José Miguel Cobián | 28
julio de 2015
Tribuna Libre.- La frase: El deporte nacional en el país es
criticar al gobierno^ es una verdad de Perogrullo. Pero detrás de este deporte nacional existe
una característica particular de los latinoamericanos y en especial de los
mexicanos, que es la de no asumir nuestras propias responsabilidades y esperar
que todo ^te lo resuelva el gobierno^.
Esto viene a cuento, porque en mi muro de
Facebook, decidí el fin de semana hacerle una travesura a los amigos que lo
visitan. Puse dos comentarios que aunque
controversiales tienen algo de verdad y algo de mentira, originados en dos
políticos-funcionarios polémicos por naturaleza.
El primero proviene de Rosario Robles, quien
actúa como titular de Sedesol, y consentida del Presidente Peña. Ella afirmó que el número de pobres no
decrece, porque las familias pobres se reproducen más que las familias de clase
media o clase alta, y así es muy difícil disminuir el número de personas en
pobreza o pobreza extrema. De por sí el comentario ya es polémico, pues es una
vana justificación a 30 años de políticas públicas que buscaban combatir la
pobreza, de millones y millones de pesos gastados con el mismo objetivo, y
después de 30 años llegamos a la conclusión de que tanto las políticas públicas
como el dinero gastado, no han servido de nada, pues el porcentaje de pobres y
de pobres extremos es similar al de hace 30 años.
Rosario trata de justificar al presidente
Peña, pero sin querer también lo hace con Miguel de la Madrid, Carlos Salinas,
Zedillo, Vicente Fox, y Felipe Calderón.
(Creerá el lector que del nombre de pila de Zedillo no logro acordarme.
–Así de gris debió de ser como presidente-.)
Y sin embargo, tiene razón.
Mientras en las familias de clase alta y clase media (para no tomar
todos los deciles de las estadísticas), se planea tener dos o tres hijos, en
las de clase baja, se sigue recibiendo a los hijos ^que Dios nos mande^. Lo cual era bueno en épocas en que la familia
se diezmaba ante las enfermedades y la falta de avances médicos, pero que hoy,
lo único que provoca es que se pulverice el escaso patrimonio familiar,
generación tras generación. Esto debido
a que el pastel a repartir no crece al mismo ritmo que la población, lo cual
obliga a que en algunos reciban nada más migajas. Y si a ello le añadimos que
la desigualdad en México es brutal, entendemos porque no se avanza en esta
materia. Todo lo anterior sin dejar de
reconocer que Rosario dijo lo correcto con las palabras incorrectas. Algo que ya es común en ella.
El otro caso es el de Luis Videgaray –hoy
todavía- Secretario de Hacienda hiper poderoso, quien afirma que la economía
está soportando muy bien los vaivenes de las variaciones del tipo de cambio con
respecto al dólar. Y quien a su vez,
nos recuerda que no es que el peso se devalúe, sino que el dólar se revalúa. Hasta allí las declaraciones de don Luis,
quien también tiene razón. Con respecto
a otras economías, el peso mexicano y nuestra economía han sufrido mucho menos
por la fortaleza del dólar. Y también es
cierto que no es devaluación, pues el peso no ha perdido su valor ante la
mayoría de las monedas del mundo, su sufrimiento y decaída ha sido contra el
dólar estadounidense, que debido a diversos factores como inestabilidad
económica en China, riesgos en Europa no sólo por Grecia, y debilidad en el
crecimiento de la economía mundial, combinados con un incremento en la
actividad económica en USA, reducción brutal de sus tasas de desempleo, y
próximamente aumento en sus tasas internas de interés, han convertido a USA en
la fortaleza económica del mundo, y por ello su moneda es más demandada, lo
cual eleva su precio en el mercado.
Todo lo anterior es cierto, pero también es
cierto que los mexicanos somos muy sensibles a cualquier variación en la
paridad peso-dólar, debido sobre todo a experiencias de años anteriores, y
sobre todo, de gobiernos priístas anteriores. Además, hoy como nunca, México
tiene una brutal dependencia alimentaria, lo cual implica que cualquier
variación en el valor de la moneda del país que nos alimenta, encarece los
precios de los bienes básicos en México.
Esto aunado a una crisis económica derivada de la reforma fiscal y de
las leyes anti-lavado, un desafortunado manejo de la economía, y la total
ausencia de políticas de desarrollo del mercado interno y de la producción de
básicos, todo ello, mantiene a la población en un estado de angustia económica
y de hiper sensibilidad ante cualquier vaivén de la economía, pues entendemos
(sabemos, estamos seguros) los mexicanos, que es más fácil que la situación
empeore, a que la situación mejore.
Las travesuras en mi muro de Facebook fueron
afirmar que Rosario Robles tenía razón, pues mientras los pobres se reproduzcan
con tanta rapidez, será muy difícil combatir la pobreza, sobre todo en un país
dónde se carece de lo básico. Y también
que Videgaray tenía razón, pues el peso no se ha devaluado, el dólar se ha
fortalecido.
Al final la conclusión fue que la mayoría de
los comentarios fueron respecto a conductas personales de Rosario, críticas a
Videgaray. Aprovechar la polémica para que los antigobiernistas se dieran un
festín –Algunos de ellos funcionarios públicos pero de administraciones de
oposición dónde no observan nada malo en una posición radical y no de
análisis-. Pero muy pocas opiniones
sobre lo que debemos de hacer los ciudadanos para resolver en lugar de ser
activistas de escritorio. Y allí radica
el verdadero problema de México. Sabemos lo que hay que solucionar, pero no
hacemos nada por lograr esa solución…
Salvo honrosas excepciones.