Aquiles Córdova Morán| 28 septiembre
de 2012
Tribuna Libre.- El día 5 de
septiembre, mientras el gobernador del Estado de México, Dr. Eruviel Ávila, rendía
su primer informe de labores, cerca de 500 hombres, armados con distintos tipos
de armas, agredían a un contingente de unos mil antorchistas que brindaban
solidaridad a un grupo de moto taxistas que pretendían ser desalojados por la
fuerza de su base de operaciones para cederla a otro grupo adicto al presidente
municipal de Chicoloapan, en el oriente del Estado de México. El saldo fue de
dos moto taxistas asesinados a balazos y más de 30 heridos con lesiones de
diversa gravedad, todos ellos, sin excepción, pertenecientes al grupo de
antorchistas. Casi instantáneamente se puso en marcha un dispositivo mediático
que por su rapidez, por la unanimidad en la versión de los hechos que manejó y
por su sincronización, no deja lugar a dudas de que fue obra de profesionales,
que disponían, además, de abundantes recursos económicos y mucho poder y
relaciones en el mundo de los medios y la política como para orquestar un
ejército de voceros y lanzarlo a propagar el mensaje que les urgía difundir.
La campaña mediática se organizó en torno a
dos ejes fundamentales: a).- presentar los hechos como un enfrentamiento entre fuerzas igualmente rijosas y, por tanto,
igualmente culpables de lo sucedido, al mismo tiempo que se daba una versión
falsa y distorsionada de la causa del conflicto y se ocultaba cuidadosamente la
filiación política de los agresores; b).- desatar una perversa campaña
alarmista de rumores entre la población, llamándola a cerrar sus negocios,
retirar a sus hijos de las escuelas y encerrarse en sus domicilios, porque “ahí
vienen los antochistas saqueando, quemando y golpeando niños”, para sembrar
pánico y odio en contra de éstos últimos. Las preguntas obligadas son:
1.- ¿Qué hubo de cierto en la versión de los
hechos y en la campaña de rumores aviesos? 2.- ¿Quiénes están detrás de la
misma? 3.- ¿Qué propósito los anima?
En relación con la versión del enfrentamiento, me limitaré a dos
argumentos, a mi juicio suficientes, para probar que se trata de una burda
mentira. Primero, la voz de un testigo presencial que, por añadidura, tiene una
sólida solvencia moral e intelectual y ningún interés personal en el conflicto.
El señor director de la Escuela de Bellas Artes de Chimalhuacán, en las partes
conducentes de su testimonio, dice: “el bando de los agresores era de alrededor
de 500 hombres, todos con cascos, la mayoría de color negro, como si fueran
granaderos, pero a diferencia de nosotros (el director y sus alumnos) que no
llevábamos nada para defendernos, ellos traían en las manos palas, bates,
machetes y pistolas”. Sigue: “primero comenzaron a aventarnos piedras, y
después de 40 segundos las piedras las cambiaron por disparos, además sonaron
como cerca de 8 petardos y 3 bombas molotov, eso nos asustó a todos y
comenzamos a correr a donde se pudiera, a las casas, al cerro, …cuando se
escucharon los disparos vimos caer a varios heridos”. Concluye: “No fue un
enfrentamiento porque ni siquiera nos dieron tiempo de decir nada. Ellos iban…
a matarnos, su apariencia era de que estaban drogados, “chemos”, …endiablados,
…por eso corrimos para salvarnos”.
Segundo, el resultado del enfrentamiento fue (lo tomo del parte
médico): 1.- Manuel Chávez López, muerto instantáneamente; 2.- Miguel Ángel
Cruz Remigio, murió en el hospital ABC de un balazo en la sien; 3.- Carlos Ugalde
Sixtos, una bala en el abdomen que lesionó colon, hígado, arteria y bazo, con
graves problemas de funcionamiento renal; 4.- David Ricardo Carvajal, golpes
contusos, esguince en vértebras cervicales, fractura multifragmentada de pierna
derecha; 5.- Juan Díaz Cruz, traumatismo cráneo-encefálico grado II, golpes
contusos en cabeza, tórax y resto del cuerpo, esguince cervical e inflamación
cerebral; 6.- Rubén Máximo Vargas, policontundido y sutura por herida; 7.-
Roberto Hernández Dimas, traumatismo cráneo-encefálico grado I, lesión por
golpes en oído y policontundido; 8.- Rafael Toribio López, golpes y varias
suturas por heridas. Y así hasta llegar a más de 30 lesionados, todos ellos,
repito, del grupo antorchista, lo cual empata perfectamente con la versión del
señor director de la Escuela de Bellas Artes de Chimalhuacán. ¿Cómo se
configuraría, pues, el enfrentamiento?
Respecto al terrorismo verbal que acusaba a los antorchistas de
locos furiosos y desatados en contra de la población inerme, fueron los mismos
medios de información los que se encargaron, al final, de poner en claro que
carecía de todo fundamento y de recalcar su carácter de peligrosa maniobra
política cuyos fines verdaderos era necesario investigar. No creo necesario
agregar nada más.
¿Quiénes están detrás de la maniobra? Para
empezar, hay que puntualizar que los agresores, comenzando por el cabecilla que
responde al nombre de Francisco Hernández Hernández, alias el Tuntún, y terminando por el presidente
municipal, Rafael Gómez Alvarado, organizador del grupo de asesinos y protector
de quienes pretenden despojar a los moto taxistas defendidos por Antorcha, son
miembros activos y reconocidos de una de las fracciones más poderosas del PRD.
En seguida, resulta que varios de los principales protagonistas de la campaña
de rumores están plenamente identificados y son también conocidos militantes
perredistas: “tuiteros” como Gerardo Fernández Noroña, Epigmenio Ibarra, el
economista Mario di Constanzo, miembros del “yo soy 132”, el membrete Anonymous, entre otros.
También está probada la participaron de
policías del Estado de México y autoridades educativas de ese mismo estado, que
se encargaron de sembrar el terror en las escuelas. Si a ello se añade que la
policía estatal estaba acantonada a pocas cuadras de la agresión y que se
limitó a contemplar los hechos; que la oficina de prensa del gobierno
mexiquense difundió un comunicado hablando de “enfrentamiento”; que tanto el
subsecretario de gobierno, Efrén Rojas, como el Secretario del Transporte,
Jaime Barrera, estaban informados del peligro y no movieron un dedo para
evitarlo y que conocidos periodistas perredistas como Carmen Aristegui, o
alineados con el gobierno mexiquense, dieron vuelo especial a las falsedades y
rumores, puede concluirse con seguridad que detrás del ataque está una alianza
entre el ala más “radical” del PRD y el ala más conservadora del priismo
mexiquense. Los extremos se tocan.
¿Qué propósito los anima? A nuestro parecer,
dos muy claros. Primero, para los partidos “grandes”, los que comparten el
poder del país, éste ya está repartido entre ellos, todos los electores
mexicanos tienen dueño y no hace falta nadie más para que las cosas marchen
según sus intereses. Por eso, para ellos, Antorcha es un intruso indeseable que
viene a perturbar el “equilibrio” que han alcanzado después de no pocos
conflictos y desencuentros; y es, por tanto, el enemigo común a vencer.
La
gente, sus demandas insatisfechas, sus graves problemas sin solución, la
democracia y los derechos y libertades ciudadanas, son sólo palabras para
consumo de ingenuos; en los hechos, tras bambalinas, lo que rige es el reparto
puro y simple del poder, y Antorcha no está invitada a ese festín. Segundo, la antorchista
Maricela Serrano acaba de ganar la presidencia municipal de Ixtapaluca y eso
rompe el “equilibrio” establecido; por tanto, también a ella hay que pararla a
como dé lugar. He aquí los dos motivos del “ataque aliado”.
Apoyar y respaldar al antorchismo es, pues,
sanear y autentificar nuestra democracia, ampliar y hacer efectivas las
libertades básicas del mexicano y abrir un camino seguro y pacífico a la
solución de sus problemas. ¡Antorcha se ha defendido siempre con la verdad y
sólo con la verdad, y hoy no es la excepción! Los mexicanos buenos, honrados y
laboriosos, deben confiar en nuestra versión y cerrar filas con el pueblo
pobre, organizado para la defensa de sus intereses.