José Miguel Cobián | 23 mayo de 2013
Tribuna Libre.- Tienes ganas de escribir y no te decides
sobre qué tema tocar. Tienes varios
rondando por tu cabeza. El primero es
la jugada del gobernador, pues le dijo a su secretario Montiel, que vendría a
inaugurar el boulevard Córdoba-Fortín, y entonces sí, se pusieron a trabajar
como locos. No lo terminaron, pero le adelantaron bastante, y sin embargo, no
vino el gobernador, lo que quiere decir que lo hizo para arrear a sus mulas,
tan lentas que tanto perjudican a la población de esta zona del estado. Y
también demostró que ya no va a caer en las trampas de sus subordinados, y no
va a hacer el ridículo cortando listones de obras que no están terminadas.
Respecto del mismo tema, molesta escuchar al
secretario Montiel afirmar que jamás se detuvieron las obras en la zona
mencionada, cuando miles de ciudadanos fuimos testigos de que por semanas
completas no se avanzó en nada, no hubo un solo trabajador. E incluso hubo
semanas que sólo se trabajó un día o dos.
Así que la terca realidad insiste en que Montiel es un secretario
mentiroso, que declara para los medios lejanos de la zona de sus obras, aunque
molesta y mucho a los ciudadanos que observan día con día una realidad distinta
de sus afirmaciones. Ni modo, tenemos
que aguantar mentirosos porque no corresponde al pueblo despedirlos, y quien
debe, no los despide.
También está sabroso el asunto de Espino Vs
Yunes, que se resume a un estate quieto, que le manda no sólo el gobierno del
estado sino el propio presidente, para que no afecte su Pacto por México, con
denuncias, que tanto bien le hicieron a la política, pues mientras Miguel Ángel
denunciaba ilícitos en grado de tentativa (todavía no realizados), resultó que
él y su familia fueron acusados de los mismos ilícitos, pero esos sí,
realizados anteriormente a la denuncia. Además del asunto del enriquecimiento
ilícito por unos dos mil cuatrocientos millones de pesos (que es lo único que
le pudo documentar Espino). Lo demás
está libre de acusación.
Esto nos hace pensar que cualquier
funcionario se enriquece para diez generaciones ocupando puestos altos en el
gobierno o en las paraestatales –me comentaron de un sujeto cuyo nombre no me
dieron que se hizo de tres mil millones de pesos en el sexenio anterior, en
PEMEX-. Así que la conclusión es que los
mexicanos permitimos que nos roben a diestra y siniestra, gracias a nuestro
proverbial aguante, y sometimiento a la autoridad. Hasta que algún día
aprendamos a ser ciudadanos y no simplemente una masa de seres humanos.
Pero eso no es todo, lo de César Nava, tan
cercano a Felipe Calderón, también se enmarca en los dos rubros, la corrupción
e impunidad imperantes desde siempre y que en el sexenio pasado tuvieron mucho
auge entre algunos allegados al rey sexenal, y por otro lado el enriquecimiento
brutal a costillas de una república bananera como México, en la cual se evitan
ingresos a Pemex por miles de millones de dólares por un trabajo mal hecho y su
correspondiente indemnización, a cambio de una módica mordida a funcionarios de
primer nivel, que gozan de la confianza absoluta del presidente de la
República. ¡Viva México!
Y si pasamos al pleito panistas opositores a
Peña dirigidos por Calderón (el ex presidente que no sabe que ya pasó su
mandato, y que hacer fracasar las reformas no lo beneficia) y aquéllos que
favorecen a Peña encabezados por Madero…
Los panistas de Calderón contra los panistas Rojos. Y mientras, los panistas de verdad, nada más
mirando.
Por último, seguimos esperando algo más,
después del arresto de Elba Esther. Para
no verlo como venganza política, el respetable público espera el sacrificio de
otros peces gordos. Si no llega esta
función, entonces este gobierno, como los anteriores será reconocido como un
gobierno de saqueadores, y los mexicanos seguiremos esperando un patriota en el
poder. Se desea el sacrificio de Romero
Deschamps y sus secuaces, entre otros muchos. No sólo azules, que hay muchos corruptos,
sino también amarillos (tan calladitos en este asunto por la cola que tienen),
y rojos, que fueron quienes educaron al resto de los colores en el difícil arte
de robar el patrimonio de todos para beneficio de unos cuantos. Aunque hayan
sido superados por los azules en los dos últimos sexenios.