* Ni Pepe Yunes ni Héctor Yunes quieren la de dos
años * En 2018 sus padrinos estarán a la baja * La perversidad de
Fidel y Duarte * Hundir a Veracruz para asestar un golpe político *
¿Y qué dirán Videgaray y Beltrones? * Renato resultó paloma * Theurel
grabó a todos * Rocío Nahle, a causar problemas en Morena.
Mussio Cárdenas Arellano | 26 Diciembre de 2014
Tribuna Libre.- Veracruz es un
infierno político con Javier Duarte. Su pandilla, el fidelismo del cual
procede, sigue operando desde las instituciones, acumula dos sexenios —la
docena trágica— y ahora se allega dos años más, el minigobierno articulado con
doble fin: encubrir sus corruptelas y boicotear a los Yunes rojos.
Pobre tipo.
Encabeza una asonada legaloide, pasada su reforma de ley por la inmoralidad de
un Congreso estatal títere, de nivel ínfimo, que le aprueba todo así sea una
barbaridad, que no lee sus iniciativas, que no las modifica, que avala un
período de gobierno recortado.
Con Duarte han
sido cuatro años perdidos. No gobierna para darle brillo a Veracruz, pero sí
para cubrir las huellas del fidelismo que saqueó impunemente, endeudó, sumió en
el atraso y en la marginación, agregó más pobres a la estadística y entregó el
territorio veracruzano a las bandas del crimen organizado.
Javier Duarte fue
parte de todo ello. Vulgar cargamaletas de Fidel Herrera Beltrán en sus días de
talacha electoral, fue vestido con traje de luces en 2004 cuando el candidato a
la gubernatura lo hizo secretario de Finanzas del PRI estatal.
Javier Duarte
abría el portafolios, suscribía el cheque o soltaba efectivo pues se trataba de
que no parara la maquinaria que haría de Fidel el gobernador corrupto de
Veracruz. Ese era el plan.
Luego fue el
financiero del régimen fidelista. Pasó a una diputación federal que le permitió
cumplir el requisito interno del PRI para otorgarle la candidatura al gobierno
de Veracruz. Fidel Herrera Beltrán lo hizo gobernador con un fraude, descomunal
el gasto, la compra de conciencias, la inversión en el voto de los priistas
cautivos, los de Oportunidades, los de 65 y Más, los que desde su pobreza
contribuyen a la vigencia de un sistema que produce desigualdad.
Al fidelismo se
debe Javier Duarte y su gobierno ha servido para encubrir el gran latrocinio,
el fraude a los veracruzanos, los grandes negocios que produjeron una nueva
casta de políticos y empresarios cuya riqueza se cocinó desde las entrañas del
gobierno de Veracruz.
Duarte no ha hecho
nada como gobernador porque su misión ha sido contener el embate de los
enemigos del fidelismo. De 34 mil millones de deuda fidelista, Veracruz
enfrenta hoy una deuda de 98 mil millones, según las cifras que el diputado del
Partido del Trabajo, Fidel Robles Guadarrama, rescató del área financiera del
gobierno estatal. La obra pública es nula; los municipios braman por falta de
recursos, retenidas sus participaciones federales; los narcos, los
secuestradores, los extorsionadores impunes, operando a sus anchas, coludidos
con policías, sus amigos en el Ministerio Público, sus cómplices en los
juzgados.
Además de torpe,
Javier Duarte es un dechado de mentiras. Su gobierno está reprobado y los
veracruzanos sufren los efectos de la pobreza; se crean fuentes de trabajo,
pero mal pagadas; se crean empresas, pero poco después cierran; los Juegos
Centroamericanos y del Caribe representaron inseguridad, robos y asaltos a
atletas extranjeros, violencia física; el sistema educativo sigue atrapado en
manos del cacicazgo callejista, muerta así la reforma educativa; el sistema de
justicia está podrido, encarcelando inocentes y dejando libres a delincuentes;
aún sin resolver el asesinato de 10 periodistas, entre ellos la corresponsal de
la revista Proceso, Regina Martínez; el columnista de Notiver, Miguel Ángel
López Velasco, y el reportero Gregorio Jiménez de la Cruz.
Fallido, el
gobierno de Javier Duarte ha provocado el estancamiento de Veracruz en sus
cuatro años de gestión. Socialmente, un desastre; políticamente, el caos.
Y ahora, en su oportunidad
de trascender, enloda la reforma política con una trastada de rufianes al
aprovechar la homologación de elecciones locales con el calendario electoral
federal. Y así creó una gubernatura de dos años. Todo un acto de mezquindad.
Para Javier Duarte
la armonización electoral se reduce a trastocar la vida política de Veracruz.
Propone y obtiene el aval del Congreso de Veracruz, el cual el jueves 18 aprobó
que el próximo gobernador asuma funciones el 1 de diciembre de 2016 y concluya
su mandato el 30 de noviembre de 2018. El siguiente período sí será de seis
años.
El daño a Veracruz
será irreparable. Un gobierno de dos años es sinónimo de atraso. Un gobierno de
dos años no arranca y concluye proyectos, programas y obras. Un gobierno de dos
años está condenando al fracaso a los veracruzanos.
La contradicción
es mayor. El mismo Congreso que aprueba ampliar a cuatro años el período de los
alcaldes para que puedan administrar mejor los recursos y desarrollar programas
a largo plazo, es el mismo que reduce la gestión del gobernador.
Si en tres años un
alcalde no alcanza a cristalizar proyectos, ¿cómo lo puede hacer un gobernador
en sólo dos años?
Javier Duarte
desechó la propuesta de los Yunes azules —Miguel Ángel Yunes Linares y su hijo,
el senador Fernando Yunes Márquez— y de varios actores de la oposición de que
el próximo gobernador sea electo para un período de cinco años.
No quiso la
homologación con el calendario electoral en 2021, período que sí tendría un
gobierno con tiempo suficiente para realizar proyectos, programas de obra e
inversiones, y reduciría el gasto electoral.
Ahí radica el
trasfondo real de la gubernatura de dos años. Fidel y Duarte usan la
homologación electoral para bloquear las aspiraciones de los Yunes rojos, sus
enemigos al interior del PRI.
Fidel y Duarte
saben que si la elección de gobernador a seis años se celebrara en 2016, los
padrinos de José Francisco Yunes Zorrilla y Héctor Yunes Landa estarían en la
cúspide de su poder. Luis Videgaray y Manlio Fabio Beltrones los favorecerían
para acceder al palacio de gobierno de Xalapa.
En cambio, si la
elección es para gobernador a dos años, ni Yunes Zorrilla ni Yunes Landa
estarían dispuestos a participar.
Fidel y Duarte
saben que ni Pepe Yunes ni Héctor Yunes quieren ser gobernadores de dos años,
pero esperar la siguiente ronda, en 2018, la de seis años, es un paso al vacío.
Para entonces, ni
Videgaray ni Beltrones tendrán la fuerza de hoy. Videgaray es hoy el favorito
de la corte peñista; Beltrones es el operador del salinismo. Están en la
plenitud del pinche poder. En cuatro años más, en 2018, el peñismo estará de
salida, los padrinos a la baja y los ahijados políticos —los Yunes rojos— en la
incertidumbre.
En 2018 habrá
nuevo candidato presidencial del PRI. Será él quien escoja a los candidatos a
gobernadores que habrán de cogobernar si logra sostenerse el PRI en Los Pinos.
La clave está ahí.
2016 representa un quiebre en los tiempos políticos y, sobre todo, en los
tiempos priístas. Si en 2016 la gubernatura se mantuviera de seis años, Yunes
Zorrilla y Yunes Landa usarían el poder de sus padrinos para amarrar la
candidatura.
Pero no será así.
La reforma duartista, el minigobierno de dos años, tiene dedicatoria para los
Yunes rojos. Fidel Herrera Beltrán y Javier Duarte no los quieren en la
sucesión, ni en 2016 ni en 2018.
Grande es la
perversidad de Javier Duarte, mayor la de Fidel Herrera. Provocaron un
minigobierno de dos años para asestar un golpe político, grilla pura.
Veracruz andará a
la deriva, sin inversión privada, sin proyectos a realizar, con obra de mínimos
alcances, estancado el estado. Todo para bloquear a Pepe y Héctor Yunes.
Habría que ver
cómo responden Videgaray y Beltrones. Sus Yunes están heridos.
Archivo muerto
Muy echador, muy
bravucón, resultó una paloma Renato Tronco Gómez. Acudió al Congreso de
Veracruz, donde sólo se para a cobrar su dieta pues no legisla el aviador, y
subió a tribuna. Soltó ajos y cebollas, chingaos y carajos, pero al final
otorgó su voto a la gubernatura de dos años. ¿Maiceado? Le cumple el capricho
al desgobernador Javier Duarte de Ochoa, y más a Fidel Herrera Beltrán, el ex
gober que lo acusó de ser el autor intelectual del asesinato del regidor
panista de Las Choapas, Alfredo Pérez Juárez. Dice Renato Tronco que está
peleado a muerte con Javier Duarte. Se ve que sí. Por eso le aprueba sus
engendros legislativos. Paloma tenía que ser... Presume Marco César Theurel
Cotero —“Te rompo tu puta madre”— que nadie lo toca, que evadirá la acción de
la justicia, que librará las órdenes de aprehensión. Su pasaporte está en las
dádivas entregadas a jerarcas priistas, a la campaña de Peña Nieto, vía Luis
Videgaray. Dice el ex alcalde de Coatzacoalcos que tiene grabados a todos, a
Jorge Carvallo Delfín en sus días como líder del Congreso de Veracruz, quien le
hacía creer que su esposa Guadalupe Félix Porras, alias Lu-pilla, sería su
sucesora en la presidencia municipal. No le cumplió pero el momento de la
entrega de las dádivas quedó en una memoria USB, un salvoconducto, un arma de
chantaje... Algo adelantada la campaña de Rocío Nahle García, especialista en
conflictos y rencores, ex del PRD, ahora en el Movimiento de Regeneración
Nacional, quien no ceja en su empeño de ser diputada federal por Coatzacoalcos.
Se montó en 2012 en la campaña de Andrés Manuel López Obrador y logró una
excelente votación que, sin embargo, no le dio para derrotar al candidato
marcelista, Joaquín Caballero Rosiñol, que de San Lázaro brincó a la alcaldía.
Hoy Rocío Nahle se promueve, su nombre ligado al Peje, provocando ánimos
encontrados entre la militancia de Morena, como antes lo hizo en el PRD, donde
se peleó hasta con su sombra. AMLO ya es asiduo a la derrota. Es lo único que
Rocío Nahle le puede garantizar... ¿Quiénes son ese ex alcalde y ese ex
tesorero municipal que lavan y lavan dinero, producto de sus corruptelas, en
negocios relacionados con la venta de autos usados, algunos de alto registro,
deportivos, convertibles, grandes, pequeños, lo que el cliente busque que para
todos tienen?...
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@mussiocardenas