José Miguel Cobián | 29 agosto de 2013
Tribuna Libre.- Platicando
sobre la cantidad de jóvenes cuyas vidas fueron segadas por asuntos de
narcotráfico, escuché a una persona decir ¨mientras se maten entre ellos, ¡qué
bueno!¨. Esa postura me hizo
reflexionar, respecto de la simpleza con la cual vemos los problemas los
mexicanos. La postura de quien me dijo
eso es simple, si son malos, mejor que se exterminen entre ellos. Postura por
cierto nada cristiana en un país en el cual el catolicismo y las denominaciones
cristianas dominan el panorama religioso.
Pensé en principio que nadie debe alegrarse
por el sufrimiento ajeno, y hay muchas familias que han perdido a sus jóvenes.
Jóvenes que quizá las mismas familias y la sociedad no supieron guiar por otra
ruta diferente de esa tan arriesgada.
Ya la prueba es muy clara. Hay
narcotráfico en todos los países del mundo, sin embargo, la violencia que
conlleva en México, no tiene parangón.
Cierto
que la responsabilidad primera de aquéllos que escogen el sendero del crimen es
de ellos mismos. Sin embargo, hay una responsabilidad familiar, y sobre todo
una responsabilidad colectiva, ante una situación económica desesperante y ante
la absoluta falta de oportunidades para desarrollarse productivamente. Cierto también que muchos jóvenes caminan
hacia la economía informal, y no hacia el crimen. Pero la propia situación social, la cultura
en México, definida como una idea nacional sobre cómo deben ser las cosas, y el
actuar de los mexicanos, nos llevan también a crear un ambiente propicio para
el desarrollo de todo lo que hoy padecemos.
La
impunidad con la que se vive en el país es denigrante. La cultura de la tranza
y el robo, de la corrupción y el abuso tanto en el gobierno como en la sociedad
alientan comportamientos antisociales.
En nuestro medio se premia socialmente el éxito económico, sin
diferenciar los métodos para haberlo logrado, de tal manera que al no existir
condena social ante comportamientos que atenten a la propia convivencia social,
las conductas atípicas se convierten en conductas naturales y aceptadas
socialmente.
Hoy
nos quejamos de secuestros, de robos, de asaltos, de abusos de autoridad, de
impunidad, de corrupción, de malos servicios públicos, de pésimas
construcciones de calles, carreteras y cualquier cosa que haga el gobierno en
sus tres niveles, de falta de administración y procuración de justicia, de
temor ante fuerzas policiales, etc., sin
embargo, tenemos que recordar que México es nuestro y nosotros somos
responsables de que las cosas se deterioren día con día, pues hemos dejado que
nuestra sociedad y nuestras instituciones se pudran cada vez más. Nuestra apatía, y nuestra falta de valor
civil han propiciado un ambiente favorecedor y entusiasta ante actos ilegales
de cualquier tipo. Para poner en
palabras de un joven lo que sucede en México, transcribo lo que dijo: ¨En este
país solo a los malos les va bien¨ y por
malos no se refería a mafiosos, se refería a personas en general que violan las
leyes…
A
pesar del mal que pudieran haber hecho a sus semejantes, no es correcto
alegrarse por la muerte de nadie, y mucho menos cuando aún en una pequeña
parte, somos responsables de ella, por el simple pecado de omisión. Habrá que ver hasta cuando aguantamos el
deterioro social. Hasta cuando permitimos que el gobierno no cumpla con sus
obligaciones ni con las leyes. Hasta
cuando seguimos celebrando el éxito económico a cualquier precio. Hasta cuando
permitimos que México no otorgue oportunidades a los mexicanos. Hasta cuando
diremos un hasta aquí al baño de sangre.
No lo sé, pues la capacidad de adaptación es infinita, pero espero que
sea pronto.
Comentarios
Publicar un comentario