conviertan en vendedores ambulantes, de la existencia de los ninis y de que otros pasen a formar parte de las filas de la  delincuencia organizada.

Para producir una mercancía, un auto por ejemplo, intervienen muchos obreros, lo que le da al trabajo un carácter social. Además, el desarrollo de la ciencia y de la tecnología ha logrado que se produzca mucha riqueza a nivel mundial, como nunca antes en la historia de la humanidad; lo que convierte al actual modelo económico en muy bueno para producir. La producción de la riqueza, pues, tiene un carácter social, pero la distribución de la misma no, tiene un carácter individual.

El productor se queda con el cúmulo de mercancías, las vende y se queda con la ganancia, que representa la mayor parte del pastel; le paga un salario al obrero, es cierto, pero es un  salario miserable, que no le alcanza para cubrir sus necesidades básicas.

De esta pobreza prácticamente nadie habla y es la que más abunda. Hasta en las ciudades más desarrolladas y modernas nos encontramos con desempleados o con gente a la cual no le alcanza su salario para lo indispensable; vemos como cada día son más las personas, hasta menores de edad, enrolados en la delincuencia organizada debido a que la actual sociedad no les brinda una oportunidad de trabajo honrado.

Este aspecto también debe ser tomado en cuenta en los debates de los partidos y debe ser atacado por los gobiernos, del color que sean, de lo contrario, la presión social irá en aumento cada día más. Se incrementarán las protestas, los bloqueos de calles y carreteras, las manifestaciones, etc.

Hay la urgente necesidad de que la sociedad se organice de otra manera, para que la riqueza producida en forma social por la clase obrera y por los campesinos se distribuya en forma más equitativa. De lo contrario, no hay que quejarse de las protestas de la gente pobre. Por cierto Abel Cuevas Melo ya enseño el cobre de represor, pues el día de ayer lanzó la amenaza a los antorchistas que están en plantón en la delegación de SEDESOL, de echarle en contra a la Policía Federal Preventiva (PFP).

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