José Miguel Cobián | 21
marzo de 2015
Tribuna Libre.- Sucedió en un pueblo pequeñísimo del norte de
España. Un niño circulaba con su
patineta por la banqueta, y por accidente tuvo un encontronazo con una dama de
sociedad muy amiga del alcalde. La
señora salió del accidente con un moretón de cierta envergadura en la
pantorrilla, y eso fue suficiente para que el equivalente a la ¨liga de la decencia¨
exigiera al alcalde prohibir terminantemente el uso de patinetas en el pueblo.
Una vez que el alcalde del pueblo emitió el
edicto correspondiente prohibiendo el uso de patinetas en toda la
circunscripción territorial a su cargo, sucedió un verdadero ejemplo de lo que
los ciudadanos deben hacer cuando no están de acuerdo con algo.
Todos los niños y adolescentes del lugar se
presentaron esa misma tarde con sus patinetas en la mano ante el edificio del
ayuntamiento. Y allí se quedaron en
protesta silenciosa, sentados en el piso, hasta que para el propio alcalde se
hizo insoportable la presión y salió a discutir con ellos.
Simplemente lo convencieron de que ellos
requerían un lugar para usar sus patinetas, y aceptaron a cambio, no usarlas en
las banquetas de la localidad… Hoy hay
un parque de patinetas con toda la parafernalia que se usa para ese deporte,
con un nivel de equipamiento y calidad que le permite ser sede de campeonatos
mundiales. Y allí, los jóvenes de ese
pueblo, pueden jugar, reunirse y divertirse.
Todo gracias a un doble ejercicio de ciudadanía, primero el de las damas
que se vieron amenazadas por la circulación de jóvenes en patineta en la vía
pública, y luego por los propios usuarios quienes supieron protestar y negociar
una prohibición que no les ofrecía alternativas, hasta lograr su parque.
Esto viene a cuento, porque en México
pensamos que siempre es bueno que otros protesten cuando algo no se hace bien,
y muy pocas veces nos solidarizamos con quienes sufren alguna decisión
gubernamental, y mucho menos protestamos, aún cuando nuestros propios intereses
se vean afectados… Esa actitud tan individualista nos impide ejercer nuestros
derechos ciudadanos. Sobre todo, porque
no es lo mismo que una persona sola proteste, a que lo hagan muchos miles.
El ejercicio de ciudadanía no acaba con
participar y protestar, hacer cartas, sumarse a marchas, o denunciar, tiene que
continuar hasta que las propias autoridades aprendan a aceptar la voluntad de
la población.
Un ejemplo del desprecio de la autoridad por
los ciudadanos lo tenemos con las firmas recolectadas para evitar que Medina
Mora fuera ratificado por el senado como miembro de la suprema corte de
justicia de la nación… Aquí no está a
discusión si tenía o no los méritos adecuados.
Lo que está a discusión es que en unos días se juntaron más de cincuenta
mil firmas, y a pesar de ello, nadie en el senado les dio la mínima atención…
Cincuenta mil ciudadanos que pedían que no se ratificara el nombramiento de
Medina Mora y ni un solo senador comentó algo al respecto en la sesión en que
el tema se discutió.
Tenemos otro ejemplo aún más grande, el caso
de la sra. Aristegui, quien fue despedida por MVS (empresa privada), por su
actitud ante el despido de dos de sus colaboradores, pero cuyo despido se da
por descontado en la opinión pública, se dio por las investigaciones que ha
realizado su equipo que afectan tanto al secretario de hacienda, como a la
propia familia presidencial.
Para Aristegui se han logrado más de ciento
cincuenta mil firmas de ciudadanos solicitando a MVS que la reinstale en su
programa. Sin embargo, MVS no ha
accedido a una petición de ciento cincuenta mil radioescuchas potenciales, y la
presidencia e la República sigue sin aclarar si es verdad la sospecha de injerencia
en este asunto. Lo más curioso es que
el más afectado es el propio presidente de la república, pero desde los pinos
no han sabido aclarar absolutamente nada.
El primer paso es ejercer la ciudadanía. El
segundo cuando se trata del sector público, es exigir el respeto a la ley y a la
ciudadanía. Y en caso de no obtenerlo, realizar las acciones legales
pertinentes para que se lleve a cabo el respeto a la ley y a los derechos del
ciudadano. El segundo caso cuando se
trata del sector privado, los ciudadanos tienen que aprender a realizar boicots
a los productos o servicios de las empresas que no atiendan las peticiones
ciudadanas, y con ello hacerlas que sientan que el poder lo tiene el consumidor
y no las propias empresas.
Sé que es difícil, pero no es imposible. No se debe esperar todo del gobierno, se debe
buscar dentro del ámbito privado resolver muchos de los problemas. Como es el caso del maestro Juan o de la
sra. Aida, quienes decidieron ir al zoológico de Córdoba por volantes para promover
la asistencia de la gente a dicho lugar de esparcimiento, con el fin de que los
propietarios tengan el suficiente ingreso, para darle una vida digna a los
animales que allí tienen refugiados, alimentarlos adecuadamente y tener un
mejor lugar, digno de los visitantes.
Ellos dos son ejemplo de ciudadanos, que no esperan que solo el
municipio o el estado resuelvan el problema de ese zoológico, y toman la
solución en sus manos, buscando atraer más visitantes. Su meta última es que la ciudad de Córdoba
tenga un zoológico digno de llamar la atención y que sirva tanto para los
cordobeses como para los turistas regionales que vengan a la ciudad para
visitarlo. Una cultura de defensa de los
derechos de los animales, y un inmenso amor por la naturaleza.
¿y tú? ¿Cuándo
comenzaras a ejercer como verdadero ciudadano?