* Adeuda Javier Duarte más de 3 mil millones
* La falsa generosidad del gober * Lo exhibe la rectora * ¿Quiere
matar a la UV? * Héctor Yunes: gira y show * Una cosa es
Veracruz y otra el gordobés * COFISUR: la mano de Fidel y Marcelo
* Promovían a la financiera * Al funcionario no se le prende el
foco
Mussio Cárdenas Arellano | 14 septiembre de 2015
Tribuna Libre.- Sigue la
terquedad. Descomunal la deuda, el naufragio inminente, Javier Duarte dice que
a la Universidad Veracruzana no le debe ni un peso, que por generosidad le da,
cuando puede y cuando tiene, vía subsidio, sin obligación legal. Eso es ser
infame.
No expresa lo que
en realidad es: el subsidio es obligatorio y los recursos de origen federal
llegan a la Secretaría de Finanzas y desaparecen. Es la hipótesis del robo.
De la Ibero viene
el gobernador, formado en la élite, ajeno él a la realidad social y de ahí la
insensatez y el descaro, la soberbia, cuando el acreedor exige su pago, cuando
la institución requiere el financiamiento para seguir su marcha.
Sale Javier Duarte
y la riega otra vez. Se planta frente a los periodistas, unos sin voz, otros
queriendo cuestionar. Ya es un show la conferencia de prensa de los lunes,
convertida en cuartel general de guerra, desde el que el gobernador oprime el
botón, activa el misil que viaja y estalla invariablemente en el palacio de
Xalapa, la sede de su gobierno.
Toca el tema de la
UV. Su código mental no admite deuda alguna, como le han reclamado. Según el
gordobés, no sería como dijo la rectora Sara Ladrón de Guevara —aguerrida por
los billetes, pusilánime con la agresión a los alumnos— a un pull de diputados
federales entonces electos: el gobierno incumple con la entrega de recursos a
la Máxima Casa de Estudios de Veracruz.
Se quejaba la
rectora que a la UV le debe el gobierno de Javier Duarte mil 800 millones de
pesos. Era confesión en corto, con mesura, entre ella y sus interlocutores.
Pero ahí estaba el panista Miguel Ángel Yunes Linares y lo reveló, exhibiendo
por enésima vez al gobernador.
Deberle a la UV es
criminal, imperdonable. Así la rectora disponga de un súper salario, así haya
enclaves que gozan de las mieles del poder, así existan focos de corrupción,
por dinero la UV no puede ni debe parar.
Herido, pues,
Javier Duarte usa su escenario mediático para increpar y desmentir, o hacer
como que puede desmentir, atrofiado por sus limitaciones, por la fragilidad de
sus argumentos, por una visión desdeñosa hacia la institución formadora de las
mejores generaciones de veracruzanos.
Pero lo que
expresa es falaz y chapucero, irresponsable y, sobre todo, doloso. “No le
debemos nada la Universidad”, suelta en el marasmo de sus ideas locas que si al
amanecer son poco claras, al paso de las horas se vuelven el caos total.
“Nosotros
contribuimos de manera generosa y solidaria subsidiando a la Universidad
Veracruzana y vamos a seguir haciéndolo porque sabemos que nuestra máxima casa
de estudios merece todo el apoyo y el respaldo, sabemos que todo peso destinado
a la educación es bien invertido”.
Sí, pero cuando
pueda y se le ocurra, cuando tenga de dónde, cuando existan recursos, porque
según el breviario Duarte, están “atenidos a la posibilidad y disponibilidad
financiera”.
Y reitera el
gobernador que no hay obligatoriedad de ayudar a la UV. Es asunto de
generosidad, no de compromiso.
Vaya lunes. El
gordobés amaneció peor que nunca. Más embustero, más insensato, más rebuscado.
Y se le ve rasposo porque el tema de la quiebra de Veracruz es su Talón de
Aquiles, y de paso la UV figura entre los que toca la puerta y no le abre, un
fracaso más del doctor en economía por la Complutense de Madrid.
Muy en su rol,
como si el dinero de los veracruzanos le perteneciera, ha dicho que a la UV se
le ayuda, no se le debe; que no es deuda porque lo que se da es subsidio; que
se le da según se tiene.
La claridad no es
propia del gobernador; la credibilidad menos. Su concepto de universidad y el
compromiso del Estado hacia ella, se mide por la casualidad, por la capacidad
de recaudación, por la operación financiera. Si tengo, te doy; si no, lo
siento.
En 2015, según el
analista y periodista Armando Ortiz, el presupuesto destinado a la UV es de 4
mi 583 millones 300 mil pesos. Así lo establece el decreto 319, emitido por el
gobernador Javier Duarte, el cual “será cubierto mediante aportaciones
convenidas entre el gobierno federal y el estatal, las cuales están sujetas a
las transferencias que para tales efectos realice el gobierno federal”.
Y apunta:
“El dinero que
aporta la Federación es de 2 mil 117 millones 834 mil 280 pesos. La aportación
del gobierno estatal es de 2 mil 465 millones 465 mil 720 pesos”.
En teoría, todo
bien. En los hechos, maña y trampa, mentira y dolo.
Agrega Armando
Ortiz que en el contenido del decreto se establece la obligatoriedad que hoy
pretende pasar por alto Javier Duarte:
“En el presente
Decreto de Presupuesto de Egresos, se establecen las siguientes disposiciones
de carácter general y de observancia obligatoria para la
Administración Pública del Gobierno del Estado de Veracruz de Ignacio de la
Llave”.
Robarse los
recursos que provienen del gobierno federal no es algo inédito. Con Javier
Duarte es el tema de siempre. Por eso lo revienta la Auditoría Superior de la
Federación. Por eso lo denuncia. Por eso Veracruz tiene la peor calificación a
nivel nacional. Por eso el descrédito.
No es asunto de
omisiones y caprichos. No es el problema semántico entre deuda y subsidio. Ante
los diputados federales, la rectora Sara Ladrón de Guevara externó algo que va
más allá de la disponibilidad de las finanzas veracruzanas. Habló de retención
de recursos federales por parte del gobierno de Javier Duarte.
De los mil 800
millones de pesos pendientes correspondientes al ejercicio 2015, “poco menos de
la mitad eran aportaciones federales —refiere Armando Ortiz— que no se habían
entregado a pesar de que la Federación había depositado los recursos a tiempo”.
Y reflexiona:
“Para empezar, ahí
hay un dinero, que no es del ‘subsidio generoso y solidario’ del que habló el
gobernador, que se adeuda a la Universidad Veracruzana”.
O sea, Javier
Duarte no paga lo que le corresponde al gobierno de Veracruz y además retiene
lo que proviene del gobierno federal. ¿Cómo se le llama a eso? ¿Robo, extravío,
disimulo, trapacería, hurto? Eso, en cualquier parte, merece cárcel.
También se enreda
Javier Duarte en las cifras, que es su especialidad. En 2014, la UV ejerció un
presupuesto de 4 mil 32 millones de pesos; el gobierno estatal aportó 2 mil 118
millones, mientras que la Federación mil 914 millones.
En 2015 se
advierten los efectos de la quiebra de Veracruz. La UV ha recibido mil 460
millones de pesos; de ellos, la Federación remitió mil 182 millones y el
duartismo sólo 278.8 millones.
Javier Duarte
presume: en cinco años el gobierno de Veracruz ha canalizado 10 mil 157.7
millones de pesos. Es el subsidio generoso, el subsidio solidario. Es el alarde
demagógico.
Un día después,
Sara Ladrón de Guevara lo exhibe de nuevo, lo refuta, le muestra la realidad.
Rinde su informe anual. Ahí revela la rectora las omisiones de Javier Duarte,
los adeudos —porque es deuda— año con año.
Al mes de agosto
de 2013, la cantidad de 867.9 millones de pesos. A diciembre de 2013, otros
894.3 millones. A diciembre de 2014, mil 8 millones. A agosto de 2015, 2 mil
058.6 millones.
Es la puntilla: de
los 4 mil 828.8 millones de pesos no entregados a la UV, 3 mil 100.7 millones
son “adeudos directos” del gobierno de Javier Duarte.
¿Quién le aporta
las cifras al gobernador? ¿Quién le miente? ¿O miente él?
Hay un fundamento
moral en el que no piensa el gobernador de Veracruz. Sara Ladrón de Guevara se
lo recuerda: “La falta de estos subsidios implicaría la extinción de la
universidad pública”. ¿O acaso eso pretende?
Otro crimen en
ciernes. Es el de la UV.
Matón, pues, el
gobernador.
Archivo muerto
De todo habla y a
todo le tira Héctor Yunes. Llega a Coatzacoalcos, propone gestionar la
Gendarmería Nacional, corta el listón en el súper restaurant de Beto Coca,
inaugura un centro deportivo escolar donde el director es repudiado,
convulsiona el centro de la ciudad. Sigue en su muestreo con cargo a su
investidura de senador, activísimo, usando el aparato de poder que soporta la
precampaña hacia el gobierno de Veracruz. Ofrece acudir a la Secretaría de
Gobernación y pedir la Gendarmería para enfrentar la inseguridad, el hampa, la
violencia. Ofrece hacerlo aún sin saber si la gestión corresponde al gobierno
de Veracruz. O sea que el senador choleño tira el rollo y después indaga si lo
puede hacer. Lo que es el desenfreno. Un día ofrecerá un puente para cruzar el
río. Y si le dicen que no tienen río, entonces ofrecerá que les construye el
río... Veracruz no es Duarte. Se quema el gobernador en la hoguera de la
falsedad, la mentira y la maniobra, en su afán por ser —eso sí que es locura—
el pontífice de Veracruz. Lo desquician las condenas por el crimen de Rubén
Espinosa y Nadia Vera, el fotoperiodista de Proceso, Cuartoscuro y AVC, y ella
la activista social; los gritos de “asesino”, “fuiste tú” que se escuchan en
las marchas, exhibidas en mantas y bambalinas, registradas en fotografías
impresas en la prensa, que corrieron en las redes sociales, que lo hacen decir
que el repudio y la crítica es contra Veracruz. Vaya soberbia del gordobés. Es
tan inmenso que se siente Veracruz. Mira el espejismo y piensa lo que está en
un oasis. La crítica es contra Javier Duarte por omiso, por hostigar y
reprimir, por los golpes y las amenazas de su policía, por el asedio a Rubén,
por la madriza a Nadia. La crítica no es contra Veracruz; es contra Duarte
aunque él Veracruz... Una ley con lagunas para dejar impune el fraude; un
alcalde —Marcelo Montiel— que auspiciaba eventos de la financiera y ofrecía
cubrir los intereses de los créditos otorgados a promotoras del PRI; un
gobernador —Fidel Herrera— que disponía de recursos para cubrir los gastos de
promoción de una financiera en exposiciones y eventos; un funcionario de
Hacienda que aconsejaba invertir en forma segura; un agente del Ministerio
Público que detectó bienes y cuentas bancarias para embargar y no procedió; una
Procuraduría, la de Veracruz, que incurrió en omisiones, que configuró un caso
para no hacerle justicia a los más 20 mil defraudados. COFISUR es el mayor
ejemplo de cómo se maquina una infamia, cómplices los que se robaron el dinero
de los ahorradores, los políticos que invitaban a la sociedad a invertir y los
funcionarios que soslayaron su responsabilidad y torcieron la ley. Cinco años
después, hay evidencia del dolo con que actuaron todos. Había dinero en las
cuentas de COFISUR, cientos de millones de pesos, y negaban el dinero a los
ahorradores. Lo sabía Fidel. Lo sabía Marcelo. Lo supo Javier Duarte. Nadie
evitó la infamia. Fauzi Hamdan, ex senador, abogado que representa a los
ahorradores, pospone para octubre su visita al sur de Veracruz. Se había
programado su presencia el 19 de septiembre. Será después... Se llama Esteban
Ramírez y no arregla ni el foco del comedor. Director de Atención Ciudadana en
la Secretaría de Obras Públicas en el ayuntamiento de Coatzacoalcos, provoca la
ira de colonos, el enfado y la frustración pues no acata ni las órdenes del
alcalde Joaquín Caballero Rosiñol. Atiende pero no resuelve; escucha pero no
actúa; ofrece pero no cumple. Y así trae a los ciudadanos que esperan resolver
sus demandas. Insensible, va incubando Esteban Ramírez Gómez una fenomenal
protesta contra el alcalde y la parálisis de toda actividad en Obras Públicas,
donde los diezmos fluyen y los millones corren...
twitter:
@mussiocardenas