Aquiles Córdova Morán / 29 de marzo de 2012
En
las últimas semanas, paralelamente a la contienda electoral, se multiplican e
intensifican también los ataques verbales y los desencuentros en torno a las
demandas del antorchismo en distintos puntos del país, surgidos todos en
oficinas de funcionarios y en cenáculos políticos de clara filiación priista. Paso
a reseñar brevemente los más graves.
1.-
En Veracruz se ha desencadenado una serie de “accidentes de tránsito” que, por su
alta frecuencia, por la similitud del modus
operandi y por las circunstancias concretas en que se han producido, no pueden
explicarse por el azar, por la pura casualidad. Para descartar cualquier duda,
hemos contratado a un perito independiente cuya opinión es que, en una escala
de uno a cien, la probabilidad de que se trate de simples coincidencias es
menor al 10%. Los “accidentes” han causado un serio daño económico al antorchismo
veracruzano, pero, más allá de eso, han causado graves daños físicos y morales
a las víctimas. Dos han sido los más devastadores. En el primero hubo cinco
lesionados graves, entre ellos la
maestra Silvia Bonilla, tesorera estatal, quien estuvo al borde de la muerte
por perforación de colon y el consiguiente derrame de materia fecal. El segundo
fue la feroz embestida contra un autobús de estudiantes que trató de sembrar el
pánico y la muerte entre ellos, para responsabilizar después a los líderes antorchistas.
Al mismo tiempo, a manera de pinza, la ejecución de compromisos firmados (y varias
veces refrendados) con los funcionarios del gobierno veracruzano, se aplaza una
y otra vez con variados pretextos. Dicho llanamente: hay una clara intención de
no cumplir la palabra empeñada.
2.-
Algo similar ocurre en Hidalgo. También aquí el antorchismo ha cumplido disciplinadamente
con todos los requisitos de la tramitología, incluso con las ceremonias y
genuflexiones de rigor, para conseguir la aprobación de obras de innegable
beneficio colectivo para los más desfavorecidos de Hidalgo, y la firma de la
minuta de acuerdos correspondiente. No sólo eso; ha aguantado a pie firme más
de un año sin una sola obra de importancia y sin llevar a cabo ninguna protesta
pública significativa, aceptando el argumento de que el gobierno actual acaba
de tomar las riendas y necesita tiempo para conocer los problemas y los
recursos con que cuenta. Y nada. Tampoco aquí, a pesar de la firma estampada,
se respeta la palabra empeñada. Primero recurrieron a las consabidas “disculpas”
y los aplazamientos en corto, pero, agotado este truco y ante la firme insistencia
de los solicitantes burlados, salió el peine: se ejecutarán “sólo” poquísimas obras,
y de las más baratas; las demás “las iremos viendo en el transcurso del año”. O
sea, ¡nada!
3.-
Ahora lo que ocurre en el distrito electoral 16, con cabecera en Ajalpan,
Puebla. Después de muchos trasiegos, negativas veladas y cambios repentinos de
ubicación, finalmente se decidió otorgar la candidatura priista a la diputación
federal al antorchista Lisandro Campos Córdova, ex diputado federal y ex
presidente municipal de Tepexi de Rodríguez, cargo en el que demostró
sobradamente su honradez, su laboriosidad y su capacidad de realización con una
ingente obra de gobierno como jamás la habían conocido lo tepexanos. Quedó probada,
además, su habilidad y buen tino para evitar roces innecesarios con los poderes
fácticos, que pudieran entorpecer su labor y poner en riesgo la tranquilidad
pública. Trabajo, respeto, atención y buen trato para todos, fue la divisa de
su Ayuntamiento. Y sucede que, apenas conocida su precandidatura, saltan a la
palestra tres “destacados priistas” encabezados por un caciquillo local de
apellido Zanetta, para colmar de injurias soeces y calumnias absurdas al precandidato,
y para hacer pública su decisión de no sólo no apoyarlo, sino de dedicar todo
su tiempo, recursos y relaciones a bloquear su campaña llamando a la gente a no
votar por él y a no permitirle la entrada a sus pueblos. No discuto el derecho
de esos señores (cuyo verdadero móvil es el despecho por no haber sido alguno
de ellos el elegido) a votar por quien se les pegue la gana; lo discutible y
peligroso es el lodo gratuito que arrojan sobre la única organización
priista capaz de entregar, uno por uno,
los votos prometidos a los candidatos del priismo nacional, incluido el
candidato a la Presidencia de la República. ¿No se dan cuenta, acaso, que debilitar
a Antorcha es debilitar la posibilidad de triunfo de los candidatos priistas? ¿O
es eso justamente lo que buscan?
4.-
Finalmente, lo que sucede en el Estado de México. Aquí, desdeñando la buena
voluntad y colaboración del antorchismo en la tarea de acomodar las piezas a
satisfacción de todas las partes; echando por la borda el inmerecido trajín que
soportó y el trabajoso arreglo a que finalmente se sometió, sigue maltratándose
y humillando a uno de los precandidatos más limpios e inteligentes de todo el
oriente mexiquense (y quizá de todo el Estado), el Dr. Brasil Acosta Peña, a
quien se trata de sacar del juego a como dé lugar. Y más grave, quizá, es el
trato que se está infligiendo a la actual diputada federal, Maricela Serrano
Hernández, ante el solo anuncio de su interés por la Presidencia Municipal de
Ixtapaluca. Haciendo a un lado su derecho ciudadano, legal y moral (la respaldan
muchos años de fructífera labor al servicio de su gente, cosa que no ocurre con
ningún otro precandidato), las mafias de la zona le han echado encima todo el
lodo, la infamia y la vileza de que son capaces: desde vulgares majaderías
sobre su vida familiar, hasta la ridícula pretensión de involucrarla en el
asesinato de un viejo líder cetemista con el que ella jamás tuvo nada que ver.
Todo con tal de anularla, aunque se lleven entre las pezuñas al priismo en su
conjunto. Ixtapaluca está convertida en un herradero, como suele decirse, a
ciencia y a paciencia del PRI y del gobierno del Estado.
La
pregunta es inevitable: ¿Qué hay detrás de los ataques? ¿Cuáles son las causas
que los motivan o explican? Hay quien nos ha dicho que todo obedece a mezquinos
intereses locales, sin la grandeza necesaria para ver el interés del conjunto.
Hay quienes opinan que muchos gobernadores no desean el triunfo nacional del
PRI porque ven en ello el fin de su poder absoluto, y que por eso tratan de
frustrarlo. Finalmente, están los que aseguran que la culpa es de nuestra terca
política de principios que nos ha llevado a una fidelidad y a un apoyo
incondicional a la política priista, en vez de vender pragmáticamente caro nuestro
apoyo. Así, argumentan, funcionarios, gobernadores y mafias políticas están
seguros de que, los traten como los traten, su voto estará siempre asegurado. Sea
cual sea la verdad, yo afirmo que todos cometen un grave error de cálculo,
porque la firmeza y la lealtad incondicionales sólo obligan a la dirigencia,
pero de ningún modo a la masa entera de los antorchistas. Ésta, como la del
PRI, como la de cualquier otro partido, no es un autómata que se moverá sin más
a la voz del dirigente. Por el contrario, si no tiene motivos propios, vividos
y sentidos por ella misma, para acudir con entusiasmo y unidad férrea a las
urnas, no lo hará, o lo hará para aplicar el voto de castigo. Los líderes
antorchistas necesitan, por eso, argumentos ciertos, contundentes, contantes y
sonantes para convencer y entusiasmar a su gente; pero, si en vez de eso sólo hay
hostilidad, engaños y golpes bajos, ni ellos ni nadie podrán garantizar los
resultados. ¿Habrá quien entienda esto y tenga la fuerza y el poder para corregir
el rumbo? El tiempo lo dirá.