Córdoba, Ver. | 30 noviembre de 2013
Tribuna Libre.- “Se puede
hacer posible de lo imposible”, dijo Alfredo Mejía Ramos de ocho años a su
madre hace cinco meses cuando le fue detectada sordera en ambos oídos. Este
jueves, con una gran sonrisa, el pequeño, junto con cinco cordobeses más,
recibió del DIF Estatal sus aparatos auditivos.
La madre del menor, Petra Ramos Ameca, de 38 años, con dos hijas más de
14 y 13 años, platicó de lo difícil que fue enterarse de los problemas
auditivos que presentaba: 40 y 50 por ciento de audición en los oídos.
Ya había notado que algo pasaba a su hijo. Reprobó el primer grado de
primaria en la escuela Úrsulo Galván debido a que no escuchaba bien, sin
embargo, fue hasta el año pasado, cuando cursaba por segunda vez primero, que
la mamá comentó a la maestra sobre sus sospechas.
“Empecé a notar cambios en mi hijo. Si no le hablaba de frente no me
hacía caso, el volúmen de la televisión lo tenía casi siempre en lo más alto”,
relató la mujer.
Posteriormente se enteró de una campaña de audiometrías gratis en Veracruz
por parte del DIF Estatal y como pudo reunió el dinero para ir.
Al practicarle el estudio le confirmaron sus sospechas. Tenía problemas
auditivos, además su sordera era progresiva, en tres años ya no iba a escuchar
nada.
“Como mamá me puse a llorar todo el día, no paraba de llorar porque me
sentía culpable; y es que él nació bien, pero a los siete meses enfermó de
neumonía y el mal manejo de esta enfermedad y sus alergias, con el paso de los
años le causaron sordera, me sentí muy culpable de no haberlo atendido como se
debía”, platicó.
Alfredo por su parte se mostró muy tranquilo. En medio del llanto de su
madre, él dijo esta frase que doña Petra tiene muy presente: “No llores, yo sé
que en tres años ya no te voy a oír, pero se puede hacer posible de lo
imposible”.
Al otro día de la audiometría practicada en Veracruz, acudió al DIF de
Córdoba, canalizada por Fundación Cihuatl. Recibió el consuelo de que no todo
estaba perdido.
Los siguientes meses fueron muy difíciles porque tuvo que viajar varias
veces, casi de aventón, aprendíó que no era la única mamá con esa situación y
que tenía que luchar.
“Tuve que volver a empezar, pero no me arrepiento. Aprendí de mi
hijo, sé que tener un niño con discapacidad es un ángel que llegó a mi casa”,
manifestó.
Agradeció al DIF por ser sus ángeles en este difícil camino. “Cada
persona que me atendió me recibió con un buen corazón. El jueves vi el logro de
mis esfuerzos en la entrega que realizó el DIF Estatal, aprendí que no estoy
sola”, comentó.
Dijo estar demasiado agradecida, porque para ella tienen un gran valor
los aparatos auditivos que le entregaron a su hijo.
“Verle la cara de felicidad que tenía, con nada lo puedo pagar.
Agradezco al DIF, de corazón, que le hayan dado las herramientas a mi hijo para
que tenga una mejor calidad de vida”, expresó conmovida.
Además verlo en su escuela alegre y a sus compañeros muy coperativos con
él, la hace sentirse también muy agradecida.
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