José Miguel Cobián | 07 marzo de 2013
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Tribuna Libre.- Si
a usted le interesa saber que es lo que sucede en las mentes de los más
conspicuos directores de orquesta política del estado, entonces este artículo
es para usted. Espero lo disfrute.
Érase una vez un estado, dónde todo ya estaba
encaminado. Pronto habría selección de nuevos gobernantes de pueblo y
representantes ante los dioses del Olimpo Xalapeño. El sombrero seleccionador, al mejor estilo de
las películas de Harry Potter ya había decidido a que casa iría cada uno de los
suspirantes. En algunos casos era la
casa roja, en otros la azul, en otros la amarilla, en algunos más, los rojos no
aceptados en la casilla roja, irían a volar con las aves. Convenientemente algunos se movían como
ciudadanos y otros más como políticos.
Resultaba interesante ver a los rojos ahora con alas para volar, a los
azules también cambiando de color. Aquéllos que prometieron no moverse hasta
terminar su actual encargo, ya estaban brincando como chapulines… todos
dispuestos a sacrificarse por el pueblo que –según ellos-, a gritos pide su presencia en nuevos
encargos.
Y de repente, algo pasa… Una mano negra desciende desde lo alto, desde
el altiplano, con un encargo muy especial
Sacar adelante el proceso y escoger a la crema de la crema para que
represente sus colores. El sombrero
seleccionador queda fuera de uso, y ahora, es la mano que mece la cuna, esa
mano tenebrosa, representante del poder del señor oscuro, la que toma las
decisiones.
Aquéllos que estaban ya en lo alto de la
colina, dispuestos a deslizarse cómodamente hacia sus nuevos puestos,
resultaron relevados y de repente, los preferidos del señor oscuro son las
nuevas luminarias. Poco a poco, como
velas en medio de una tormenta, los suspirantes originales se fueron apagando
ante la propia opinión pública. En
algunos casos, luego de un arranque de caballo fino, se quedaron a dos pasos
del arrancadero y no dieron para más, a pesar de los pesados padrinazgos desde
el propio Olimpo veracruzano. Otros caminaron y avanzaron como para ser los que
merecidamente llevaran la estafeta, y se vieron opacados por otros cuya única
virtud es el compromiso contraído.
Desandaron sus pasos, y lenta pero inexorablemente se retiraron de los
reflectores, para dar paso a las nuevas estrellas, todas ellas, emisarios de la
oscuridad.
Algunos que bailaban en el cielo azul,
demuestran su verdadera naturaleza, y ahora en lugar de dirigir esa orquesta,
deciden volar con nuevos, muy nuevos horizontes, recibiendo como pago por
cambiar de color, una plurinominal dentro del equipo de los plumíferos.
El amarillo mostaza, haciendo honor a su
color de excremento de bebé, se tiraron entre unos y otros esa misma
materia. Había un sector amarillo
azulado, y otro amarillo rojizo. Al
parecer el amarillo azulado se impuso desde la capital, y atenderán a sus
verdaderos amos durante el próximo proceso electoral, a pesar de su supuesta
distancia ideológica, en clara traición de sus más altos ideales.
En una noche oscura, una mano negra, meciendo
la cuna, apareció de la nada, y tumbó a muchos que se creían inamovibles y
resucitó a ciertos personajes que ya olían a cadáver, o atrajo como moscas a la
miel, a más de un miembro de la clase apática, o de los otros colores del
firmamento electoral.
Desde
los 2,400 metros sobre el nivel del mar, estarán observando con mucho cuidado
si el experimentado señor oscuro cumple su función conforme a la instrucción,
que llevaba implícita la señal de dónde ganar y dónde perder. De ello depende una vejez tranquila en alguna
embajada o la agitada vida en territorio nacional.
Mientras tanto, el resto de los mortales, ni
cuenta nos damos de los movimientos en la oscuridad de las entrañas de los
equipos contendientes. Por eso, para moverse en la oscuridad, fue escogida una
mano muy negra, que pasaría inadvertida en las noches sin luna de febrero y
marzo.