José
Miguel Cobián | 21 diciembre de
2012
Tribuna Libre.- No se si te pase lo mismo amable ser humano
que me honras con la lectura de estas líneas.
A pesar del gusto que me dio que ganara Peña Nieto las elecciones,
debido a mi muy personal razonamiento de que era la mejor opción o la menos
mala para el país; de todas maneras leo, veo en los medios y escucho, pero no
creo.
Me llegan palabras que hablan de una mejoría
en la educación en el país, como si educación sólo fuera lo que se proporciona
en las escuelas, sin considerar que como país, somos uno muy mal educado, ya
sea en cultura, en civismo o en convivencia social, ya no digamos en cuidado al
medio ambiente, respeto a las leyes, etc.
Así, considerar que vamos a ser una país con mejor educación, cuando no
cambiamos nuestra forma de ser los adultos, ni las costumbres de las
instituciones, convierte esa mejoría en la educación en una utopía. Sobre todo ahora que vemos que las
universidades, preparatorias, secundarias y primarias, tienen calendarios
supuestamente de diez meses, que se convierten cuando mucho en seis meses
efectivos de estudio en el año. Cuando
vivimos en un país en dónde se premia la cultura del gandallismo por encima de
la cultura del esfuerzo y la calidad.
Desde el primer día del Peñato escucho hablar
de combate a la corrupción y seguridad para los ciudadanos, y veo que el tema
ya no es la información de muertos, heridos y torturados a nivel nacional. Sin embargo, en el estado de México tenemos
(como país), las policías municipales más corruptas del mundo. Entre policías y agentes de tránsito
convierten el paso por cualquier municipio del estado más populoso del país en
un calvario. Es de todos conocido, es un
secreto a voces, lo saben funcionarios y ciudadanos, y a pesar de ello no vemos
el mínimo avance, ni siquiera un comentario sobre atacar ese cáncer. Curiosamente en el D. F. Los gobiernos del PRD han logrado reducir
significativamente la corrupción de sus cuerpos de vialidad y policiacos, pero
el PRI en el EDOMEX no se ha dado ni
siquiera por enterado. ¿Cómo confiar en el combate a la corrupción si en EDOMEX
no vemos avance?
Durante el PANATO se dilapidaron enormes
cantidades de excedentes petroleros en parte por el reparo que hace la cámara
de diputados de dichos excedentes, para cumplir compromisos de los propios
diputados. Hoy vemos lo mismo. Ciento y
pico mil de millones de pesos van a ir a fomento a la cultura, fomento al
deporte, y algo a infraestructura urbana.
Algo así como el reparto de tierras, entre los beneficiados de todos los
partidos políticos. Sabemos como mexicanos
que somos, que mucho de ese dinero va a cambiar de manos, del sector público al
sector privado, pues algunos diputados le piden su comisión a estados y
municipios por los recursos obtenidos, y los funcionarios estatales y
municipales deciden que ellos también tienen derecho a su parte, con lo cual se
puede considerar que el dispendio seguirá, en un país con tantas necesidades
reales.
Durante la campaña y en los primeros días del
nuevo reinado, se habló mucho sobre los poderes fácticos y su contención e
incluso reducción, generando expectativas enormes en la población. Hoy vemos que sólo a un poder fáctico llamado
Elba Esther y a otro llamado CNTE, se
les enfrenta, y vimos algo en el cobro por segundo en telefonía celular, pero
para las necesidades del país, falta mucho por hacer. Desde controlar en serio a los monopolios y
sus abusos sobre la población (lo que nos tiene convertidos en una enorme
tienda de raya), hasta exigir mejora en los contenidos de los medios de
comunicación, pues una cosa es permitir la libertad de expresión y otra muy
distinta es que los grandes medios, con su poder de penetración en mentes y
hogares, manipulen sin el mínimo pudor a la opinión pública, generando patrones
culturales perjudiciales para la propia población. Algún equilibrio que no deje contento a nadie
deberá encontrarse.
Muchas las asignaturas pendientes. Arranque
de caballo fino trae el nuevo gobierno. Sensación de que se fueron los pendejos
y llegaron los que saben.
Pero como siempre, ¨del dicho al hecho hay
mucho trecho¨, y quien esto escribe jugando a imitar a Santo Tomás: ¨hasta no
ver, no creer¨.