*Dijo que comparte la vergüenza de los sacerdotes y
la Iglesia de Estados Unidos por el escándalo de los abusos sexuales contra
menores
Nueva York | 25 septiembre de 2015
Tribuna Libre.- El Papa Francisco
aseguró que comparte la vergüenza de los sacerdotes y la Iglesia de Estados
Unidos por el escándalo de los abusos sexuales contra menores, en su primer
acto público en Nueva York.
En su sermón
durante el rezo de las vísperas con curas y religiosos en la catedral de San
Patricio, en el corazón de la gran manzana, el líder católico quiso, ante todo,
tocar el tema más espinoso de la Iglesia estadunidense en los últimos años.
“Sé que ustedes,
como cuerpo presbiterial, junto con el pueblo de Dios, recientemente han
sufrido mucho a causa de la vergüenza provocada por tantos hermanos que han herido
y escandalizado a la Iglesia en sus hijos más indefensos”, dijo.
“Con las palabras
del Apocalipsis les digo que soy consciente de que vienen de la gran
tribulación. Les acompaño en este tiempo de dolor y dificultad, así como
agradezco el trabajo que realizan acompañando al pueblo de Dios”, agregó.
La tarde de este
jueves, el pontífice se despidió de Washington y abordó un vuelo de la compañía
American Airlines con destino a Nueva York. Apenas menos de una hora de
tránsito. Poco después de las cinco de la tarde aterrizó en el aeropuerto John
F. Kennedy.
Tras una sencilla
bienvenida, se movilizó en helicóptero hasta Manhattan, que recorrió en algunas
de sus calles a bordo del papamóvil.
Luego ofreció, a
quienes lo escuchaban, dos recomendaciones para no perder la propia vocación:
tener “espíritu de gratitud” y “espíritu de laboriosidad”.
Estableció que la
alegría de los hombres y las mujeres que aman a Dios atrae a otros, indicó que
los sacerdotes y los consagrados están llamados a descubrir y manifestar un
gozo permanente en su vocación y la alegría brota de un corazón agradecido.
Su segundo consejo
fue desarrollar la laboriosidad. Aseguró que un corazón agradecido busca
espontáneamente servir al señor y llevar un estilo de vida de trabajo intenso.
Insistió que el
recuerdo de lo mucho que Dios ha dado a sus fieles puede ayudar a entender que
la renuncia a uno mismo para trabajar por él y por los demás “es el camino
privilegiado para responder a su gran amor”.
“Sin embargo, para
ser honestos, tenemos que reconocer con qué facilidad se puede apagar este
espíritu de generoso sacrificio personal. La espiritualidad mundana debilita el
camino de servicio y oscurece la fascinación del primer encuentro con
Jesucristo”, reconoció.
“Podemos caer en
la trampa de medir el valor de nuestros esfuerzos apostólicos con los criterios
de la eficiencia, de la funcionalidad y del éxito externo, que rige el mundo de
los negocios. Ciertamente estas cosas son importantes”, abundó.
Pidió a los curas
que, si alguna vez les parece que sus esfuerzos y trabajos se desmoronan y no
dan fruto, deben recordar que siguen a Jesucristo cuya vida, humanamente
hablando, acabó en un fracaso: el fracaso de la cruz.
Más adelante
advirtió sobre el peligro que surge cuando los pastores son celosos de su
tiempo libre y cuando piensan que las comodidades mundanas les ayudarán a
servir mejor.
Estableció que el
problema de este modo de razonar es que se puede ahogar la fuerza de la
continua llamada de Dios a la conversión, al encuentro con él. Porque poco a
poco, pero de forma inexorable, disminuye el propio espíritu de sacrificio, de
renuncia y de trabajo.
“(Esa actitud)
además nos aleja de las personas que sufren la pobreza material y se ven
obligadas a hacer sacrificios más grandes que los nuestros. El descanso es
necesario, así como un tiempo para el ocio y el enriquecimiento personal, pero
debemos aprender a descansar en manera que aumente nuestro deseo de servir
generosamente”, subrayó.
“La cercanía a los
pobres, a los refugiados, a los inmigrantes, a los enfermos, a los explotados,
a los ancianos que sufren la soledad, a los encarcelados y a tantos pobres de
Dios nos enseñará otro tipo de descanso, más cristiano y generoso”, sentenció.
Ya hacia al final
de su mensaje, el Papa dedicó unas palabras a las religiosas de Estados Unidos,
una parte de las cuales ha vivido los últimos años roces con el Vaticano por
diversas investigaciones ordenadas sobre las principales congregaciones del
país.
Esto generó
polémicas públicas y malhumores, que concluyeron algunos meses atrás con el
cierre de las auditorias. Por eso no resultó sorpresivo que a ellas Francisco
mandase un mensaje afectuoso.
“Quisiera de modo
especial expresar mi admiración y gratitud a las religiosas de Estados Unidos.
¿Qué sería de la Iglesia sin ustedes?”, afirmó.
“Mujeres fuertes,
luchadoras, con ese espíritu de coraje que las pone en primera línea del
anuncio del Evangelio. A ustedes religiosas, hermanas y madres de este pueblo,
quiero decirles un gracias muy grande y decirles también que las quiero mucho”,
concluyó emocionado. Sus palabras fueron agradecidas con un largo aplauso de
pie. (www.razon.com
)