José Miguel Cobián | 12
agosto de 2015
Tribuna Libre.- Ya sabe usted que escribo de lo cotidiano.
Hoy mi muro de Facebook me da la oportunidad de comentar la terrible
irresponsabilidad que permea por la mayoría de las mentes de los
ciudadanos. Todo comienza con un post que
pongo en mi muro, y digo: ¨¡No! ¡No es culpa del gobierno. Es muy cómodo
repartir las culpas en lugar de asumirlas, sobre todo cuando formas parte de
una sociedad tan descompuesta como la mexicana. La culpa es de todos y cada uno
de nosotros.!
En pocas horas recibo todo tipo de
comentarios que refuerzan mi postura (cuando menos en mi mente). Desde la persona que afirma que todo lo malo
que pasa en México es culpa de los Estados Unidos, hasta la persona que afirma
que todo lo malo que pasa en México es culpa del PRI, e incluso se atreve a
afirmar que lo que publico es una justificación para el mal gobierno.
Me llama la atención ese síndrome del menor
de edad, irresponsable de sus actos, y por lo tanto ininputable (no se le puede
acusar de nada), de nuestra sociedad. Y
me explico: en principio, todos y cada
uno de los gobernantes del país son mexicanos, vienen de nuestra cultura, y a
pesar de que cada tres o cuatro años se renuevan ayuntamientos y ediles, de
todas maneras, no se encuentra un solo funcionario que no realice actos
ilegales. Y de allí para arriba,
diputados locales, federales, senadores,
empleados públicos, gobernadores, presidente de la República,
secretarios de estado, etc. Díga el
nombre de uno por el que usted meta las manos al fuego.
Si volteamos a nuestro alrededor, vemos
familias ensuciando el medio ambiente, gastando escasos recursos como el agua,
abusando de los demás desde aprovecharse de un lugar en el metro o en el
autobus, hasta obteniendo ganancias ilícitas si el otro se descuida. En un accidente llega mucha gente, la mayoría
a robar, y unos cuantos a ver en que pueden ayudar. Las empresas usan todo tipo de artimañas, no
solo para no pagar impuestos, sino para violar cualquier reglamento que les
implique un costo adicional. La mayoría
hemos dado mordidas, o hemos sido víctimas de ellas. Si podemos, nos retrasamos en el pago de lo
que sea, y si se lo podemos cargar a todo México, mucho major, y allí está el
FOBAPROA para no desmentirme, ¿cuántas empresas solventes metieron sus deudas
allí, para que las paguemos todos los mexicanos?.
Nuestra
sociedad es una sociedad descompuesta y corrompida. Somos un país muy católico, pero no vivimos
los valores de esta religion, y si sumamos el resto de las religiones cristianas,
llegamos a un 95% de la población que ora, que lee la biblia, que se asume con
ciertos valores, pero que a fin de cuentas, no vive en los hechos lo que
presume en los templos.
A ojos
de todos se viola ley, y no hay nadie que rechace al infractor. Nuestros ríos
están contaminados en su mayoría. Y
tanto autoridades como ciudadanos se hacen de la vista gorda. Lo mismo sucede
con el resto de cuestiones cotidianas. La secretaría de salud no cuida nuestra
salud, prefiere una mordida o gratificación que exigir que se cumplan las medidas sanitarias, aún en lo que comemos.
Cuando se trata de un conflicto, ya sea por
una demanda de lo que guste, un accidente de tránsito, o lo que sea, siempre
queremos ganar, por la fuerza, sin considerar quien tiene la razón, o lo
verdaderamente justo.
Todos tenemos anécdotas por haber sufrido
cuando menos intentos de abuso, por parte de particulares que presumen de
dignidad, honestidad, valores, etc.
En nuestra sociedad premiamos al ladrón, al
que vende o compra votos, al que viola la ley, al que abusa de los demás, al
criminal, sea cual sea su crímen. En
otras sociedades el rechazo social a lo que está mal ayuda mucho a que la
convivencia social sea más civilizada.
Aquí, cada día rompemos un poco más, lo poco que queda del tejido
social.
En México todo es una farsa. Un gran show de
apariencias, cuando la realidad es muy diferente, por ello, por farsantes,
estamos como estamos. Y vea para donde
usted guste, los militares, los empresarios, los líderes religiosos, los
obreros, los campesinos, los estudiantes, etc.
Dónde usted guste verá farsa, farsa consciente, dónde todos saben el
papel que tienen que representar, y dónde la gente se molesta cuando alguien
reclama la farsa y exige que la verdad salga a relucir.
Dice un amigo, que ¨¨Ni modo, así somos los
mexicanos¨¨. Yo espero que pronto
dejemos de ser así.