* Insta el rotativo a Peña Nieto a repudiar
advertencias de Javier Duarte * El robo que no parece robo * El
sospechoso denuncia tortura * Se patina el alcalde * Yunes
Linares amarra candidatura * Guillotina a theurelistas * González,
Hillman, Ramón, González Anaya y Abreu, en mega fraude con tierras.
Mussio Cárdenas Arellano | 19 agosto de 2015
Tribuna Libre.- Fama, la de Javier
Duarte. Nada más 14 periodistas asesinados en su gobierno, asedio, amenazas,
persecución. Por ello, 500 figuras de corte internacional que lo increpan. Y
ahora el New York Times le dedica un editorial de repudio al crimen del
fotorreportero Rubén Espinosa Becerril.
Toca al gobernador
de Veracruz y a su patrón, el presidente Enrique Peña Nieto, señalado de omiso,
de no hacer “lo suficiente para proteger a los periodistas y combatir esta
cultura de la impunidad”.
Rudo el editorial
del periódico más influyente a nivel mundial, cita la expresión que proyectó a
Javier Duarte: “Pórtense bien” como un “Compórtense”, y el demencial “Vamos a
sacudir el árbol y se van a caer muchas manzanas podridas”.
Al mes de la
advertencia, fue ejecutado Rubén Espinosa, confinado al exilio, tras una serie
de amagos, tras la vigilancia a que era sometido, a las amenazas que le
proferían, a la represión que vivió en el desalojo de Plaza Lerdo, a la presión
demoledora por haber captado las imágenes de los ocho alumnos de la Universidad
Veracruzana, agredidos por un grupo parapolicíaco, presuntamente adiestrado,
criminalmente adiestrado, en las instalaciones de la Academia El Lencero.
New York Times
identifica la maltrecha gestión de Javier Duarte y su fobia a la prensa crítica
y sitúa a Peña Nieto como el presidente que no actúa, que permite y solapa el
grado de indefensión en que se conduce el periodismo libre en Veracruz.
Su titular es
contundente: “El asesinato de la prensa libre en México”. Y al presidente de
México lo insta a repudiar las advertencias de Javier Duarte.
Del gobernador de
Veracruz dice:
“Desde que el Sr.
Duarte asumió el cargo en 2010, la intimidación y los crímenes contra
periodistas en Veracruz se han disparado, según defensores de la libertad de
prensa. Catorce han muerto y al menos tres han desaparecido. En la mayoría de
los casos, las autoridades locales han tratado de restar importancia a la idea,
de que los periodistas fueron asesinados para silenciarlos.
A Peña Nieto lo
conmina:
“Poner fin a estos
ataques a la prensa requiere una acción contundente por el Sr. Peña Nieto. Él
debe repudiar la advertencia del Sr. Duarte —los dos hombres pertenecen al
mismo partido—. Y más allá de investigar y perseguir los delitos del pasado, él
y los funcionarios locales deben tomar medidas concretas para proteger a los
periodistas que arriesgan sus vidas haciendo su trabajo…”
El editorial de
New York Times es el siguiente:
“Un mes antes de
que el fotoperiodista mexicano Rubén Espinosa fuera asesinado en la ciudad de
México a finales de julio, el gobernador de Veracruz, la provincia de donde el
señor Espinosa había huido temiendo por su vida, dio a otros periodistas una
advertencia.
“ ‘Compórtense’
(‘Pórtense bien’), urgió el gobernador de Veracruz, Javier Duarte, a los
reporteros. ‘Vamos a sacudir el árbol y se van a caer muchas manzanas
podridas’.
“El Sr. Duarte
dijo que su advertencia estaba destinada a disuadir a los periodistas que
simpatizan con los narcotraficantes y otros criminales. Sin embargo, muchos
periodistas mexicanos comprensiblemente lo vieron como una amenaza, a los que
realizan la cobertura crítica de los funcionarios locales.
“Desde 2010, al
menos 41 periodistas han sido asesinados en México. Aproximadamente 20 han
desaparecido. Periodistas mexicanos están asediados por poderosas organizaciones
criminales y en algunos casos, por parte de funcionarios del gobierno que no
quieren que sus fechorías sean expuestas. La mayoría de los casos permanecen
sin resolver, dejando a los periodistas en muchas partes del país, con una
terrible elección: se autocensuran o son silenciados por una bala.
“El gobierno del
presidente Enrique Peña Nieto no ha hecho lo suficiente para proteger a los
periodistas o combatir esta cultura de la impunidad.
“ ‘Un atentado
contra la vida de un periodista, es un ataque al derecho de la sociedad a ser
informada’, escribió un grupo de destacados periodistas y defensores de la
prensa en una carta al Sr. Peña Nieto, expresando su indignación por el último
asesinato.
“Exigieron a su
gobierno llevar a cabo una investigación creíble sobre el asesinato del Sr.
Espinosa, reportero gráfico de 31 años de edad, y examinar la participación de
funcionarios locales que pueden haber sido cómplices en el asesinato de
reporteros.
“Los crímenes
contra periodistas no son los únicos que habitualmente quedan impunes en
México. El Sistema de justicia penal del país es notoriamente débil,
susceptible a la intromisión política y la corrupción. Esto es más grave en las
partes del país sacudidas por la violencia alimentada por el narcotráfico. Las
autoridades estaban profundamente avergonzadas el mes pasado, cuando más alto
prisionero con perfil del país, el narcotraficante Joaquín Guzmán Loera, escapó
de la cárcel por segunda vez.
“El Sr. Espinosa
dejó Veracruz, un estado costero del sureste, poco después de que fotografió
activistas de estudiantes que fueron golpeados por hombres enmascarados. Cuando
llegó a la ciudad de México, dijo a sus amigos que se sentía inseguro, porque
extraños le habían preguntado si él era el fotógrafo que había huido de Veracruz.
“El Sr. Espinosa
recibió un disparo en el apartamento de un amigo el 31 de julio, junto con
cuatro mujeres. Los fiscales detuvieron a un sospechoso y han tratado de
retratar el crimen como un robo, pero muchos mexicanos encuentran esta decisión
dudosa.
“Desde que el Sr.
Duarte asumió el cargo en 2010, la intimidación y los crímenes contra
periodistas en Veracruz se han disparado, según defensores de la libertad de
prensa. Catorce han muerto y al menos tres han desaparecido. En la mayoría de
los casos, las autoridades locales han tratado de restar importancia a la idea,
de que los periodistas fueron asesinados para silenciarlos.
“Poner fin a estos
ataques a la prensa requiere una acción contundente por el Sr. Peña Nieto. Él
debe repudiar la advertencia del Sr. Duarte —los dos hombres pertenecen al
mismo partido—. Y más allá de investigar y perseguir los delitos del pasado, él
y los funcionarios locales deben tomar medidas concretas para proteger a los
periodistas que arriesgan sus vidas haciendo su trabajo…”
Ya no es el
problema de Javier Duarte. Le endosa el crimen de Rubén Espinosa a Peña Nieto,
exhibido como un presidente omiso que “no ha hecho lo suficiente para proteger
a los periodistas” o “para combatir esta cultura de la impunidad”.
Alguien no se
porta bien. Es Javier Duarte. No se porta bien cuando su policía asedia,
golpea, reprime, insulta, encarcela, tortura, agrede, en una dinámica de
hostigamiento a la prensa, actuando con alevosía, usando la fuerza desmedida,
el tolete y el bastón eléctrico.
Así debieran
portarse con los malosos. Pero no. Con ellos se entienden.
Recibe metralla
Peña Nieto. Se la debe a Javier Duarte.
New York Times
conmina al presidente: que repudie las advertencias de Javier Duarte. Con eso
basta.
Archivo muerto
Vaya robo. Huye
Rubén Espinosa Becerril de Javier Duarte, de su policía, del espionaje, del
hostigamiento, de la amenaza. Huye de Veracruz. Siete semanas después es
ejecutado en un departamento de la colonia Narvarte, en la capital del país,
junto con la activista social Nadia Vera y tres mujeres más. Y dice la
Procuraduría del DF que el móvil es el robo. Y si no, un pleito entre bandas
dedicadas al tráfico de drogas. Pero el robo, como lo plantean, es inverosímil.
Dice el último reportaje de Proceso, medio en el cual colaboraba Rubén
Espinosa: “En el departamento se quedaron al menos tres computadoras y dos
teléfonos celulares. Tampoco tomaron las televisiones que había en dos cuartos
ni la ropa, calzado y perfumes costosos en el cuarto de Milena (Virginia
Martín, de nacionalidad colombiana) y Yesenia (Quiroz Alfaro), como se reportó
en el informe de “modus vivendi” que hizo la Policía de Investigación en el
lugar. Es más, ni siquiera se llevaron la tarjeta de circulación del Mustang
rojo, presuntamente propiedad de Milena, que Yesenia traía en su bolsa de mano.
El auto fue localizado tres días después de la masacre en calles de la
delegación Coyoacán, aparentemente bien estacionado y sin señas de
desvalijamiento”. ¿Robo o ganas de evadir la pista que conduce al palacio de
gobierno de Veracruz? Hay más: el único detenido, Daniel Pacheco Gutiérrez,
acusa tortura. “Comenzaron a golpearme para introducirme a un auto que llegó;
me subieron a golpes, aplicándome la llave china. Me decían palabras obscenas,
que me estaban esperando los colombianos, que no me hiciera pendejo, que ya
sabían todo. Uno de ellos me presionó el cuello y perdí el conocimiento por
unos segundos. Reaccioné a base de golpes. Me amenazaron de que si nos los
ayudaba irían por mi familia”. Analiza la Comisión de Derechos Humanos del DF
su caso. Aplican el Protocolo de Estambul para determinar si dice la verdad. Y
de ser así, el caso se caería por faltas al debido proceso... Lanza el dardo
Miguel Ángel Yunes Linares. Veracruz tiene una pandilla, la de Javier Duarte, y
está coludida con el crimen organizado, habla con los malosos, se entiende con
los malosos, le sirve a los malosos. Arremete el panista contra lo que queda de
Javier Duarte, ufano del triunfo de Ricardo Anaya en la elección interna del
PAN, a quien le operó votos y con quien amarra la candidatura a la gubernatura
de dos años en 2016. “Frente a la violencia que azota a Veracruz —dice Yunes
Linares—, Duarte guarda silencio por complicidad, por eso no se atreve a
actuar, por eso no cambia a Bermúdez y no toman decisiones de fondo; ni han
detenido, ni detendrán a nadie porque son cómplices de la delincuencia
organizada”. Y asesta el golpe: “Lo digo con todas sus consecuencias y toda
responsabilidad: Duarte y su pandilla son cómplices de la delincuencia
organizada y por eso los dejan operar libremente en Veracruz y esa complicidad
viene desde hace mucho tiempo”. Hay más en un discurso de Yunes azul que
describe la vulnerabilidad del gobernador de Veracruz y el estado de miseria
política, corrupción y complicidad con el crimen organizado. El pacto de las
pandillas, pues... Reversazo de vértigo, suicida, de efectos adversos, que
atrapa al alcalde Joaquín Caballero. A las 3 de la tarde del domingo 16,
difundía que no aplicaría el Reglamento de Tránsito estatal fundamentado en la
inquietud de la población por las infracciones demenciales y las multas
desproporcionadas. Daría vigencia al reglamento municipal, aprobado por el
cabildo en marzo pasado. “Una buena”, llegaron a expresar sus adversarios. Si
Coatzacoalcos lo hacía, si la segunda economía de Veracruz se negaba a aplicar
el ordenamiento estatal, cualquiera podría hacerlo. Y si uno de los
ayuntamientos priístas más sólidos desafía al gobernador, los demás también.
Pero seis horas después se acabó el valor o hubo arreglo. A las 9 de la noche
fue retirado el comunicado del sitio de internet del ayuntamiento. Pareciera un
apriete de tuercas. Pero hay algo más. En seis horas cambió la perspectiva.
Dicen los insiders de palacio que ahora sí fluirán las participaciones
estatales y las federales que tiene retenidas ilegalmente la Secretaría de
Finanzas y Planeación del gobierno duartista... Paga Marco César Theurel Cotero
—“Te rompo tu puta madre”— sus desplantes y sus locuras. Publicó aquella carta contra
el alcalde Joaquín Caballero Rosiñol, acusándolo de contraer deuda, como si él
no hubiera hecho lo mismo, de no realizar obra pública, de inflar la nómina, de
despedir personal y seguir teniendo una nómina carísima. Pues ya le llegó la
factura. Mary Mora, su ex directora de Egresos en su alcaldía, en vías de ser
cesada como auxiliar de la síndica Alejandra Theurel Cotero. Otros incrustados
por Theurel en la nómina tácitamente están en calidad de “aviadores”, asignados
al Partido Nueva Alianza. O sea, Marcos Theurel acusa a Caballero de despedir
personal y seguir teniendo una nómina muy elevada, y resulta que a esos
contribuyen los “aviadores” del ex alcalde de Coatzacoalcos. Por lo pronto,
guillotinazo joaquinista al theurelismo... No sólo es Sercel. Otra
inmobiliaria, JoJoJo, figura en el trafique de terrenos, ubicados entre la
Universidad Veracruzana y Pensiones del Estado, en Coatzacoalcos, consumando
ventas de manera irregular. De acuerdo con información procedente del Registro
Público de la Propiedad, el caso data de hace 30 años y se ha venido
perfeccionando al paso del tiempo. Se mencionan apellidos como González,
Hillman, Ramón, González Anaya, Hayek, Abreu, y hay desde inscripciones y notas
marginales colocadas ilegalmente hasta falsificación de poderes notariales.
¿Falsificación de poderes notariales? Sí, tres. Y en el ajo están los
fedatarios...
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Informe rojo… El crimen de
Rubén Espinosa: presión internacional
* 500 personajes instan a Peña Nieto en carta
abierta * “Investigar con integridad” * Actuar contra funcionarios
estatales y municipales * El Chochol defiende a su verdugo *
La verdad lo hará pedazos * Pepe Yunes ni se paró ni le aplaudió a Duarte
* Joaquín desafía al gober
Tronantes los
aplausos, de qué le sirven a Javier Duarte cuando vienen de vasallos, y de
mozos, y de una corte de enanos. Truenan por un instante y se apagan, ahogados
por la voz de 500 figuras de excepción, algo así como la conciencia
internacional, que expresan su repudio al crimen de Rubén Espinosa.
Arma un show el
gobernador. Lo rodea el priísmo. Acuden a él en acto menor, la renovación del
Movimiento Territorial del PRI en Veracruz, la tarde del miércoles 12. Y
escucha una defensa vacía, sin argumento, la pobreza mental del líder tricolor,
Alfredo Ferrari, que advierte y amenaza, que enfatiza que el silencio no basta,
que increpa a un enemigo al que no se atreve a identificar.
Le sigue el nuevo
dirigente del MT, Víctor Rodríguez Gallegos, peón del marcelismo, con una
arenga menos provocadora. A quienes calumnian el PRI los enfrentará...
trabajando. Y ya.
Cumplen así los
priístas con el ritual del engaño. Aclaman de pie a su líder formal, el
indeseado, el advenedizo, como lo catalogara con tino Héctor Yunes Landa, en
2010, por robarle la candidatura a gobernador, siendo el gordobés un
desconocido en el PRI. Hoy, cosas del descaro y del cinismo, Yunes Landa es la
propuesta de Javier Duarte para el minigobierno de dos años a elegirse en 2016.
Simulan como maestros
los priístas. Aplauden con rabia a su gobernador, aún sabiendo que el
advenedizo sólo ha servido para destruir las finanzas de Veracruz, para
hincarse ante el crimen organizado y para provocar el peor período de
corrupción y la más grave crisis de impunidad en la historia de Veracruz.
Prolongan el
aplauso para consumar el engaño. Luego se van. Allá Javier Duarte con lo que ha
de venir, el desenlace del multihomicidio, la masacre, la ejecución en la
Narvarte.
Tres días después,
vuelve la tormenta. Ya no hay aplausos. Hay condena. Hay repudio. Hay
indignación. Hay sospecha.
Son 500 y son una
voz que pesa. Hablan artistas, intelectuales, periodistas, y todos expresan, no
a Javier Duarte, sino al presidente Enrique Peña Nieto, la urgente necesidad de
esclarecer el crimen de Rubén Espinosa Becerril y Nadia Vera, el fotoperiodista
y la antropóloga y activista social que tuvieron que irse de Veracruz,
exiliados, seguidos, perseguidos y finalmente ejecutados, junto con tres
mujeres más.
Demoledora, la carta
insta a Peña Nieto a “investigar con integridad”; que se realice la
investigación sin contemplaciones de los funcionarios estatales y municipales
que, en cada caso, se puedan haber visto involucrados”; cataloga el crimen de
Rubén Espinosa, colaborador de Proceso y Cuartoscuro, y fotógrafo de AVC, como
un “parteaguas”.
De Javier Duarte,
los 500 intelectuales, artistas y periodistas dice:
“Los reporteros de
Veracruz que reciben amenazas están convencidos de que éstas provienen de
funcionarios del gobierno del estado. Desde que el actual gobernador, Javier
Duarte, llegó al poder en 2010, las amenazas, los maltratos, y los asesinatos
de periodistas han alcanzado cifras sin precedente en Veracruz: catorce han
muerto de manera atroz, y tres han desaparecido. En cada uno de los casos se ha
desechado como línea de investigación judicial el ejercicio profesional de las
víctimas”.
Y agrega:
“Hasta ahora, 37
colegas de Rubén Espinosa han tenido que abandonar sus trabajos, sus hogares y
sus familias, y desplazarse a la Ciudad de México tras recibir amenazas. Rubén
Espinosa fue asesinado a las pocas semanas de su llegada a la capital”.
Suscriben la carta
500 personajes, entre ellos Noam Chomsky, Salman Rushdie, John Coetze, premio
Nobel, Lydia Cacho, Denise Dresser, Sergio Aguayo, Juan Villoro, los
periodistas Carl Bernstein, Tom Brokaw, Jon Lee Anderson, Sandra Cisneros,
Margaret Atwood, los cineastas Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro y el actor
Gael García, entre otros.
Entre los
firmantes se encuentran directivos del PEN American Center, del PEN
International, del English PEN: Kwame Anthony Appiah, Louis Begley, Ron
Chernow,Maureen Freely, Jo Glanville, Peter Godwin, Suzanne Nossel, Francine
Prose, John Ralston Saul y Andrew Solomon, así como Joel Simon,
director ejecutivo del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ), y
Marian Botsford Fraser, titular del Comité de Periodistas en Prisión.
El texto íntegro
de la carta es el siguiente:
“Nosotros,
periodistas, escritores, y artistas creativos de todo el mundo, con el apoyo de
PEN y el Comité de Protección a los Periodistas, vemos con indignación los
ataques contra los reporteros en México. Cuando se ataca a un periodista se
atenta contra el derecho a la información de la sociedad entera.
“El 31 de julio fue
asesinado en Ciudad de México el fotoreportero Rubén Espinosa, junto con una
activista de derechos humanos, dos de sus compañeras de piso y la empleada
doméstica del lugar. Este crimen ha sido un parteaguas. La Ciudad de México era
considerada uno de los últimos lugares seguros para el ejercicio periodístico.
Pero ahora no parece haber santuario alguno para los reporteros perseguidos en
México.
“Desde el año 2000
decenas de reporteros han sido víctimas de homicidio; se sabe de otros 20 que
continúan desaparecidos. La abrumadora mayoría de estos crímenes permanecen en
la impunidad. La CNDH apunta a evidencia que involucra a funcionarios públicos
en varios de los ataques contra periodistas y medios de comunicación. Las
amenazas físicas extremas y generalizadas que padecen los reporteros llama la
atención de las organizaciones encargadas de vigilar la libertad de expresión
en el mundo, y de grupos como el Comité de Protección a los Periodistas y PEN,
que abogan por los derechos de la prensa. Todos ellos han hecho campañas para
acabar con lo que se ha llamado censura a tiros.
“Rubén Espinosa,
asesinado a sus 31 años de edad, laboraba como fotógrafo en el estado de
Veracruz. Tras recibir varias amenazas graves, huyó a la Ciudad de México hace
algunas semanas. Los reporteros de Veracruz que reciben amenazas están
convencidos de que éstas provienen de funcionarios del gobierno del estado.
Desde que el actual gobernador, Javier Duarte, llegó al poder en 2010, las
amenazas, los maltratos, y los asesinatos de periodistas han alcanzado cifras
sin precedente en Veracruz: catorce han muerto de manera atroz, y tres han
desaparecido. En cada uno de los casos se ha desechado como línea de
investigación judicial el ejercicio profesional de las víctimas. Hasta ahora,
37 colegas de Rubén Espinosa han tenido que abandonar sus trabajos, sus hogares
y sus familias, y desplazarse a la Ciudad de México tras recibir amenazas.
Rubén Espinosa fue asesinado a las pocas semanas de su llegada a la capital.
“Señor Presidente;
no debe haber mas asesinatos: el homicidio de Espinosa, y de Alejandra Negrete,
Yesenia Quiroz, Nadia Vera, y Mile Virginia Martín —las cuatro jóvenes que
murieron con él— deben ser investigadas con integridad. Los verdaderos
homicidas tienen que recibir juicio justo y condena pronta. En su país, señor
Presidente, las estadísticas de impunidad en los casos contra periodistas son
alarmantes: Según la Comisión Nacional de Derechos Humanos, 89 por ciento de
los asesinatos permanecen sin resolver. La Comisión ha denunciado que sus
propias investigaciones son obstaculizadas por las autoridades. La negligencia
judicial garantiza la impunidad.
“Hoy el periodismo
en todo el mundo vive bajo asedio: los reporteros mexicanos, en particular,
viven en peligro mortal. Las organizaciones criminales, los funcionarios de
gobierno corruptos, y un sistema de impartición de justicia incapaz siquiera de
determinar la responsabilidad de los asesinos son causa de la extrema
vulnerabilidad de los reporteros.
“Señor presidente,
le urgimos a:
“1.-Garantizar el
esclarecimiento inmediato y efectivo de los asesinatos contra Rubén Espinosa y
la enorme cantidad de periodistas en México que han caído como él, y la
investigación sin contemplaciones de los funcionarios estatales y municipales
que, en cada caso, se puedan haber visto involucrados.
“2.- La revisión
inmediata de los mecanismos para la protección de periodistas y el compromiso
efectivo de su gobierno para garantizar la libertad de expresión en México”.
De poco le sirve a
Javier Duarte el aplauso de los enanos. 500 personajes, conciencia
internacional, en cambio, presionan a Peña Nieto. Es insostenible el México
donde al periodista se le mata por lo que piensa, por lo escribe, por lo que
critica.
Pero a Javier
Duarte no le da para más. Quiere borrar una masacre con algarabía, discursos
melosos, arengas, mensajes, intimidación, el sello de su sexenio.
Le aplauden a
rabiar los priístas. Se quejan, se duelen, increpan, reclaman y, por qué no,
amenazan. Si el gobernador tiene en su haber 14 periodistas asesinados,
crímenes cometidos en su sexenio, el silencio no basta.
“Eso no lo
permitiremos —dice el líder Ferrari—”. Y Javier Duarte se da por servido,
emocionado, imaginando que ahí termina la masacre de la Narvarte.
Tres días bastaron
para que el aplauso al gobernador quedara ahogado.
Archivo muerto
Jodido el
Movimiento Territorial del PRI. Su nuevo líder, Víctor Rodríguez Gallegos,
emerge del fango en que se ha convertido la Sedesol federal en Veracruz, de los
millones sin destino, del uso de los programas sociales para pepenar votos, de
la perversidad y el descaro de robarse el dinero de los adultos mayores. Llega
Víctor Rodríguez al MT y da cátedra de desvergüenza. Para su verdugo, Javier
Duarte, hay solidaridad de refilón, un apunte al escandalazo por el crimen del
fotoperiodista Rubén Espinosa y la antropóloga y activista Nadia Vera,
perseguidos del duartismo, hostigados y seguidos hasta el DF, en su exilio y
allá ultimados. “Hoy en Veracruz —dijo el paniaguado Víctor Rodríguez— estamos
siendo objetos de calumnias infundadas y de descalificaciones dolosas. A todos
ellos les decimos que seguimos adelante, unidos más que nunca en favor de
nuestro estado”. Y más adelante: “Hoy que las voces radicales salen para
desacreditar el trabajo de los priistas en Veracruz, hoy que los inconformes de
todo y de siempre, se lanzan a atacar sin sustento, sin razón y el odio al
gobierno de Veracruz, a todos ellos les digo que el PRI seguirá trabajando”. A
ver, don Chochol. ¿Estamos siendo objeto de calumnias? Que se sepa, quien está
en el centro del torbellino por su fobia a la prensa, por las madrizas que su
policía le propina a los periodistas, por hacerle al pitoniso advirtiendo que
caerían “manzanas podridas”, sugiriendo que se portaran bien y luego han venido
ocurriendo los asesinatos, es Javier Duarte. Ni hay calumnia infundada ni hay
descalificación dolosa. El señalamiento es al gobernador por hechos consumados,
por represión, por expresiones que fueron públicas, porque la lengua lo
traicionó, porque su policía se excedió e incurrió en violencia desmedida,
porque son 14 periodistas asesinados durante el duartismo. No se desacredita el
“trabajo de los priístas en Veracruz”. Se critica el desgobierno de Javier
Duarte y su pandilla. Patético, pues, el intento de defensa de Víctor
Rodríguez, el más avanzado de los mozos de Marcelo Montiel, en un clásico caso
de Síndrome de Estocolmo, justificando a su verdugo, el que lo dejó sin
candidatura a la diputación federal por Coatzacoalcos porque, según el gobernador,
no garantizaba el triunfo del PRI... Pronunciada por San Pablo, vale. Pero
expresada por Javier Duarte, suena a blasfemia. “La verdad nos hará libres”,
dijo Saulo de Tarso, el maestro de la ley, perseguidor de Cristo en los
primeros destellos del cristianismo. Replica Javier Duarte la frase del
apóstol, no con humildad ni sencillez. Trasluce los rencores de la impotencia,
apabullado por un escándalo de muerte, un crimen aberrante, la persecución que
dio por resultado el quíntuple asesinato de la Narvarte, entre ellos Rubén
Espinosa Becerril, el fotoperiodista, colaborador de Proceso y Cuartoscuro y
fotógrafo de AVC, y Nadia Vera, antropóloga, activista social y productora
cultural. Enésima pifia de Pseudo San Javier. La frase debió ser: “La verdad me
hará pedazos”... Muchas porras, mucha melcocha, mucha lisonja priísta, pero
Pepe Yunes ni se inmutó. Ni aplaudió ni se puso de pie. Lo hacían todos, Erick
Lagos, David Velasco Chedraui, ambos a sus costados, pero el senador
veracruzano no secundó la faramalla en torno a Javier Duarte, usada la
imposición de Víctor Rodríguez Gallegos como líder del Movimiento Territorial
del PRI para respaldar al vilipendiado gobernador. Fue el único, reiterando que
ahí hay frío polar, que no hay acuerdo, que la descalificación de los
textoservidores, urdida en Casa Veracruz y en palacio, sólo ha servido para que
el desgobernador cada vez sea peor visto en el gobierno federal por torpe y
marrullero. De Pepe Yunes no recibió Javier Duarte ni un aplauso y cuando todos
se pusieron de pie simulando que lo quieren, el senador se mantuvo sentado...
No aplica el reglamento de Tránsito en Coatzacoalcos. Lo anuncia el alcalde
Joaquín Caballero Rosiñol en un desafío a Javier Duarte. Aquí, desde marzo se
aprobó un reglamento municipal, con multas menos severas. Políticamente es un
golpe mayor. Coatzacoalcos es el segundo municipio con mayor presupuesto, el
tercero en importancia política, detrás de Xalapa y Veracruz. Son los síntomas
de la debacle, el poder que se extingue, la debilidad evidente, dramática, de
un gobernador al que un día le aplauden y al otro le dan la espalda...
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