José Miguel Cobián | 25 Enero de 2013
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Tribuna Libre.- Estimado Walter: Después de ver que la PGR no tiene ni tuvo el
mínimo indicio de que las acusaciones contra los generales, en particular Dahuahare,
fueran fundadas, llegué a la conclusión de que lo que me dijo mi amigo Enrique
hace unos meses, era cierto.
A los generales se les aplicó una regla no
escrita del sexenio pasado. A los enemigos del sistema, se les inventan
delitos, se le ordena a los testigos protegidos que acusen a fulano o mengano,
que es enemigo de algún poderoso en turno, sea Felipe Calderón o Genaro García
Luna o algún otro de ese nivel. Yo no
podía creer que para finales de un sexenio, el presidente y su perro de presa,
se atrevieran a inventar delitos a funcionarios de tan buena imagen y tan
queridos en el ejército como los generales.
De alguna manera estaban desprestigiando al propio ejército, y eso se
vale cuando las acusaciones son ciertas, pero cuando son falsas, es como si
jugaran con fuego.
En otra ocasión analizando con un abogado
penalista amigo mío, el asunto de la francesa, el abogado me dijo que jamás
sabríamos si era culpable o inocente, pues la simulación para la grabación del
programa de televisión que había realizado García Luna le restaba totalmente
credibilidad al asunto, y la falsedad en el manejo de la información desde el
lugar dónde la detuvieron, hasta la intención de asociarla a los secuestros,
mediante testimonios contradictorios de los testigos, implicaban, que era más
un asunto de presunción policíaca que de investigación real y detención de una
delincuente.
Hoy muchos mexicanos escuchan los testimonios
de las víctimas de esta banda de secuestradores, sin conocer a detalle cómo fueron
sus declaraciones, siendo las primeras sin relacionar a Florence y las últimas
señalándola como si ella hubiera formado parte de los torturadores. Nadie a quien amenazan con cortarle un dedo
se olvida de quien lo amenazó, y menos para recordarlo en declaraciones
posteriores, coincidiendo con las conveniencias del propio y poderosísimo
Genaro García Luna.
Te soy sincero, desechando las pruebas falsas
que la suprema corte desechó, resulta muy difícil definir si era culpable o
inocente. Lo que si queda claro, es que
en el caso de haber sido culpable, el único responsable de que esté en libertad
es el propio García Luna, quien fue el más importante funcionario en el área de
seguridad tanto de Calderón como de Fox.
Cuando pienso que una autoridad de ese nivel
no puede mentir ni torcer la realidad para su conveniencia, recuerdo cuando la
PFP atacó unas casas por la salida de la autopista, y cuando el Senado de la
República mediante un exhorto le exigió cuentas al comisionado de la policía
federal, éste contestó que ese día no hubo operativo en Córdoba, Veracruz, y
por ello, no podía aclarar nada de los sucesos de ese día.
Teniendo un ejemplo tan claro de la
hipocresía e impunidad con la que actuaban los funcionarios encargados de la
seguridad de este país en tiempos de Calderón, no me cabe la menor duda de que eran capaces de mentir al Senado de la República, y a toda
la población en general. La comisión de
derechos humanos recibió la misma respuesta, a pesar de que cientos de cordobeses
vieron las patrullas, las camionetas artilladas y los camiones tipo
rinoceronte, en los que se desplazaron más de cien policías federales que
atacaron varias casas de ciudadanos comunes y corrientes.
En lo personal, mi estimado Walter, estoy
feliz de que se haya terminado un sexenio con tantas mentiras y falsedades, que
sólo los más fanáticos siguen considerando como un sexenio valiente, pues el
fanatismo les permite cerrar los ojos ante la realidad.
Tengo que darle la razón en esto y sólo en
esto a Andrés Manuel López Obrador, cuando dijo que ¨El verdadero peligro para
México se llama Felipe Calderón¨. Hoy
sabemos que cualquiera pudo haber sido detenido, le pudieron sembrar armas y
droga, acusado de lo que fuera, con tal de adornar a la policía federal,
incompetente e incapaz bajo el mando de esa sarta de corruptos protegida y
alabada por el ex presidente Calderón.