El siniestro ocurrido en la Torre de PEMEX
Héctor Yunes Landa | 11 febrero de 2013
www.tribunalibrenoticias.com
Tribuna Libre.- Hoy seguimos de duelo. Aún mantenemos un
dolor profundo por lo sucedido el pasado 31 de enero en la torre de PEMEX. Un
lamentable accidente de consecuencias fatales que todos los mexicanos
lamentamos y sentimos nos ha golpeado. Un suceso de tales características no
debe volver a suceder en ningún momento, ni en ningún lugar de la
administración pública o las paraestatales del Estado, porque nada lo
justifica, las vidas perdidas en este hecho calan en lo más hondo de nuestra
sociedad.
Desde este espacio, quiero mostrar mi respeto
y mis condolencias a todos aquellos familiares y dependientes que hoy sufren en
carne propia la desventura de perder a un ser querido: derivado de este suceso
lamentable. El gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto es consciente del
apoyo que requieren estas familias afectadas por el infortunio, pero
venturosamente tenemos instituciones para hacer frente a estas situaciones
adversas.
Una tragedia así suele generar desconcierto y
rumores poco fiables carentes de fundamento alguno. No existen indicios ni
sustento que apoye el rumor de un atentado en contra de PEMEX o al gobierno mexicano. Hoy conocemos lo
sucedido en el edificio B2 de la torre ejecutiva con mayores elementos, todo
parece concluir que lo acontecido fue derivado de un accidente. Existe un
reporte previo del estudio de las causas de la explosión y éste indica que “no
hubo explosivos de alta velocidad”, quiere decir que no existieron artefactos
externos que propiciaran la explosión.
La versión sostenida por el titular de la
PGR, Jesús Murillo Karam, y los peritajes realizados apuntan hasta el momento a
que varios trabajadores se encontraban en el sótano sur realizando actividades
de mantenimiento, pero existía una concentración de gas no prevista la cual se
inflamó al conectar un foco para visualizar mejor el área de trabajo, de hecho
se considera que sólo se requería de la energía estática de la ropa para
encender el referido gas.
El saldo conocido hasta el momento refiere 37
muertos, más de 100 heridos y 47 personas hospitalizadas, sin embargo, hay que
destacar el rápido operativo implementado para dar atención a las víctimas,
para rescatar a los sobrevivientes y los cuerpos de los fallecidos. La intervención
de los bomberos, la Cruz Roja y la aplicación del Plan DN-III con la
participación de alrededor de 100 elementos de la SEDENA han sido primordiales
en las labores de auxilio, atención y rescate.
No hay nada más importante para el gobierno,
que la garantía de que los trabajadores pueden realizar sus labores con total
seguridad y con plena confianza en las instalaciones. Por ello, el pasado
miércoles 6 de febrero se produjo un nuevo desalojo en la torre de PEMEX como
medida preventiva ante la presencia de olor a gas. En ese tenor, es entendible
el temor entre las personas que allí laboran, por lo que será necesario además de dar certeza a la seguridad de los
trabajadores, apoyarlos para superar el miedo a un nuevo accidente, para que la
gente tenga la confianza necesaria y esté tranquila en su trabajo.
Existe una propuesta sobre permitir que los
hijos de los fallecidos hereden las plazas que han dejado vacante sus padres,
sin embargo, esta propuesta debe estudiarse a fondo y encontrar una fórmula que
lo permita, ya que hasta ahora el contrato colectivo de trabajo que tiene el
sindicato de trabajadores en PEMEX y la paraestatal no prevé tal situación,
como lo ha propuesto el secretario del referido sindicato, Carlos Romero
Deschamps.
En cualquier caso tenemos el firme compromiso
desde la Comisión de Protección Civil en el Senado de la República, la cual
tengo el honor de presidir, de planear, difundir y buscar que se cumplan las
estrategias de prevención y contención en estas eventualidades. Las respuestas
a estos accidentes deben ser rápidas, oportunas e integrales, aunque lo mejor
será siempre prevenir y la prevención se logra con un plan estratégico de
acciones específicas tendientes a conservar, reparar y supervisar periódica y
rigurosamente los espacios de concentración humana, incluyendo edificios
privados y públicos, al ser susceptibles de un accidente como al que nos
referimos en este espacio.
El gran duelo que hoy sentimos y la
consternación provocada deben hacernos más conscientes de la importancia de
dedicar mayores esfuerzos y recursos en materia preventiva y a la protección
civil. Dejo este espacio reiterando la profunda pena que nos embarga por lo
acontecido y por supuesto expreso mi completa solidaridad con los familiares de
las víctimas.