* Sus líderes, enriquecidos; el partido sin
credibilidad * Negocios con la fidelidad y el duartismo * Patricia
Peña: otra a la que le vale la crisis de agua * La convocatoria del PRI,
puro show * Víctor Rodríguez, más pecados que virtudes * Jorge
Zetina irrita al joaquinismo
Mussio Cárdenas Arellano | 29 Diciembre de 2014
Tribuna Libre.- 2006 fue un buen
año para el Partido de la Revolución Democrática. En Veracruz ganó dos
diputaciones federales y empujó a Convergencia por la Democracia, con quien
estaba aliado, a obtener otras dos. Logró las dos senadurías y una copiosa
votación.
Un año después, se
derrumbó.
2007 fue el año de
Fidel Herrera Beltrán. Le torció la mano a la democracia, cooptó a la
oposición, inundó de despensas Veracruz, derrochó millones y más millones del
erario público, compró a los pobres con unas migajas, hizo operar a la
burocracia de alto nivel en zonas electorales y recuperó el Congreso estatal.
Fidel se robó la
elección y comenzó a disfrutar de la “plenitud del pinche poder”.
¿Dónde quedó el
PRD?
Secuestrado por
Nueva Izquierda —los Chuchos—, por Izquierda Democrática Nacional —los
bejaranistas—, por Foro Nuevo Sol —los Amalios— y un cúmulo de tribus que no
arreglan el escenario pero que son diestros para descomponerlo, que destruyen
en vez de construir, el PRD veracruzano terminó postrado ante el régimen de la
fidelidad.
Fidel les inventó
el Acuerdo para la Gobernabilidad en 2005. Los montó en esa faramalla. Les
concedió espacios, foros de debate, les asignó presupuesto, sus cuates como
ponentes, sus amigos coordinando talleres, y se embuchacó a la dirigencia del
partido del sol azteca.
En el seno del
Acuerdo de Gobernabilidad se fueron diseñando las rutas del proyecto fiel,
sometidos los líderes de las tribus, los diputados perredistas, la dirigencia
estatal. Todos bailando al son que Fidel Herrera le gustaba tocar.
En 2008 agregó
temas al acuerdo cuando comenzaba a desmoronarse, renuentes algunas voces
perredistas a seguir en la mascarada urdida por el entonces gobernador de
Veracruz.
Fidel Herrera pudo
acercarse a las corrientes del PRD, vía sus líderes y santos patronos. Sometió
a los más significativos. Pactó con Manuel Bernal Rivera, diputado local de
línea dura en sus inicios y todo un cordero en el momento de la verdad. Negoció
con Rogelio Franco Castán, principal operador de los Chuchos en Veracruz.
Sometió a los
diputados César Ulises García, Juan Santos Carrera, Adrián Solís y Uriel Flores
Aguayo, que dejaron actuar a placer al fidelismo, cuestionados, increpados por
el hoy diputado del PT, Fidel Robles Guadarrama.
Condescendiente,
el PRD de Veracruz perdió la fuerza que en los días del cardenismo y luego del
lopezobradorismo pudo acumular. Terminó siendo un PRD acabado, mediatizado,
incapaz de despertar expectativas ciudadanas.
Diezmado, sin
rumbo, inmerso en luchas intestinas por ver qué tribu era más roja, más fiel,
el PRD Veracruz llegó a 2010 sin ánimo de competir electoralmente,
resquebrajado, aspirando únicamente a amarrar regidurías en los ayuntamientos,
una que otra alcaldía de raquítico presupuesto y ni soñar que su candidato,
Dante Delgado Rannauro, pudiera ganar la gubernatura de Veracruz.
La debacle llegó.
Dante Delgado ocupó el tercer sitio en una competencia de tres. No ganó el PRD
Veracruz ni una diputación de mayoría, sólo obtuvo una plurinominal, y su
récord de alcaldías fue infame.
Figuras como
Gloria Rasgado Corsi, la mayor lideresa del PRD en Coatzacoalcos, terminaron en
el proyecto priísta. Le alzó la mano a Marco César Theurel Cotero —“Te rompo tu
puta madre”— y comprometió su fuerza electoral a favor del fidelista Javier
Duarte, hoy gobernador. Pactó con el PRI y reventó. Gloria Rasgado fue
expulsada del PRD y desde entonces el perredismo en Coatzacoalcos no pesa, ni
se siente, ni se percibe.
2013 fue el
escenario de una crisis monumental, quizá la última. Pregonó una alianza
electoral con el Partido Acción Nacional que avizoraba una victoria aplastante
en la elección de Congreso y las principales alcaldías de Veracruz. Tejió fino.
Convocó a los actores políticos, juntos panistas y perredistas en lo que se
veía venir como la debacle del PRI.
Pudo tener en su
mano el Congreso estatal pero optó por el negocio sucio. Pactaron las tribus
con el duartismo, operando el hoy director de la Comisión de Aguas del Estado
de Veracruz, Francisco Valencia García, llevando maletas cargadas de dinero a
municipios perredistas, al feudo de las tribus.
Domó a los
Chuchos, a los Amalios, a los bejaranistas. Y de ahí vino el teatro. Formaron
dos bloques. Unos y otros constituyeron sus propios consejos estatales.
Designaron a
sendos líderes del comité estatal. Unos y otros tuvieron su PRD. Obvio, la
intención era crear el escenario para invalidar la alianza.
Sin un consejo
estatal reconocido plenamente, el Tribunal Electoral del Estado de Veracruz —la
Tremenda Corte fidelista— negó validez al acuerdo PAN-PRD. Ahí se frustró el
triunfo de la oposición pero, simultáneamente, el PRD quedó herido de muerte,
enriquecidos sus líderes, maltrecha la imagen de su partido.
Descuajado, dejó
de ser opción política. PRD se asocia a negocio y maniobra. Urdidos por los
líderes de las tribus, los casos de corrupción del PRD limitan su espectro
electoral. Dejó de ser confiable. No genera intención de voto.
En sus días de
esplendor, gobernó Xalapa, Coatzacoalcos, Minatitlán, Cosoleacaque y decenas de
alcaldías en zonas serranas, en planicies, en áreas costeras, en el norte y en
el sur. Hoy es un PRD acabado, sometido a los enjuagues de sus líderes,
vinculados al duartismo, enriquecidos por la fuerza de la complicidad,
aspirante a una regiduría de obsequio y a veces ni a eso.
Sólo un reducido
sector de la militancia mantiene su esencia, apegados a la izquierda, a la
lucha social, al deseo de cambio. Sólo un segmento del perredismo mantiene
actitud crítica. Son las bases. Pero son los menos. Hablan, reclaman, pero no
tienen el control del partido.
Es un PRD acabado
porque hizo de su franquicia electoral una palanca de enriquecimiento. Es un
PRD acabado al desdeñar las opciones de poder a cambio de privilegios,
prebendas y riqueza. Es un PRD acabado porque sufre el secuestro de sus
estructuras.
No está muerto,
pero sufre un coma inducido. Inactivo, incapaz de organizar a la sociedad, no
está en las crisis sociales. Lo están algunos militantes, pero no como partido
político.
No está muerto
pero lo parece.
Archivo muerto
Además de no hacer
nada, ¿a qué se dedica Patricia Peña Recio? Cortadora de listones, protagonista
de toda fotografía, la diputada federal por Coatzacoalcos no se involucra en el
conflicto por el agua desde que la presa Yuribia fue tomada por los habitantes
de Tatahuicapan, el 4 de diciembre. Supuesta gestora de soluciones, Patricia
Peña se ve en otro mundo. No negocia. No representa a su pueblo. No promueve.
Si no lo sabe la diputada, el móvil del conflicto es federal. El agua no es del
pueblo de Tatahuicapan; es recurso extraído del subsuelo; es recurso de la
nación. Pero el silencio es de Patricia Peña, diputada que sólo sirve para
causar vergüenza, que no legisla, que no sube a tribuna, que no aporta un gramo
de intención para volver a la normalidad el conflicto del Yuribia. Diputada de
opereta... ¿Sirve de algo la convocatoria del PRI para la diputación federal?
Pantomima pura, sólo cumple con un requisito de ley. Coatzacoalcos tendrá un
“candidato de unidad”, impuesto, a la medida del marcelismo: Víctor Rodríguez
Gallegos, desconectado de las bases, repudiado entre su misma gente, impopular,
reñido a muerte con Jesús Moreno Delgado, el hijo desobediente que no será
candidato porque en el DIF que dirige brota pus, corrupción nauseabunda y
protege a dos pseudopsicólogas, Yahana Arizveidy Lozada Parra y Patricia
Salcedo Gómez, que no tienen título universitario, que violan la ley al
incurrir en usurpación de profesión. Un aspirante así, afecto a las
triquiñuelas y a la simulación, cómo podía ser candidato. Juegan a la legalidad
los priístas con una convocatoria que no convoca a nadie. Agazapados,
sometidos, castrados, los priístas esperan el toque de silbato para que
arranque la bufalada. Es el ritual de siempre. Le quemarán incienso a su candidato
allá por enero en que comenzará el proceso interno. Hallarán en Víctor
Rodríguez virtudes inventadas. Cerrarán ojos y oídos a la realidad, al
contratismo maquillado que ha hecho del subdelegado administrativo de la
Sedesol federal en Veracruz un hombre adinerado. Bueno, hasta sus acérrimos
críticos, ivanistas y roblistas, hoy maiceados, con el chayote a medio cogote,
lo colman de elogios. Vaya ridículo de los farsantes de la comunicación,
lamebotas del marcelismo. Sirve la convocatoria del PRI lo mismo que el famoso
Charmín... Con Jorge Luis Zetina Castillo, el alcalde Joaquín Caballero Rosiñol
no necesita enemigos. Zetina irrita al personal de confianza en el ayuntamiento
de Coatzacoalcos; torea al joaquinismo; oculta y miente sobre el destino del aguinaldo,
cuando es sabido que este diciembre esa prestación no llegará. Acuden al
director de Recursos Humanos y no hay respuestas, y las que da Zetina son
patraña vil. Así va creciendo la inconformidad en las filas joaquinistas,
torpemente manejado el caso de los aguinaldos. Para qué crear falsas
expectativas si con decir la verdad hubiera bastado...
twitter:
@mussiocardenas