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abril 29, 2012

El Baldón: La Seguridad Pública


José Miguel Cobián  / 29 de abril  de 2012

Tribuna Libre.- ¿Quién no recuerda los tiempos en que los policías judiciales eran más temidos que los propios delincuentes?  Daba miedo pasar cerca de ellos, y corrían historias en las que los involucraban con todo tipo de delitos del orden común.   En Córdoba desde que llegó el actual coordinador, las cosas han cambiado.  No sé si porque el ¨horno no está para bollos¨. O si el Subprocurador y su superior el Procurador se pusieron muy estrictos, pero lo que sí sé, es que ya no se escuchan historias de terror como antaño y hogaño las cosas parecen haber mejorado mucho.

¿Será que las cosas han cambiado y la policía puede mejorar? –cuando menos la estatal o la investigadora-.   Quien esto escribe sabe de los resultados con el combate a la corrupción en el Distrito Federal, dónde tanto policías como agentes de tránsito han reducido muchísimo su interés por extorsionar y abusar de los ciudadanos.

Es claro que si el gobierno del estado quiere volver eficiente a las policías estatales incluyendo la investigadora, tan importante en la procuración de justicia, tendrá que elevar los recursos que se asignen a esa área en el próximo presupuesto.   La calidad y confiabilidad de los policías pasa por un mejor salario, y recursos suficientes para que puedan llevar a cabo su trabajo.

Todos los que hemos tenido que pasar por un ministerio público, sabemos que cuando nos pedían para hojas de papel, o para gasolina, era verdad… El área administrativa de la procuraduría no mandaba recursos suficientes y no alcanzaba el dinero para atender a la población.

Las pruebas de confiabilidad, esas en las que se somete a la persona a un interrogatorio, pruebas psicológicas y hasta al detector de mentiras, no son suficientes, y a pesar de ello, el avance es mínimo, pues el estado tiene muchos elementos de seguridad, y el proceso es lento y personal. 

La idea de una policía única no es tan mala, si se considera que el estado seguramente habrá de proporcionar mayores salarios, prestaciones y recursos a sus elementos. Sin embargo, cuando volteamos a ver cómo trabajan seguridad pública, la situación no está para ser feliz.   Los elementos trabajan turnos que pueden llegar a veinticuatro horas, y ni las prestaciones ni los salarios están como para que ellos arriesguen su vida por la ciudadanía.

Hace más de cuarenta años, en el estado de Sonora se estableció la obligatoriedad de que los policías fueran egresados de academias que se fundaron a lo largo del estado, en las cuales se les capacitaba –aunque fuera al mínimo-, en cuanto a legislación, derechos humanos y otros temas importantes para su labor.  Adicionalmente se les otorgaron salarios dignos, prestaciones más allá de las de ley, y sobre todo, la garantía de que si fallecieran en el cumplimiento de su deber, su familia no quedaría desamparada.  A cuarenta años de distancia, esto no ha podido ser homologado al sur de la capital de la República.

Cuándo a un servidor público se le otorga cierto poder, como es el caso de las fuerzas de seguridad, pero ese poder no lleva consigo ingresos dignos y supervisión adecuada, lo que se logra es invitar a delinquir y abusar a dicho servidor público. Esto es un secreto a voces, y sin embargo, no se asignan recursos suficientes al área de seguridad pública, procuración y administración de justicia en los estados del país.

Hasta hace pocos años, esa política, no afectaba la vida cotidiana de los ciudadanos. Hoy es urgente revertirla e invertir en atención a un área tan sensible. No basta con que el gobierno federal asigne más recursos. Los estados y municipios tendrán que redistribuir sus presupuestos, para atender a  una prioridad de los ciudadanos, que en caso de no ser atendida tendrá repercusiones en lo único que le importa a los políticos: el sentido del voto en la siguiente elección.

Javier Duarte y su gente como Arturo Bermúdez (un abrazo solidario) están intentando hacer su parte, y parece que las cosas han mejorado –dentro de lo mal que están-.  Ojalá y sus estrategias den resultado, pero la ciudadanía debe de estar atenta a la asignación de recursos por parte del congreso el próximo septiembre. Para que los recursos vayan a dónde el interés de la población lo indique.

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